El director de la Revista Humanitas —de la UC— analiza la relación entre los grupos conservadores de la Iglesia y la figura de Francisco.
"Es lo mejor que se ha hecho para alguna visita del Papa Francisco a America Latina", nos comentó el secretario del Consejo Pontificio para America Latina, el doctor Guzmán Carriquiry, que es muy amigo del Papa”.
La frase es de Jaime Antúnez Aldunate (71) y hace referenda al nurnero especial de 304 páginas que la Revista Humanitas —de la cual es director y que se publica al alero de la Universidad Católica— preparó para la visita del pontífice, con textos del ex Presidente Ricardo Lagos y de Jose Joaquín Brunner, entre otros.
Antúnez —doctor en Filosofía y al que solo le falta la tesis para licenciarse en Teología— será una de las 3 mil personas que presenciarán la visita de Francisco a la Casa Central de la UC el próximo 17 de enero. Es desde esa posicion que analiza la relación del Papa con las élites católicas conservadoras del pais.
—¿Hay un cambio en la relación entre los sectores mas conservadores de la Iglesia chilena hacia el Papa?
—Creo que ha habido cierto cambio en esos sectores que el Padre Hurtado llamaba “los grupos de selección”. Y el tuvo dificultades con ellos, el encontró una gran dificultad en algunos sectores conservadores muy cuadriculados ideológicamente. Esa es una tradición que ha durado en Chile y que solo en la última decada ha ido diluyendose. Nosotros, en Chile, fuimos el último bastión de la guerra fría, entonces aquí todos en seguida están viendo comunistas, aun cuando la Unión Soviética haya caído y Cuba este hecha una piltrafa, pero siempre están viendo el poder del comunismo. Entonces, cuando apareció el Papa Francisco, que es una persona que usa un lenguaje del catolicismo social, aquí en Chile pasó lo mismo que hace 80 años con el Padre Hurtado.
"Creo que existe una resistencia ideológica en sectores de los 'grupos de selección' en Chile respecto del Papa y su mensaje social. Son personas que están muy sensibles a las afirmaciones respecto del derecho a la vida y la integridad de la familia y que se desconciertan cuando el Papa escribe, por ejemplo, la exhortacion pastoral "Amoris Laetitia". Comienzan en seguida a pensar que es un sacerdote progresista, un teólogo de la liberación o algo semejante", agrega Antúnez.
—¿Por qué cree que eso ha ido cambiando?
—Porque el peso especifico del Papa Francisco en el mundo ha sido marcante, entonces en un mundo donde todo pasa tan rápido, donde los liderazgos se caen, resulta que en cuatro años el Papa Francisco ha producido una conmocion muy grande, ha removido los corazones y mucha gente ha sabido interpretar el profetismo que hay en su obra y sus palabras.
—Se lo preguntaba por el rol que han jugado algunas congregaciones, como el Opus Dei, en la visita. Por ejemplo: El secretario general del Colegio Tabancura, Ronald Bown, es uno de los encargados de la Comisión de Voluntariado y uno, en principio, pudo haber esperado un mayor protagonismo de los jesuitas.
—Creo que la Iglesia es de lo más inclusiva con los distintos carismas. Además, aquí la participation, me parece, no es a título de movimiento, sino más bien por la experiencia que puedan tener las personas. Benito Baranda es el delegado presidencial en la organización de la visita y es una persona vinculada a los jesuitas. Fue así en la visita de Juan Pablo II. Ahí hubo un comité en que estuvieron Alberto Etchegaray y Eliodoro Matte. Trabajaron dos años y era un periodo donde algunos eran partidarios u opositores al Regimen Militar.
—Si bien los tiempos son distintos, uno tiene la sensación de que a esos "grupos de selección" les gusta mas Juan Pablo II que Francisco.
—Claro, Juan Pablo II fue el Papa cuya emergencia destruyó el Muro de Berlín y muchos parecen decir "éste es un Papa nuestro", en el sentido ese tan corto de la apreciación de decir "es de nuestro partido", lo que justamente no es, porque los papas no son de ningún partido. Y basta ver que tras la caída del muro, Juan Pablo II fue muy critico de la sociedad capitalista occidental.
“El Papa no va a hablar distinto a lo que habla la Iglesia chilena”
—Jose Joaquín Brunner, en el ultimo número de la revista Humanitas, señalaba que, de todas maneras, los grupos conservadores iban a estar atentos a "si Francisco recordará los abusos sexuales de sacerdotes, si reiterará su condena frente a los pecados medioambientales o persistirá en oponer élites y pueblo, condenando la alienación y el desapego moral de aquellas”.
—Creo que sin duda algunos van a estar atentos, por mucho que se hagan los no atentos. Susurran: ¿Qué irá a decir en La Araucanía? ¿Irá a pronunciarse respecto a la quema de camiones? ¿Qué pasará en el norte? ¿Hablará sobre la inmigración? ¿Sobre Bolivia? Esas personas están mirando lo mayor por lo menor, y en eso hay que tener mucho cuidado porque el Papa no viene a dar ninguna receta ni respecto a como debe llevarse el juicio en La Haya, ni tampoco a como desarrollar planes a futuro en La Araucanía.
— En un contexto más general, ¿qué Iglesia espera a Francisco? Ascanio Cavallo senalaba hace un tiempo que al interior de ella "se libra una guerra intestina". No solo se trata de las investigaciones por abuso sexual, sino de cierto ambiente: la suspensión del padre Jorge Costadoat de la Facultad de Teología de la UC o la investigación de la Congregación para la Doctrina de la Fe relativa a los sacerdotes Felipe Berrios, José Aldunate y Mariano Puga.
—No creo que esta Iglesia viva una guerra interna. Es natural, en medio de todas estas marejadas tan fuertes que significaron las crisis del post concilio y el ordenamiento teológico que pudieron hacer Wojtyla y Ratzinger, que hayan quedado areas donde se manifiestan problemas morales y de costumbres que no han podido ser discutidos; pero la Iglesia siempre ha tenido que poner disciplina porque sus filas son bastante grandes. Aquí la Iglesia espera la llegada del Papa con gran esperanza porque como ha habido muchos problemas, el Papa levantará las miradas, incluso en un momento donde el pais se manifiesta con el deseo de unidad tras las elecciones. No va a dar fórmulas o ecuaciones, pero sí va esbozar caminos que ayudarán a cierta unidad.
—Pero han pasado cosas en la Iglesia chilena. El padre Fernando Montes, tras un reciente viaje a Roma, hablaba de que el Vaticano estaba preocupado por la "pérdida de credibilidad y el impacto social" de la Iglesia chilena. ¿Cree que la visita de Francisco pueda ayudar, en parte, en ese contexto?
—Obviamente. Justamente la visita va a ayudar a enmendar algo que yo he criticado en esta conversation: mirar lo mayor por lo menor. Yo soy muy optimista con la visita del Papa, aunque haya personas que puedan tener alguna reserva de si lo que dice —que siempre es inesperado— va a calzar exactamente con su paradigma ideológico-político. Porque esas son formas un poco reductivas.
—Eso le iba a preguntar, porque el Papa es un personaje, dentro de ciertos límites, bastante incorrecto: habla de divorciados y de los homosexuales. ¿Cómo se puede tomar eso con la realidad de la Iglesia chilena que en los últimos años ha sido criticada por centrarse demasiado en temas como aborto o familia?
—Mire, el Papa no va hablar distinto a lo que habla la Iglesia chilena. Hay que ser realistas, durante la visita “ad limina” en febrero, la que hacen los obispos cada cinco anos al Papa, Francisco habló con mucha franqueza, los escuchó, atendió este problema al que se refiere el padre Fernando Montes que es real y en virtud de ello les dedicó mucho tiempo. Esto significa que el Papa va a hablar el mismo lenguaje, va hablar de los mismos problemas, pero, como tiene la ventaja de concitar la atención de todo un país, podrá remover en un sentido de reverdecer los fundamentos de la cultura cristiana. Esa critica de que los obispos solo hablan de algunas cosas es porque la gente no escucha otras que también hablan, en sus parroquias, en sus diócesis o en las actividades que organizan. Por ejemplo aquí, en esta manzana que va de las calles Alameda a Marcoleta y de Lira a Portugal, se hablan un sinnúmero infinito de cosas y están invitadas todas las personas de toda la sociedad a oírlas o leerlas.