Cecilia Sturla

Editorial Nueva Patris Santiago, 2023

212 págs.

Ser feminista y católica es una aparente contradicción para dos mundos que nunca se encuentran debido a sus diferencias y amenazas de ida y vuelta. Es esta contradicción aparente la que devela la profesora Cecilia Sturla en su libro “Mujer y Feminismos”, donde, a través del análisis del evangelio, entrega un fundamento para que las mujeres católicas puedan considerarse feministas.

“Ha llegado el momento de demostrar, no sólo que se puede ser feminista a pesar de ser católica, sino, más bien, que se es feminista por ser católica”, expresa en las páginas de un libro detallado pero agradable a la lectura, donde se pueden encontrar ejemplos bíblicos de la interacción que Jesús tuvo con las mujeres y cómo les otorgó la misma dignidad y los mismos derechos que a los hombres, aun cuando históricamente estuviera situado en un mundo donde las mujeres eran ciudadanas de segunda categoría. Cristo, hijo de Dios, las sostuvo con él en su pasión y crucifixión, y las hizo partícipes del mayor acto de amor que ha presenciado la humanidad; mujeres que a lo largo de la palabra fueron dando cuenta de que Jesús siempre estuvo del lado de quienes eran excluidos de la sociedad, representando su salvación y conversión.

Sin duda la mujer más notable de todas es la Virgen María, madre de Dios, llena de gracia y mansa de corazón; es para su hijo, y, por ende, para toda la humanidad, un ejemplo de entrega y entereza que debe tener toda mujer en una sociedad donde no hay equidad. María es más que la imagen de una mujer sin pecado, es una guía de valentía en la incertidumbre, “una mujer que vence el miedo ante lo desconocido” (p. 144) y que acepta el designio de Dios como ejemplo de fe y humildad. Es en ella donde hoy las mujeres tienen un puerto de partida y llegada: de partida, porque en ella se engendra la vida de nuestro Señor y donde aparecen conceptos como amor, dignidad, Sagrada Familia y complementariedad; y puerto de llegada, porque ante un mundo injusto y desigual, la Virgen María representa el consuelo de tantas mujeres víctimas de la violencia y la injusticia.

Es la imagen de la Virgen la que la autora tensiona en su libro, haciendo alusión a que generalmente se muestra a María como ejemplo de todo lo que debería ser una mujer, quitándoles así a las mujeres un espacio para incidir en las decisiones, para ser parte de la discusión y para poder vivir su fe en igualdad de condiciones que los hombres. Asimismo, menciona que las corrientes múltiples y vigentes del feminismo pretenden eliminar a la mujer desde su biología hasta su construcción en alma y cuerpo. Específicamente, refiere cómo la maternidad ha sido utilizada como arma de doble filo, donde grupos extremistas rehúyen del don de la mujer para engendrar y custodiar la vida; y, por otro lado, muchas veces desde el catolicismo, la maternidad es utilizada como fundamento para hacer que la mujer resida en la casa, sea obediente a su marido y subyugada al cuidado de los hijos. Cecilia Sturla expresa: “No debería ser esta lucha de uno u otro un condicionamiento para hacerme elegir entre los dos. Quiero hacer los dos y que la sociedad lo vea como natural” (p. 196).

El libro Mujer y feminismos representa un aporte al camino que debe seguir la Iglesia para incluir a todos y todas, y que a la vez tenga a Cristo en el centro. Esta Iglesia, que “sin la presencia efectiva de la mujer, es una Iglesia trunca, una Iglesia mutilada” (p. 158), necesita entender la complementariedad del hombre y la mujer como un regalo divino en que el han sido creados a imagen y semejanza de Dios para ocupar un lugar en la creación, donde puedan en conjunto realizarse en el amor de Cristo. Este amor que proviene del mismo Dios, ya que “nosotros amamos, porque Él nos amó primero” (Jn 4,19), exhorta a la sociedad a buscar una equidad, donde se entiendan las diferencias entre mujeres y hombres, y al mismo tiempo, se derriben los históricos roles que se les han dado a las mujeres y que no guardan relación con el evangelio ni las enseñanzas de Jesús.

Estamos invitados a construir un “feminismo auténtico que lucha por generar estructuras sociales que acepten la posibilidad de la mujer de ser madre” (p. 114) y que a la vez busque la igualdad de derechos para que mujeres y hombres se desarrollen en plenitud y a la luz del amor de Dios.

Ángela Parra M.

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