Este es el título del mensaje del Papa Francisco con motivo de la 54ª Jornada Mundial de la Paz, celebrada el pasado 1º de enero. 2021 nos plantea muchos desafíos. Entre ellos, “debe reafirmarse la protección y la promoción de los derechos humanos fundamentales”, nos dice el Santo Padre. En este aspecto, como Fundación nos preocupa ¿cuál es la situación de la libertad religiosa? ¿Cómo vivieron el año pasado los cristianos que están en países donde este derecho fundamental es vulnerado?

Desde hace 54 años, el primer día de cada año, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Paz. “Sería nuestro deseo que (…) esta celebración se repitiese como presagio y como promesa, al principio del calendario que mide y describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura”, escribía el Papa Pablo VI en 1968, con motivo de la celebración del primer Día de la Paz.

Desde entonces, cada 1 de enero se propone una reflexión para los fieles. Este año, el Papa Francisco tituló así su mensaje: "La cultura del cuidado como camino de paz". En él nos invita a "erradicar la cultura de la indiferencia, el descarte y la confrontación, que a menudo prevalece hoy en día”.

2020, nos dice el Papa, se caracterizó por la crisis provocada por la pandemia del Covid-19. Por eso comienza su mensaje recordando a quienes han perdido a un ser querido y a quienes sufren por haber quedado desempleados, destacando luego el inmenso trabajo de quienes se han dedicado a aliviar el sufrimiento de las víctimas del coronavirus: el personal de salud, los sacerdotes que visitan a los enfermos, los investigadores:

Al rendir homenaje a estas personas, renuevo mi llamamiento a los responsables políticos y al sector privado para que adopten las medidas adecuadas a fin de garantizar el acceso a las vacunas contra el Covid-19 y a las tecnologías esenciales necesarias para prestar asistencia a los enfermos y a los más pobres y frágiles.

Sin embargo, Francisco da una voz de alerta: “Es doloroso constatar que, lamentablemente, junto a numerosos testimonios de caridad y solidaridad, están cobrando un nuevo impulso diversas formas de nacionalismo, racismo, xenofobia e incluso guerras y conflictos que siembran muerte y destrucción.”

Desde los primeros tiempos del cristianismo, el compartir con los necesitados fue un signo distintivo de quienes seguían el ejemplo de Jesús. A lo largo de los más de 2 mil años de historia de la Iglesia, esta generosidad perdió un poco de dinamismo en algunos momentos, reconoce el Papa. Pero habiendo superado las persecuciones de los primeros siglos, las crónicas reportan innumerables obras de misericordia católicas, como hospitales y orfanatos, entre otras.

Esto se refleja, prosigue el Papa, en la doctrina social de la Iglesia. Por eso en su mensaje, Francisco invita a los líderes mundiales a retomar la “brújula” de estos planteamientos:

La brújula de los principios sociales, necesaria para promover la cultura del cuidado, es también indicativa para las relaciones entre las naciones, que deberían inspirarse en la fraternidad, el respeto mutuo, la solidaridad y el cumplimiento del derecho internacional. A este respecto, debe reafirmarse la protección y la promoción de los derechos humanos fundamentales, que son inalienables, universales e indivisibles.

Tomando como base este mensaje del Papa Francisco, queremos invitarlos a detenernos un momento en analizar qué ha ocurrido con el derecho humano a la libertad religiosa. El coronavirus y sus consecuencias ¿han producido una disminución de la persecución y discriminación contra los cristianos en el mundo?

Muchas sombras y pocas luces

Lamentablemente el 2020, en muchos lugares del mundo, más de los que nos gustaría mencionar, muchos cristianos vivieron un auténtico vía crucis de pobreza, exclusión y discriminación. A ello cabe añadir ataques mortales. África, en particular, se ha convertido una vez más en un “continente de mártires”, producto de los ataques de grupos terroristas islámicos, principalmente en los países ubicados en la región del “Sahel” (zona de transición entre el desierto del Sahara y la sabana africana) y en Mozambique. En esos lugares, el extremismo religioso y la presencia de violentos islamistas radicales ha ido en aumento, destruyendo la coexistencia anteriormente pacífica entre cristianos y musulmanes. Cientos de miles de personas han sido expulsadas de sus hogares o han huido. Hay organizaciones que retiran a su personal por motivos de seguridad, mientras que la Iglesia permanece y se preocupa por la gente.

Mozambique ayuda a refugiados 600

Ayuda a los refugiados en Mozambigue, Archivo ACN

Los cristianos también sufren en otros lugares del planeta. En Asia, por ejemplo, los movimientos nacionalistas y los sistemas de gobierno autoritarios les dificultan la vida. En algunos países asiáticos, el cristianismo es considerado una influencia perniciosa del extranjero que amenaza la supremacía del partido en el poder o la supuesta cohesión religiosa de una nación. En la India, esta corriente se denomina hindutva, que identifica a la India con el hinduismo, y en China se habla de sinicización, adaptación de la doctrina y la tradición de la Iglesia a la “cultura china”, según la entiende el partido comunista chino.
Thomas Heine-Gelder, Presidente Internacional de ACN, señala que:

Hemos recibido muchas llamadas de auxilio de numerosas iglesias locales, desesperados gritos de socorro. En algunos países, la discriminación social de los cristianos se ha intensificado durante la pandemia: pienso aquí en la minoría cristiana en Pakistán o la India. En ocasiones, les ha sido imposible obtener ayuda a través de canales gubernamentales u oficiales, por eso la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) ha puesto en marcha un programa de ayuda de emergencia. De muchas otras regiones, donde los cristianos pertenecen a los estratos sociales más bajos, nos han llegado solicitudes de ayuda para la pastoral y la labor caritativa. Precisamente en esos lugares, la Iglesia es a menudo el único refugio cuando fallan las instituciones públicas. Por eso, hemos apoyado el servicio sacrificado de religiosas, sacerdotes y religiosos con ayudas para su sustento en todo el mundo como, por ejemplo, en Ucrania, la República Democrática del Congo o Brasil.

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Cruz profanada en la India, Archivo ACN

En Medio Oriente, muchos cristianos todavía se sienten inseguros y piensan en emigrar, pues la situación económica y política no les inspira confianza. Además, el peligro del yihadismo tampoco ha quedado desterrado. Líbano, que siempre ha sido refugio y apoyo para los cristianos de Medio Oriente, atraviesa una profunda crisis. La situación es muy difícil, pero también hay signos esperanzadores: en la Llanura de Nínive, en Irak, la mitad de las familias cristianas han regresado a sus pueblos; también en Siria la reconstrucción está en marcha. Además, la anunciada visita del Papa a Irak a principios de marzo es una gran luz de esperanza.

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Destrucción de Beirut, archivo ACN

En muchos países, donde no hay una persecución oficial, está surgiendo un resentimiento cada vez mayor hacia las personas religiosas, algo que también está ocurriendo en Europa. Como se ve, 2020 no fue un año en que la libertad religiosa se consolidara como derecho fundamental. “Actualmente, los cristianos están expuestos a un ataque radical y profundo desde dos frentes: uno quiere destruir las raíces cristianas y crear una sociedad puramente individualista sin Dios y el otro intenta radicalizar a la gente e imponer por la fuerza un sistema islamista fundamentalista sembrando el terror y la violencia, abusando del nombre de Dios y de la religión”, concluye Heine-Geldern.

Los desafíos que enfrentamos son muchos, pero el Papa Francisco nos da la gran guía de cómo hacerlo, en su mensaje por la Jornada Mundial de la Paz:

Trabajemos todos juntos para avanzar hacia un nuevo horizonte de amor y paz, de fraternidad y solidaridad, de apoyo mutuo y acogida. No cedamos a la tentación de desinteresarnos de los demás, especialmente de los más débiles; no nos acostumbremos a desviar la mirada, sino comprometámonos cada día concretamente para formar una comunidad compuesta de hermanos que se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de los otros.


Informe de Ayuda a la Iglesia que Sufre: "Libera a tus prisioneros"

Así se titula el nuevo informe de esta Fundación Pontificia publicado a fines de noviembre, cuyo dato más impactante es que los cristianos detenidos a causa de su fe ascienden a trescientos por mes en cincuenta países del mundo.

En el estudio se informa de casos concretos de cristianos detenidos principalmente en cuatro países (Nigeria, Eritrea, Pakistán y China), analizando el encarcelamiento por motivos de conciencia, la detención arbitraria, los juicios injustos, las condiciones inadecuadas de las cárceles, los casos de tortura y las presiones para inducir a las personas a abandonar su fe. En Nigeria, por ejemplo, el secuestro de cristianos es el fenómeno más grave.

  • Asesinato de sacerdotes católicos y pastores protestantes

Cada año más de 220 fieles son secuestrados y encarcelados injustamente por grupos de milicias yihadistas. Los secuestros por rescate a menudo resultan en el asesinato de sacerdotes católicos y pastores protestantes. Lo mismo ocurre en Egipto, donde jóvenes cristianas coptas son secuestradas y obligadas a casarse con sus secuestradores no cristianos, mientras que en Eritrea se estima que más de mil fieles cristianos están injustamente encarcelados.

  • Conversiones forzadas de niñas y jóvenes

Si observamos a Asia, el escenario es igualmente grave: en Pakistán, anualmente hay unos mil casos de conversiones forzadas de niñas y jóvenes cristianas e hindúes, mientras que en Corea del Norte hay unos 50 mil cristianos en campos de trabajo, es decir, casi el 50% del total de los detenidos. En Myanmar, además, se estima que a partir del año 2018 el ejército ha interrogado y arrestado a 100 pastores y reclutado a estudiantes cristianos por la fuerza.

  • Impacto devastador del Covid-19

El informe también destaca "el impacto devastador y sin precedentes" que el Covid-19 ha tenido en la detención injusta. En particular, Ayuda a la Iglesia que Sufre explica que "tres factores clave han causado el deterioro de la situación: en primer lugar, el cierre parcial o total de los tribunales y otras actividades jurídicas causó más demoras a los cristianos detenidos en espera de la apelación"; en segundo lugar, "desde que los servicios religiosos se pusieron en línea en respuesta al virus y en consonancia con el cierre y otras medidas de seguridad, los gobiernos autoritarios han podido aumentar la vigilancia y la represión de los que han sido descubiertos participando en presuntas actividades ilegales". Por último, la pandemia brindó a los perseguidores la oportunidad de atacar mientras toda la atención se centraba en hacer frente a la emergencia del coronavirus. ACN recuerda también que "como se ha demostrado en numerosos informes especializados, los cristianos constituyen la comunidad religiosa más afectada". De hecho, según el Pew Research Center “el injusto encarcelamiento de los cristianos, tanto por parte de los Estados como de sujetos no gubernamentales, se presenta como una violación de los derechos humanos en 143 países donde existen graves vejaciones”.

  • Aumenta el riesgo de las minorías religiosas

Sin embargo, en el informe también se destaca un elevado número de "grupos religiosos minoritarios afectados por detenciones injustas" y, por lo tanto, se reitera la necesidad de "actuar con prontitud", porque "durante demasiado tiempo se ha subestimado el odio religioso en la explicación del fenómeno de las detenciones injustas", lo que pone a las minorías religiosas en un riesgo cada vez mayor.

  • Asia Bibi

Cabe señalar que el estudio de esta Fundación Pontificia se abre con dos figuras símbolo de la persecución por causa de la fe: la primera es Asia Bibi, la mujer cristiana pakistaní falsamente acusada de blasfemia y encarcelada durante nueve años. Ella es la que firma el prefacio del Informe y nos recuerda que:
Es hora de decir la verdad a los que están en el poder para que aquellos que, desafiando la ley, retengan a personas inocentes, sean finalmente llevados ante la justicia. Es hora de que los gobiernos actúen. Es hora de manifestarse en defensa de nuestras comunidades de los fieles, vulnerables, pobres y perseguidos. No debemos detenernos hasta que el opresor, finalmente, escuche nuestro grito: ‘Liberen a sus prisioneros´.

  • Padre Paolo Dall'Oglio

La segunda figura recordada es, en cambio, la del padre Paolo Dall'Oglio, secuestrado en Siria el 29 de julio de 2013 y de la que la Fundación subraya: “Pocas personas se han ocupado de la libertad religiosa tanto como él, pocos han sufrido más por sus convicciones que él”. Y concluye: "El padre Paolo es uno de los cinco sacerdotes, entre los cuales dos son obispos, secuestrados por Daesh (Isis) en Siria en 2013: hombres de fe cuyo lugar de detención no se conoce ni se sabe si están muertos o aún vivos”.

Fuente: ACN internacional.

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