Para el acto de conmemoración por los 100 números de la Revista Humanitas, realizado en el Salón de Honor San Alberto Hurtado de la Pontificia Universidad Católica el martes 26 de julio, fue invitada a dar la conferencia central[1] la periodista y responsable del periódico Crux en el Vaticano, Inés San Martín. La precedieron en el podio el rector Ignacio Sánchez y el director de Humanitas, profesor Eduardo Valenzuela.
Buenos días a todos, muchísimas gracias por la invitación.
Agradezco infinitamente a las autoridades de la Universidad por estar hoy acá presentes, pero en especial obviamente a las autoridades de la Revista Humanitas que tuvieron el coraje de invitar a una argentina para que viniese a Chile a hablar en un momento tan importante.
El tema de la charla, como ya la presentaron, es la realidad de la Iglesia hoy, y la importancia o el rol de los medios católicos. Quiero hacer hincapié en que voy a hablar de medios católicos, no del periodismo en general, porque hay una distinción importante tanto para el periodista como para el lector y para el medio. Entonces, nobleza obliga a hacer esa distinción.
En cuanto a la realidad de la Iglesia hoy a mí me gustaría centrarme en tres temas en particular. Por un lado, tenemos el pontificado del Papa Francisco. Estando en Roma o habiendo llegado recién de Roma, y viéndolo al Papa en su viaje a Canadá, se habla cada vez más de si estamos en el final del Pontificado, si estamos realmente viendo el último viaje internacional del Papa Francisco, si cada vez que celebra una misa para una conmemoración anual es su última misa. Se habló mucho, de hecho, durante la Semana Santa, de si esta había sido su última Semana Santa, porque lo vimos realmente muy dolorido. Yo tuve el honor de estar a unos diez metros del Papa, y verlo sentado, abrazado al cirio pascual completamente doblado y entregado a Cristo, para mí era verlo a Juan Pablo II durante sus últimos años con el Parkinson. Pero si hay algo que nos enseñó Juan Pablo II es que los últimos años del Papa pueden ser diez, doce o quince, y sobre todo teniendo en cuenta que Juan Pablo II estuvo tres veces en su “último viaje” a Polonia.
El segundo tema del que me gustaría hablar es la situación actual de la crisis de los abusos, un poco en Chile pero también a nivel global.
Y por tercer punto, un tema que es realmente muy cercano a mi corazón que es la realidad de la Iglesia Católica actual afuera de los centros habituales de poder. Cuando nosotros como periodistas hablamos de la Iglesia o escribimos sobre la Iglesia muchas veces nos centramos en lo que ocurre en el Vaticano, en lo que ocurre en Estados Unidos –porque en mi caso particular es mi audiencia principal– y también de lo que ocurre en la Iglesia en Alemania, simplemente porque hoy por hoy se están haciendo ahí muchas cosas que hacen que sea noticia constante, desde la pérdida masiva de fieles que está viviendo Alemania, hasta el camino sinodal y las demandas de algunos laicos y las promesas de algunos Obispos.
Después de hablar brevemente sobre estos tres temas, simplemente plantear el cómo deben actuar los medios o cómo deberíamos actuar los periodistas. En mi opinión y en mi experiencia, también quizá para darles herramientas a ustedes son lectores y no periodistas, para entender muchas veces de qué va lo que hacemos y por qué escribimos lo que escribimos.
Las tres preocupaciones de Francisco
Hay tres claves para mí hoy por hoy en esta etapa final del pontificado de Francisco. Yo no me animo a decir que es su último año, ni tampoco me animo a decir que va a renunciar en el mes de agosto, como dicen muchos de mis colegas, pero la realidad es que simplemente, por una cuestión de edad y de fuerzas, Francisco no tiene la fuerza y la juventud que tenía cuando asumió hace diez años a sus “jóvenes” 75.
Hay tres temas que al Papa de alguna manera le quitan el sueño: por un lado la sinodalidad, por el otro, es la reforma de la curia, y por último, una situación que él no se vio venir o que creo que nadie esperaba realmente, que es la cuestión de la guerra de Rusia y Ucrania. Francisco es un Papa que desde hace diez años habla de una tercera guerra mundial en partes o a piezas o en pedazos. Y el hecho de que Europa se vea abiertamente involucrada, porque hay efectivamente una guerra en el continente europeo, confirma lo que el Papa ya dijo, que es que estamos en una tercera guerra mundial aunque no declarada.
La sinodalidad, como bien dijo Eduardo, no es un tema actual de la Iglesia, no es simplemente algo que viene del Concilio Vaticano II, es una intención, una voluntad muy concreta del Papa de tratar de volver a las raíces del Cristianismo. Cuando hablamos de Iglesia Católica hablábamos de todos, y no de la jerarquía, eso es algo de lo que muchas veces nos olvidamos y algo en lo que nosotros como periodistas fracasamos cuando decimos que “la Iglesia de Chile dijo algo” simplemente porque los Obispos de Chile dijeron algo.
Francisco está hablando de sinodalidad desde que asumió su pontificado, y le dio un rol principal al Sínodo de los Obispos. Ahora, principalmente con el Sínodo sobre la sinodalidad, de alguna manera ha hecho una exigencia de que todas las Conferencias Episcopales del mundo se tomen el trabajo de saber qué es lo que necesitan, qué es lo que quieren, qué es lo que piden los laicos para realmente tratar de entender la situación de la Iglesia en el campo, no simplemente la opinión de los 130 cardenales.
Es un desafío enorme. Mi experiencia, digamos, mi conocimiento, me lleva a poder hoy decir que desgraciadamente nosotros como laicos no estamos preparados, no estamos muchas veces dispuestos a realmente participar, y por otro lado, creo que hay un enorme temor por parte de la jerarquía a dejar que los laicos participen, porque durante mucho tiempo el debate estuvo centrado en los temas candentes o polémicos, y por no hablar de el diaconado femenino dejamos de hablar de cosas que realmente tienen mucha injerencia en el día a día de la Iglesia.
Eso es realmente lo que el Papa quiere, y lo dejó muy en claro la semana pasada cuando a través de la sala de prensa del Vaticano les mandó a decir a los obispos alemanes, citando una carta que les mandó en el 2018, que tengan en cuenta que la sinodalidad es un caminar juntos como Iglesia y que las Iglesias individuales no pueden caminar por su lado. Los obispos no pueden cambiar el modo de gobernar la Iglesia simplemente porque les vendría mejor teniendo en cuenta la situación nacional. Fue un mensaje corto y muy fuerte que yo recomiendo leer. En realidad recomiendo leer la carta original de Francisco a la Iglesia Alemana acerca de su camino sinodal para realmente entender lo que dice el Papa y lo que cree el Papa y lo que espera el Papa cuando habla de sinodalidad.
Pero claramente la participación es una parte central, y nosotros como periodistas, o el enorme desafío que tenemos nosotros los periodistas, es tratar de justamente interpretar lo que dice el Papa Francisco, pero no reducir sinodalidad a estos temas calientes o estos grandes titulares que a nosotros nos dan muchos clics y hacen que vendamos más diarios. Como un Obispo de una diócesis alemana dice que ahora vamos a ordenar a las mujeres, o un obispo norteamericano que dice que vamos a cambiar las enseñanzas sobre la sexualidad, eso no son los temas que Francisco ve como realmente el eje el sínodo, y creo que en ese sentido la Iglesia actual está fracasando en responder a este verdadero pedido del Papa de tratar de repensar el liderazgo y el concepto de poder dentro de la Iglesia Católica. Durante muchos años se igualó a la jerarquía con el poder sin tener en cuenta que en realidad la jerarquía está al servicio, porque los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.
En cuanto a la reforma de la Curia Romana, probablemente este sea el punto más frustrante para el Papa Francisco. Él sabe y es consciente de que sus hermanos cardenales, entre otras cosas, le eligieron casi principalmente para que reformara el gobierno central de la Iglesia, y entró como un toro en una tetera realmente listo a hacer ruido y a cambiar todo muy rápido. El problema es que se encontró con un monstruo que está demasiado acostumbrado a que las cosas se hacen como el monstruo decida y que, como todo buen organismo vivo, la Curia Romana logró adaptarse al Papa Francisco. El temor que hoy se vive en Roma, o la sensación que tenemos hoy en Roma, es de que el Papa Francisco de alguna manera se está frustrando, porque el verdadero objetivo de Francisco con la reforma de la curia fue tratar de motivar un cambio en el corazón de quienes forman parte de la Curia Romana, pero desgraciadamente mi experiencia me dice que no lo ha logrado. Entonces vimos hace tres meses que sacó una nueva constitución y un documento muy importante y muy muy interesante sobre cómo quiere que el gobierno central de la Iglesia esté realmente a disposición de las Iglesias locales y las iglesias nacionales, pero se va a seguir enfrentando a un gobierno que en definitiva tiene dos milenios. Porque cuando la Curia Romana cambia de Papa no cambia realmente de gobierno, cambia simplemente el Papa. Cambia el Presidente, pero nunca cambia el Senado, nunca cambia la Cámara de Diputados, entonces en ese sentido Francisco se encuentra con el enorme problema de que la Curia, o muchos miembros de la Curia, no estuvieron dispuestos y no están dispuestos a acompañar el cambio que pide el Papa.
En el caso de la curia en particular, es la transparencia y la reforma financiera, el dejar los escándalos de lado, pero realmente estar disponibles. Por ejemplo, que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe conocido hasta hace tres meses como la Congregación para la Doctrina de la Fe, como un organismo realmente abierto dispuesto y disponible para todas las diócesis del mundo y el organismo articular que se dedica a todo el tema de juzgar los casos de abusos, realmente actúe con celeridad y no lo han logrado. En gran parte por falta de personal, porque son dieciséis los hombres que se dedican a dar respuestas a todas las diócesis del mundo ante todos los casos de abuso, y en la actualidad el 40% de las denuncias de abusos que tienen en la congregación para la Doctrina de la Fe vienen de América Latina, y hay solo tres personas que hablan español en esa oficina. Entonces se imaginarán de dónde viene el problema.
En este caso particular, que es la reforma de la Curia, el rol principal de los medios, es el de la transparencia y el del accountability, y nosotros muchas veces somos amigos de la Iglesia, de los medios católicos, porque nosotros, yo por lo menos, cuando escribo, escribo desde el lugar de la fe y cuando escribo con una postura crítica sobre la Iglesia o sobre una persona en particular, o sobre la Curia Romana, no lo hago por odio a la Iglesia, sino todo lo contrario, por amor a la Iglesia y porque las cosas se sepan bien. Sin meterme en la teología porque no es mi campo, sin meterme en la doctrina porque tampoco es mi especialidad, pero sí en las cuestiones de transparencia y de honestidad y de lucha contra la corrupción. No hace falta ser un experto para saber que el dinero desaparezca está mal.
En cuanto a la situación de Rusia y Ucrania, es un tema complejísimo. El Papa Francisco ha sido clarísimo para quien lo quiera escuchar en cuanto a las sus críticas para contra Rusia, pero obviamente nunca nombró a Rusia y nunca nombró a Vladimir Putin, con lo cual el debate en los medios se quedó reducido a si el Papa está realmente en contra de Rusia y a favor de Ucrania. La respuesta es muy sencilla, y sale de escucharlo no solo al Papa, sino a su Secretario de Estado y a su Ministro de Relaciones Exteriores. Porque como pasa muchas veces, los que son expertos en diplomacia lo saben mejor que yo, muchas veces la diplomacia es el arte de no decir lo que uno tiene que decir pero para que lo diga el otro, o decirlo a través de los gestos. Los gestos en la diplomacia tienen mucho más valor que las palabras, y el hecho de que el Papa Francisco haya mandado a todas sus personas más cercanas a Ucrania y no a Rusia, nos dice bastante sobre dónde está parado en cuanto al sufrimiento que esta guerra está causando. También él fue muy claro en la necesidad de que no se reduzca la situación de violencia actual a lo que está sucediendo en Rusia simplemente porque estamos más cerca acá los medios. Tenemos un rol difícil, también fascinante, que es el de realmente poder aportar el contexto cuando uno piensa en la diplomacia vaticana. Francisco no inventó la diplomacia Vaticana, cuando hablamos de la situación de Rusia actual nos tenemos que remontar a los políticos, lo que pasó durante la II Guerra Mundial e incluso también antes, y realmente ahí encontramos el origen de muchas de las actitudes que tiene hoy el Vaticano como Estado, la Santa Sede como Estado. Uno lo puede cuestionar, puede preguntarse si eso es el modo correcto de actuar o no, si es quizá extremadamente ingenuo pensar que un hombre como Vladimir Putin va a dialogar simplemente porque el Papa no diga su nombre en voz alta, pero en ese sentido Francisco está manteniendo una tradición histórica, que por mucho que cueste ver, ha demostrado que ha salvado vidas. Es cuestionable y mucha gente ha perdido, obviamente millones murieron durante la II Guerra Mundial, pero cientos de miles fueron salvados pura y exclusivamente por la injerencia y la diplomacia del Vaticano.
Situación actual de la crisis de abusos en la Iglesia
Por otro lado, había dicho que quería hablar sobre la situación actual de la crisis de los abusos. Es una realidad que en Chile se conoce demasiado, que ha golpeado muy de cerca a la Iglesia chilena, a la jerarquía chilena, y que las últimas 36 horas estando en Chile, ya me han permitido demostrar que desgraciadamente, a pesar de la enorme buena voluntad de muchísimos laicos muy comprometidos, muchos de ellos hoy acá reunidos, todavía no se ha resuelto el tema por varios motivos o por distintas aristas.
Por un lado, ahí hay todavía un temor por parte de la jerarquía chilena de realmente enfrentar el problema de raíz y reconocer los que actuaron mal que han actuado mal, aún sin haber tenido lugar en acciones criminales. Errores grandes se han cometido y no ha habido un verdadero pedido de disculpas. Son verdaderos mea culpa, por ejemplo, el que estamos viendo hoy que el Papa Francisco está llevando a cabo en Canadá por una situación sobre la que obviamente él no tuvo ninguna injerencia pero que, sin embargo, como jefe de la Iglesia Católica, él se está haciendo cargo. Y lo mismo sucede, o lo mismo debería suceder en cada Iglesia local.
Con el tema de los abusos en Chile, a pesar de los golpes, todavía no hemos visto –yo por lo menos no he visto– para ello disculpas con esto por parte de la jerarquía. Pero a mí lo que más me preocupa de la situación chilena es la situación en el Vaticano, que es que la realidad es que la mano derecha no sabe lo que hace la mano izquierda. Me han preguntado varios estos días sobre los nuevos obispos o en particular quien va a ser el nuevo Arzobispo de Santiago, por ejemplo. Eso es una gran pregunta de la que nadie tiene una respuesta concreta, pero sí puedo hablar de una enorme frustración a causa de la desconexión que hay en el Vaticano entre la Congregación para los Obispos y la Congregación para la Doctrina de la Fe. Muchas veces los obispos que nombraba la Congregación para los Obispos, de haberlo hablado o de haberlo preguntado a la Congregación para la Doctrina de la fe, no serían nombrados. Y entonces ese es un tema central del que nosotros en los medios tenemos que hablar cada vez más, porque si no, vamos a ver una segunda ola de frustraciones en el tema abusos, porque tenemos una jerarquía que todavía no sabe cómo actuar. Tenemos muchos laicos muy comprometidos listos actuar, y muchísimos sacerdotes y religiosos listos para acompañar a las víctimas, muchos laicos también listos para recibir formación en prevención, que eso hoy Santiago de Chile lo está haciendo muy bien, pero si la Santa Sede no logra responder de manera justa, adecuada y en tiempo, va a crecer muchísimo la frustración. Y mi temor es que en Chile pase lo que pasó en Estados Unidos con la segunda oleada con el tema de los abusos, cuando salió el famoso caso del Cardenal McCarrick. Y ya no es tanto una cuestión de paso, porque desgraciadamente como sociedad sabemos que uno en cuatro chicos va a ser abusados antes de los 18 años.
El problema es que seguimos sin aprender, seguimos sin entender seguimos sin hacer, y entonces en ese sentido los medios católicos tenemos un rol dificilísimo: el de contar la verdad, independientemente de cómo quede la institución. Algo que nos cuesta hacer, no solo porque a nivel personal la realidad es que es dificilísimo hablar con víctimas y no tener la preparación emocional psicológica para hacerlo, sino también porque cuando uno se anima a sacar cosas a la luz, siempre está el que lo acusa de odiar a la Iglesia. Pero nosotros como medios, nosotros como periodistas, tenemos el deber y la obligación moral de actuar ante este tema. Y yo en lo personal siempre lo digo de una manera muy clara cuando escribo sobre estos temas: no es por odio a la Iglesia, ni tampoco por odio a la persona a la que las víctimas están acusando, sino que porque tengo cinco sobrinos, y quiero que ellos tengan la misma experiencia que tuve yo dentro de la Iglesia Católica, que fue la de disfrutar las misiones los fines de semana, las jornadas enteras de trabajo y de oración los sábados y los campamentos en el verano.
Entonces ese es un tema del que realmente todavía no hemos salido y del que tenemos que seguir hablando aunque cueste, aunque sea difícil, aunque canse. Es realmente un tema central y en ese sentido la Revista Humanitas tiene muchísimos artículos realmente muy interesantes sobre este tema. Porque, insisto, hay mucha gente académica muy preparada y muy lista para ayudar, y tenemos que seguir trabajando juntos en este tema. Sepan también ustedes que nosotros los periodistas estamos para esto y estamos a disposición, realmente dispuestos a trabajar para que las cosas cambien y las cosas se hagan bien.
La realidad de la Iglesia fuera de los centros de poder
Y por último, quiero hablar sobre la situación actual en la Iglesia afuera de la realidad conocida, afuera de lo que obviamente es la situación de la Iglesia en Chile, que la conocen ustedes mucho mejor de lo que la puedo conocer yo, y también salir de la Iglesia de Roma, porque si bien el Vaticano es el centro de poder o es el eje del poder de la Iglesia terrenal, no es donde está la Iglesia. La Iglesia hoy tiene 142 mil millones de fieles y 400 mil sacerdotes, y nosotros como periodistas cometemos el enorme error de pensar que lo que pasa en Roma, lo que es el juicio en el Vaticano contra diez personas, incluidas un Cardenal, por malversación de fondos y por haber perdido más de 100 millones de dólares en la compra de un edificio en Londres –algo que nadie logra entender, porque perder dinero en una compra inmobiliaria en Londres es difícil– no es todo, que hay una Iglesia de la que nosotros en los medios no hablamos y que por ende muchas veces en la sociedad no se habla, y es la Iglesia del campo.
Hay tres Iglesias a nivel personal me resultan apasionantes, que son la de Nigeria, la de Nicaragua y la de Myanmar. Son tres países. Nicaragua tiene una relativa presencia en los medios, en particular en los medios de América Latina, por lo que está ocurriendo con el gobierno dictatorial de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Pero hoy por hoy los obispos en Nicaragua, la jerarquía en Nicaragua, es la única voz que se atreve y que puede ser oposición, es la única voz que puede decir al gobierno que no se puede perpetuar en el poder, es la única voz que dice al gobierno durante la pandemia “necesitamos hacer cuarentena, necesitamos cuidarnos los unos a los otros”, porque no había ningún tipo de protección y no hubo campaña en Nicaragua encontrar el coronavirus. Es más, se repartieron panfletos en los que decía que Cristo iba a salvar a Nicaragua de la pandemia. No fue el caso: murieron miles de personas en Nicaragua por la pandemia, pero el gobierno no reconoce esas muertes porque nunca las controló y nunca hizo testeos, con lo cual no se sabe y nunca se va a saber qué pasó en Nicaragua con la pandemia. Pero sí se sabe que si no fuese porque los sacerdotes desde el púlpito le recomiendan a la gente cosas básicas como lavarse las manos, usar la mascarilla, la situación de la pandemia sería mucho peor.
Dejando de lado la pandemia, hoy vemos en Nicaragua un aumento exponencial de sacerdotes que están siendo perseguidos activamente por el régimen. Tenemos un obispo que desde el 2019 está exiliado en Miami, Monseñor José Silvio Báez, auxiliar de Managua, y tenemos también un sacerdote que está exiliado en Miami con Báez es porque el día que salió de Managua el gobierno lo acusó de una enorme lista de crímenes, ninguno de los cuales sostenibles. Le abrió una orden de arresto, entonces si vuelve a su país, va a quedar apresado. Pero ahí hay dos casos muy concretos de sacerdotes a los que en las últimas semanas les inventaron causas exclusivamente para tratar de silenciar a la Iglesia Católica y el gobierno no lo está logrando. Esa valentía, ese coraje, esa Iglesia viva realmente misionera y dispuesta a dar testimonio de la fe y la importancia de la justicia social, es lo que hoy vemos muy concretamente en Nicaragua y que hay que recalcar. Y, en la medida de lo posible ayudar nosotros los periodistas contando lo que sucede, pero también el resto de la gente a través de la oración para mantenerse presente y mantenerse al lado de una Iglesia que está sufriendo una persecución de la que no se habla porque es una persecución política.
Un caso muy similar el de él es en Myanmar, Iglesia hoy por hoy liderada por el Cardenal Bo. Causó sensación, por no decir mucho enojo, cuando el Papa Francisco fue a Myanmar en 2019 y el gobierno de las juntas militares ya estaba llevando a cabo el genocidio en contra de la minoría Rohyngya, porque fue el Cardenal Bo quien le pidió al Papa Francisco abiertamente que no usara la famosa palabra Rohyngya durante su viaje ante el temor de la represalia que esa palabra iba a generar. El Papa Francisco decidió no usarla, y fue sabio en no hacerlo, la usó en Bangladesh al día siguiente. Hoy, ante el aumento de la militarización y la violencia y la persecución política que está haciendo el gobierno, la Iglesia en Myanmar sigue siendo un faro que realmente ilumina un país que está en las sombras. Y lo vemos a Francisco muy comprometido: habla de Myanmar casi una vez por mes, porque es consciente de que hay un enorme problema político, civil, cultural y social, pero también religioso. Está creciendo muchísimo la intolerancia y la persecución religiosa y la Iglesia, en lugar de achicarse, en lugar de perder relevancia –como vemos que la Iglesia hace en otros países y en otras situaciones donde crece la secularización y donde crece el ignorar activo, por no decir persecución hacia la Iglesia Católica– se mantiene firme, entonces eso es muy loable y para mí merece ser destacado.
Y el tercer país en el que la realidad de la Iglesia hoy es realmente fascinante pero extremadamente preocupante es el caso de Nigeria. Tuve la suerte de participar la semana pasada como panelista en un seminario sobre libertad religiosa organizado por la Universidad de Notre Dame en la Pontificia Universidad Gregoriana, con la presidenta de la Comisión de Libertad Religiosa Internacional de Estados Unidos. Es un organismo asesor bipartidista e independiente que vigila la libertad religiosa en el extranjero. Dijo muy claramente que el tema en Nigeria empieza a parecer un genocidio contra los cristianos. Es gravísimo pensar en un genocidio contra los cristianos en Nigeria, porque Nigeria es el país más poblado de África con cerca de 200 millones de habitantes, la mitad de los cuales son cristianas y la mitad de los cuales son musulmanas entonces estamos hablando si no se contiene hoy la situación de la violencia en Nigeria se pueden terminar asesinando a medida sea perdón a 100 millones de personas pura y exclusivamente por motivos de fe y lo vemos hoy en Nigeria y esto no sale nunca en los medios de comunicación masiva durante los últimos tres meses se secuestro en promedio a un sacerdote por semana y ha muerto un sacerdote por semana en Nigeria a la persecución la violencia que se está viendo hoy en Nigeria es realmente una violencia de martirio muy parecida a la que vimos en 2014 y 2017 en Irak, por parte de Isis, pero es una violencia de la que todavía el mundo no se ha hecho eco y la que todavía no estamos hablando y que desgraciadamente es una situación que viven muchos católicos en todo el mundo que es la realidad de la Iglesia perseguida que a nosotros en occidente nos cuesta reconocerla es una realidad que muchas veces nos cuesta ver por qué si un Católico en Chile va a misa es porque no quiera es porque están enojados por protesta o porque se va a jugar al tenis lo mismo pasó en la Argentina lo mismo pasa en Estados Unidos. Pero en 120 países del mundo si un católico no va a misa el domingo es porque tiene miedo que no va a volver a su casa porque alguien le va a poner una bomba esa iglesia o porque un grupo de pistoleros va a entrar con tres ametralladoras a matar a cientos de personas como pasó un domingo de Pascua Tri Lanca y un sacerdote en Nigeria tiene miedo de ir a misa porque no sabe si va a volver y esa es para mí hoy una realidad de la situación de la Iglesia muy concreta con caras muy claras muy visibles de la que no hablamos y creo que mientras pensamos en qué tipo de Iglesia queremos ser y en qué tipo de Iglesia queremos comunicar tenemos que tener muy presente muy ser muy conscientes de esta realidad y es lo que me gustaría mucho ver que Humanista siga explorando yo sé que tiene un contacto muy cercano con ayuda a la Iglesia que Sufre y algo de lo que realmente tenemos que hablar y creo que como católicos nos puede ayudar muchísimo voy a cerrar ahí en una entrada tan feliz.
Desgraciadamente es una situación que viven muchos católicos en todo el mundo, que es la realidad de la Iglesia perseguida que a nosotros en Occidente nos cuesta reconocer. Es una realidad que muchas veces nos cuesta ver porque si un católico en Chile no va a misa es porque no quiere, o está enojado, es por protesta o porque se va a jugar al tenis. Lo mismo pasa en la Argentina, lo mismo pasa en los Estados Unidos. Pero en 120 países del mundo, si un católico no va a misa el domingo, es porque tiene miedo de que no va a volver a su casa porque alguien le va a poner una bomba a esa iglesia, o porque un grupo de pistoleros va a entrar con tres ametralladoras a matar a cientos de personas como pasó un domingo de Pascua Sri Lanka. Y un sacerdote en Nigeria tiene miedo de ir a misa porque no sabe si va a volver. Y esa es para mí hoy una realidad de la situación de la Iglesia muy concreta, con caras muy claras, muy visibles, de la que no hablamos ,y creo que mientras pensamos en qué tipo de Iglesia queremos ser y en qué tipo de Iglesia queremos comunicar debemos tener muy presente, ser muy conscientes de esta realidad, y es lo que me gustaría mucho ver que Humanitas siga explorando, yo sé que tiene un contacto muy cercano con Ayuda a la Iglesia que Sufre. Es algo de lo que realmente tenemos que hablar y creo que como católicos nos puede ayudar muchísimo.