Busca mostrar la mutua implicación entre fe y sacramentos en la economía divina.
La Comisión Teológica Internacional, órgano asesor de la Santa Sede, ha puesto de relieve el hecho de que la reciprocidad entre fe y sacramentos se encuentra en crisis en la práctica pastoral. Esta crisis se revela en dos situaciones opuestas: por una parte, la petición de recepción de los sacramentos de parte de personas que poseen grandes dudas sobre su fe y, por otra, la creencia de que es posible vivir plenamente la fe prescindiendo de la práctica sacramental. La primera situación deviene en ritualismo vacío, pura exterioridad; la segunda, en una privatización de la fe, reducida al espacio de la propia conciencia y los sentimientos. En ambos casos, afirma el documento, se vulnera la reciprocidad entre fe y sacramentos.
Ante esto, se ha hecho público el documento “La reciprocidad entre fe y sacramentos en la economía sacramental” de la Comisión Teológica Internacional, cuya finalidad es mostrar la mutua implicación entre fe y sacramentos en la economía divina.
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En el primer capítulo se constata la crisis que hay por la disociación existente entre fe y sacramentos. Las razones, afirma el documento, son diversas: filosóficas, culturales, planteamientos nuevos desde las ciencias, distorsiones en la vivencia de la fe, como el ateísmo, el paradigma tecnocrático. También se plantean algunos fallos pastorales que descuidan, por ejemplo, la importancia de los sacramentos en la construcción de la comunidad cristiana.
En el segundo capítulo es donde se desarrolla el planteamiento central del documento, el argumento teológico en el que se realiza la reciprocidad entre la fe y los sacramentos. Este argumento desarrolla cuatro puntos fundamentales que se exponen al final del capítulo y que ilustran que una celebración de un sacramento sin fe “carece de sentido”:
- Sobre la fe, se señala que esta “constituye la respuesta dialogal a la interlocución sacramental del Dios trinitario”. Y se agrega, “este factor sella la reciprocidad entre fe y sacramentos. En el caminar del creyente, la fe se va modulando y expresando en las diversas situaciones de la vida, acompañada por los diversos sacramentos que la Iglesia ofrece para la vida cristiana a lo largo del peregrinaje terreno”.
- Por otra parte, por su propia constitución, la fe cristiana es sacramental. “Por eso, se da una connaturalidad entre la fe y la sacramentalidad. Uno de los dinamismos fundamentales de la fe consiste, entonces, en su expresión sacramental, como modo de alimentarse, robustecerse, enriquecerse y manifestarse”.
- Dos dimensiones de la fe entran en juego en la expresión sacramental: la dimensión personal (subjetiva) y la eclesial (objetiva). “En su dinamismo de crecimiento la fe personal se adhiere más intensamente y se identifica más con la fe eclesial”. Es por esto que, “la reciprocidad entre fe y sacramentos excluye la posibilidad de una celebración sacramental totalmente ajena a la fe eclesial (intención)”.
- Finalmente, se afirma que “la sacramentalidad propia de la fe comporta siempre un dinamismo misionero”. Esto, pues, “inscribe de modo activo al creyente en la dinámica de la economía divina, dotándole de un cierto protagonismo, para el que la gracia divina faculta. Quien recibe un sacramento intensifica su cristificación gracias al Espíritu, reafirma su inserción eclesial y realiza un acto litúrgico de alabanza a Dios, que nos dispensa sus bienes mediante los sacramentos”. “Nadie recibe los sacramentos en exclusiva para sí mismo, sino también para representar y fortalecer la Iglesia, que, como medio e instrumento de Cristo (cf. LG 1), ha de ser testigo creíble y signo eficaz de la esperanza contra toda esperanza testificando para el mundo la salvación de Cristo, sacramento de Dios por antonomasia”.
En tanto, en el tercer capítulo el documento desarrolla algunos criterios para dilucidar cuál es la fe que se precisa para la celebración de cada uno de los sacramentos de la iniciación (el bautismo, la confirmación y la eucaristía). Para profundizar en su aporte, plantea la siguiente metodología: “(1) el fundamento bíblico principal; (2) la correlación entre dicho sacramento y la fe adecuada para la celebración del mismo; (3) la problemática que se presenta hoy en día en torno a dicha correlación; (4) la iluminación a partir de momentos señeros y escogidos de la Tradición; y, a la luz de la reflexión precedente sobre el puesto de la fe en la celebración del sacramento, (5) una propuesta teológica en orden a la pastoral acerca de la fe necesaria para la celebración de cada sacramento”.
El cuarto capítulo del documento se detiene en el sacramento del matrimonio. Este sacramento resulta central en la reflexión debido a la constatación de que muchos matrimonios se celebran por costumbre o tradición, sin verdadera fe.
El texto se cierra con un capítulo resumen más corto en el que se recupera la reciprocidad esencial entre la fe y los sacramentos según la perspectiva católica. Lo que se propone, afirma el documento, es una delicada tarea para los pastores y para todos los agentes implicados en la pastoral matrimonial, para ayudar a los futuros cónyuges a crecer en su fe hacia lo que significa el matrimonio.
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