Tras ocho años como corresponsal en Roma cubriendo de cerca el pontificado del Papa Francisco, y ahora teniendo la perspectiva de las periferias como vicepresidenta de Comunicación de las Obras Misionales Pontificias en Estados Unidos, la autora aborda el mensaje misionero de Francisco, reflejado en sus viajes, encíclicas y otros gestos relevantes.

Foto de portada: El Papa Francisco imparte una bendición extraordinaria desde una solitaria Plaza de San Pedro ante el brote por Covid-19, el 27 de marzo de 2020. ©Reuters/ Yara Nardi/ Pool

Humanitas 2025, CIX, págs. 72 - 83

Durante ocho años, tuve el privilegio de vivir en Roma como corresponsal ante la Santa Sede, cubriendo de cerca el pontificado del Papa Francisco. Lo acompañé en prácticamente todos sus viajes internacionales entre 2014 y 2022, incluida su visita a Chile, observando de primera mano cómo su mensaje misionero resonaba en las periferias del mundo.

Ahora, como vicepresidenta de Comunicación de las Obras Misionales Pontificias en Estados Unidos, me encuentro reflexionando sobre el impacto transformador de su mensaje, sacándolo del “centro” y viviéndolo desde las periferias, sabiendo que el verdadero centro de poder de la Iglesia no está en su política, sino en su fe y en cómo esta inspira a cientos de miles e impacta a miles de millones. Estas experiencias no solo me permitieron conocer de primera mano lo que significa esa visión que tiene el Papa Francisco de una Iglesia en salida, sino también encontrarme con testimonios de fe que demuestran su impacto en los lugares más improbables.

En la India tuve el honor de llorar con Asmita Digal, la esposa de Rajesh Digal, un pastor metodista que fue secuestrado por extremistas hindúes el 26 de agosto de 2008. Le ofrecieron salvar su vida si se convertía al hinduismo, pero se negó. Fue entonces que lo enterraron vivo, dejando su cabeza fuera de la tierra. Cuando les pidió agua a sus captores, estos le orinaron en la boca. Al tercer día, le preguntaron nuevamente si estaba dispuesto a convertirse. Y cada vez que se negaba, le cortaban un miembro de su cuerpo. Frente a su esposa y sus hijos.

Tengo historias similares en Irak, Nigeria y Egipto, donde un cristiano no solo puede perder su trabajo, sino su cabeza, por llevar una cruz al cuello, o tatuada, como es costumbre. Y también las tengo en El Salvador, Colombia o México, que por décadas fueron los países más peligrosos para los misioneros. Personas que, con defectos y virtudes, dieron su vida, salieron de sus zonas de confort, para compartir con otros el mensaje más revolucionario de la historia: tanto amó Dios al mundo que entregó a su único hijo.

El Papa Francisco ha definido su pontificado con una frase sencilla pero desafiante: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a sus propias seguridades” (‘Evangelii gaudium’, n. 49).

El Papa Francisco ha definido su pontificado con una frase sencilla pero desafiante: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a sus propias seguridades”[1]. En sus palabras y acciones, Francisco nos invita a abrazar nuestra identidad misionera y ser portadores de esperanza en un mundo que anhela reconciliación.

Desde su elección en 2013, el Papa Francisco ha insistido en que la misión no es un aspecto accesorio de la Iglesia, sino su razón de ser. En Evangelii gaudium, su documento programático, afirma que “la alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera”[2]. Este llamado a salir al encuentro de los demás, especialmente de los más vulnerables, ha definido sus prioridades pastorales y sus mensajes durante los viajes apostólicos.

He sido testigo de cómo este enfoque transforma comunidades enteras. Durante un viaje a India, conocí a Ramaye, una mujer que, habiendo sido obligada a casarse a los 13 años, encontró en el cristianismo no solo consuelo, sino una fuerza renovadora para cambiar su vida.

“Cuando Dios está presente, nada falta”, me dijo al explicar su sueño de construir una iglesia para su comunidad. Este deseo de llevar el Evangelio a los demás, incluso en condiciones de pobreza extrema, encarna el mensaje del Papa Francisco.

5.2. El papa y el gran iman de Al Azhar

El Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, durante la firma del Documento sobre la fraternidad humana. Abu Dabi, 4 de febrero de 2019.

Ecumenismo de acción: construir puentes en un mundo dividido

El Papa Francisco ha hecho del ecumenismo una prioridad fundamental de su pontificado, no solo como un objetivo teológico, sino como un camino práctico de encuentro y colaboración. A través de sus encíclicas Fratelli tutti y Laudato si’, y mediante gestos concretos en sus viajes y encuentros, Francisco ha promovido un ecumenismo de acción que llama a todos los cristianos –y a toda la humanidad– a trabajar juntos por el bien común.

A través de sus encíclicas ‘Fratelli tutti’ y ‘Laudato si’’, y mediante gestos concretos en sus viajes y encuentros, Francisco ha promovido un ecumenismo de acción que llama a todos los cristianos –y a toda la humanidad– a trabajar juntos por el bien común.

En Fratelli tutti, publicada en 2020, desarrolla una visión de fraternidad universal que trasciende las barreras religiosas y culturales. La encíclica, profundamente inspirada por el testimonio de san Francisco de Asís y su encuentro con el sultán Malik-al-Kamil en el siglo XIII, subraya la importancia de la cooperación entre religiones para enfrentar los desafíos globales.

5.3

Histórico encuentro en Cuba entre el Papa y el Patriarca Kirill, cabeza de la Iglesia ortodoxa rusa, La Habana, el 12 de febrero de 2016.

Ahí escribe: “El mandato de amar al otro como a uno mismo es un llamado a reconocer a todo ser humano como un hermano o una hermana”[3]. Esta afirmación es la base de su visión ecuménica, que no solo busca la unidad entre los cristianos, sino también un diálogo activo con otras religiones.

Un ejemplo concreto de esta hermandad es el Documento sobre la Fraternidad Humana que Francisco firmó junto al Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed Al-Tayeb, en Abu Dabi en 2019. Este documento histórico reafirma el compromiso de ambas religiones para trabajar juntas por la paz y la justicia. Francisco expresó entonces: “El diálogo auténtico requiere apertura, respeto y la disposición de caminar juntos hacia metas comunes”[4].

En Laudato si’ (2015), el Papa Francisco amplía su visión ecuménica al ámbito del cuidado de la creación, destacando que la crisis ecológica es un terreno común para la colaboración entre cristianos y otras religiones. En la encíclica, recuerda las palabras del Patriarca Ecuménico Bartolomé I, quien ha sido un líder clave en el cuidado del medio ambiente, y subraya la necesidad de una acción conjunta: “El Patriarca Bartolomé nos ha exhortado a reconocer que los pecados contra la naturaleza son pecados contra Dios mismo”[5].

Este llamado a la acción conjunta ha sido llevado a la práctica en encuentros como la Oración Ecuménica por la Creación durante la COP26 en Glasgow (2021), donde Francisco, junto con líderes cristianos y de otras religiones, instó a los gobiernos a tomar medidas decisivas contra el cambio climático. En este contexto, el Papa enfatizó: “La fe nos llama a cuidar nuestro hogar común no solo como un recurso, sino como un don sagrado confiado a nosotros por el Creador”[6]. Este enfoque une a cristianos de diversas denominaciones en la misión compartida de proteger la creación y promover la justicia climática.

Son muchos otros los gestos en los que se puede ver este ecumenismo de acción que ha sido promovido por el Papa a lo largo de su pontificado. Como el encuentro con el Patriarca Kirill en Cuba, 2016. En un gesto sin precedentes, Francisco se reunió con el líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa, firmando una declaración conjunta que reafirmaba el compromiso de ambas Iglesias con la unidad y la defensa de los cristianos perseguidos en el Medio Oriente. Ese mismo año 2016 se llevó a cabo la Oración por la Paz en Asís; siguiendo los pasos de san Juan Pablo II, Francisco convocó a líderes de diversas religiones para orar por la paz, un acto que subrayó la necesidad de un diálogo espiritual como base para la reconciliación global. Otro ejemplo es la Jornada de Oración y Ayuno por Líbano, en 2021, donde en solidaridad con el pueblo libanés, Francisco invitó a los líderes cristianos de la región a un día de oración y reflexión en Roma, recordando que la unidad entre los cristianos es un testimonio poderoso en medio de la adversidad.

Para Francisco, el ecumenismo no es solo una tarea teológica, sino una dimensión esencial de la misión de la Iglesia. En Evangelii gaudium, afirma: “El compromiso con la unidad prevalente entre todos los cristianos es un camino ineludible de la evangelización”[7]. Este llamado se refleja en sus esfuerzos por construir puentes entre comunidades divididas y su insistencia en que la misión cristiana debe ser inclusiva y universal.

Este ecumenismo de acción, profundamente enraizado en el Evangelio, es un test imonio de que la misión de la Iglesia siempre incluye la construcción de puentes, especialmente en los lugares donde las barreras parecen insuperables.

Este enfoque no solo ha revitalizado el diálogo ecuménico, sino que también ha inspirado acciones concretas de cooperación en el campo de la educación, la salud y la asistencia humanitaria en territorios de misión. Como dijo en el Encuentro Mundial de Líderes Cristianos en Lund, Suecia (2016): “Caminando juntos descubrimos que podemos hacer mucho más de lo que creíamos posible”.

El Papa Francisco ha transformado el ecumenismo en una herramienta práctica para abordar las divisiones del mundo moderno. Con Fratelli tutti y Laudato si’ como pilares, y a través de gestos concretos de reconciliación, ha mostrado que el diálogo ecuménico no es un fin en sí mismo, sino un medio para construir una humanidad más unida y solidaria. Este ecumenismo de acción, profundamente enraizado en el Evangelio, es un testimonio de que la misión de la Iglesia siempre incluye la construcción de puentes, especialmente en los lugares donde las barreras parecen insuperables.

Viajes misioneros del Papa: el mundo como su parroquia

Desde el comienzo de su pontificado, el Papa Francisco ha utilizado los viajes apostólicos como una herramienta fundamental de evangelización, llevando el mensaje del Evangelio a las periferias físicas y existenciales del mundo. Dejando de lado Estados Unidos, un viaje programado para su predecesor, el Papa Benedicto XVI, el Papa argentino evitó las grandes capitales del mundo occidental, buscando en cambio visitar los países pobres en donde ha promovido la paz –tanto a nivel social como dentro de la misma Iglesia– y la reconciliación, y ha tendido la mano a otras comunidades cristianas.

Uno de los momentos más emblemáticos de sus viajes ocurrió en Bangui, República Centroafricana, en 2015, donde inauguró el Jubileo de la Misericordia. […] En ese gesto de abrir la Puerta Santa en una tierra marcada por el sufrimiento, reveló cómo la misión de la Iglesia se encuentra precisamente donde más se necesita esperanza.

En cada lugar que visita, Francisco no solo refuerza la fe de las comunidades locales, sino que también da voz a los que suelen ser olvidados por las estructuras de poder globales.

5.4. Puerta Santa bangui

El Santo Padre da inicio al Jubileo de la Misericordia con la apertura de la Puerta Santa en la catedral de Notre-Dame en Bangui, República Centroafricana, el 29 de noviembre de 2015.

5.5. Papa en Mosul 2

Ceremonia en Hosh al-Bieaa (Plaza de la Iglesia), Mosul, Irak, donde el Papa hizo una oración en sufragio por las víctimas de la guerra, el 7 de marzo de 2021. ©Reuters

5.6. Sin titulo

Visita a Vánimo, Papúa Nueva Guinea, el 8 de septiembre de 2024. ©Gregorio Borgia
5.7. filipinas
Ceremonia en el parque Rizal de Manila, Filipinas, el 18 de enero de 2015.

Uno de los momentos más emblemáticos de sus viajes ocurrió en Bangui, República Centroafricana, en 2015, donde inauguró el Jubileo de la Misericordia. En esta nación devastada por la guerra, Francisco declaró: “Dios es más fuerte que cualquier guerra. Él es el príncipe de la paz”[8]. En ese gesto de abrir la Puerta Santa en una tierra marcada por el sufrimiento, reveló cómo la misión de la Iglesia se encuentra precisamente donde más se necesita esperanza.

Otro viaje profundamente simbólico fue el de Irak en 2021, un acto histórico que marcó la primera visita de un Papa a la cuna del cristianismo. En Mosul, rodeado de ruinas y cicatrices de guerra, afirmó:

“La fraternidad es más fuerte que el fratricidio, la esperanza es más fuerte que el odio, y la paz es más fuerte que la guerra”[9]. Este mensaje, dirigido tanto a cristianos como a musulmanes, subrayó el compromiso del Papa con el diálogo interreligioso como una forma de sanar heridas históricas y construir un futuro común.

Durante su gira por Asia y Oceanía en 2024, la más larga de su pontificado hasta la fecha, Francisco visitó Papúa Nueva Guinea y Timor Oriental, dos naciones donde los católicos son una minoría. En Papúa Nueva Guinea, destacó el respeto por las culturas indígenas, afirmando: “El Evangelio no destruye culturas; las enriquece, mostrando el rostro de Dios en su diversidad”[10]. Este enfoque de diálogo y enriquecimiento mutuo refleja una de las características más notables de su visión misionera: no imponer, sino proponer, llevando la luz del Evangelio de manera respetuosa y transformadora.

Más allá de los gestos y discursos, estos viajes tienen un impacto concreto en las comunidades locales. En Filipinas, tras el tifón Haiyan, las palabras del Papa ofrecieron consuelo a miles de damnificados: “El Evangelio nos llama a ser misioneros de la misericordia, viviendo el don del perdón que hemos recibido”[11]. En ese contexto de desastre, su presencia fue un recordatorio de que la misión de la Iglesia no se limita a la predicación, sino que incluye estar al lado de quienes sufren.

Este enfoque de diálogo y enriquecimiento mutuo refleja una de las características más notables de su visión misionera: no imponer, sino proponer, llevando la luz del Evangelio de manera respetuosa y transformadora.

Cada uno de estos viajes es un reflejo de lo que Francisco llama una “Iglesia en salida,” una comunidad que, en sus palabras, “prefiere una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro”[12]. Los destinos que elige, muchas veces alejados de los circuitos tradicionales, son un recordatorio de que la misión de la Iglesia no tiene fronteras.

Estos viajes no solo son eventos mediáticos, sino momentos de evangelización que refuerzan la identidad misionera de la Iglesia. Al recorrer territorios marcados por la pobreza, la persecución y el olvido, el Papa Francisco nos recuerda que la misión no es una tarea reservada a algunos, sino una llamada universal. Como dijo en la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil: “Vayan, sin miedo, para servir”[13]. Este llamado sigue resonando, inspirándonos a ser, como él mismo ha expresado, “misioneros de esperanza” en un mundo que anhela luz y reconciliación.

Los jubileos de la misericordia y de la esperanza

El Papa Francisco ha utilizado los jubileos como momentos privilegiados para reavivar la fe, renovar el compromiso misionero de la Iglesia y destacar la centralidad de la misericordia y la esperanza en la vida cristiana. Estos eventos, profundamente arraigados en la tradición bíblica y eclesial, son oportunidades para que los fieles experimenten la gracia de Dios de manera tangible.

El Jubileo de la Misericordia (2016): una Iglesia que abraza y sana

El Jubileo de la Misericordia fue el primero proclamado por Francisco, quien al inicio de su pontificado dejó claro que “la misericordia es el corazón palpitante del Evangelio”[14]. Con este Año Santo, el Papa no solo reafirmó la importancia del perdón, sino que también llevó la Iglesia hacia las periferias, abriendo las Puertas Santas en lugares emblemáticos como cárceles, hospitales y campos de refugiados.

En su bula de convocatoria, el Papa afirmó: “La misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor como el de un padre o una madre que se conmueve profundamente por su hijo”[15]. Durante ese año, millones de católicos alrededor del mundo participaron en peregrinaciones, confesiones y obras de caridad, profundizando su relación con Dios y con el prójimo.

Desde Bangui, donde inauguró el Jubileo, hasta Roma, el mensaje de Francisco fue claro: la misericordia no es un concepto pasivo, sino una acción concreta que transforma vidas y sociedades. Este enfoque misionero quedó reflejado en las palabras que dirigió a los misioneros de la misericordia: “Sean signos vivos del amor del Padre que acoge a todos y sale al encuentro de cada uno”[16].

El Jubileo 2025: misioneros de esperanza en un mundo herido

El Jubileo 2025, bajo el lema “Misioneros de Esperanza,” se proyecta como una continuidad natural del mensaje del Papa Francisco. En el contexto de un mundo que enfrenta crisis climáticas, conflictos armados y crecientes desigualdades, el Papa ha invitado a los fieles a ser portadores de esperanza activa, una esperanza que se encarna en acciones concretas.

El Jubileo 2025, bajo el lema “Misioneros de Esperanza,” se proyecta como una continuidad natural del mensaje del Papa Francisco. En el contexto de un mundo que enfrenta crisis climáticas, conflictos armados y crecientes desigualdades, el Papa ha invitado a los fieles a ser portadores de esperanza activa, una esperanza que se encarna en acciones concretas.

En su mensaje de preparación para el Jubileo, Francisco explicó el significado de este lema: “La esperanza cristiana no es optimismo ingenuo, sino una fuerza que sostiene en medio de las dificultades, una certeza que brota de la confianza en el Señor que nos ha prometido la victoria del bien sobre el mal”[17]. Esta invitación a ser “misioneros” refuerza la dimensión activa de la fe, un recordatorio de que cada cristiano está llamado a llevar esperanza al mundo, no solo con palabras, sino con gestos concretos de amor y justicia.

El Papa ha subrayado también la conexión entre este Jubileo y el cuidado de la creación, en sintonía con su encíclica Laudato si’. En una audiencia reciente, afirmó: “Ser misioneros de esperanza significa también cuidar la casa común, porque nuestra esperanza no está separada del mundo que habitamos”[18].

Tanto el Jubileo de la Misericordia de 2016 como el de la Esperanza el 2025 reflejan una Iglesia en salida, una Iglesia que no se queda encerrada en su propia seguridad, sino que busca ser signo de la presencia de Dios en medio del sufrimiento humano. Al elegir el término “misioneros”, Francisco subraya que la esperanza no es estática, sino dinámica: una fuerza que nos impulsa a salir, a acompañar y a construir un futuro mejor.

Como dijo al anunciar el Jubileo: “La esperanza no defrauda porque está fundada en el amor de Dios, un amor que transforma incluso los momentos más oscuros en oportunidades de gracia”[19]. Este mensaje no solo interpela a los fieles, sino que también desafía a la Iglesia a vivir su misión con renovado entusiasmo y creatividad.

Conclusión

A doce años de comenzado su pontificado, hay muchas cosas que podrían definir al Papa Francisco, muchas de las cuales ni tocamos, como el Sínodo de la Sinodalidad, que concluyó el pasado octubre. Sin embargo, dejando de lado las cosas que generan titulares, hay una frase que para mí encapsula la invitación constante que él nos hace para seguir profundizando en nuestra fe, en nuestro ser Iglesia, y es de su primer año como sucesor de Pedro: “No nos dejemos robar la esperanza”[20].

Al igual que Ramaye en India o los cristianos perseguidos en Egipto, y los misioneros que arriesgan su vida, o simplemente dejan de lado su zona de confort, estamos llamados a ser portadores de esperanza, incluso en medio de las dificultades.

Estas palabras no solo son una invitación, sino un desafío para todos nosotros. Al igual que Ramaye en India o los cristianos perseguidos en Egipto, y los misioneros que arriesgan su vida, o simplemente dejan de lado su zona de confort, estamos llamados a ser portadores de esperanza, incluso en medio de las dificultades.

El Papa Francisco nos recuerda que la misión no es una opción, sino nuestra identidad como Iglesia. Y estamos todos llamados a ir por todo el mundo predicando el Evangelio.


Notas

* Inés San Martín es periodista argentina. Fue coeditora y responsable en Roma del periódico Crux entre enero de 2014 y septiembre de 2022. Actualmente es la vicepresidenta de marketing y comunicaciones de las Obras Misionales Pontificias en Estados Unidos.
[1] Francisco; Exhortación apostólica Evangelii gaudium sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual. 2013, n. 49.
[2] Cf. Evangelii gaudium, n. 21.
[3] Francisco; Carta encíclica Fratelli tutti sobre la fraternidad y la amistad social. 2020, n. 61.
[4] Francisco; Discurso en Abu Dabi, 4 de febrero de 2019. 
[5] Francisco; Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común. 2015, n. 8.
[6] Francisco; Mensaje para la COP26, 29 de octubre de 2021.
[7] Cf. Evangelii gaudium, n. 244.
[8] Francisco; Homilía, 29 de noviembre de 2015.
[9] Francisco; Discurso del 7 de marzo de 2021.
[10] Francisco; Homilía en Port Moresby, 12 de junio de 2024.
[11] Francisco; Homilía en Tacloban, 17 de enero de 2015.
[12] Cf. Evangelii gaudium, n. 49.
[13] Francisco; Homilía en Río de Janeiro, 28 de julio de 2013.
[14] Francisco; Misericordiae Vultus, bula de convocación al Jubileo Extraordinario de la Misericordia. 11 de abril de 2015, n. 12.
[15] Cf. Misericordiae Vultus, n. 6.
[16] Francisco; Homilía en la misa de envío, 10 de febrero de 2016.
[17] Francisco; Mensaje para el Jubileo 2025, marzo de 2024.
[18] Francisco; Audiencia general, 15 de marzo de 2024.

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