La Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana de la Pontificia Universidad Católica en conjunto con la Fundación Voces Católicas convocaron a líderes católicos de distintos sectores a dialogar sobre los grandes desafíos del país.
Un llamado cristiano a hacerse parte
La historia atestigua cómo nuestra Iglesia ha estado siempre presente a la hora de las grandes definiciones que hemos emprendido como pueblo chileno. Y en este momento particular, de crisis sociopolítica, económica y sanitaria, y a la puerta de una discusión constitucional, como cristianos nos resulta ineludible la pregunta sobre cuál debe ser nuestra actitud ante el llamado a pensar nuestra convivencia y nuestras instituciones.
Por esto la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana de la Pontificia Universidad Católica, en conjunto con la Fundación Voces Católicas, convocaron a líderes católicos de distintos sectores a dialogar sobre los grandes desafíos del país, en un proyecto titulado “Nuestra Mesa”, haciendo alusión a Chile como una mesa común, donde todos tengan lugar.
El proyecto convocó a nueve mesas de trabajo conformadas por más de 60 hombres y mujeres católicos que desde sus disciplinas y a la luz del pensamiento social de nuestra Iglesia dialogaron sobre temas sociales relevantes. Durante los encuentros, que fueron cuatro por mesa, se buscó replicar las virtudes cívicas del diálogo, la escucha, la apertura empática al otro y la humildad.
Cada mesa estuvo conformada por miembros de distintos sectores de la sociedad, como expertos, académicos y personas vinculadas en su quehacer cotidiano con las temáticas tratadas, las cuales fueron: rol del Estado; tejido social y convivencia; vida económica y laboral; Derechos Humanos y paz social; familia; ciudad, pobreza y segregación; salud; educación; y medio ambiente.
Luego del diálogo vivido en cada una de las nueve mesas, la coordinación ejecutiva trabajó en la redacción de un documento final a partir de las actas de cada encuentro, integrando contenido de la Doctrina Social de la Iglesia. El objetivo del documento es ser leído, estudiado y discutido entre aquellas personas que deben pensar la futura institucionalidad de nuestro país en el próximo proceso constituyente, así como también entre cristianos y todo aquel que esté interesado en profundizar en las materias abordadas.
La fe, vértice del diálogo
La fe constituye un vértice común capaz de aunar y hacer dialogar a diversas personas, con posiciones y roles distintos. La fe se refiere a nuestra identidad misma y es capaz de trascender las materias contingentes que en momentos nos pueden dividir y hacer confrontar. Con esta poderosa herramienta, que viene del mensaje de Cristo en el Evangelio y de la actitud de apertura a la que está llamado todo cristiano, el proyecto se dispuso a trabajar, con humildad y disposición, por la construcción de una sociedad más humana, más justa y solidaria.
Los temas propuestos son ámbitos discutibles de nuestra sociedad, donde las distintas opiniones son genuinas, prudenciales y opinables en vista de la legítima autonomía de las realidades temporales [1]. Sin embargo, todos estos ámbitos poseen afirmaciones concretas sobre asuntos que resultan esenciales para los creyentes. Es por esto que los diálogos han sido pensados desde las enseñanzas sociales de nuestra Iglesia y de su Magisterio Pontificio, cuyos principios (bien común, dignidad de la persona humana, destino universal de los bienes, opción preferencial por los más necesitados, propiedad privada, participación, solidaridad y subsidiariedad, entre otros) ayudan a discernir sobre la hora presente. Justamente se ha buscado generar un espacio propicio para hacer relucir la belleza del pensamiento social católico, que ilumina la reflexión y el discernimiento en este camino que hemos emprendido como sociedad.
Han transcurrido 130 años desde la publicación de Rerum novarum, y la Doctrina Social de la Iglesia Católica ha demostrado la actualidad del mensaje de Cristo, quien hace milenios emprendió grandes transformaciones sociales al hacerse parte del mundo y de sus problemáticas, especialmente frente a los dolores, sufrimientos e injusticias de su época. El mensaje de Cristo no solo sigue vigente, sino que puede ayudar a dar respuesta a muchos anhelos y contribuir a discernir los desafíos éticos y sociales del presente. Los valores en los cuales se inspiran estas enseñanzas están lejos de obedecer a intereses económicos, políticos o ideológicos, sino que provienen de un profundo realismo de la experiencia humana y de las exigencias de justicia y amor, y, siguiendo a Pablo VI, en base a ellas “el cristiano tiene la obligación de participar en esta búsqueda tanto para la organización como para la vida de la sociedad política” [2].
En su visita a Chile, el Papa Francisco encomendó especialmente a las universidades el generar procesos que iluminen la cultura actual, proponiendo un renovado humanismo que evite caer en reduccionismos de cualquier tipo. Esta profecía impulsa a buscar espacios recurrentes de diálogo más que de confrontación; espacios de encuentro más que de división; caminos de amistosa discrepancia, porque se difiere con respeto entre personas que buscan honestamente avanzar en comunidad hacia una renovada convivencia nacional. [3]
De esta manera, surge el diálogo como el principal camino para trabajar juntos por el bien común. En particular, Francisco llamó a toda la ciudadanía a hacer de nuestro país “un lugar en el que todos, sin excepción, se sientan convocados a construir casa, familia y nación. Un lugar, una casa, una familia, llamada Chile: generoso, acogedor, que ama su historia, que trabaja por su presente de convivencia y mira con esperanza al futuro” [4]. Nuestra Mesa se ha hecho eco de ese llamado, con el convencimiento de que las exigencias por mayor dignidad ocultan una aspiración más profunda y, al mismo tiempo, más universal: un anhelo por mayor plenitud de vida, por una vida más acorde con la propia dignidad, por una vida más humana.
Casualmente en este contexto de múltiples crisis fue publicada la tercera Carta Encíclica de Francisco, Fratelli tutti, dedicada al tema de la fraternidad y la amistad social. Ella nos invita a emprender un camino de fraternidad, a ser un pueblo de hermanos y a reconciliarnos. La fraternidad aparece como la única alternativa para salir de las lógicas de confrontación que existen hoy tanto en el terreno social como político. Esta es un nuevo aliento y una nueva esperanza a la hora de pensar nuestra sociedad.
Estructura del documento final
El documento final buscó reflejar la riqueza del diálogo entre los distintos actores de la sociedad desde los profundos aportes que la Doctrina Social de la Iglesia puede dar para una mirada de los desafíos contemporáneos de nuestro país. Para ello, el documento se organiza en tres capítulos:
1. Hacia una cultura del Encuentro: Las enseñanzas sociales de nuestra Iglesia.
Como introducción del documento, se integran los aportes de la Doctrina Social de la Iglesia a las reflexiones de algunas mesas sobre los temas más amplios y transversales. Allí se reflexiona sobre el llamado a la cultura del encuentro, atravesada por la necesaria solidaridad, “un imperativo cuando constatamos las múltiples crisis que atravesamos”, y sobre cuatro realidades que deben ponerse al servicio del bien común: el orden político, el orden económico, la sociedad civil y la familia.
Finalmente se integra una reflexión sobre los Derechos Humanos y la larga tradición de la Iglesia que los promueve y sostiene bajo el fundamento de la dignidad de la persona.
2. Desafíos propuestos para la sociedad chilena a la luz de las enseñanzas sociales de nuestra Iglesia.
El cuerpo del documento corresponde a los diagnósticos y desafíos por área temática, a través de una síntesis de lo conversado en cada mesa y una integración de los aportes de la Doctrina Social de la Iglesia en los temas más específicos [5].
Comienza con la política, donde se pone énfasis en la necesaria recuperación de la confianza en las instituciones políticas y en el fomento de la participación, imperativo para la vida social en vista del bien común.
Las reflexiones sobre economía se centraron en el equilibrio necesario entre crecimiento y equidad, donde preguntas como el objetivo del crecimiento, el sentido del trabajo y la responsabilidad de las empresas guiaron el debate. A su vez se integraron reflexiones sobre la especulación y el mundo financiero, aspecto que no ha sido abordado tan ampliamente por las enseñanzas de la Iglesia, pero que, sin duda, merecía mención.
El siguiente tema fue la familia, su realidad en la sociedad chilena y el inmenso drama de la ausencia paterna en muchos hogares. A su vez, se hizo especial mención a la mujer, su rol en la sociedad, las injusticias de las que ha sido constantemente víctima y el reconocimiento de su presencia dentro de la Iglesia.
La mesa sobre ciudad se detuvo especialmente en el ámbito de la segregación y sus consecuencias sociales y familiares, y las formas de enfrentarla.
Las reflexiones sobre el medio ambiente fueron guiadas por la encíclica Laudato si’ y su integradora mirada sobre la naturaleza y la sociedad, con los desafíos que ello conlleva.
La mesa de salud reflexionó desde distintos ámbitos: el sistema sanitario, la salud mental y los cuidados paliativos, destacando la misericordia y acogida de la vulnerabilidad como eje desde el cual se piensa la realidad sanitaria.
La mesa de educación tuvo tres ejes de reflexión: el sentido de la educación, la alianza entre escuela y familia y las vocaciones y trayectorias docentes.
Las comunicaciones fueron pensadas desde la cultura del encuentro, donde se reflexionó sobre cuáles comunicaciones ayudan al encuentro y cuáles lo dificultan.
Finalmente, la mesa de derechos humanos y paz social abordó temas como la justicia, los derechos sociales, la libertad de creencia y la seguridad.
Reflexiones de algunos integrantes de “Nuestra Mesa” en torno al proceso de cambio constitucional.
A modo conclusivo, se incorporan reflexiones personales de algunos integrantes de las mesas sobre los desafíos que ven en su área de trabajo para el proceso constitucional que viene por delante.
LOS 60 DESAFÍOS PARA UNA RENOVADA CONVIVENCIA NACIONAL
Mesa “Rol del Estado”
1. Fomentar la participación detectando aquellos obstáculos para que ella sea auténtica.
2. Revalorizar la participación en instancias formales como son los partidos políticos.
3. Reivindicar la subsidiariedad como manera de fomentar una sana cultura cívica y la asociatividad.
Transparencia
4. Transparentar las ideas de aquellos que representan los intereses de la sociedad.
5. Distinguir los espacios en que la transparencia es necesaria de aquellos en que puede volverse totalizante.
Mesa “Vida económica y laboral”
6. Buscar formas que permitan un crecimiento que genere una efectiva redistribución.
7. Promover el desarrollo integral, que no se restringe tan solo al ámbito de lo económico.
8. Aplicar en las relaciones económicas y mercantiles el principio de gratuidad y la fraternidad.
El trabajo y la ética en la empresa
9. Establecer el pleno empleo como objetivo prioritario en la política económica garantizando un nivel de ingresos que posibilite alcanzar una vida digna.
10. Favorecer un cambio de cultura empresarial que tenga en cuenta todos aquellos factores que constituyen el bien común.
11. Abrir mayores espacios de participación dentro de las empresas.
El trabajo del futuro
12. Avanzar en el equilibrio entre mundo laboral y personal a través de políticas efectivas, como el derecho a la desconexión.
13. Establecer incentivos para que se priorice la contratación de personas y la generación de empleo.
14. Invertir en formación de capital humano integral.
Especulación y mundo financiero
15. Profundizar en educación financiera y compensar las asimetrías de información para aumentar la confianza en el sistema y disminuir los abusos.
16. Cuestionar la especulación financiera desde su dimensión ética, tomándola como parte integral de una economía con rostro humano.
Mesa “Familia”
El sentido de la familia en la sociedad chilena
17. Rescatar el valor de la familia extensa tanto a nivel de políticas públicas como de la cultura.
18. Relevar el resguardo de los espacios familiares de descanso y de encuentro con Dios.
Familia y amor
19. Transmitir con honestidad y caridad la profunda mirada de la familia que tiene nuestra Iglesia, con sus verdades que son fuente de vida en el plano natural y sobrenatural.
20. Intencionar formas de corresponsabilidad en el ámbito familiar.
Paternidad y masculinidad
21. Cuestionar la naturalización del abandono de los hijos.
22. Revisar la forma en que se está educando la masculinidad, en cuanto al sentido de responsabilidad sobre la vida y la sexualidad.
23. Recuperar el sentido y el valor del rol paterno.
Rol de la mujer
24. Seguir reconociendo espacios de injusticia en la sociedad para proponer nuevos modos de relación y de diálogo entre hombres y mujeres.
25. Reconocer la presencia femenina en nuestra Iglesia y discernir nuevos espacios de participación.
26. Reivindicar las diferencias entre hombre y mujer, desarrollando una reflexión más acabada sobre la especificidad y el valor de cada sexo.
Mesa “Ciudad, pobreza y segregación”
27. Combatir la segregación a partir de políticas integrales que la aborden desde el punto de vista de la vivienda, el transporte y las políticas laboral y educacional.
28. Promover el orgullo y sentido de responsabilidad y pertenencia respecto a los lugares donde habitamos, impulsando iniciativas de carácter local.
29. Abrir espacios de diálogo enmarcados en una radical empatía hacia el otro.
Mesa “Medio ambiente”
Nuestra relación con la naturaleza y sus recursos
30. Reconectarnos con la naturaleza para reconocer que está bajo nuestro cuidado.
31. Promover la solidaridad intra e intergeneracional para superar las inequidades medioambientales.
32. Redefinir nuestros estilos de vida familiar como parte del cambio cultural hacia un modelo sostenible.
Sustentabilidad empresarial
33. Fortalecer la regulación estatal sobre la responsabilidad ambiental de la empresa.
34. Educar a las personas en el propósito de la empresa.
35. Potenciar la relación y el diálogo de la empresa con sus stakeholders.
Rol público de las universidades
36. Incorporar la sostenibilidad en todas las disciplinas.
37. Promover la producción y difusión de conocimiento que oriente las decisiones políticas en relación con las grandes problemáticas sociales, ambientales y económicas del planeta.
Mesa “Salud”
Sistema sanitario
38. Pensar el sistema de salud desde la misericordia, que acoge desde la vulnerabilidad.
39. Ser agentes de cambio frente a las urgencias de nuestro sistema de salud.
40. Humanizar el sistema de salud a través de un fuerte trabajo de gestión de personas.
Salud mental
41. Visibilizar los problemas de salud mental.
42. Atender a los aspectos culturales que están generando mayores problemas de salud mental.
Cuidados paliativos
43. Promover la cultura del cuidado.
44. Mejorar la formación del personal de salud en términos afectivos y en el manejo de emociones.
Mesa “Educación”
El sentido de educar y la educación como promotora de sentido
45. Hacer de la formación de ciudadanos felices y fraternos el horizonte de sentido del quehacer educativo.
46. Impulsar un desarrollo profundo de habilidades socioemocionales para una mejor convivencia y una mayor corresponsabilidad social.
47. Promover una educación con sentido, que promueva espacios de reflexión y encuentro acerca del propósito del sistema escolar, a fin de proporcionar una experiencia educativa que abre al estudiante a las preguntas fundamentales de la vida.
Alianza entre escuela y familias
48. Inspirar una relación entre familia y escuela que se base en la construcción de una alianza fundada en la confianza, en el diálogo y en el reconocimiento del valor del rol de cada cual, la colaboración y el mutuo conocimiento.
49. Incluir herramientas para fortalecer la relación entre profesor y apoderado en la formación inicial y en el servicio de los docentes y técnicos profesionales en educación.
50. Promover como país la confianza de las familias en la capacidad de aprendizaje de sus hijos en todos los espacios y la conciencia de su propia agencia en el desarrollo cognitivo y socioemocional de sus hijos.
Vocaciones y trayectorias de los docentes
51. Atraer, formar y retener docentes efectivos y de calidad, reconociendo el rol fundamental que tienen para el logro de trayectorias educativas positivas para los estudiantes y su impacto en la calidad del sistema educativo.
52. Fortalecer y apoyar el desarrollo profesional docente de forma integral y promoviendo la reciprocidad entre crecimiento personal y retribución.
53. Potenciar el compromiso docente desde la formación inicial, la formación en servicio y el liderazgo directivo, promoviendo una vivencia de la profesión que equilibre el ser con el hacer, y la pasión y la plenitud con el deber y las exigencias, sin confundir la vocación y el compromiso con un heroísmo mal entendido que desgasta al docente.
Mesa “Tejido social y convivencia”
54. Educar para un uso adecuado de las redes sociales, donde estas no sustituyan el encuentro presencial.
55. Ser promotores de actitudes de apertura, diálogo y reflexión en las redes.
56. Frente al fenómeno de las fake news, distinguir lo que favorece la comunión y promueve el bien, y lo que, por el contrario, tiende a aislar, dividir y contraponer.
Mesa “Derechos humanos y paz social”
57. No divorciar el empeño por la Justicia del empeño por la Paz.
58. No descuidar los derechos sociales.
59. Garantizar la libertad de creencia, de culto y de búsqueda del bien moral.
60. Garantizar la seguridad.