La carta encíclica del Sumo Pontífice Juan Pablo II sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana es un documento cuya validez no se limita al momento en que fue publicado, hace 15 años, sino que se ha constituido en una profunda orientación de carácter permanente sobre el tema.  Nos recuerda la buena noticia de la vida que nos trajo Jesús: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.

Su Santidad el Papa Juan Pablo II nos anuncia que “el Evangelio de la Vida está en el centro del mensaje de Jesús.  Acogido con amor cada día por la Iglesia es anunciado con intrépida fidelidad como buena noticia de todas las épocas y culturas”.

Por eso, el Cuaderno Humanitas N° 24 -Ocho reflexiones sobre la Evangelium vitae- que ahora se publica es muy pertinente: viene a fijar nuevamente la mirada en un tema de interés duradero en el tiempo, cual es el respeto y cuidado de la vida que nos ha regalado el Señor.  Con este fin el presente Cuaderno Humanitas reúne a un grupo de personalidades de Iglesia y del mundo académico que reflexionan sobre el significado del Evangelio de la Vida.

Ya desde su primer número, Humanitas ha incluido este tema en sus páginas, respondiendo a su misión de promover el encuentro entre la fe y la cultura.  Así, en el número correspondiente a enero-marzo de 1996 (N°1), esta publicación presentó un completo análisis de la encíclica firmado por Monseñor Carlo Caffarra bajo el título “Reflexiones en torno a la Evangelium vitae”, en cuya introducción se puede leer: “Monseñor Carlo Caffarra, Arzobispo de Ferrara [hoy Cardenal Arzobispo de Bolinia], ex presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el Matrimonio y la Familia analiza en estas páginas el cuadro antropológico y cultural constituido por el primer capítulo de la encíclica Evangelium vitae, como escenario de la lucha entre la Trinidad divina y la trinidad satánica – que busca imponer la cultura de la muerte-.  Cuando el ‘delito’ es llamado ‘derecho’ ya no nos enfrentamos a un simple ‘colapso moral’, sino a un ‘colapso mental’: la censura de la cuestión religiosa impuesta por el ambiente cultural contemporáneo ha desconectado la libertad de la verdad y ha llevado a la deformación de la subjetividad.  Es una situación ante la cual los cristianos no pueden declararse neutrales”.

Independiente de los 15 años que han transcurrido desde la publicación de esta encíclica, el tema de la vida es propio y natural de todo ser humano.  Y aquellos que dirigimos la mirada a Cristo sabemos que es Él quien ha traído la vida al mundo.  Nos lo recuerda Monseñor Jean-Louis Brugues al término de la reflexión que desarrolla en este Cuaderno Humanitas N°24: “¿Juan Pablo II no trataba acaso de poner la razón y a aquellos que se consagran a su búsqueda, al servicio de la cultura de la vida?”.  Y lo dice frente al florecimiento de la cultura de la muerte que impera en ciertos sectores de la sociedad actual: “dicha cultura -sostiene Monseñor Brugues- fomenta el aborto, el suicidio y la eutanasia”.

Por su parte, Monseñor Livio Melina, actual presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el Matrimonio y la Familia, nos plantea en su artículo “Riconoscere la vita. La questione epistemológica: vangelo, scienza ed ética” que “la cuestión de la vida es el corazón de la bioética”.  Nos dice que Evangelium vitae nos ha invitado a elaborar una nueva y auténtica cultura de la vida.

De gran interés resulta también, en esta Cuaderno Humanitas N°24, el análisis del Cardenal Angelo Scola, Patriarca de Venecia y Rector Emérito de la Universidad Lateranense, titulado “El bien y la inviolabilidad de la vida en la encíclica Evangelium vitae”.  Frente a la pregunta ¿por qué la vida tiene valor y es inviolable?, su respuesta se resume en una breve frase: “La vida del hombre tiene valor, si tiene valor el hombre”.  Monseñor Fernando Chomalí, Obispo Auxiliar de Santiago, nos recuerda en su artículo que “la preocupación de Juan Pablo II por el tema de la vida está en el centro de su solicitud pastoral” y que esta carta en particular tiene varios propósitos: “denunciar los atentados en contra de la vida que constituyen una verdadera conjura en contra de ésta; anunciar el valor de la vida humana, promoverla y defenderla en los más amplios campos de la cultura (…)  El Papa Juan Pablo II la escribe arraigado en sólidos fundamentos, aportados por la ciencia, la filosofía y la teología, consciente de que las alas de la razón y la fe se alzan junas a la hora de una búsqueda sincera de la verdad”. El Rector Emérito de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Presidente Emérito de la Pontificia Academia para la Vida, Doctor Juan de Dios Vial Correa, orienta su reflexión a la doctrina social inscrita en la encíclica: “En orden a simplificar este análisis -nos advierte- cabe concentrarse en la cuestión del aborto, asunto muy ilustrativo por cuanto él no es hoy tanto un problema médico como ideológico y social”.

El catedrático de la Universidad de Roma Tor Vergata y ex presidente del Comité de Bioética del Estado italiano, Profesor Francesco D’Agostino, analiza el tema de la inocencia y el derecho contenido en el trasfondo de la Evagelium vitae, mientras que Angelo Serra, Profesor Emérito de Genética Humana de la Pontificia Universidad del Sacro Cuore, concentra sus consideraciones en la familia en el marco del tercer milenio.  El Evangelio de la Vida es, pues, la buena noticia que nos trae este Cuaderno Humanitas N°24.  La reflexión del Papa Juan Pablo II nos ilumina cada vez que volvemos a poner nuestro corazón en sus santas palabras.  Su invitación queda claramente señalada cuando nos dice al término de la encíclica Evangelium vitae: “Y mientras, como pueblo peregrino, pueblo de la vida y para la vida, caminamos confiados hacia ‘un cielo nuevo y una tierra nueva’, dirigimos la mirada a aquélla que para nosotros es ‘señal de esperanza cierta y de consuelo’… Oh, María aurora del mundo nuevo, Madre de los vivientes, a Ti confiamos la causa de la vida”.

DR. IGNACIO SÁNCHEZ DÍAZ

Rector Pontificia Universidad Católica de Chile

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