Los recientes hechos trágicos han mostrado a los católicos indios que no pueden eximirse de participar activamente en la vida política de su país; pero únicamente la intervención de la comunidad internacional puede animar a las autoridades centrales a bloquear con firmeza las persecuciones anticristianas y evitarlas en el futuro. Está en riesgo también el buen nombre de la India, la democracia más grande del mundo.

Mahatma Gandhi fue asesinado por un fundamentalista hindú el día 30 de enero de 1948. Sesenta años después, sobre todo en el estado indio de Orissa, pareciera diseñarse un plan para hacer desaparecer a los cristianos de esta región por obra de algunos grupos radicales hindúes. A partir del 24 de agosto de 2008, la violencia ha producido graves pérdidas, sobre todo en los pueblos rurales pequeños y pobres: 61 homicidios, y de éstos al menos 31 en Orissa según las autoridades de gobierno [1]; 18 mil heridos; más de 55 mil prúfugos [2], entre ellos más de 40 mil dispersos en las selvas o en fuga en otros estados de la India y 12 mil 461 en 15 campamentos de refugiados; cuatro mil 500 casas de cristianos incendiadas, sin contar la pérdida de cosechas, los saqueos de residencias y provisiones, los animales domésticos muertos o robados y los terrenos agrícolas expropiados fraudulentamente; 181 iglesias o destruidas u objeto de pillaje, a veces con profanación de la Eucaristía o destrucción de imágenes sagradas.

Con todo, el balance sería mayor si se pudiesen contar los ataques no denunciados por temor a represalias. La violencia anticristiana no cesa, porque además en Orissa no se respeta el toque de queda proclamado por las autoridades. La violencia también se ha producido en otros estados federados: Karnataka, Tamil Nadu, Kerala, Andhra Pradesh, Madhya Pradesh, Uttar Pradesh, Gujarat, Rajastán, Chhatttisgarh, Territorio de Delhi. Se trata de estados gobernados por partidos de fuerte inspiración hinduista, como el partido nacional Bharatiya Janata Party (BJP,Partido del Pueblo Indio). Ellos utilizan la acusación de proselitismo contra los cristianos para darse a sí mismos una imagen de “guardianes del hinduismo”. Así esperan consolidar su propia base de consenso. Se teme, en todo caso, que las persecuciones se extiendan en toda la India en vista de las elecciones políticas locales y nacionales de abril y mayo de este año [3].

Las víctimas de las olas de violencia en Orissa [4], Karnataka y Madya Pradesh son en gran parte los sin casta, a los cuales la libertad religiosa permite la emancipación social [5]. Los cristianos han organizado marchas de protesta y encuentros de oración en que han participado, lamentando los actos de violencia contra los cristianos, líderes musulmanes, hindúes, sikhs y budistas, políticos y organizaciones de la sociedad civil. Los musulmanes indios representa el 12,4 por ciento de la población y han visto en el pogrom una reedición de la “fórmula Modi”, es decir, la matanza de Gujarat del año 2002, cuando más de 3 mil fieles musulmanes cayeron víctimas de los extremistas hindúes [6].

Se acusó al Gobierno de Nueva Delhi de inacción e impotencia, mientras las autoridades y las fuerzas del orden local, sobre todo en Orissa, son acusadas de complicidad con los extremistas hindúes y temor a los facinerosos. Manmohan Singh, el premier indio, de religión sikh, miembro del Partido del Congreso de Sonia Gandhi, definió las persecuciones de Orissa y Karnataka contra los cristianos como “peligrosas y perturbadoras”: una “vergüenza nacional”; pero los cristianos lamentaron que no se haya aplicado el artículo 356 de la Constitución, la presidential rule, que prevé la disolución del Parlamento y el Ejecutivo local con nuevas elecciones al cabo de seis meses. Probablemente, el Partido del Congreso temía hacer el juego del BJP y perder apoyo electoral de la mayoría hindú, que representa el 81,4 por ciento de la población.

En una discusión parlamentaria de fines de octubre, el Ministro Federal del Interior prometió una ley contrarrestar la violencia sectaria y entre comunidades. Singh anunció “castigos ejemplares” para proteger “los fundamentos democráticos” del Estado. De hecho, la Constitución de la India, que este año celebra 50 años desde su aprobación, ratifica la libertad de conciencia y de profesar, practicar y promover una fe religiosa (art. 25), la libertad de administrar los asuntos religiosos (art. 26), el carácter laico de la escuela pública (art. 28) y la prohibición de discriminar por motivos religiosos (art. 15), incluyendo el acceso al empleo público (art. 16) [7].

Los motivos de las persecuciones contra los cristianos

En el año 2007 hubo una serie de actos de violencia contra los cristianos de distintas confesiones, sus lugares de oración y sus obras de asistencia [8]. En Orissa, desde hace doce años es habitual la brutalidad anticristiana. En enero de 1999, fueron quemados vivos en su vehículo Graham Staines y sus dos hijos, de 7 y 9 años; en septiembre fue asesinado Arul Doss, sacerdote católico, etc. Eran actos aislados. En cambio, en la vigilia de la Navidad del año 2007 se produjo una agresión contra algunas comunidades rurales cristianas en el distrito de Kandhamal. Los asaltantes eran jornaleros y personas pobres adoctrinados por políticos y bajo el efecto del ganjia, el opio local. Se trataba de un plan organizado para las decenas de hindúes que participaron, en que se bloquearon las calles para impedir la ayuda y permitir la verificación de los actos de la violencia: 4 muertos, la destrucción de 105 iglesias y capillas y 730 casas, y un gran número de heridos. Nada se hizo después para impedir la repetición de las agresiones planificadas.

En Orissa, los actos de violencia se dirigieron sobre todo contra los católicos [9]. Es responsabilidad de los movimientos nacionalistas y xenófobos que apoyan la hindutva (hinduidad) [10]. En la Unión India, alrededor de un millón de personas participan en una galaxia de grupos extremistas, incluidos los de estudiantes y los femeninos. Se reúnen en el Sangh Parivar (Familia de la Fe), que declara su intención de “eliminar” a los cristianos de Orissa [11]. Se consideraba que los actos de violencia de la vigilia de Navidad fueron ideados por el swami (maestro) Laxamananda Saraswati, uno de los jefes del Vishwa Hindu Parishad (VHP, Consejo Mundial Hindú). Son también corresponsales los dos grupos paramilitares hindúes, bien organizados y bien armados, Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS, Organización de voluntarios nacionalistas, a cuyo fundador admiraba Hitler) y Bajrang Dal (BD, el movimiento juvenil del VHP). En 1993, la RSS y el BD asaltaron las escuelas coránicas de Gujarat con el grito “primero los musulmanes y después los cristianos”. Ellos también encuentran expresión política y protección en el BJP, que se encuentra en la oposición en la Confederación, pero en el poder en Orissa, en coalición con un partido local hinduista. En todo caso, a nivel periférico existe cierta anarquía: muchas agresiones recientes habrían ocurrido sin el consenso de los vértices nacionales, acusados de ser demasiado moderados.

El asesinato de Laamananda Saraswati y cuatro adeptos suyos el 23 de agosto pasado marcó el comienzo de este tsunami de persecuciones anticristianas. El atentado, lamentado de inmediato por los obispos católicos, fue reivindicado otras veces por los guerrilleros maoístas (“naxaliti”), que tienen también algunos miembros tribales entre sus integrantes. Lo declaran “culpable de torturar y llevar a la desesperación a gran número de miembros tribales y dalit en nombre del hinduismo. (…) (Se estaba eliminando) por estar formando una milicia juvenil y creando una campaña de odio contra los cristianos, a quienes acusaba de conversiones forzosas”.

El VHP, en cambio, atribuyó el crimen a los cristianos, pero el pogrom se desplegó con una intensidad, una extensión geográfica y una organización de tal naturaleza como para traicionar un proyecto preestablecido desde hacia tiempo, que esperaba la ocasión propicia para ser puesto en ejecución [12]. La persecución es generalizada. Los hindúes normalmente no distinguen las diversas denominaciones en la minoría cristiana. Comúnmente, los cristianos se consideran amantes de la paz y son respetados por la mayoría de la población, la cual, sin discriminaciones religiosas ni de casta, disfruta de los centros de salud y asistencia y de las escuelas y universidades cristianas. A pesar de las denuncias, ningún católico ha sido condenado alguna vez por proselitismo: pero Antony Devotta, Obispo de Tiruchirapalli (Tamil Nadu), recordó la acción de los fundamentalistas cristianos, especialmente “los pentecostales, que provocan irritación entre los hindúes por su manera de proclamar la palabra de Dios, ya que intimidan a los habitantes de los pueblos diciéndoles que si no se convierten se irán al infierno”. Esto va a veces acompañado de premios en dinero después de la conversión y de la denigración del hinduismo.

Las intervenciones de la Iglesia católica

Las comunidades católicas de la India, pequeñas y grandes, asociaciones y movimientos, se están prodigando para ayudar a los cristianos de Orissa, sobre todo en el distrito de Kandhamal, que es el más afectado. Sensibilizan a toda la población, incluida la no cristiana, en materia de solidaridad con las víctimas de la violencia de los radicales hindúes. En algunas ocasiones, los obispos indios [13] y de otras partes del mundo [14], especialmente los participantes en el Sínodo de obispos sobre la Palabra de Dios, lanzaron denuncias y pidieron ayudar a las comunidades cristianas, castigar a los culpables [15] y compensar a las víctimas. El Episcopado indio solicitó además declarar “ilegales” y “terroristas” a los grupos radicales responsables de la campaña de odio; un fondo público para reconstruir las iglesias y los edificios religiosos destruidos; la presencia de la policía privada, por cuanto las personas han perdido la fe en la policía local, y una comisión que investigue sobre las raíces y los motivos de la violencia y los responsables del asesinato de Laxamananda Saraswati.

La reciente canonización de la primera santa india, el día domingo 12 de octubre de 2008, fue ocasión de consuelo para los católicos indios. Sor Alfonsa de la Inmaculada Concepción (Anna Muttathupadathu, 1910-46) fue canonizada por Benedicto XVI junto con otros tres nuevos santos. El Ministro del Trabajo del Gobierno federal indio y miles de sus conciudadanos, sobre todo sacerdotes y religiosas, asistieron a la liturgia en la Plaza San Pedro, agitando banderas nacionales. Fue sobre todo la fiesta de la Iglesia siro-malabar de Kerala, donde vivió Alfonsa, clarisa franciscana. Antes de cerrar la celebración rezando el Angelus, Benedicto XVI dio aliento a los cristianos indios recordando a Santa Alfonsa: “Sus virtudes heroicas de paciencia, fortaleza y perseverancia en medio de u profundo sufrimiento nos recuerdan que Dios siempre da la fuerza que necesitamos para superar todas las dificultades”. Por último el Pontífice hizo una vez más un llamado a “terminar con la violencia”.

El viernes 24 de octubre, el Cardenal T. Bertone, Secretario de Estado Vaticano; los dos presidentes delegados y el Secretario General del Sínodo de Obispos hicieron un llamado junto con los Patriarcas y Arzobispos católicos de Oriente. Dirigiéndose especialmente a la comunidad internacional y a los hombres de gobierno [16], pidieron que se garantice una verdadera libertad religiosa, sobre todo para Tierra Santa, el Líbano, Irak y la India.

Antes de rezar el Angelus el 26 de octubre, Benedicto XVI hizo suyo el grito de los Patriarcas y Arzobispos católicos de Oriente pidiendo ayuda: “Pienso en este momento sobre todo en Irak y la India (…). Que los responsables civiles y religiosos de todos los países, conscientes de su rol de guía y referencia para las poblaciones, manifiesten gestos significativos y explícitos de amistad y consideración por las minorías cristianas u otras religiones o sea para ellos cuestión de honor la defensa de sus legítimos intereses”. Dos días después la Iglesia lloraba por otro mártir en la India [17]. Y el 31 de octubre, en una carta pastoral, los obispos de Orissa hacían un homenaje a la fe cristiana de su diócesis.

Un llamado a la opinión pública

El BJP rechazó las palabras del Pontífice del 12 de octubre. Lo acusó de injerencia política, porque “la India es un país soberano”. Con anterioridad, el Gobierno del BJP de karnataka negó a los obispos católicos la oportunidad de suspender por un día la enseñanza en los planteles católicos de educación con el fin de llamar la atención de la opinión pública nacional: “Los problemas entre comunidades no pueden ser un pretexto para declarar días festivos, ya que eso hiere los sentimientos religiosos de las demás comunidades y podría causar falta de armonía”. Sólo dos semanas después los actos de violencia estallaban precisamente en ese Estado; pero el clima de intolerancia, incluso verbal, no es propio de la gran mayoría de los hindúes y sus líderes, tradicionalmente pacíficos.

La brutal agresión contra las mujeres ofendió a la opinión pública de la India, si bien una serie de medios atenuó las responsabilidades de los extremistas hindúes. Éstos ciertamente produjeron mucha desinformación. Al iniciarse la violencia en Kandhamal, de pronto se vieron afectados también los orfanatos y las leproserías de la Misioneras de la Caridad, la congregación de la Madre Teresa. El 25 de agosto, Rajani Majhi, una joven hindú considerada cristiana, fue víctima de violación por un grupo y quemada viva por los extremistas. La policía local observaba. Su culpa era encontrarse en un orfanato católico, donde desde hacía un tiempo se ocupaba de los niños. Ese mismo día, la joven religiosa Meena Barwa, de la congregación de las Servidoras, era desvestida y víctima de violación por parte de un fanático hindú, obligada a desfilar en un pueblo y amenazada de ser quemada viva.

Recientemente, el 24 de octubre, sor Meena, cubriéndose el rostro, ofreció una conferencia de prensa para denunciar cómo la policía la miraba sin defenderla y había procurado disuadirla de presentar una denuncia. Dos días antes la Corte Suprema hacía su llamado a una investigación federal, ya que la religiosa decidió no colaborar con las autoridades de Orissa por desconfiar totalmente de las mismas. Fue la superiora general de las Misioneras de la Caridad quien convenció a la hermana de Orissa para que rompiera del silencio. El padre Cervellera, director de Asia News, comentó: “Es un caso importante también porque la voz de una persona consagrada puede influir mucho en ese país. En la India, las personas dedicadas a la religión son reverenciadas, consideradas. Si las autoridades de Orissa han comenzad a hacer algo en defensa de los cristianos en estos dos meses, ha sido precisamente a raíz de la primera denuncia de sor Meena”.

Para consolidar los vínculos de sincera amistad con los hindúes, intervino el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso el 28 de octubre. Como es la tradición desde hace algunos años, envió felicitaciones a los hindúes con ocasión de la celebración del Diwali, la fiesta de la luz. El mensaje reafirma la aspiración a trabajar juntos cristianos e hindúes a la luz del principio común de la no violencia.

Podemos observar como conclusión que los recientes hechos trágicos han mostrado a los católicos indios que no pueden eximirse de participar activamente en la vida política de su país; pero únicamente la intervención de la comunidad internacional puede animar a las autoridades centrales a bloquear con firmeza las persecuciones anticristianas y evitarlas en el futuro. Está en riesgo también el buen nombre de la India, la democracia más grande del mundo.


NOTAS 

[1] El cardenal indio Varkey Vithayathil, Arzobispo Mayor de Ernakulam-Angamaly de los Siro-Malabares, los ha calificado como «nuevos mártires». De acuerdo con un testimonio anónimo, el Partido Comunista de la India ha hablado de más de 500 muertos.
[2] Sor Karuna, de las Siervas del Espíritu Santo, fue una de las primeras víctimas de la violencia en Orissa. Vivió durante semanas en los campamentos de refugiados facilitados por el gobierno de Orissa, procurando dar ánimo a los cristianos heridos y atemorizados; pero no podía ponerse hábitos religiosos, ya que el gobierno vigila que en los campos de refugiados no haya «proselitismo cristiano». Por este motivo se prohibió la ayuda material y la asistencia religiosa de otros cristianos. Se agrega a la tragedia la prohibición impuesta a los cristianos de rezar juntos en los campos de refugiados. La responsabilidad de proteger a los cristianos perseguidos recae sobre toda la comunidad internacional, cuyas presiones son aún débiles. El Global Council of Indian Christians denunció esta situación a las Naciones Unidas y pidió que «los prófugos cristianos de Orissa sean puestos bajo protección de la ONU como refugiados». Esta emergencia humanitaria, producto de una tentativa de limpieza étnica con bases religiosas, podría provocar decenas de miles de víctimas. Esos cristianos ya «son como gente sin Estado, porque en Orissa no hay Estado de derecho». Entretanto, el Pontificio Consejo Justicia y Paz está elaborando un dossier para la ONU sobe la cristianofobia en la India.
[ 3] La Unión India (3.287.263 km2, más de diez veces el tamaño de Italia) incluye 28 Estados, cada uno de ellos con Asamblea legislativa y Ejecutivo propios, y 7 territorios administrados por el Gobierno central. A fines del año 2008, tuvieron lugar las elecciones de Asambleas locales en Chhattisgarh, Delhi, Madhya Pradesh, Mizoram y Rajastán, y en el año 2009 tendrán lugar en Andhra Pradesh, Orissa, Sikkim, Arunachal Pradesh y Maharashtra.
[4] El Gobierno del Estado de Orissa decidió cerrar varios campos de refugiados, declarando que la situación se está normalizando, después de arrestar a decenas de presuntos responsables de los actos de violencia y nombrar una comisión investigadora, que no obstante tiene demasiada prisa por cerrar las indagaciones en noviembre; pero de este modo no se asegura la recopilación de denuncias, porque las víctimas y sus abogados se ponen escasamente al descubierto. Todavía temen represalias, ya que la represión pública contra los autores de los crímenes ha sido leve. Además, las autoridades de Orissa no aseguran formas de asistencia material y protección física para la reinserción en las aldeas, y más que nada muchos prófugos temen que, para recuperar la posesión de sus tierras agrícolas sin represalias, deberían convertirse al hinduismo aun cuando han nacido en familias ya cristianas. Hasta ahora ya han pasado al hinduismo 600 cristianos de Orissa a causa de las intimidaciones. Además, el Gobierno local ha declarado que no otorgará subsidios para reconstruir iglesias, porque «dar compensaciones a instituciones religiosas es contrario a la política laica del Estado».
[5] Los sin casta (hartjans, intocables), también llamados dalit (oprimidos), son alrededor de 160 millones. De hecho existen dos Indias, la industrial, del poder económico emergente, y la India de la pobreza rural, de los explotados y los propietarios agrícolas. En la India rural, la miseria aumenta a pesar del boom económico, la religión es politizada y se convierte en pieza de un juego en manos de algunos políticos poderosos, sobre todo en los compromisos electorales.
[6] Aquí no damos cuenta de los atentados de los jihadistas en las grandes ciudades y de los extremistas de izquierda (y los anticomunistas) ni de las otras manifestaciones de intolerancia étnica y contra otras minorías religiosas. Otros estados indios están ensangrentados, como Jamu y Kashmir (movimientos separatistas islámicos), Assam (por la tribu Bodo), Punjab (por obra de extremistas sikhs), etc.
[7] El sistema de cupos basado en las castas está ratificado en la Constitución, pero tiene su origen en la India británica, que deseaba favorecer a las depressed classes. La ley de la India reserva asientos parlamentarios, cargos públicos y cupos en la universidad para tres categorías: Scheduled castes (dalit), el 15%, Scheduled tribes (comunidades tribales), el 7,5% y Other backward classes (OBC, otras clases situadas atrás), el 27%. Algunos Estados han aumentado el porcentaje de cargos reservados en relación con el techo de 50% establecido por la Corte Suprema. La inclusión de una comunidad en la categoría OBC, como se promete en las campañas electorales, desencadena las protestas de otras subcastas y la solicitud de ser desplazadas a un grado más bajo del sistema de castas para tener acceso a los privilegios. Cuando un dalit es (o llega a ser) cristiano o musulmán, aun cuando de hecho sigue siendo considerado intocable, a veces incluso en la nueva comunidad religiosa, de acuerdo con la ley ya no es incluido formalmente en el sistema de castas hindú, y por lo tanto, no tiene derecho a la repartición de cupos; pero los dalit –apoyados también por el dictamen de la Comisión Nacional para las Minorías Religiosas y Lingüísticas de mayo de 2007-piden no ser discriminados por motivos religiosos y tener acceso a las cuotas por lo menos en la categoría OBC.
[8] Un diario indio de gran tiraje, el Sunday Times (7 de septiembre de 2008, 8), presentó los datos, supuestos oficiales, de las persecuciones anticristianas en la India entre 2001 y 2007: 4.845 incidentes, 1.947 muertos y 16.792 heridos.
[9] Los católicos son 17 millones en la India, es decir, 1,6% de la población y 66% de los cristianos. La Iglesia Católica abarca tres ritos: siro-malabar, siro-Malankara y latino. La Conferencia de obispos católicos agrupa 160 diócesis (entre tres y cinco por Estado): 26 de rito siro-malabar, 6 de rito siro-Malankara y 128 de rito latino.
[10] En las últimas décadas, se ha producido en la India una progresiva secularización y pérdida de valores. Algunos grupos religiosos se rebelaron para volver a antiguas tradiciones, como las castas, y a un rol de la mujer exclusivamente como esposa y madre, y aplican brutales sistemas como las «reconversiones» forzosas. Estos movimientos tienen en común la ideología de la hindutva y llevan a cabo una falsa reconstrucción de la historia del subcontinente indio, aspirando a volver a una «edad de oro» que jamás existió. Según la hindutva, los auténticos indios deben compartir una sola nación (Rashtra), una sola raza (Jati) y una sola tradición cultural y religiosa, vinculada al sánscrito y que incluye exclusivamente el hinduismo, el jainismo y el budismo. La identidad hinduista constituye sobre todo la base de la identidad nacional. Ésta no considera verdaderos indios a los cristianos de Santo Tomás y a los musulmanes, presentes en la India desde el primer milenio. Niega el pluralismo religioso, ya que podría en peligro la cohesión nacional. Incentiva esto el hecho de que en Pakistán y Bangladesh, estados limítrofes, el Islam es la religión predominante. La hindutva profesa un ideal de palingénesis, es decir, el hinduismo promueve la unidad y el bienestar en todo el mundo; pero esta misión sólo puede llevarse a cabo preservando la «tierra santa» del territorio y la sociedad india. Recordemos que en Occidente es mayor el número de misioneros hindúes en comparación con los occidentales en la India.
[11] Orissa es uno de los estados menos desarrollados de la India. 47,15% de su población vive bajo el umbral de la pobreza (57% en áreas rurales). 52% de sus 38 millones de habitantes está constituido por la tribu Kandh y 17% por los intocables Paana. Cuando estos últimos se convierten a otras religiones, los miembros tribales, también pobres, pierden parte de su poder histórico sobre los dalit. En el distrito de Kandhamal se ha registrado el mayor número de conversiones al cristianismo. Para muchos dalit, eso ha coincidido con un evidente progreso socioeconómico. Recientemente también muchos integrantes de la tribu se han convertido al cristianismo. En diez años, los cristianos han aumentado de 2% a 5% en el distrito, mientras en el resto de Orissa y en la India en general (1.100 millones de habitantes) los cristianos son un 2,3%, de acuerdo con el último censo, del año 2001. Eso provoca resentimiento también en otros estados indios, ya que la presencia de misioneros cristianos promueve los cambios sociales. Con la educación, la asistencia para la salud y los proyectos de desarrollo, los dalit y los miembros tribales ya no están disponibles como mano de obra de bajo costo o para ser subyugados políticamente. Así, Monseñor Raphael Cheenath, Arzobispo de Cuttack-Bhubaneshwar, en Orissa, ha sido amenazado de muerte.
[12] A partir de 1967 en Orissa, las leyes contra las conversiones religiosas forzosas, a menudo acompañadas de disposiciones ejecutorias, se promulgaron en varios estados indios: Madhya Pradesh, Arunachal Pradesh, Chhattisgarh, Gujarat, Rajastán, Himachal Pradesh, Andhra Pradesh y Karnataka, mientras se abolieron en Tamil Nadu. Únicamente en el caso de Himachal Pradesh, las leyes contra la conversión se aprobaron con el voto del Partido del Congreso, y en los demás casos siempre sólo con el voto del BJP. Esos ordenamientos pretenden impedir las conversiones llevadas a cabo bajo amenazas físicas y psicológicas o compensadas con ayuda material y monetaria. Una asociación extremista de estudiantes hindúes sugirió el 12 de octubre pasado una «moratoria de las conversiones» con el fin de detener los actos de violencia. Eso significaría que ningún dalit o miembro tribal debería dejar el hinduismo, pero de este modo se impediría también a muchos liberarse de la esclavitud del sistema de castas.
[13] Recordemos la decisión de los obispos indios de suspender las clases por un día el 29 de agosto pasado, en los 40.300 planteles de educación cristianos, y la jornada de ayuno y oración del 7 de septiembre, promovida por la CEI para los católicos italianos.
[14] El día 2 de octubre («Jornada mundial de la no violencia» por ser aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi), los presidentes de las Conferencias episcopales europeas expresaron en una Nota su seria preocupación por las noticias provenientes de la India, manifestando su solidaridad con todas las minorías perseguidas, y solicitaron a los países europeos abrir las puertas a los indios que deben huir ante la dificultad de vivir libremente su fe. El 15 de octubre pasado, los obispos canadienses escribieron a su Premier para que intervenga ante el Gobierno indio con el fin de detener las agresiones.
[15] El 19 de septiembre pasado, en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con motivo de la IX sesión sobre «racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia», intervino el Arzobispo Silvano M. Tommasi, observador permanente de la Santa Sede en la Oficina de las Naciones Unidas e Instituciones Especializadas, en Ginebra. Aludiendo también a los actos de violencia en la India, señaló que «el hecho de quedar impunes estos crímenes, como suele ocurrir, transmite como mensaje que es aceptable la agresión violenta y también la eliminación física de personas de distinta condición».
[16] El 18 de octubre pasado, Monseñor Francesco Follo, observador permanente de la Santa Sede en la Unesco, intervino en la 180ª sesión del Consejo Ejecutivo de la Organización. Recordando el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la encíclica Dignitatis humanae y el reciente mensaje de Benedicto XVI en la Asamblea de la ONU (18 de abril de 2008), reafirmaba el derecho a la libertad religiosa como dimensión constitutiva de la persona humana que no puede negarse ni evadirse. Dicha libertad implica, entre otras cosas, el derecho a cambiar de religión, la inmunidad ante la coerción externa, incluso psicológica, y el derecho a la educación religiosa y a la difusión de la información confesional.
[17] Se trata del padre Bernard Digal. Este sacerdote de 46 años era un adivasi, es decir, un integrante de esas poblaciones tribales al margen de la sociedad india, que la Iglesia de Orissa procura ayudar. Fue herido gravemente en la cabeza con barrotes de hierro después de que una multitud de extremistas hindúes asaltara su parroquia de Sankrakhol, en el distrito de Kandhamal, el 25 de agosto pasado. Habiendo salido del coma, después de una delicada intervención de neurocirugía, el sacerdote denunció firmemente a sus asaltantes, junto con perdonarlos.

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