Foto de portada: Gracias Papa Francisco por tu último adiós, recorriendo la plaza de San Pedro tras ofrecernos la bendición Urbi et Orbi. Descansa en paz. ©AP Foto/Gregorio Borgia

El lunes de madrugada, tras haber dado el Domingo de Resurrección la bendición Urbi et Orbe y saludado desde el balcón y el papamóvil a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Su Santidad Francisco partió a la casa del Padre. La noticia se extendió rápidamente y, a pesar de que sabíamos que su salud estaba muy frágil, causó mucha consternación. Se hace difícil asimilar que alguien con un mensaje tan vivo y una presencia tan poderosa en su sencillez, ya no está, y es inevitable recurrir a aquellas imágenes, frases y recuerdos que cada uno tiene especialmente grabados en su interior.

Diferentes medios de comunicación hacen análisis a través de cifras –años, cartas, jornadas, viajes, encuentros–, de polémicas, de los temas nuevos que abordó, de los temas pendientes. Muchas instituciones también se han sumado a las voces de síntesis y de pésame: fundaciones que trabajan con desposeídos, migrantes y privados de libertad; equipos de fútbol, instituciones de educación escolar y superior, gobiernos, dirigentes políticos y empresariales. Y sobre todo personas, fieles o no, cercanos o alejados de la Iglesia, pero a los que la impronta de este Papa no dejó indiferentes. Se han celebrado misas y encuentros de oración a lo largo de Chile y el mundo, y son muchos quienes acuden para rezar por él y a la vez experimentarse parte de algo mayor, amparados como comunidad de Iglesia en momentos de tristeza y agradecimiento.

Desde Humanitas nos sumamos a estas muestras de respeto y reconocimiento compartiendo hoy, a horas de su funeral, la presentación del libro que está en vías de publicación, y que recoge una selección de artículos sobre el Pontífice y su legado, escrita por Eduardo Valenzuela, director de la revista.

Presentación libro Francisco, huellas de un pontificado

El Papa Francisco será recordado por su orientación y énfasis pastoral. Pastor por excelencia, pastor sencillo y llano que honró a su manera la gran tradición petrina de la que se hizo cargo durante doce años (2013-2025).

Pastor bueno, preocupado de llamar a todo el mundo a conocer el mensaje de Cristo, sobre todo a los que estaban más lejos (véase el gesto de invitar a Javier Cercas a compartir su viaje a Mongolia; apenas uno entre cientos de gestos parecidos y que resultaron siempre tan inauditos). 

Pastor del Sagrado Corazón de Jesús, que reconoce a Jesús en la ternura, la risa y los afectos, como recuerda en Dilexit nos, una carta intensamente antijansenista, esa actitud propia de una élite —dice el Papa— que ve a Dios solo en lo alto y en lo distante y que desprecia las expresiones sensibles de la piedad, sobre todo de la piedad popular de la que siempre estuvo tan cerca (no en vano quiso que se lo sepultara cerca de María antes que en la fría cripta vaticana).

“Sueño con una Iglesia moderada, humilde y servicial, con los atributos de Dios y, por tanto, también sensible, cercana y compasiva”, “una Iglesia madre que abrace y acoja a todo el mundo”, “una Iglesia más espiritual, más pobre, que se convirtiera en una casa para los indigentes”, Papa Francisco.

Pastor de los inmigrantes y de los forasteros, porque —como recordaba— es deber esencial del católico (tanto como el respeto incondicional de la vida del que está por nacer) el respeto y la acogida al que viene de lejos, sobre todo de los inmigrantes pobres como lo fue alguna vez su propia familia.

Pastor verde, porque también en esto rompió con el antropocentrismo exacerbado de nuestra propia tradición cristiana con su característico desdén ecológico, y nos recordó a todos que vivimos situados en el mundo con las demás creaturas sensibles y con toda la naturaleza animada e inanimada, respecto de las cuales tenemos una responsabilidad especial.

Pastor del Amor de Dios porque siempre decía que el corazón no se mueve con normas y doctrinas sino con el amor de Dios misericordioso, podemos cansarnos de decir no al aborto, pero no moveremos el corazón de nadie si no somos antes que nada testigos del amor vivo de Dios por todas las creaturas.

Pastor del Pueblo de Dios, porque amaba la unidad de la Iglesia y prevenía a los que quieren quedarse atrás (véase la corrección del motu proprio Traditionis custodes) tanto como a los que quieren ir muy rápido (el sínodo alemán, por ejemplo), y también porque promovía la comunión esencial entre clérigos y fieles que proviene del bautismo común, que prevalece sobre cualquier diferencia esencial que pueda surgir más adelante.

Pastor, en fin, de la Esperanza, que vive el Evangelio en la alegría y en la esperanza viva que proporciona la promesa que Dios hizo a toda la humanidad redimida en Jesucristo.

 

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Poder reflexionar sobre las inquietudes que ocupan a la Iglesia y a sus pontífices es una vocación fundacional de la revista Humanitas , la que ha acompañado a lo largo de su historia a tres Papas. Acompañar a Francisco fue una tarea especial debido a la relevancia que fue adquiriendo la fuerza e identidad católica del continente latinoamericano. Compartimos a continuación algunos escritos que profundizaron, a lo largo de estos doce años, en diferentes aspectos de su pontificado.
Durante doce años Francisco fue el pastor de la Iglesia, un Papa argentino que llevó hasta el Vaticano lo mejor de la Iglesia de Latinoamérica: su sencillez, su espiritualidad, su actitud en permanente salida y su opción por estar junto a los últimos. Un Papa con voz firme y fuerte, pero que supo comunicar con ternura y sin enfrentamientos, humilde y franco, lleno de gestos y de sorpresas, que se fue haciendo anciano, pero que condujo la barca de Pedro con la fuerza de quien se deja mover por el Espíritu Santo.
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