➤ Volver a especial 30 años visita de San Juan Pablo II a Chile
Ocasión para renovar un compromiso
Diez años atrás, Su Santidad el Papa Juan Pablo II escogía la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile como sitio para reunirse con los constructores de la sociedad. Doble parece ser el significado de este hecho. Por una parte, el Sumo Pontífice quiso recalcar la importancia que en una sociedad como la nuestra tienen y deben tener los líderes en lo cultural, lo político, lo científico, lo laboral, por cuanto su misión se vincula con la que tiene la Iglesia de proclamar el Evangelio y evangelizar la cultura. Por otra, el hecho en sí mismo asumía un carácter propio para nuestra Universidad: junto a un motivo de inmensa alegría, había la invitación a tomar conciencia de una pesada responsabilidad, cual es la de ser testigo del Evangelio y elemento activo en el servicio de la Iglesia corno sentido fundamental de su misión.
Las palabras del Papa en aquel discurso riquísimo de contenido que pronunció en el patio de nuestra Casa Central en la Alameda, hicieron profunda impresión. Para comprenderlas mejor ellas han de situarse, sin embargo, en el conjunto de sus mensajes en Chile, los que provocaron una revitalización del fervor cristiano y principalmente del sentido de la unidad de la Iglesia. La figura presente entre nosotros del Vicario de Cristo fue, en ese momento y durante toda su estadía, un signo viviente de esa unidad, don precioso que el Señor dejó a su Iglesia en las últimas palabras antes de la Pasión.
Viendo el legado de esa inolvidable visita en la perspectiva de la década transcurrida desde entonces, pienso que es de primera importancia retomar conciencia del valor fundamental de esa unidad dentro de la Iglesia. Ella significa, está de más repetirlo, fidelidad a los pastores, fidelidad al magisterio, fidelidad a la doctrina de la Iglesia por encima de cualquier preferencia o inclinación individual.
Pero habría asimismo que profundizar en el llamado a adentrarnos en el rol asignado por el Papa a la Iglesia en cuanto evangelizadora de la cultura: en cuanto iluminadora de las relaciones de los hombres con Dios, con sus hermanos y con el mundo. Ello le ha dado un sentido, un significado y un alcance particularmente actual a la labor misionera de la Iglesia, y este aniversario es el momento para recordarlo.
La conmemoración asume por tanto para nuestra Universidad el doble carácter de una auténtica fiesta y de una oportunidad para renovar el compromiso con su misión. Lo que ocurrió entre nosotros, en Chile y en la Universidad Católica en concreto, fue un acontecimiento lleno de plenitud espiritual y por lo tanto de alegría. Al evocarlo, no cabe sino dar gracias a Dios por ello y revivirlo, tomando conciencia de la gracia que significó para nosotros y nuestro pueblo.
Juan de Dios Vial Correa
Rector Pontificia Universidad Católica de Chile