Resulta arriesgado escribir algunas líneas sobre la relación entre fraternidad y economía en la nueva encíclica Fratelli tutti del Papa Francisco, principalmente por dos razones.
Por una parte, el estilo del Papa, profético y pastoral, no hace fácil hacer una aproximación académica a la relación entre ambos conceptos. Cuando se ha referido a temas de economía, desde la aparición de la exhortación apostólica Evangelii gaudium y también con la publicación de la encíclica Laudato si’, sus palabras han provocado reacciones y polémicas.1 Por otra parte, esta relación parece no tener una vía f luida, pues se trata de hacer dialogar dos paradigmas, dos maneras de afrontar la vida social, muy distintas. Entre fraternidad y economía –más allá de la Fratelli tutti– pareciera existir una cierta aporía. El paradigma de la fraternidad nos remite al amor al prójimo, a la cooperación, a la reciprocidad, a la solidaridad, al altruismo; mientras que el paradigma de la economía nos remite a la productividad, a la competencia, a la eficiencia, a la maximización del interés propio, al egoísmo.
¿Cómo hacer conciliar, dialogar y articular estos dos paradigmas tan opuestos?
La fraternidad y la Fratelli tutti
La fraternidad para la Teología es un tema central. En el año 1960 Joseph Ratzinger afirma que el problema clave del concepto de fraternidad para los cristianos es “la cuestión de los dos ámbitos de la conducta ética”. Señala que frente a la Ilustración y al estoicismo, “el cristianismo afirma la existencia de dos ámbitos distintos y solo llama plenamente ‘hermanos’ a los compañeros de la fe”; sin embargo, “la exclusión encuentra más bien su único y definitivo sentido en realizar el servicio en favor de los demás”. Ratzinger explica que la fraternidad cristiana supera las fronteras de la raza o cualquier otra barrera dentro de la comunidad –el vínculo que los une es ser hijos e hijas del mismo Dios Padre–, y argumenta cómo entiende la comunidad cristiana el universalismo al que llama el mismo Jesús en Mateo 25, 40. Con el giro del Concilio Vaticano II se amplía la comprensión de este universalismo.
En la Fratelli tutti, Francisco postula un concepto de fraternidad desde el amor hacia el otro, que se traduce en “la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos” (n. 94). Se habla de un “amor que se extiende más allá de las fronteras”, de una amistad social que “es una condición de posibilidad de una verdadera apertura universal” (n. 99). En síntesis, para Francisco hay aquí un principio ético: “Hay un reconocimiento básico, esencial para caminar hacia la amistad social y la fraternidad universal: percibir cuánto vale un ser hu- mano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia” (n. 106).
La eficiencia económica y la fraternidad en Fratelli tutti
El capítulo III de la encíclica reflexiona sobre cómo pensar y gestar un mundo abierto. Al tratar sobre el amor universal que promueve a todas las personas, Francisco asegura que “todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente” e introduce la expresión “aunque sea poco eficiente” (n. 107).
El concepto de eficiencia para la teoría económica neoclásica tiene su raíz en el óptimo de Pareto. Como lo muestra Irenè Berthonnet2 hay una larga historia en el pensamiento económico para llegar a un concepto de eficiencia, que diferentes autores del siglo XX –entre ellos L. Robbins, M. Allais, K. Arrow y F. H. Hahn– han ido elaborando una significación que pretende desligarse del concepto de justicia, para lograr una economía positiva (des- criptiva) alejada de una economía normativa (que incluye premisas éticas).
En el número 108 de Fratelli tutti Francisco afirma que en la actualidad hay sociedades que cumplirían parcialmente el derecho humano a la vida digna y al desarrollo integral. Para esas sociedades “invertir a favor de los frágiles puede no ser rentable, puede implicar menor eficiencia”, planteando que los mecanismos “eficientistas” de determinados sistemas económicos deben ser superados por un Estado activo y por instituciones de la Sociedad Civil que permitan poner a la persona y el Bien Común como el fin y el horizonte de la sociedad.
En Fratelli tutti n. 109, Francisco insiste en la necesidad de un Estado activo y explicita las desigualdades en que se encuentran muchas personas por la situación de su familia al nacer, por la salud, la educación, la alimentación o alguna discapacidad que les hace muy difícil su desarrollo humano integral. Pareciera que el Papa tuviera al frente el último Informe del PNUD de 2019 que hace un análisis muy completo sobre estas desigualdades en todas las etapas de la existencia de una persona y que condicionan su desarrollo humano.3 El Papa Francisco concluye este número diciendo: “Si la sociedad se rige primariamente por los criterios de la libertad de mercado y de la eficiencia, no hay lugar para ellos, y la fraternidad será una expresión romántica más”. Pareciera que el criterio de la eficiencia se opone al principio de la fraternidad.
Efectivamente si la sociedad se rige solo por el criterio de la eficiencia, va a distribuir el bienestar asegurando que no se “pierdan” recursos. La sociedad a través de los mercados va a premiar a los que son más “productivos”. En cambio, el principio de la fraternidad pretende un amor universal, una ayuda mutua asegurada por vínculos sociales. ¿Se podrán encontrar caminos que incluyan ambos paradigmas?
En el número 110 de Fratelli tutti el Papa Francisco va a usar el concepto de eficiencia desde una perspectiva más positiva y luego –en la misma línea de los números anteriores– desde una perspectiva más crítica:
Una sociedad humana y fraterna es capaz de preocuparse para garantizar de modo eficiente y estable que todos sean acompañados en el recorrido de sus vidas, no solo para asegurar sus necesidades básicas, sino para que puedan dar lo mejor de sí, aunque su rendimiento no sea el mejor, aunque vayan lento, aunque su eficiencia sea poco destacada.
Por un lado, Francisco postula el paradigma de una sociedad fraterna que garantiza “de modo eficiente” que todos lleguen al desarrollo humano integral. Es decir, esa preocupación fraterna tiene que ser positivamente eficiente. Por otro, esa sociedad fraterna debe velar por que cada uno logre dar lo mejor de sí, aunque su eficiencia sea poco destacada. Nuevamente la eficiencia es criticada por buscar solo el rendimiento.
El mercado en Fratelli tutti
El capítulo V de la Fratelli tutti se dedica a postular la necesidad de una mejor política para gestionar un verdadero Bien Común. Hace una crítica tanto a los populismos como a los liberalismos presentes en el mundo de hoy.
Cuando se refiere a los valores y límites de las visiones liberales afirma que “el mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal” (n. 168). Esta afirmación está en continuidad con lo expresado en Laudato si’ (n. 109), y también en línea con lo expresado por sus inmediatos predecesores.
La Doctrina Social de la Iglesia ha reflexionado en distintos contextos históricos sobre el mercado: Juan Pablo II en Centesimus Annus (n. 34) llegó a la conclusión de que es “un instrumento eficaz” para aquellos bienes y servicios que son “solventables” con poder adquisitivo. El mercado se rige por la justicia conmutativa, ha escrito Benedicto XVI en Caritas in veritate (n. 35). Los tres papas aseguran que el mercado solo no resuelve todo: “existen numerosas necesidades humanas que no tienen salida en el mercado”, dirá Juan Pablo II, y Benedicto XVI explica la necesidad de complementar la justicia conmutativa del intercambio en los mercados con “la justicia distri- butiva y de la justicia social” (Caritas in veritate, n. 34). Es recurrente para la teología de la Moral Social hacer una reflexión ética del mercado,4 haciendo una valoración crítica de sus virtudes y límites[5]. “El cristianismo no está cerrado a sociedades con mercado, sino a sociedades convertidas en un mercado”, afirma José Ignacio Calleja.6
Ciertamente las frases de Francisco contra lo que él llama “el dogma de fe neoliberal” o contra “las recetas dogmáticas de la teoría económica imperante” causarán controversia. Si en Laudato si’ se puede descubrir una originalidad en unir lo social con lo ambiental tratando de crisis socioambiental lo que estamos viviendo, en Fratelli tutti la originalidad podría encontrarse en su insistencia por una sana política. Es el diálogo a todo nivel el que puede encontrar salidas éticas a problemas que no son solo técnicos.
Por otra parte, Francisco vuelve a recordar en este número 168 de Fratelli tutti lo que ya había afirmado Be- nedicto XVI en Caritas in veritate: que el mercado requiere de “formas internas de solidaridad y de confianza recíproca” (n. 35). La necesidad de esta confianza recíproca no es solo de cohesión social o de tejido social, es de la estructura misma de la vida de los mercados. Se podría decir que racionalidad económica y racionalidad práctica, en la perspectiva ética, no son rivales, sino que coinciden.
Otro aspecto que releva el Papa Francisco en este número de Fratelli tutti es la crítica al “derrame” o “goteo” que provendría de la actividad económica. Ahí asegura que “el supuesto derrame no resuelve la inequidad, que es fuente de nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social”. En Chile causaron mucho impacto las palabras de Juan Pablo II en su discurso en la Cepal (año 1987) al hablar del “rebalse”: “¡Los pobres no pueden esperar! Los que nada tienen no pueden aguardar un alivio que les llegue por una especie de rebalse de la prosperidad generalizada de la sociedad”. Esta idea de que el “derrame” no resuelve la inequidad es transversal en el magisterio de Francisco al referirse a las desigualdades e injusticias sociales. Y la alusión a la violencia que nace de esta inequidad y que resquebraja el tejido social puede aportar en la opción por avanzar en cohesión social. Entre las soluciones que propone Francisco están una política económica activa, creatividad empresarial y fomento de mayores puestos de trabajo.
¿Cómo conciliar fraternidad y economía?
La decisión de cuánto mercado, cuánto Estado y cuánta Sociedad Civil es decisión de cada comunidad política. La propuesta del Papa en Fratelli tutti es por un Estado activo, que es subsidiario y solidario en fomentar que existan oportunidades para las hermanas y hermanos, en especial para los más desaventajados.
El Papa Francisco propone una política que lidere la vida económica. Mientras la economía está evaluando siempre los medios y tiene una racionalidad instrumental, la política, que debería orientarse al Bien Común, está en el orden de los fines.
Por otra parte, en Fratelli tutti Francisco va a reiterar una y otra vez que una traducción de la fraternidad es la amistad social. Para Chile, post estallido social y en proceso constituyente, esta amistad social es un camino que permite vivir procesos sociales y políticos. A través del diálogo y el debate se podrán encontrar soluciones que concilien esta amistad, esta cohesión social, esta fraternidad con la eficiencia, con la productividad, con el crecimiento y desarrollo.
1 Cfr. Yáñez R., E.; El Papa Francisco y la Economía. ¿Tendiendo puentes o levantando muros? Ediciones Universidad San Sebastián, Santiago, 2020.
* Cristián Hodge es doctor en Teología y académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
2 Cfr. “L’articulation efficacité/justice dans quelques theories économiques du xxe siècle Entre économie positive et économie normative”, en Revue Philosophique de Louvain. 2019, 116 (2), pp. 215-250.
3 Cfr. Informe sobre Desarrollo Humano 2019; “Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente: Desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI”.
4 Cfr. Alburquerque, E.; Moral social cristiana. San Pablo, Madrid, 2006, pp. 237-242.
5 Cfr. Muñoz, R. y Guitián, G.; Moral 5. EUNSA, Pamplona, 2019, pp. 161-169.
6 Cfr. Calleja, J. I.; Misericordia, caridad y justicia social. Perspectivas y acentos. Sal Terrae, España, 2016, p. 32.