Riccardo Muti y Massimo Cacciari
Editorial Il Mulino
Bolonia, marzo 2020
133 págs

Masaccio ha representado para mí un verdadero viaje interior. Debo decir que cuando lo “conocí”, vi en su pintura exactamente lo que Haydn había escrito en música. Entonces, había una correspondencia absoluta en mí. Esa Magdalena, siempre me ha “tocado” profundamente: y su amor a Cristo –sin duda– representado por ese manto rojo y ese cabello rubio y sus brazos extendidos y “dirigidos” hacia Cristo. Parece que ella ha entrado en escena en ese momento. Parece que irrumpe en el cuadro para ocupar inexorablemente toda la escena.

Así expresa el autor Riccardo Muti, su experiencia visual e interior luego de observar en el Museo Capodimonte de Nápoles, la obra “Crucifixión”, un óleo sobre tabla (77cm x 64cm, parte de un retablo de 19 piezas pintado para una capilla en la Iglesia del Carmine de Pisa), perteneciente al pintor cuatrocentista italiano Tommaso di ser Giovanni di Mone Cassai, más conocido como Masaccio (1401-1428), artista del Renacimiento, que, pese a su corta vida, creó una obra cuya importancia es decisiva en la historia de la pintura. Pero lo más notable de este testimonio es la impresionante asociación con la “Música instrumental sobre las siete últimas palabras de nuestro Redentor en la Cruz”, también conocida como “Las siete sonatas con introducción y un terremoto como conclusión”, obra maestra de Franz Joseph Haydn (17321809); una pieza que ha acompañado siempre la trayectoria musical del director de orquesta, quien tuvo el honor de dirigirla con la Orquesta Filarmónica de Viena a los pies de la tumba del compositor austríaco.

A partir de este testimonio, surge la motivación de esta publicación que nos ofrece la serie “Iconos, pensar a través de imágenes”, en lengua italiana. Un breve pero interesante libro, cuya acción transcurre a través de un entretenido diálogo protagonizado por un músico y un filósofo. Pensar a través de imágenes puede también interpretarse como pensar “en elogio de”. La inspiración proviene de la idea humanista de “imágenes agentes”, es decir, imágenes que generan y producen pensamientos, frente a los cuales la emoción se convierte en “imaginación”, y a la vez, puede convertirse en discurso, pues la primera “impresión” nunca desaparece y, de hecho, se fortalece al transmitir la experiencia visual observada. En otras palabras, “ese” pensamiento no habría entrado en su luz o su sombra sin ser provocado por “esa” imagen, y a su vez se convierte en síntesis sensible de una dimensión de lo humano.

La correlación de una obra pictórica con una obra musical se desarrolla a través de una extensa y profunda conversación sostenida por los autores, bajo el título “Il suono dell’immagine” (El sonido de la imagen), que prosigue con un análisis detallado de la obra de Haydn. El diálogo de Muti y Cacciari es ágil y fascinante cuando abordan cada movimiento de la pieza musical, iluminando sus atributos y proyectando su juicio sobre las obras fundamentales del repertorio sacro y los Réquiems de Mozart, Cherubini, Brahms y Verdi. “Las siete últimas palabras de Cristo en el Calvario” pertenecen a la etapa de madurez de Haydn, cuando el músico fue invitado por un canónigo de Cádiz para componer la música de un devocionario de Cuaresma que se celebraba en la Catedral de la ciudad y se inspiran en textos compilados de los cuatro Evangelios, tomados como leitmotiv para musicalizar el drama de la Pasión. Haydn desarrolla una secuencia de meditaciones puramente orquestales, basadas en cada una de las sentencias pronunciadas por Jesús agonizante en la Cruz, según el siguiente orden: 

Introducción (Maestoso y adagio) en Re menor.
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Sonata N°1 (Largo) en Si bemol mayor.
“Este día tú estarás conmigo en el Paraíso”. Sonata N°2 (Grave e cantabile) en Do menor.
“Madre, he ahí a tu hijo”. Sonata N°3 (Grave) en Mi mayor.
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Sonata N°4 (Largo) en Fa menor.
“Tengo sed”. Sonata N°5 (Adagio) en La mayor.
“Todo está consumado”. Sonata N°6 (Lento) en Sol menor.
“En tus manos encomiendo mi espíritu”. Sonata N°7 (Largo) en Mi mayor. El Terremoto (Presto e con tuta la forza) en Do menor. (Meditación:“Ciertamente, este era el Hijo de Dios”).


Un momento culminante del diálogo es cuando Muti señala: “La música no dice, pero evoca. La intención de la música nunca es descriptiva, pero evocadora en todo caso”, y el filósofo refuerza: “siempre evoca su propia esencia”.

Masaccio y la “Crucifixión”, con su fondo dorado que hiere los ojos, con la Magdalena postrada al pie de la cruz; Haydn y la música de las “Siete palabras de nuestro Redentor en la Cruz”, representan una expresión desgarradora de autosacrificio. Masaccio y Haydn se unen en una sola imagen, como revela este excepcional diálogo. Las sentencias del Cristo agonizante, en rigor exclamaciones, se convierten en sonidos y significados universales que trascienden la imagen misma, convirtiéndose en abstracción pura.

Sobre los autores

Riccardo Muti es director musical de prestigiosas orquestas internacionales, del Teatro del Maggio Musicale Fiorentino y del Teatro alla Scala. Desde 2010 es director musical de la Orquesta Sinfónica de Chicago. Desde 2015 se dedica a la formación de jóvenes directores de todo el mundo con la Academia de Ópera Italiana Riccardo Muti. Ha recibido numerosos honores y títulos honoríficos.
Massimo Cacciari es profesor emérito de filosofía en la Universidad San Raffaele de Milán y miembro de Lincei. Entre sus últimos libros, “El poder que frena” (2013) y “Laberinto filosófico” (2014) para Adelphi, “La mente inquieta” (Einaudi, 2019) y para Il Mulino “Generare Dio” (2017).

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