El sábado 18 de septiembre se celebraron en las distintas diócesis de Chile Te Deum o acciones de gracias para pedir a Dios por el país en el 211º aniversario de la Primera Junta Nacional de Gobierno.

El Te Deum Ecuménico de Acción de Gracias por la Independencia de Chile, fue celebrado en la Catedral Metropolitana, en presencia de las máximas autoridades del país, encabezadas por el Presidente de la República, Sebastián Piñera.

En su homilía, el cardenal dijo que cuando en nuestra relación con la realidad hay algo que no funciona, es necesario volver sobre los fundamentos de nuestra propia cultura: “La importancia de la ecología es hoy indiscutible. Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente”. Recordó que existe también una ecología del hombre “que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo”, porque el ser humano “no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo. Así, y solo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana”.

Los fraudes escandalosos y la paz que viene de Dios

Luego, el arzobispo señaló que estamos saliendo “del pozo de la pandemia y asustados buscamos afanosamente el progreso, el desarrollo”, que tenemos muchos recursos, pero que “escandalosos son los fraudes y malversaciones; escandalosa es la corrupción y la violencia, la desigualdad y la injusticia”, y afirmó que las causas de subdesarrollo con frecuencia se originan en que el hombre se desentiende de los deberes de la solidaridad.

Dijo que “Esto se manifiesta especialmente en las inequidades masivas que el mundo experimenta en el nivel global, nacional y regional: algunos grupos gozan de un tipo de súper desarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones de pobreza, precariedad y aun miseria”.

En otra parte de su homilía, el cardenal Aós señaló que “rezamos con dolor y vergüenza” por los compatriotas e inmigrantes que malviven en los campamentos y en los jardines y calles; por los que tratan de buscar solución al problema. “Donde reinan la pobreza y la ignorancia, la violencia fundamentalista arraiga más fácilmente. El camino a la paz no se encuentra en las armas y la violencia sino en la justicia. La verdadera religión es adorar a Dios y amar al prójimo: si queremos preservar la fraternidad en la tierra no podemos perder de vista el cielo; el más allá de Dios nos remite al más acá del hermano”, expresó.

El respeto de toda la vida humana y la libertad de culto y educación

También dio gracias a Dios y pidió su bendición sobre los gobernantes, legisladores, magistrados y jueces, las mujeres y los varones que trabajan en la Asamblea Constituyente y dio gracias por todos aquellos que buscan respetar y proteger los valores no negociables: “El respeto y la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de los padres para elegir el modelo y el establecimiento de educación de los hijos, la promoción del bien común en todas sus formas y la subsidiariedad del Estado que respeta la autonomía de organizaciones y colabora con ellas”.

Además, el pastor se refirió a la libertad de religión, que supone reconocer qué es y qué significa la religión y sus prácticas y respetar ese derecho: “Pero la libertad de culto no es simplemente una libertad de pensamiento, y que queda en el fuero interno, sino que ‘el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe’”. Y sostuvo que hacer el mundo más justo no es solo cambiar estructuras y crear instituciones, sino que “se refiere también al carácter moral de las personas, lo que la cristiandad entiende como permitir a las personas ser más como Cristo”.

Luego, Celestino Aós dio gracias al Señor por todos los que “con buena voluntad se comprometen y trabajan para encontrar alivio y salida al problema de los pueblos originarios tanto en la Araucanía, que sufre enferma de violencia, como en los otros pueblos”. Dio gracias por los que se preocupan de acoger, proteger, promover e integrar a los inmigrantes; por las mujeres y quienes las acompañan “y que buscan respeto por sus personas y promoción de sus derechos”; por quienes acompañan a los jóvenes sin ilusión ni esperanza, y por quienes rezan y trabajan promoviendo las vocaciones al diaconado y al presbiterado.

El arzobispo presentó ante el Señor de la Vida y la Esperanza a todos los marginados, los enfermos del coronavirus o de otras patologías y dio gracias “por todos los que se esmeran por una mejor salud y por una salud que alcance a todos”, por los que “buscan ayudar a quienes tanto sufren víctimas de abusos eclesiales y de violencia civil, violencia familiar o de género etc. ¡Ilumina y fortalece la libertad de cada uno de nosotros para que no vuelvan a repetirse atropellos y delitos y para que encontremos formas de alivio y sanación!”.

Sin Dios no hay desarrollo pleno

Más adelante en su homilía el obispo capuchino enfatizó que el ser humano “se desarrolla cuando crece espiritualmente, cuando su alma se conoce a sí misma y la verdad que Dios ha impreso germinalmente en ella, cuando dialoga consigo mismo y con su Creador. Lejos de Dios, el hombre está inquieto y se hace frágil. La alienación social y psicológica y las numerosas neurosis que caracterizan las sociedades opulentas, remiten también a este tipo de causas espirituales. No hay desarrollo pleno ni un bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo”.

Hacia el final de su reflexión, el cardenal Aós afirmó que “ya no es tiempo de alianzas de unos contra otros, sino de buscar en común soluciones a los problemas de todos. Necesitamos verdad y diálogo para cultivar los fermentos de unidad y reconciliación; a dialogar se aprende con ejercicios de diálogo, no con meras lecciones teóricas; pero tampoco aprenderemos a dialogar automáticamente y sin esfuerzo (…) Nadie sobra en Chile. Necesitamos puestos de trabajo dignos y salarios justos y los pedimos por intercesión de san José; necesitamos el apoyo de cada una de las chilenas y chilenos en los procesos de elecciones y de expresión de nuestros pensamientos y valores, etc. Necesitamos la ayuda del Señor Jesucristo, nuestro Salvador, para que se cumpla su oración “que el amor con que me amaste esté en ellos; también yo esté en ellos”.

El desarrollo de la liturgia

Este Te Deum, el N°211 desde la Primera Junta Nacional de Gobierno, fue el último de este segundo gobierno del Presidente Sebastián Piñera. El mandatario fue recibido junto a su esposa en la entrada de la catedral por la canciller María Francisca San Martín.

Al inicio de la Acción de Gracias, el cardenal Aós recordó a las víctimas del coronavirus y rezó un responso por las personas fallecidas por esta pandemia. Enseguida hubo un canto a lo divino, a cargo de Arnoldo Madariaga Encina y su nieta Emma. Él es cantor a lo humano y lo divino, poeta popular, payador y guitarronero; en Casablanca, su ciudad natal, ha organizado el canto a lo divino de la novena de la Virgen de la Merced, en El Totoral, y ha sido cantor habitual en la novena de la Virgen del Carmen de San Pedro de Melipilla y es un fundador de las vigilias de canto a lo divino en el Templo Votivo de Maipú en los 70, en la Basílica de Lourdes (1978) y el santuario del Padre Hurtado (2003).

Durante la Liturgia de la Palabra y la Oración Universal, participaron las diversas confesiones cristianas y también hubo palabras de los representantes de las comunidades judías y musulmana. El encuentro republicano culminó con el solemne Himno del Te Deum, interpretado por el coro y orquesta del Arzobispado; con la oración final, la bendición y la interpretación del Himno Nacional, tras lo cual el cardenal Celestino Aós despidió al Presidente de la República.


Fuente: Comunicaciones Santiago

Santiago, 18-09-2021

Homilía Te Deum

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