Existen pocos pensadores vivos tan mediáticos como Byung-Chul Han. Su éxito radica en que ha sido capaz de explicar, con una claridad única, la situación existencial del hombre del siglo XXI.

© Humanitas 94, año XXV, 2020, págs. 359 – 367.


 

I

La filosofía quizá no está de moda, pero el filósofo surcoreano Byung-Chul Han sí. Y es que existen pocos pensadores vivos tan mediáticos como este coreano educado y afincado en Alemania. Su éxito radica en que ha sido capaz de explicar, con una claridad que se agradece, la situación existencial del hombre del siglo XXI. Byung-Chul Han es ante todo un radiólogo de las sociedades occidentales, un pensador atípico, un romántico con el alma oriental. Sus ensayos breves, con un tono divulgativo que huye del academicismo, así como su lenguaje claro y repetitivo, lo convierten en un autor accesible y popular.

Sepamos más de este original pensador. Byung-Chul Han nació en la ciudad de Seúl (Corea del Sur) en 1959. Tras iniciar sus estudios universitarios en ingeniería metalúrgica, decide abandonar la carrera, debido a la presión familiar y social, y fugarse a Alemania, donde aprende el idioma con rapidez. Allí comienza la carrera de Filosofía en la Universidad de Friburgo, así como la de Literatura alemana y Teología en la Universidad de Múnich. En 1994 se doctora con una tesis sobre el inquietante filósofo alemán Martin Heidegger (1889-1976). En la actualidad, imparte clases como profesor de Filosofía y Estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín y concede numerosas entrevistas en medios de lengua española como El País y El Mundo. La mayor parte de su obra ha sido traducida a nuestra lengua gracias a Herder Editorial y Caja Negra Editora.

 

II

Tras la caída del Muro de Berlín en 1989 se inicia, como sabemos, la post Guerra Fría. En una aceleración vertiginosa del tiempo histórico, quizá nunca antes vista, hemos pasado de las revoluciones industriales decimonónicas a la gran revolución científico-técnica y digital de los siglos XX y XXI. Del individualismo propio del primer capitalismo, hemos pasado al libertarismo atomizador del capitalismo neoliberal. En un proceso dirigido geopolíticamente por el mundo anglosajón, la economía parece situarse por encima de las personas y de los países. Ante esta novedosa situación, Byung-Chul Han radiografía al sujeto neoliberal de la sociedad del rendimiento. Su crítica no la realiza desde el marxismo, al que considera incapaz de explicar el neoliberalismo[1], sino más bien desde cierto eclecticismo filosófico vagamente antimoderno.

La idea-fuerza que articula toda la propuesta filosófica de Byung-Chul Han es la autoexplotación. El hombre actual se explota a sí mismo hasta el agotamiento. Apoyándose en Foucault, el filósofo coreano considera que hemos abandonado la sociedad industrial, disciplinaria y coactiva, marcada por el tú debes, para entrar en una sociedad posindustrial, definida por el tú puedes e inundada por un exceso de positividad. Yes we can. Así, el yo decae, se cansa y se vuelve depresivo. Y es que el yo real nunca alcanza, en este contexto, las expectativas generadas por el yo ideal. Esto genera tendencias autoagresivas que pueden desembocar en enfermedades como la depresión. El explotado no cuestiona el statu quo, sino que más bien, roído por la culpa, carga contra sí mismo y se vuelve depresivo al considerar su vida un fracaso. La proliferación actual de enfermedades neuronales –TDAH (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad), TLP (Trastorno límite de personalidad) y SDO (Síndrome del desgaste ocupacional o trabajador quemado)– confirmaría la tesis de la autoexplotación[2], así como la dificultad que tiene el hombre actual en su relación con la realidad. ¿Pero por qué absolutizar la positividad es peligroso? La vida siempre es dramática, y como tal nunca está exenta de negatividad y, por lo tanto, de generar cierta resistencia y dolor. Abolir esta negatividad es irreal e inhumano, ya que produce un espejismo de libertad y debilita las personalidades (el infierno de lo igual[3]), donde un yo flexible, incapaz de decir que no, es presa de la propaganda y de la aceleración del proceso de producción capitalista. Una personalidad sólida generaría resistencia y sería menos proclive a la vida acelerada y des-vinculante. En este punto, la visión de Han se asemeja mucho a la idea de sociedad líquida de Zygmunt Bauman[4].

En las sociedades coactivas del capitalismo industrial, el cuerpo se convirtió en un engranaje[5], como decía Ernesto Sábato. En la sociedad posindustrial, la psique se valora por encima del cuerpo, convirtiéndose en la principal fuerza productiva. Surgen así nuevas formas de explotación y de dominio que Han denomina psicopolíticas[6]. El poder es hoy amable y permisivo. La economía además parece situarse por encima de la política. El concepto de clase social se quiebra, todos somos proletarios, incapaces de articular cualquier acción política sólida, ya que la atomización del sujeto neoliberal impide la formación de un nosotros político. La política queda dañada al guiarse por la lógica del consumo y el poder de la imagen impide la reflexión política. Los partidos y sus líderes, así como los lemas de campaña y los símbolos, se convierten en objetos de consumo. Más que ciudadanos somos consumidores. Esto genera un deterioro grave de la democracia, que según Han se convierte en democracia de espectadores. Por si esto fuera poco, la utilización del almacenamiento de datos masivo (Big Data) por parte de grandes multinacionales permite avanzar en posibilidades de predicción y control del comportamiento humano, tanto en sus pautas de consumo como en su comportamiento político. Por ejemplo, Obama y Trump se han servido del Big Data para consolidar sus victorias electorales.

El dataísmo es nihilismo, asegura Han, porque se renuncia a la narración y porque el yo se descompone en datos (Quantified Self, el yo cuantificado, es decir, el auto-seguimiento con tecnología). Esto bloquea la posibilidad de abrir preguntas como: ¿Quién soy yo? ¿Para qué vivo? ¿Cuál es mi vocación? Las nuevas formas de dominio se refinan: talleres de inteligencia emocional, gestión empresarial, coaching, manuales de autoayuda que fomentan con fanatismo religioso la optimización personal… Incluso los pastores y telepredicadores evangélicos actúan como managers y entrenadores motivacionales. Se trata, en caso de enfermedad, de recuperarse cuanto antes para seguir rindiendo. Es el peligro de lo que Josef Pieper denominó el estado totalitario del trabajo[7]. ¿Tenemos tiempo para el ocio y para el descanso al estar veinticuatro horas conectados y localizables? Byung-Chul Han alerta sobre el peligro de renunciar a la vita contemplativa en detrimento de la vida activa. Y apoyándose en Aristóteles critica que la vida se guíe por la mera acumulación de capital.

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Frente al sentimiento, que asocia emoción y pensamiento, el poder neoliberal consolida su dominio controlando y explotando la emotividad, que es per se volátil y cambiante y está exenta de toda racionalidad y narratividad. Las redes se convierten en lugares de “linchamientos digitales”. El capitalismo de la emoción no solo deteriora la libertad, sino también el logos. Consume y comunica, parece ser el lema del mundo digital, al que nuestro autor denomina el enjambre[8], por el ruido que generan las redes. Ya no existe apenas la censura, sino el ruido amorfo de la sobreinformación. ¿A quién escuchar? ¿Existe tiempo para el silencio? Por otro lado, nuestro mundo interior queda dañado, ante la exposición voluntaria e incluso pornográfica de nuestro yo. Es la llamada sociedad de la transparencia[9]. En las redes sociales el hombre actual busca, en parte, regenerar los vínculos comunitarios perdidos. Sin embargo, fracasa porque las redes sociales son un caldo de cultivo de la autorreferencialidad y del narcisismo. Comunicación sin comunidad[10]. Según Han, el panóptico carcelario de Bentham, propio de la sociedad disciplinaria, se ha quedado anticuado ante el gran Panóptico Digital de la sociedad neoliberal, que es un sistema de dominio más perfecto, en donde el individuo se desnuda y se exhibe voluntariamente.

¿Y qué es lo que ocurre con el cuerpo? En el capitalismo neoliberal el cuerpo se expone como si fuera mercancía. Así, hoy el erotismo se ve amenazado no por el puritanismo religioso, sino por lo pornográfico, es decir, por lo explícito. La exposición desacraliza el cuerpo. Eros se retira, porque no entiende de poder ni de dominación, al contrario que Ares. El Eros es impotencia del yo y es comunicación erótica: fantasía, sorpresa y caricia. El filósofo coreano reivindica la visión del Eros de Emmanuel Lévinas. Si se destruye toda alteridad, es imposible amar al otro y por lo tanto solo se le puede consumir, como objeto sexual que nunca tiene rostro. Así, las relaciones se deshumanizan en un entramado de intereses comerciales. Han nos recuerda que el Logos carece de vigor sin el poder de Eros[11].

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Por todas estas razones, hoy estaríamos viviendo una alteración en la percepción del tiempo. Es el denominado tiempo sin aroma[12], definido por el cambio permanente de vivencias, que impiden hacer un juicio sobre la experiencia vivida. La ausencia de vida contemplativa elimina el valor del instante, de las rutinas y de las repeticiones, así como la trascendencia de los días de fiesta, íntimamente vinculados al sentido religioso. En definitiva, la aceleración y el consumo bloquean la apertura y las preguntas religiosas ante el Misterio. Se podría decir que la filosofía de Han, en este sentido, es religiosa. A lo largo de su obra se percibe una gran simpatía hacia la sensibilidad del budismo zen[13].

Finalmente, Han reivindica el papel de la cultura, la música y las artes, expresiones vinculadas al ser y no al poseer y, por lo tanto, enemigas del capitalismo neoliberal que todo lo somete al imperativo del rendimiento. La belleza es así una fuerza engendradora, que ocasiona resistencia frente al consumo, al cancelar el poder del paso del tiempo. La salvación de lo bello es la salvación de lo vinculante[14]. Han también critica la explotación de la tierra. Y reivindica la belleza de la naturaleza, que es siempre signo de algo más. Cada brote que surge de la tierra es para mí un verdadero milagro[15], asegura el filósofo coreano. Además, citando a Agustín de Hipona, Han recuerda que la profanación de lo bello impide el acceso a un conocimiento que nos acerca a la redención.

 

III

Durante el inicio de la crisis del coronavirus, Byung-Chul Han ha concedido numerosas entrevistas, donde quizá ha tenido un tono excesivamente apocalíptico. Sin embargo, conviene recordar la refutación que ha hecho al filósofo marxista esloveno Slavoj Žižek, que sostenía el inminente colapso del sistema capitalista y de la dictadura china. Para el filósofo coreano este virus no va a vencer al capitalismo neoliberal. Además, Han augura un probable desplazamiento del eje del poder hegemónico, desde Estados Unidos hacia China. El gigante asiático podría vender como eficaz su modelo de Estado policial digital en la gestión de la pandemia[16]. Ello evidenciaría la posibilidad de un rebrote de autoritarismo y una nueva crisis de las democracias y del liberalismo político. Han recuerda que en el pensamiento chino no existe la contradicción, ya que profesa la cultura de la ausencia y del fluir, frente a la civilización occidental, sustentada en el ser y la esencia. Así, toda la vida, el arte, la literatura, la ropa, las marcas, están determinadas por el concepto del shanzhai, que traduciríamos por falsificación, copia pirata o fake. El shanzhai puede trasladarse a la política. Así, el maoísmo vendría a ser una especie de marxismo shanzhai[17]. Ello explica la hibridación china entre el comunismo y el turbocapitalismo, dice Han. Aunque olvida mencionar un tercer ingrediente: el del nacionalismo chino de la etnia han, que es además la mayoritaria. Podríamos decir que China aspira a liderar el siglo XXI, sin encontrar ninguna contradicción en una triple hibridación: comunismo, capitalismo neoliberal y nacionalismo chino, que es como mínimo inquietante.

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IV

En conclusión, la lectura de Byung-Chul Han es provocadora y recomendable para entender nuestro mundo. Acierta especialmente Han en su radiografía del hombre actual y en la crítica a la ideología neoliberal, que es, como diría el filósofo uruguayo Alberto Methol Ferré, “La nueva utopía reaccionaria contra los pobres, sean ellos países o personas”[18]. Es más, en mi opinión, podríamos decir que el neoliberalismo podría ser una especie de fascismo líquido.

No obstante, la filosofía de Han resulta problemática en ciertos aspectos. Por un lado, su lectura puede generar en el lector cierto pesimismo, que es quizá algo innato a la personalidad del autor, ya que la insistencia, en ocasiones sentenciosa, en lo que nos amenaza, descuida la reivindicación de lo que nos sostiene. Por ejemplo, el valor de la persona en toda comunidad política, el equilibrio entre libertad individual y justicia social, la importancia de la democracia y de los Derechos Humanos como signos de civilización… Por otro lado, la filosofía de Han carece de una propuesta vital regeneradora y además sus ref lexiones vienen acompañadas de cierta inacción y fatalismo ante situaciones de crisis. Además, apoyándome una vez más en ese intérprete de nuestra cultura, especialmente de la región meridional de América, Methol Ferré[19], añadiría que Byung-Chul Han concibe Occidente como un todo monolítico y que en su enfoque “radiológico” no logra distinguir la hegemónica modernidad protestante anglosajona de la periférica modernidad católica (barroca), derrotada en los siglos XVI y XVII[20], pero presente todavía en las periferias occidentales, es decir, los países del sur de Europa y en ese “continente de la esperanza” (Ratzinger) llamado Latinoamérica.

No quisiera cerrar estas reflexiones sin acudir a unas breves palabras de un buen amigo de Methol Ferré, el Papa Francisco[21], que posee, a mi juicio, una ágil y provocadora inteligencia política. Asegura Francisco que hay que poner la economía al servicio de los pueblos (…) y defender las “tres Tes”: tierra, techo y trabajo, sabiendo que de nada sirve un cambio de las estructuras si no viene acompañado de un cambio del corazón[22]. Y es que toda crisis, recordaba recientemente[23], es una oportunidad, una llamada para ir a la brecha y cultivar la realidad nueva.

 


Notas:

[1] Han, Byung-Chul; “¿Por qué hoy no es posible la revolución”. El País, 3 de octubre de 2014. Disponible en: https://elpais.com/elpais/2014/09/22/opinion/1411396771_691913.html
[2] Han, Byung-Chul; La sociedad del cansancio. Barcelona, Herder Editorial, 2017.
[3] Han, Byung-Chul; La expulsión de lo distinto. Barcelona, Herder Editorial, 2017, p. 23.
[4] Véase una síntesis muy útil del pensamiento de Bauman en: “Zygmunt Bauman, profética voz en el desierto”, en Humanitas, Nº 60, Santiago de Chile, 26 de mayo de 2017.
[5] Sábato, Ernesto; Hombre y engranajes. Madrid, Alianza Editorial, 1973.
[6] Han, Byung-Chul; Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Barcelona, Herder Editorial, 2014.
[7] Pieper, Josef; Solo quien ama canta. Madrid, Ediciones Encuentro, 2015, p. 16.
[8] Han, Byung-Chul; En el enjambre. Barcelona, Herder Editorial, 2014.
[9] Han, Byung-Chul; La sociedad de la transparencia. Barcelona, Herder Editorial, 2013.
[10] Han, Byung-Chul; La desaparición de los rituales. Barcelona, Herder Editorial, 2020, p. 11.
[11] Han, Byung-Chul; La agonía del Eros. Barcelona, Herder Editorial, 2014, p. 78.
[12] Han, Byung-Chul; El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse. Barcelona, Herder Editorial, 2015.
[13] Han, Byung-Chul; La filosofía del budismo Zen. Barcelona, Herder Editorial, 2015.
[14] Han, Byung-Chul; La salvación de lo bello. Barcelona, Herder Editorial, 2015, p. 110.
[15] Véase: “Loa a la tierra: El alegato (ecologista) de Byung-Chul Han”, en Ethic, 14 de agosto de 2019. Disponible en: https://ethic.es/2019/08/loa-a-la-tierra/
[16] Véase: “La emergencia viral y el mundo de mañana. Byung-Chul Han, el filósofo surcoreano que piensa desde Berlín”, El País, 22 de marzo de 2020. Disponible en: https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viraly-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html
[17] Han, Byung-Chul; Shanzhai. El arte de la falsificación y de la deconstrucción en China. Buenos Aires, Caja Negra Editoral, 2017, p. 80.
[18] Methol Ferré, Alberto; La América Latina del siglo XXI. Edhasa, 2006, I. Disponible en: http://www.metholferre.com/obras/entrevistas/detalle.php?id=3
[19] Véase el artículo-homenaje a Methol Ferré de Pedro Morandé Court: “Fe y cultura como hermenéutica de la historia”, en Humanitas Nº 62, Santiago de Chile, 21 de marzo de 2011.
[20] Véase la reflexión a partir del pensamiento de Methol Ferré de Rocco Buttiglione. Es particularmente valiosa la relativa al arte barroco: “Elementos para interpretar el Papado Latinoamericano”, en Humanitas, Nº 86, Santiago de Chile, 4 de diciembre de 2017.
[21] Ídem.
[22] Papa Francisco; Política y sociedad. Conversaciones con Dominique Wolton. Madrid, Ediciones Encuentro, 2018, pp. 85-87.
[23] Véase el video con el discurso del Papa Francisco a Scholas Occurrentes: “El Papa a Scholas, la educación es escuchar, crear cultura, celebrar la vida”, 5 de junio de 2020. Disponible en: https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2020-06/papa-francisco-video-mensaje-scholas-occurrentes.html

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