Ricardo Capponi
Zig-Zag
Santiago, 2019
582 págs.
Si bien Ricardo Capponi siempre fue un hombre que se multiplicaba entre charlas, columnas, atendiendo en su consulta, impartiendo clases o participando en programas de radio o televisión, este libro, escrito en mayo de 2019, es sin duda su best seller. Una obra completísima de más de 500 páginas, que ya tiene más de cinco ediciones y donde trata del universal tema de la felicidad. Antes había publicado otros cuatro libros sobre psicopatología, sobre el necesario fin del duelo en el país tras las violaciones a los derechos humanos y otros escritos sobre el amor y la sexualidad.
Felicidad sólida, como dice su nombre, pretende hacerle frente a una sociedad donde predomina la liquidez, término acuñado por el sociólogo Zygmunt Bauman, y donde la felicidad es muchas veces licuada, empaquetada y vendida en una sociedad de consumo y propuesta en libros de autoayuda, de los que el autor pretende distanciarse.
El libro es de gran originalidad y genialidad, no solo por tratar el tema de la felicidad desde una perspectiva científica, sino también por integrar en él teorías y enfoques disímiles tomando una perspectiva biopsicosocial. Rescata puntos esenciales de la teoría de la evolución de Darwin, al integrar la dimensión animal de la persona; la teoría del desarrollo de Freud, al considerar el pasado como condicionante de nuestro presente; la neurociencia, lo que le da sustento físico a las hipótesis que plantea; los aportes de Kahneman y Taleb, que ayudan a comprender nuestras limitaciones para aceptar la complejidad del mundo y nuestra ignorancia, y finalmente las ciencias sociales, especialmente la psicología social, al considerar las influencias que tienen en el sujeto las dinámicas grupales, institucionales, sociales y culturales. Entre estos enfoques se mueve con libertad, rescatando los puntos esenciales de cada uno y sin compartir necesariamente con ellos su visión global. Para el autor, es imposible elaborar una teoría de la felicidad sin considerar la multiplicidad de dimensiones que componen al ser humano.
El libro, sin ser una propuesta que parte de la religión o de la antropología cristiana, permite intuir los fundamentos antropológicos en los que se sostiene. Estos son la naturaleza relacional de la persona, el dramatismo de la libertad y la temporalidad de la experiencia. Integra una multiplicidad de elementos que componen a la persona y desde los cuales acceder al tema de la felicidad, siendo estos biológicos, psíquicos (o espirituales) y sociales.
El libro propone una felicidad que depende de nuestra capacidad de elaborar las emociones negativas, para superar el estrés y el aburrimiento, y elaborar los placeres peak para superar la tendencia a la adicción. Esta capacidad de elaboración –nos advierte el autor– no es un camino fácil, sino que requiere de trabajo y de un enfrentamiento constante con los desafíos que se dan en la “zona de encuentro”, en los vínculos que creamos al relacionarnos con los demás. Esta propuesta, señala el autor, exige enfrentar la pereza mental que nos empuja a querer simplificar la realidad y nos hace evitar el trabajo cognitivo y emo-cional que se requiere. En vez de elaborar las emociones negativas, la cultura de la liquidez hace que estas sean negadas, reprimidas u ocultadas.
El libro está dividido en cinco partes. La primera describe los constituyentes esenciales de la felicidad: los placeres. Esto no quiere decir que su propuesta es una propuesta hedonista. Capponi muestra con detalle cómo una vez satisfechos los placeres básicos y sensoriales, es necesario ir más allá y rescata la importancia de los placeres psíquicos, que también pueden ser espirituales, como la contemplación. Estos placeres son más sofisticados y muchas veces se generan precisamente al poner límites a la satisfacción de los placeres esenciales. Los placeres esenciales sensoriales, afirma, son importantes y atractivos. En muchos casos, son fáciles de conseguir y producen un grado muy importante de satisfacción. Sin embargo, la vivencia indiscriminada de dichos placeres va creando frustraciones y adicciones que impiden gozar de los placeres psíquicos.
Esta primera parte del libro contiene los argumentos centrales del autor, los que se van complejizando en las siguientes partes: en la segunda plantea que la capacidad de construir símbolos, fruto de la experiencia, contribuye de forma significativa a la felicidad. En la tercera, describe cómo se dan el placer y la felicidad en la temporalidad del presente, pa-sado y futuro. En la cuarta parte, analiza el terreno donde se posibilita la felicidad, esto es, en la zona del encuentro, a través de los vínculos. Y finalmente se aboca a entender la forma en que se mide la felicidad y hace un análisis crítico de los instrumentos que se proponen y su forma de interpretarlos para implementar políticas públicas eficientes.
Si bien no es un libro de autoayuda, esta obra resulta de gran ayuda no solo para aquellos que trabajan en el área de la salud mental, sino también para todos aquellos que quieren plantearse una forma sólida de construir la felicidad y para padres y madres en la crianza de sus hijos.