Sumilla

Las críticas más fuertes a la Ostpolitik vaticana provenían de ciertos católicos que vivían bajo regímenes totalitarios, y a veces también de sus pastores, quienes acusaban a la Santa Sede de ceder ante los regímenes comunistas, de concordar con los mismos y así renunciar a protestar en el ámbito internacional contra la violencia y los abusos perpetrados en relación con la Iglesia Católica y otras confesiones cristianas. Estas denuncias constituyeron un duro golpe contra el trabajo desarrollado hasta ese momento por monseñor Agostino Casaroli, encargado por dos Papas de estas delicadas misiones en los países comunistas. Él buscaba el camino diplomático para garantizar un espacio de vida, un modus vivendi o un modus non moriendi, a las Iglesias de esos países al otro lado de la Cortina de Hierro. Hoy es posible reconstruir históricamente estos hechos, utilizando las fuentes diplomáticas del archivo Casaroli, recientemente publicadas.

 Humanitas 2015, LXXX, págs. 122-139.

 
 
 
 
 
 

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El lunes de madrugada, tras haber dado el Domingo de Resurrección la bendición Urbi et Orbe y saludado desde el balcón y el papamóvil a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Su Santidad Francisco partió a la casa del Padre. La noticia se extendió rápidamente y, a pesar de que sabíamos que su salud estaba muy frágil, causó mucha consternación. Se hace difícil asimilar que alguien con un mensaje tan vivo y una presencia tan poderosa en su sencillez, ya no está, y es inevitable recurrir a aquellas imágenes, frases y recuerdos que cada uno tiene especialmente grabados en su interior.
Poder reflexionar sobre las inquietudes que ocupan a la Iglesia y a sus pontífices es una vocación fundacional de la revista Humanitas , la que ha acompañado a lo largo de su historia a tres Papas. Acompañar a Francisco fue una tarea especial debido a la relevancia que fue adquiriendo la fuerza e identidad católica del continente latinoamericano. Compartimos a continuación algunos escritos que profundizaron, a lo largo de estos doce años, en diferentes aspectos de su pontificado.
Durante doce años Francisco fue el pastor de la Iglesia, un Papa argentino que llevó hasta el Vaticano lo mejor de la Iglesia de Latinoamérica: su sencillez, su espiritualidad, su actitud en permanente salida y su opción por estar junto a los últimos. Un Papa con voz firme y fuerte, pero que supo comunicar con ternura y sin enfrentamientos, humilde y franco, lleno de gestos y de sorpresas, que se fue haciendo anciano, pero que condujo la barca de Pedro con la fuerza de quien se deja mover por el Espíritu Santo.
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