Todo fue más sobrio y esencial, sin embargo, nunca antes tanta gente había escuchado al Papa gracias a los medios de comunicación.
Las celebraciones del Jueves y Viernes Santo, la Misa de la Vigilia Pascual y el Domingo de Resurrección: La Semana Santa completa fue rediseñada para acompañar a los fieles en tiempos de pandemia. Todo fue más sobrio y esencial, sin embargo, nunca antes tanta gente había escuchado al Papa gracias a los medios de comunicación. El Crucifijo de San Marcello y el icono de la Salus populi Romani, que acompañaron la oración del 27 de marzo, estuvieron siempre presentes.
Jueves Santo
El Jueves Santo el Papa no presidió la Misa Crismal con los sacerdotes de Roma: la celebración tendrá lugar cuando la crisis haya terminado. Sin embargo, la Misa de la Cena del Señor, que conmemora la institución de la Eucaristía, se celebró durante la tarde en el altar de la Cátedra. En una improvisada homilía el Papa da tres palabras claves, Eucaristía, servicio, unción y se dirige a los sacerdotes llamándolos a ser "grandes perdonadores". Aunque el rito tradicional del lavado de pies no pudo llevarse a cabo, el Papa hizo un llamado a los sacerdotes a que “se dejen lavar los pies”.
Viernes Santo
El Viernes Santo tuvo lugar la Liturgia de la Pasión y la Adoración de la Cruz en la Basílica de San Pedro. El Crucifijo de San Marcello se mantuvo cubierto hasta el momento de la adoración a la Cruz, para la cual se omitió el beso. Durante la celebración el predicador de la Casa Papal, el capuchino Raniero Cantalamessa, dirigió una profunda y contundente meditación. "No hagamos que tanto dolor, tantos muertos, tanto compromiso heroico por parte de los agentes sanitarios haya sido en vano. Construyamos una vida más fraterna, más humana y más cristiana". La homilía completa se puede ver en el siguiente video:
En la tarde del Viernes Santo se hizo el Vía Crucis en la Plaza de San Pedro, con las estaciones a lo largo de la columnata, alrededor del obelisco y finalmente a lo largo del camino que lleva al patio de la iglesia. Las emocionantes meditaciones del Vía Crucis fueron propuestas por la capellanía del Centro Penitenciario de cumplimiento “Due Palazzi” de Padua. Catorce personas meditaron sobre la Pasión, actualizándola en su propia vida. Entre ellas figuraron cinco personas detenidas, una familia víctima de un delito de homicidio, la hija de un hombre condenado a cadena perpetua, una educadora de instituciones penitenciarias, un juez de vigilancia penitenciaria, la madre de una persona detenida, una catequista, un fraile voluntario, un agente de policía penitenciaria y un sacerdote que fue acusado y ha sido absuelto definitivamente por la justicia, tras ocho años de proceso ordinario. “Acompañar a Cristo en el Camino de la Cruz, con la voz ronca de la gente que vive en el mundo de las cárceles, da la oportunidad para asistir al prodigioso duelo entre la vida y la muerte, descubriendo cómo los hilos del bien se entretejen inevitablemente con los hilos del mal”. Durante el Vía Crucis la Cruz fue portada por dos grupos de personas: por presonas privadas de libertad y por médicos y enfermeras del FAS quienes han estado en la primera línea al servicio de los enfermos afectados por la pandemia.
▶ Ver documento con meditaciones y oraciones del Via Crucis 2020
Sábado Santo
Durante la Vigilia del Sábado Santo no se celebraron bautismos. No hubo velas para los presentes y el canto de las tres invocaciones de "lumen Christi" solo tuvo lugar con la iluminación en secuencia de las luces de la Basílica durante la procesión al altar. En su homilía Francisco se centró en la lectura del evangelio y, refiriéndose a los primeros personajes que aparecen en el relato, afirmó: “Nos vemos reflejados en los sentimientos de las mujeres durante aquel día (...). Vieron la muerte y tenían la muerte en el corazón. Al dolor se unía el miedo, ¿tendrían también ellas el mismo fin que el Maestro? (…) La memoria herida, la esperanza sofocada. Para ellas, como para nosotros, era la hora más oscura”. Francisco nos invita a no ceder a la resignación, a creer que todo está perdido. Y enumera cuatro acciones a emprender: “Acallemos los gritos de muerte, que terminen las guerras. Que se acabe la producción y el comercio de armas, porque necesitamos pan y no fusiles. Que cesen los abortos, que matan la vida inocente. Que se abra el corazón del que tiene, para llenar las manos vacías del que carece de lo necesario”. El Papa finalizó la homilía volviendo a los personajes con que comienza el relato evangélico de Mateo: las mujeres, “Abrazaron los pies que pisaron la muerte y abrieron el camino de la esperanza. Nosotros, peregrinos en busca de esperanza, hoy nos aferramos a Ti, Jesús Resucitado. Le damos la espalda a la muerte y te abrimos el corazón a Ti, que eres la Vida”.
Domingo de Resurrección
La misma sobriedad caracterizó también la misa del Domingo de Pascua. El Papa Francisco celebró la Misa de Resurrección en la Basílica de San Pedro. Acto seguido oró por el mundo entero e impartió la bendición Urbi et Orbi a la humanidad y a toda la creación. El Santo Padre hizo una serie de peticiones a la humanidad y en particular a los cristianos católicos para que actuemos y así construyamos una nueva humanidad, fruto de la resurrección de Jesús entre nosotros.