El computador es un producto tecnológico complejo y no se le puede entender como una máquina cualquiera. Por un lado, en sí misma puede ser considerada como un artefacto que ejecuta determinados procesos electrónicos a gran velocidad; pero, por otro lado, es también un instrumento o medio de comunicación, una ventana al mundo del “ciberespacio”, un universo casi ilimitado de posibilidades dependiendo del programa o software que se está ejecutando. Esta segunda aproximación al computador, así como al software, es la que reclama una atenta reflexión.
El horizonte de las nuevas tecnologías presenta hoy en día numerosas interrogantes que ciertamente nos mueven a la reflexión y a un examen profundo. Lo fascinante de las tecnologías nacientes puede llevar a que a veces resulte más cómodo ceder a un entusiasmo irreflexivo que detenerse a discernir con serenidad su papel en la sociedad y en la vida cotidiana. En este universo tecnológico el computador va ocupando un lugar cada vez más importante en la vida de las personas, y rápidamente se va integrando al entorno habitual de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Los grandes beneficios que el computador ha aportado a la humanidad saltan a la vista y no dejan de sorprender. En áreas como las comunicaciones, la investigación científica, la educación, la medicina, la economía, sólo por citar algunas, viene ocupando un lugar cada vez más importante.
El computador es un producto tecnológico complejo y no se le puede entender como una máquina cualquiera. Por un lado, en sí misma puede ser considerada como un artefacto que ejecuta determinados procesos electrónicos a gran velocidad; pero, por otro lado, es también un instrumento o medio de comunicación, una ventana al mundo del “ciberespacio”, un universo casi ilimitado de posibilidades dependiendo del programa o software que se está ejecutando. Esta segunda aproximación al computador, así como al software, es la que reclama una atenta reflexión. Además, en otro orden, hay computadores de los más variados tipos, desde el que puede estar presente en el reloj de pulsera, hasta los grandes supercomputadores de los centros de investigación más avanzados. Por ello vamos a centrarnos en aquel que es más cercano a la mayoría de las personas, aquel computador que conocemos ubicado encima de un escritorio en la oficina, en la casa o en las escuelas y universidades, el computador común.
El computador y su uso presentan una realidad ambigua ante la cual surge naturalmente la pregunta por su valor y, dada la importancia que tiene -y que parece que tendrá en el futuro-, no es inútil interrogarse sobre sus efectos. De allí que más de uno se haya preguntado: ¿es inofensivo el computador? No es ésta una pregunta por su bondad o maldad intrínseca, sino sobre todo por el papel que está jugando en la sociedad hodierna y por sus posibles efectos en la vida de las personas. Quizá, más que por el valor del computador como una máquina, habría que preguntarse por el conjunto de la máquina y el software, el cual por un lado porta la intencionalidad de su autor, y por otro suscita la respuesta del usuario en una interacción constante. En este campo se pueden identificar algunas situaciones concretas que están impactando negativamente en el ser humano.
Es evidente que, como en otros instrumentos, el computador no conduce de suyo, inevitablemente, a los problemas que señalaremos. Éstos constituyen sólo algunos ejemplos de lo que el computador podría estar ocasionando, sin por ello menospreciar los grandes beneficios que viene aportando. Por otro lado, al tratarse de una realidad ambigua, muchos de los fenómenos que serán descritos como riesgos o amenazas también tienen su contraparte positiva, pues, por lo general, las tecnologías descritas pueden ser usadas en beneficio o en detrimento de la persona humana.
El hipertexto
El computador va abriendo nuevas perspectivas en la manera de aproximarse a la realidad. Un ejemplo que permite ilustrar con claridad este fenómeno es el hipertexto. Mediante programas y sistemas de cómputo, muy difundidos ya en nuestros días, la tecnología de hipertexto propone una aproximación distinta a la linealidad del texto de un libro tradicional.
Se trata de múltiples enlaces o vínculos entre diferentes partes de un documento o de diferentes documentos entre sí. La tecnología del hipertexto se puede entender también como una red en la cual las palabras o ideas están conectadas por múltiples vínculos con otras palabras o ideas. Este conjunto de elementos vinculados entre sí constituye un sistema que no tiene necesariamente un comienzo ni un final. Tampoco requiere de una lectura lineal de principio a fin, pues puede ofrecer una lectura no secuenciada. George P. Landow, un propulsor del desarrollo y de la teoría del hipertexto, define la lectura hipertextual como una dinámica en la que “a medida en que los lectores se van moviendo a través de la red de textos continuamente van cambiando el centro -y por lo tanto el foco o principio de organización- de su experiencia de investigación. El hipertexto, en otras palabras, proporciona una cantidad infinita de sistemas re-centrables cuyo provisional punto focal depende del lector, quien se convierte así en un lector verdaderamente activo, pero en otro sentido” [1].
El sistema del hipertexto se hace más complejo aun cuando los vínculos pueden llevar no sólo a otra idea o documento, sino a la presentación de información en otros medios -los hipermedios o hipermedia- como puede ser una imagen, sonido o música, o a la presentación de un video. Y, llevado a gran escala, el hipertexto es uno de los elementos principales- si no el más importante- que ha permitido el crecimiento acelerado de Internet, en su aplicación en la llamada world wide web (WWW).
Empleada en la lectura, la nueva tecnología hipertextual puede estar generando importantes cambios. En primer lugar, en cuanto a la estructura y presentación del mismo texto y la información, pues el nuevo paradigma implica una reconfiguración de la misma idea del discurso escrito. En segundo lugar, en la aproximación del autor a su producción intelectual. El autor ya no tiene que expresar el conjunto de las ideas que quiere transmitir en forma lineal de principio a fin. Las ideas y los argumentos forman bloques independientes, relacionados unos con otros por los saltos o enlaces de hipertexto. Esto ciertamente va más allá de las tradicionales notas a pie de página. El autor no prevé una lectura lineal de su texto, sino más bien se adelanta a las posibles selecciones del lector. Y por último, en el lector, quien se aproxima de manera muy diversa a un documento hipertextual que a un texto ordinario. Con el hipertexto, la estructura lineal y disciplinada del texto adquiere el orden que el lector quiera darle, y por lo tanto puede llegar a ser arbitrario e incluso confuso. Así, las ideas presentadas pueden perder su objetividad al caer en la subjetividad del lector, quien puede elegir lo que a su parecer es importante, sin tomar en cuenta los demás elementos presentados por el autor. El hábito de la lectura lineal y lógica podría desaparecer por el efecto de los saltos hipertextuales y la ruptura constante del discurso. Eso es especialmente riesgoso en los jóvenes y niños que aprenden a aproximarse al conocimiento sin una estructura lógica lineal, pues podrían no desarrollar debidamente el hábito del pensamiento lógico. También la selectividad parcial puede llevar a crear hábitos según los cuales algunas partes sean tomadas por el todo. Si bien es cierto, como opinan muchos autores, que la vida cotidiana, la memoria y el pensamiento en general pueden ser de alguna manera hipertextuales, también lo es que los hábitos de pensamiento lógico, en el más estricto sentido del término, son imprescindibles.
“Explosión informativa”
Un elemento capital en el universo del computador es la información, por un lado la información en sí misma, y por otro la manera como la obtenemos a través del computador. Pero además hay otro factor que en muchos sentidos puede llegar a alterar tanto el contenido de la misma como la manera como nos llega: nos referimos al volumen de información que se recibe y a la velocidad a la que llega. Las ventajas de poder acceder en forma muy rápida, inmediata en muchos casos, a una extensa cantidad de información son notables en múltiples campos. Uno de los más privilegiados es el del estudio o la investigación. A través de Internet la información llega a raudales, de todos los lugares, en forma sencilla, rápida y barata. Y de la misma manera se puede acceder a información prácticamente sobre cualquier tema. Pero es tal la cantidad y la velocidad con que la información se transmite que muchas veces se presenta como una “explosión informativa” o una nueva Torre de Babel digital. Simplemente es demasiada información.
La información, que usualmente es un bien, cuando se ofrece de manera desbordada se puede convertir en un problema. Y eso es algo que ya está sucediendo. La información aparece a menudo de forma indiscriminada, sin un sentido, independiente de las necesidades reales de las personas. Ella aparece como un saber disperso, desconectado de un marco general y sin continuidad aparente. Se potencian problemas como la falta de criterio para el discernimiento. También surgen otros que antes no existían, como la llamada informanía, una sed insaciable de información, sin importar cuál sea el contenido. A los medios tradicionales de información como los libros, periódicos, la radio o los abundantes canales de televisión, ahora se suma Internet.
La información que simplemente está allí, y es presentada de manera muy atractiva y dinámica, lleva al navegante de Internet por mares interminables de más información. Muchas personas hoy en día reciben o acceden, gracias al computador, a una cantidad tal de información que es imposible de aprehender. Neil Postman, en Informándonos hasta morir, considera que estamos ante un serio problema de “saturación de información”. El computador -dice Postman- “en verdad, es sólo una máquina, pero una máquina diseñada para manipular y generar información. Eso es lo que hacen los computadores, y por lo tanto ellas portan una agenda y un inequívoco mensaje. El mensaje es que a través de más y más información, mejor empaquetada y más rápidamente distribuida encontraremos la solución a nuestros problemas” [2]. Más allá de un cierto determinismo tecnológico deslizado en las opiniones de Postman, la contaminación informativa o “data smog” [3] es ya una realidad en la vida cotidiana de cada vez más personas. Tal puede ser el input de datos, que conduzca a una paralizadora saturación. Algunos empiezan a sufrir un impacto negativo que incluso ha generado en no pocos ciertos trastornos psicológicos, cuyo más común ejemplo es el aumento del nivel de estrés. En todo caso no es infrecuente ver hoy cómo se acumula información que no se procesa, y que a veces ni siquiera se sabe bien cómo procesar.
La realidad virtual
Con este nombre, acuñado al parecer por Jaron Lanier, se quiere designar una realidad que no existe realmente -por eso lo de virtual- más que el efecto que crea el computador en la percepción sensorial de la persona. En su forma más difundida se realiza conectado al computador común una serie de aditamentos y controles como guantes, cascos, anteojos y hasta trajes que mediante un software adecuado sumergen a la persona en una realidad simulada -que llamamos virtual-, experimentada a través de los sentidos y con cierto grado de interacción con ella. Fundamentalmente es un equipo computarizado que engaña a los sentidos haciendo creer a la persona en el realismo de lo que a través de ese complejo sistema percibe.
Pero el mismo término realidad virtual es equívoco y confuso. Se discute a qué exactamente designaría. Por ello algunos analistas sugieren que sería mejor hablar de realidad artificial, pues este término graficaría mejor la recreación de la realidad en la mente por los estímulos que recibe de un computador -a través de los distintos aditamentos-. También se le designa como una pseudo-realidad que, a pesar de no existir más que en la memoria o dispositivos de los computadores y en la mente, tiene muchas de las características y apariencias de la realidad.
Lo que más comúnmente se llama realidad virtual tiene, como muchos aspectos de la tecnología, una cara positiva y una cara oscura. Por ejemplo, en su aspecto positivo, la realidad virtual ya resulta muy útil en varios campos. Está siendo usada como auxiliar en la arquitectura, el mundo médico -intervenciones quirúrgicas-, el decorado de interiores o el entrenamiento de pilotos, con resultados muy efectivos.
Por otro lado, está el aspecto negativo o al menos peligroso. Al irse difundiendo cada día más como juegos para niños en los computadores familiares podría tener un lado altamente riesgoso, ya en su estado de desarrollo actual. Mark Slouka, por ejemplo, denuncia con energía lo que llama un verdadero asalto a la realidad que se está produciendo de la mano del desarrollo de la realidad virtual. Para él son tres ámbitos en donde se perciben consecuencias directas de este asalto a la realidad. La propia identidad, el espacio y la comunidad [4]. A esto podrían sumarse efectos psicológicos causados por el paso constante de sobre-estimulación de los sentidos- producida por los programas de realidad virtual- a la realidad propiamente tal de la vida cotidiana. No son pocos los casos de niños que sienten una gran desilusión y hasta depresión al retirarse el casco de realidad virtual, prefiriendo, por lo tanto, pasar varias horas inmersos en esa realidad artificial. Constituye todo un sistema de fuga de la realidad, de alienación, dejándose engullir por la realidad virtual. En la misma línea, se vienen realizando estudios sobre problemas de la adecuación a la realidad de niños acostumbrados al uso de este tipo de juegos. Según aquellos estudios, estos niños, por ejemplo, sufrirían proporcionalmente más accidentes y heridas que los que no utilizan estos programas. La explicación estaría en que los primeros pueden llegar a perder la conciencia de que en la “vida real” uno puede morir o herirse “de verdad”; no entienden que “la vida real no es un juego” y que una herida o la muerte no se solucionarán con un “volver a comenzar”.
El futuro de esta tecnología es incierto. En laboratorios especializados ya se está invirtiendo en la elaboración de algunas técnicas de realidad virtual como el holograma -que es una imagen tridimensional-, y que hoy sólo se ve en películas y series de televisión. También se está investigando en tecnologías que tendrían como finalidad eliminar los aparatos de estimulación de los sentidos hasta alcanzar una estimulación cerebral directa, eliminando toda mediación del ojo entre el cerebro y la imagen, y de manera semejante con los demás sentidos. Habrá que ver si realmente se llega a ello.
Simulación
A veces incorrectamente identificada con la realidad virtual, la tecnología de la simulación se viene extendiendo día a día. Los simuladores son otros medios de ficción a los fácilmente se puede acceder por el computador. Buscan recrear algún aspecto de la vida real. Se trata de programas de computador que, alimentados con variables semejantes a las de la vida real, producen resultados también semejantes a la realidad. Son muchísimas las aplicaciones de esta tecnología; por ejemplo, en la predicción del curso de tormentas y huracanes, en el análisis macroeconómico o en la investigación de nuevos compuestos químicos.
También se utiliza en algunas modalidades de juegos o entretenimientos, como el acuario virtual, en computador, que permite que los usuarios críen sus propios peces digitales como si fueran reales. Así, pueden ver en la pantalla de su computador cómo están y cómo nadan. Si se “limpia” la pecera, si se los “alimenta” y se realizan todas las tareas propias de la cría de peces, éstos irán “creciendo” y multiplicándose. Como otro ejemplo -ya no con mascotas-, se puede mencionar el caso de programas como Princess Maker, que permite criar una niña electrónica desde que nace hasta los 18 años, con algunas características y problemas que semejan a los que enfrenta una familia en la vida real. Y también, recientemente, el nuevo programa The Sims, de Electronic Arts, creador de la conocida serie de simulación llamada Sims [5]. Este juego, que ha batido el récord de ventas en tan sólo unos días, consiste en dirigir o gestionar la vida de una familia o de un grupo de personas.
Estos programas de computador pueden traer un contrabando de antivalores. Quizá la más chocante visión que podría desprenderse de algunos de ellos es la de representar en algún modo a Dios, pero en una falaz caricatura, pues el jugador, quien siente que todo lo puede, manipula el misterio de la vida humana, con los consecuentes contramensajes que de ello se desprenden. En otros casos, como en algunos de los simuladores de realidades económicas, utilizados en la enseñanza universitaria, los estudiantes son obligados a aplicar métodos económicos que atentan contra una recta jerarquía de valores, pues de no usar esos programas no podrían aprobar sus cursos. Esto sucede, por ejemplo, cuando para lograr exitosamente una simulación económica los estudiantes tiene que introducir variables como horas extras de trabajo sin una justa remuneración o disminuir el presupuesto para la atención de la salud de los obreros o cosas semejantes, atentando contra la justicia y contra la salud y derechos de los obreros. La utilización frecuente de estos programas va entrenando -con gran eficacia- el pensamiento y el comportamiento del estudiante en una dirección que atropella la dignidad de la persona.
Modificación del lenguaje
Otro tema que se debe mencionar es el del lenguaje. Mientras crece la presencia del universo de los multimedios, van aumentando las voces que se alzan para advertir el peligro de que se llegue a un escenario como el que describe Ray Bradbury en su novela de “utopía negativa”: Fahrenheit 451. En la civilización audiovisual que imagina Bradbury, la posesión de libros es un delito y es condenado con la prisión para los furtivos lectores y con la hoguera para los libros. No son pocos los que ven con preocupación un posible desplazamiento del discurso escrito con un inevitable y dramático empobrecimiento del lenguaje y de los hábitos de pensamiento [6].
Las nuevas tecnologías del computador están añadiendo muchas nuevas palabras al lenguaje y ha producido una suerte de redefinición de la acepción de otras. El idioma inglés se ha convertido en ese sentido en un gran exportador de palabras a otras lenguas. Por ejemplo, hoy se habla comúnmente en castellano de software y hardware, Windows, bits, cd-rom, MUDs, chats, sites, Internet… Aparecen también palabras redefinidas en su sentido original para ser aplicadas analógicamente a nuevas realidades, como virus para designar las alteraciones intencionales del funcionamiento del software de los computadores por parte de terceros. El principal vehículo de estos cambios es Internet. Ese proceso se realiza casi sin que las personas se den plenamente cuenta. Ciertamente los nuevos objetos y realidades exigen nuevos nombres, y éstos se toman de su lengua de origen o de quien primero nominó la nueva realidad. No es que sea la primera vez que ocurre en las lenguas. Se inventan entonces palabras o se crean nuevas definiciones para palabras antiguas, en ocasiones contrarias a las anteriores. Pero aunque en sí mismo es un proceso usual, la extensión global y la gran aceleración con que hoy se producen estas transformaciones tienden a formar una mentalidad relativista respecto a los conceptos, como si cualquier palabra pudiera significar cualquier cosa.
También habría que preguntarse si la manera como se entiende el “lenguaje” con el que funcionan los computadores puede afectar la concepción misma del lenguaje. David Bolter opina que el “lenguaje” del computador es el triunfo de la estructura sobre el contenido; más precisamente “es una reinterpretación del contenido (lo que la lingüística llama semántica) en términos de estructura” [7]. Se insinúa aquí también una conexión con los post-modernistas y sus juegos de lenguaje que constituyen un fenómeno neo-nominalista.
Otro fenómeno relacionado con la modificación del lenguaje es una modalidad de expresión que se ha venido popularizando sobre todo en los MUDs [8], en los canales de conversación “en línea” o chats y en los mensajes de correo electrónico. Se trata de los emoticons, que en castellano podrían traducirse como emoiconos, por la combinación de emoción e icono. Éstos son rápidos y pequeños “dibujos” escritos mediante la combinación de símbolos o letras del teclado. El objetivo es expresar en forma rápida los estados de ánimo o emociones que la persona que escribe experimenta sin necesidad de formularios explícitamente con palabras, lo cual “tardaría demasiado” o “sería muy complicado”. Así por ejemplo:) y sus variantes :-) (:-) se utilizan como señal de alegría, risa, contento o felicidad, mientras que emoticons como :( y :-( (:-)( expresan lo contrario. Otros como ;-) expresan picardía, un guiño de ojo. Los más expertos llegan a conocer y dominar el uso de varias decenas de emoticons. Es interesante destacar que la base de estos símbolos son las emociones, con todo lo que ello significa en el mundo. El abuso de emoticons podría ser una expresión del acento que se da hoy en día a lo sensible o emocional, a veces incluso en desmedro de lo racional. Relacionado con el fenómeno estaría también un riesgo de simplificación del mundo interior de las personas. Un mismo símbolo puede ser utilizado para expresar sentimientos diversos y complejos, con el peligro de banalizar el rico universo de la experiencia emocional humana.
El riesgo del aislamiento humano
Otro fenómeno que merece una especial atención es el del aislamiento. Conforme se incrementan los servicios a través del computador y la autopista de la información, van apareciendo nuevas formas han contribuido a mejorar la eficiencia, frecuencia y velocidad de las comunicaciones, pero también en muchas personas han generado una modalidad de aislamiento. A través de un computador personal hay en día ya se puede estudiar, seguir una carrera, manejar negocios, explorar el mundo y sus diversas culturas, tener momentos de esparcimiento y juego, comprar, hacer citas, comunicarse con quien se quiera sin moverse de la casa y sin importar dónde esté. Todo esto tiene indudables ventajas en muchos sentidos. Incluso una gran cantidad de gente solitaria podrá encontrar fácilmente amistades vía Internet; y amigos y familiares que antes no tenían comunicación podrán hacerlo, como ya está sucediendo con creciente frecuencia. Es un hecho que se han abierto nuevas posibilidades de comunicación que han superado las barreras del espacio de manera radical y que se están desarrollando nuevos hábitos de vida y de relaciones humanas.
El escenario en este caso, como se ha venido insistiendo, es también ambiguo. Algunos ven con optimismo el futuro y no creen que el ser humano deje su ámbito de relaciones humanas, y piensan que la mediación del computador traerá más beneficios que problemas porque abrirá nuevas posibilidades de comunicación -como, por ejemplo, de intereses comunes, de edades, de gustos-. Pero otros muestran una seria preocupación, pues consideran que se puede ir cayendo en un peligroso aislamiento con consecuencias muy graves en la vida de las personas y su salud psicológica. Un ejemplo de esto y muy común hoy en día, sobre todo en las empresas, es la comunicación vía correo electrónico entre vecinos de escritorio o de ofician en el mismo edificio. Sobre este tema se han realizado ya numerosas estadísticas, las cuales señalan que en ambientes de alta presencia de medios tecnológicos el índice de comunicación verbal va disminuyendo mientras que la comunicación vía correo electrónico va en aumento. Todavía parece ser prematuro hacer una evaluación de este fenómeno.
Lo que está detrás es el tema de la comunicación y sus condiciones. Hay en ese sentido muchos elementos que habría que considerar. Por lo menos se debe decir que el tipo de comunicación que se establece por medio del computador es muy distinto de una comunicación frente a frente. Hay una sensación de artificialidad que introduce factores distorsionantes en la percepción del espacio y el tiempo, y sobre todo en el encuentro más personal con el otro -es ciertamente muy difícil reproducir todos los elementos que entran en una comunicación de ese estilo-. Es cierto que existen muchas comunicaciones interpersonales que no se realizan cara a cara -como el correo o el teléfono o la comunicación vía radio, como en el caso de los radioaficionados- y el ser humano no se ha hecho mayores problemas con esto. Sin embargo, los problemas comienzan cuando este tipo de comunicación se convierte en la principal y quizá para algunos en casi exclusiva. De hecho ya se ha constatado que mucha gente que está utilizando vía Internet los canales de comunicación como los chats evaden decididamente los encuentros personales cara a cara.
El riesgo que se presenta en este tipo de comunicación es que conforme se prescinda de la presencia real y física de los demás, se elimine a la comunidad, al menos tal como la entendemos actualmente. Al suprimirse el espacio de encuentro de las personas como tales, se pasa más a un encuentro de individualidades. Así, se corre el riesgo de perder también la capacidad de compromiso y entrega que se da en relaciones como una familia. Como contraparte lo que está apareciendo son las llamadas comunidades virtuales, que más propiamente deberían llamarse sociedades ciberespaciales, pues el encuentro de quienes se ubican en ellas se da en el ciberespacio. Como otros fenómenos producto de la tecnología del computador, la red y otros anexos, los efectos en las personas y la sociedad aún no son del todo previsibles.
En la revista “National Geographic”, hablando de la revolución de la información, se decía en 1995 acerca del riesgo del aislamiento: “Sólo un cuarto de todos los norteamericanos conocen a sus vecinos inmediatos. Nuestras comunidades se volverán cada vez menos íntimas y más aisladas en la medida en que podamos conseguir créditos universitarios, empecemos romances, y contemos chismes a través de Internet, un sistema mundial que permite a los computadores comunicarse unos con otros. La era del software ofrecerá más juegos, operaciones bancarias desde el hogar, compras electrónicas, videos bajo demanda y todo un sinnúmero de otros servicios que nos desconectarán del contacto físico” [9]. La novela de “utopía” negativa” de Michael Frayn, Una vida muy privada [10], es una presentación literaria del chocante aislamiento al que podría derivar la sociedad del futuro, en donde la comunicación vía pantallas interactivas es la que prima en el mundo hipotético que delinea el novelista inglés.
Problemas en Internet
Ya se ha mencionado la enorme importancia que está adquiriendo la llamada red mundial y los inmensos beneficios que está trayendo a la humanidad. Lo bueno es mucho y es evidente. Pero no todo es bueno en el nuevo universo de Internet y la www. En efecto, Internet tiene también su lado oscuro. Con la misma facilidad con la que puede un usuario conectarse en el “ABC” de España o el “El Mercurio” de Chile, buscar información médica en los mejores hospitales del mundo, investigar bibliografía en la Biblioteca Vaticana, pasear por el Louvre, también puede acceder a un página de promoción del uso de drogas, consultar una guía para intentar el suicidio de forma “segura”, ver imágenes de todo tipo de sexo -incluyendo sus diversas perversiones-, aprender a preparar una bomba “en casa” -incluso nuclear-, y conseguir información sobre cómo cometer un crimen perfecto sin ser atrapado. Esto ha llevado a que se afirme que Internet genera, junto con muchos bienes, una suerte de “subcultura aberrante” [11].
Las medidas de control, como los acuerdos tipo PICS [12], los V Chips, o los programas tipo Cyber patrol -que regulan tanto el tipo de “sitios” o “páginas” a los que se puede acceder, como el tiempo de “navegación” en la red- son sólo pequeños paliativos que dependen siempre de quienes tienen el interés, la capacidad, la decisión y la convicción moral de usarlos. Por lo demás, hasta el momento suelen ser poco efectivos para lograr sus fines. Algunas instituciones y gobiernos están empezando a tomar medidas sobre el particular, pero enfrentan dificultades que no serán fáciles de resolver. Por ejemplo, en Canadá, la Canadian Association of Chiefs o Police recomendó que el gobierno “cree un código de criminalidad específico para la distribución de pornografía a través de las redes de computadores”. Por otro lado, tratando de protegerse de cualquier acción inmoral o ilegal en el uso de sus computadores, la A&M University of Texas decidió que tenía el derecho de “monitorear y revisar cualquier comunicación en sus sistema de correo electrónico sin ninguna notificación, autorización o consentimiento previo”. No obstante, es evidente que se abre una seria cuestión sobre la privacidad de la comunicación, así como sobre la libertad de pensamiento y palabra. En esa línea se ve claramente que el asunto es delicado y muy complejo.
A propósito de la privacidad, el tema tiene implicancias que no pueden dejar de tomarse en cuenta. Las posibilidades de invadir la privacidad y robar, manipular o simplemente conseguir información reservada son innumerables. Incluso se ha planteado el temor de que la red mundial permita que los gobiernos -o quien tenga los medios para ello, como una gran transnacional- puedan ejercer un cierto control sobre las personas. Con la misma tecnología con la que uno se puede “colgar” de la red, puede ser también observado. Este asalto a la privacidad se podría producir a través de los medios usados comúnmente. No es un caso de loca paranoia, es simplemente tomar conciencia de lo que se puede hacer y que ya se observa en muchísimas películas como una situación a ocurrir en un futuro no lejano. Para los más sensibles a este asunto, algún día se podría llegar a algo así como las pantallas de televisión interactivas mediante las cuales el Big Brother de la novela 1984 de George Orwell vigilaba a la población. La fantasía dejará de ser potencialmente tal en la medida en que la convergencia de los medios de comunicación se produzca, esto es, cuando un mismo aparato sea televisor, teléfono visual, computador, radio, etc.
Internet es un universo abierto, de acceso directo y muy fácil a todo tipo de “sitios”. La historia humana enseña que en muchos casos “la ocasión hace al ladrón”. Y quién puede dudar hoy de que a través del Internet se multiplican las ocasiones. Esto ciertamente no invalida a Internet -como sucede en muchos otros casos de la realidad humana-, pero sí llama a mirar con atención los aspectos negativos y hasta potencialmente peligrosos de esta formidable red mundial. Así pues, aunque primen ampliamente los beneficios, sería pecar de grave ingenuidad dejar de tener en cuenta los enormes peligros que flotan en la red, a la espera de que alguien los invita a su computador personal.
Además de lo dicho, y en otro orden de cosas, se debe considerar que la red global puede ser una nueva fuente de poder en el mundo. Si se acepta que la información es uno de los ingredientes principales de todo ejercicio del poder, Internet no quedará al margen de la milenaria pugna en este sentido.
De hecho, ya se han manifestado algunas preocupaciones sobre las compañías que controlan el acceso a Internet. La polémica en torno a los programas de encriptación es otra muestra de este asunto. Incluso para muchos la preocupación debe orientarse hacia la pregunta: ¿quién detentará finalmente el poder en la red mundial? Esta preocupación ha tomado un giro con elementos adicionales a los mencionados fuera de los Estados Unidos. El asunto se podría plantear de la siguiente manera: dado que Internet es una creación norteamericana y que lo que ofrece, por lo menos por ahora, está fuertemente marcado por su origen, ¿podría pensarse que se convertirá en una manera de colonialismo cultural sobre el resto del mundo?
Pero también podría pensarse en que este poder quede sin control fijo o que se independice de todo control. De hecho Kevin Kelly, desde una perspectiva que podría denominarse como tecnologista y que linda con la fantasía, imagina a Internet como un sistema “vivo” (vivisystem) por la capacidad de crecimiento sin un organismo central de control, por la capacidad de evolucionar por “sí mismo” y de generar innovaciones, y por una cierta capacidad de resistencia a todo manejo exterior [13]. Este tipo de opiniones de Kelly tienen como horizonte una aplicación de la teoría de la evolución a la tecnología, es decir, la creencia de que ésta evolucionará hasta llegar a un tipo de divinidad. Más allá de estas perspectivas extremas, es evidente que Internet puede ser vista como un sistema que opera con mecanismos que no dependen de una persona o de un grupo de personas en concreto, y así, en cierto modo, funciona de manera automática sin un auténtico control.
El acecho de los “hackers” y los tecno-delitos
Otro caso referido al mal uso del computador de manera intencional es el de un nuevo tipo de delitos que están apareciendo directamente ligados a la web. Se trata de los llamados hackers. La palabra viene de hack, en inglés, y significa cortar o tajar irregularmente, repetidas veces o sin destreza, y sin un propósito definido. Los hackers son personas con una gran habilidad en el mundo de los computadores a quienes originalmente se les llamó de esta manera porque cabían dentro del significado de esta palabra, sobre todo en aquello de actuar sin un propósito definido más allá de acciones concretas. Usualmente se trata de personas con una habilidad técnica sobresaliente, que se han dedicado a “navegar” por el universo de las autopistas de la información ingresando subrepticiamente a computadores, desde las PC hasta las inmensas y sofisticadas de grandes instituciones. Unas veces -muchas- lo hacen simplemente por el placer y el desafío de romper códigos, como quien escala una montaña muy alta y difícil. Algunos de éstos son lo que llaman snoopers -fisgones-, y se dedican sólo a husmear. Hay otro tipo de hacker que plantea su acción como eminentemente política y, en cierto sentido, anti-sistema, una especie de anarquistas del ciberespacio.
Pero está apareciendo cada vez más un tipo de hacker que se ha fijado como propósito algunas acciones delictivas, como sacar y robar información, o manipular los programas para fines propios. Por eso los han considerado como los piratas del ciberespacio, aunque quizás más adecuado a nuestros tiempos sería calificarlos como los terroristas del ciberespacio. Otros se dedican a molestar o a introducir virus en las redes de computadores. Así, pues, ha aparecido toda una gama de tecno-delitos. Como se ha dicho, esperar que no pasen este tipo de cosas es ciertamente ingenuo. El ser humano podrá elegir -como lo ha hecho desde el pecado original- utilizar para el bien o para el mal los instrumentos que encuentre en su camino. Y estos delitos pueden no restringirse a individuos aislados. Las compañías y los gobiernos al fin y al cabo están conformados por seres humanos con todas sus bondades y debilidades, lo que sumado a la dimensión mundial de la web hace que se tenga que incrementar la colaboración entre los gobiernos y revisar la legislación y las regulaciones internacionales de aspectos como el comercio. Lo que sucede en Internet está, obviamente, por encima de las jurisdicciones locales o nacionales. Así, la aparición de estos tecno-delitos expresa la mundialización de la red, pues desde Tokio se puede realizar una acción delictiva de este tipo en un sistema en Francia, por ejemplo.
Dos campos en los que se presentan problemas de seguridad que deben ser abordados en relación con los tecno-delitos son la privacidad y la autenticidad de los documentos. En el primero se puede mencionar la privacidad en el correo, en la elaboración de un contrato, o en los archivos de información. En el segundo surgen problemas en relación con comunicaciones o documentos legales o personales que se presentan en nombre de una persona, y también de documentos como letras y cheques. Aquí se ha abierto el debate en torno a los procesos de encriptación. Se empieza a hablar de electronic checks, tarjetas de crédito inteligentes y billeteras electrónicas.
Como se puede concluir, estos dos tipos de delitos son en realidad sólo una muestra entre otros muchos que ya se vienen cometiendo. Para el futuro podemos esperar otros tecno-delitos, que quizás estén todavía lejanos pero que se pueden presentar a partir de la conjunción entre Internet y la realidad virtual. En efecto, si se llega a la posibilidad de producir en una persona una sensación -que se percibe en alguna manera como física-como el dolor o el miedo, el paso para utilizar ello con el fin de cometer chantajes, o alguna forma sofisticada de tortura, o incluso intentar el asesinato, no parece muy lejano.
El futuro de la revolución informática
Lo que hemos visto nos plantea la necesidad de una aproximación crítica y realista al futuro del desarrollo del computador y los elementos a ella anexos. El inmenso potencial que está demostrando el avance de la tecnología de la informática es una muestra del complejo y rico horizonte que se alza ante el ser humano. Sin embargo, es importante no perder de vista que el desarrollo tecnológico del computador, como todo lo humano, tiene límites que deben ser precisados y tiene también ambigüedades que deben ser aclaradas. Esto es fundamental para que todo este avance no se desvíe de sur razón de ser al servicio del ser humano.
El creciente y acelerado desarrollo del computador y de los programas del computador está generando en nuestros días cambios y transformaciones socio-culturales de tal naturaleza que es común ya hablar de que se está viviendo una revolución informática. Los beneficios que esta revolución está produciendo son muchos y cada vez más. Pero también son muchas las amenazas contra el ser humano, y todo hace pensar que en el futuro desarrollo del computador estas amenazas también serán mayores. Si bien es muy probable que no haya habido en la historia de la humanidad una tecnología con un lugar tan importante para el ser humano, los contenidos de la información que circula a través del computador, la forma y la intencionalidad detrás de los programas de cómputo, y el uso que se le dé al instrumento en su conjunto están en manos de las personas y su responsabilidad.
La esperanza en su futuro positivo del desarrollo del computador y su influjo sobre el ser humano dependerá de una actitud que, lejos de la pasividad ante una tecnología que pudiera parecer determinada por su propia naturaleza y de un entusiasmo desbordado que no mide las consecuencias de su desarrollo, sea activa y creativa, y sobre todo responsable en la búsqueda de aquellas tecnologías que permitan un uso del computador tal que contribuya a crear un universo cada vez más humanizado, de acuerdo a la altísima dignidad del ser humano.