Queridos hermanos y hermanas:
Comenzamos hoy una serie de catequesis sobre las bienaventuranzas en el Evangelio de san Mateo. Las Bienaventuranzas son la “carta de identidad” del cristiano, porque describen el rostro y el estilo de la vida de Jesús.
El Evangelio nos dice que Jesús, al ver al gentío que lo seguía, subió al monte, se sentó y dirigiéndose a sus discípulos, proclamó las Bienaventuranzas. El mensaje estaba dirigido a sus discípulos, pero también a la gente; es decir, a los otros, a toda la humanidad. Además, el monte donde predica Jesús, nos recuerda al Sinaí, donde Dios dictó a Moisés los diez mandamientos. Ahora, con las bienaventuranzas, Jesús nos da los “nuevos mandamientos”, que no son normas, sino que señalan el camino de la felicidad que Él nos propone.
Cada Bienaventuranza está compuesta de tres partes: Inicia con la palabra “bienaventurados” o “felices”, sigue con la situación en que estos se encuentran, y termina con el motivo por el cual serán felices, introducido por la conjunción “porque”, etc.
¿Qué significa la palabra “feliz”, “bienaventurado”? Viene del griego , que significa el que está en condición de gracia, la persona que avanza en la amistad con Dios. Esto es importante: Las Bienaventuranzas iluminan las acciones de la vida cristiana y revelan que la presencia de Dios en nosotros nos hace verdaderamente felices. En ocasiones, Dios elige caminos difíciles de entender —a veces, no entendemos porqué nos pasan ciertas cosas—, por ejemplo, el de nuestros propios límites y el de nuestras derrotas, pero es allí donde manifiesta la fuerza de su salvación y nos concede la verdadera alegría.
Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, venidos de España y de Latinoamérica. De modo especial saludo a los alumnos y a los profesores del Colegio San Ildefonso de Almería. Los animo, los animo a leer detenidamente el texto de la Bienaventuranzas. Hoy por ejemplo, tómense un ratito, capítulo quinto de San Mateo, versículo 1 al 11, y lo lean, léanlo y si les gusta también mañana, léanlo, les va hacer bien; y pidan a Dios la gracia para poder vivirlas en medio del mundo en que nos encontramos. Y esto nos va a dar una gran alegría. Que Dios los bendiga.
Fuente: Vaticano