Este diálogo de Jesús con los discípulos tiene lugar en la mesa, durante la cena (cfr. Jn 14,1-6). Jesús está triste; todos lo están: Jesús dijo que sería traicionado por uno de ellos (cfr. Jn 13,21) y todos notan que algo malo va a pasar. Jesús empieza a consolar a los suyos: porque uno de los oficios, “de las tareas” del Señor es consolar. El Señor consuela a sus discípulos, y aquí vemos el modo de consolar de Jesús. Nosotros tenemos muchos modos de consolar, desde los más auténticos y cercanos, a los más formales, como los telegramas de pésame: “Profundamente apenado por…”. ¡No consuela a nadie, es una farsa, es el consuelo de la formalidad! Pero, ¿cómo consuela el Señor? Esto es importante saberlo, para que nosotros, cuando en la vida pasemos por momentos de tristeza, aprendamos a ver cuál es el auténtico consuelo del Señor.

Y en este pasaje del Evangelio vemos que el Señor consuela siempre con la cercanía, la verdad y la esperanza. Son los tres rasgos del consuelo del Señor. Cercanía, nunca distantes: ¡estoy aquí! Qué bonitas palabras: “Aquí estoy. Estoy aquí con vosotros”. Y muchas veces en silencio, pero sabemos que está: Él siempre está. Esa cercanía que es el estilo de Dios, también en la Encarnación: hacerse cercano a nosotros. El Señor consuela con cercanía. Y no usa palabras vacías, es más, prefiere el silencio. La fuerza de la cercanía, de la presencia. ¡Habla poco, pero está cerca!

Un segundo rasgo del modo de consolar de Jesús es la verdad: Jesús es verdadero. No dice cosas formales que son mentiras: “No, estate tranquilo, todo pasará, no sucederá nada, pasará, las cosas pasan…”. No. Dice la verdad. No esconde la verdad. Porque Él mismo en este pasaje dice: “Yo soy la verdad” (cfr. Jn 14,6). Y la verdad es: “Yo me voy”, o sea: “Moriré” (cfr. vv. 2-3). Estamos ante la muerte. Esa es la verdad. Y lo dice sencillamente e incluso con mansedumbre, sin herir: estamos ante la muerte. No esconde la verdad.

Y este es el tercer rasgo: Jesús consuela con esperanza. Sí, es un momento malo. Pero «no se turbe vuestro corazón. (…) Confiad en mí» (v. 1). Os digo una cosa, dice Jesús: «En la casa de mi Padre hay muchas moradas. (…) Voy a prepararos un lugar» (v. 2). Él va delante a abrir las puertas de aquel lugar por las que todos pasaremos, así lo espero: «volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros» (v. 3). El Señor vuelve cada vez que alguno de nosotros está en camino de irse de este mundo. “Vendré y os llevaré”: la esperanza. Vendrá, nos tomará de la mano y nos llevará. No dice: “No, no sufriréis: no pasa nada…”. No. Dice la verdad: “Estoy aquí, esa es la verdad: es un momento malo, de peligro, de muerte. Pero no se turbe vuestro corazón, estad en paz, esa paz que es la base de todo consuelo, porque yo vendré y, de la mano, os llevaré a donde yo esté”.

No es fácil dejarse consolar por el Señor. Muchas veces, en los momentos malos, nos enfadamos con el Señor y no le dejamos que venga y nos hable así, con esa dulzura, con esa cercanía, con esa mansedumbre, con esa verdad y con esa esperanza.

Pidamos la gracia de aprender a dejarnos consolar por el Señor. El consuelo del Señor es verdadero, no engaña. No es anestesia, no. Sino que es cercano, es verdadero y nos abre las puertas de la esperanza.


Fuente: Almudi.org

Últimas Publicaciones

Académicos, estudiantes y agentes pastorales reflexionaron el pasado martes, 19 de noviembre, sobre la Dignidad Humana en el VII Congreso Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Con el tema “Dignidad humana siempre y en todo” se realizará el VII Congreso Social en la Casa Central de la UC. Se trata de una instancia abierta a todo aquel que quiera conversar sobre la relevancia de la dignidad humana en nuestro tiempo.
“Me complace recibirlos en esta casa de Pedro y de toda la Iglesia, en la feliz celebración de sus 25 años de servicio a unas personas cuyo sufrimiento es indescriptible”, dijo el Papa Francisco al saludar este 30 de octubre a los representantes del Proyecto Esperanza. Iniciativa que nació en 1999 en Chile –y que ya se extiende por 17 países– con el ánimo de acompañar a las mujeres y hombres que, por una u otra circunstancia, interrumpieron voluntariamente un embarazo y tiempo después, no hallaron el camino para sobrellevar el dolor, la culpa, el vacío.
Revistas
Cuadernos
Reseñas
Suscripción
Palabra del Papa
Diario Financiero