El Señor nunca se cansa de llamarnos a la conversión, a cambiar de vida. Y todos debemos cambiar de vida: todos necesitamos convertirnos, dar un paso adelante en el camino del encuentro con Jesús. La Cuaresma nos ayuda a esto, a cambiar de vida. Es una gracia que pedimos al Señor porque, como hemos rezado en la colecta, la Iglesia no puede sostenerse sin el Señor: es Él quien nos da la gracia.

En la primera Lectura (Is 1,10.16-20) hemos escuchado una llamada a la conversión, pero una llamada con un estilo especial: no amenaza, sino que llama con dulzura, dando confianza. “Venid pues, y discutiremos”, son las palabras del Señor a Sodoma y Gomorra, a quienes ya había indicado el mal que deben evitar y el bien que deben seguir. Y así hace con nosotros. El Señor dice: “Venid y discutamos. Hablemos un poco”. No nos asusta. Es como el padre del hijo adolescente que ha hecho una trastada y debe regañarle. Pero sabe que si va con el palo la cosa no irá bien, así que debe ir con confianza. El Señor nos llama así: “Ven. Tomemos un café juntos. Hablemos, discutamos. No tengas miedo, no quiero pegarte”. Y, como sabe que el hijo piensa: “Pero es que he hecho tantas cosas…”, enseguida añade: “Aunque vuestros pecados sean como escarlata, quedarán blancos como nieve; aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana”.

Como el padre con el hijo adolescente, Jesús con un gesto de confianza acerca al perdón y cambia el corazón. Así lo hizo con Zaqueo: “Eh tú, Zaqueo, baja. Baja, ven conmigo, vamos a comer juntos”. Y Zaqueo llamó a todos sus amigos —¡que no eran precisamente de Acción católica!— y escucharon al Señor. Y lo mismo con Mateo, diciéndole: “Tengo que ir a tu casa”. Es decir, que el Señor siempre busca el modo; en cambio, otras veces advierte: “alejaos malditos, porque no hicisteis esto o lo otro…”», que es una advertencia fuerte. Pues en nuestra vida el Señor adopta esa actitud de padre con el hijo adolescente, procurando hacerle ver con persuasión que debe dar un paso adelante en el camino de la conversión.

Demos gracias al Señor por su bondad. Él no quiere pegarnos ni condenarnos; al contrario, dio su vida por nosotros, y esa es su bondad. Y siempre busca el modo de llegar al corazón. Y cuando los sacerdotes, en el puesto del Señor, debemos oír confesiones, también debemos tener esa actitud de bondad, como dice el Señor: “Venid, discutamos, no hay problema, el perdón está”, pero no la amenaza desde el principio. Hace unos días me emocioné cuando un cardenal que confiesa por las tardes aquí en Roma —dos horas de confesionario, cada día— me contó cómo es su actitud: “Cuando veo a una persona que le cuesta decir algo, y se ve que es algo gordo, y yo comprendo enseguida qué es, le digo: Lo he entendido, está bien, ¿qué más?”. Esa actitud abre el corazón y la otra persona se siente en paz y sigue adelante y continúa el diálogo. Y eso es lo que el Señor hace con nosotros, y nos dice: “Venid, discutamos, hablemos. Toma el recibo del perdón, el perdón ya está. Ahora hablemos un poco para que no lo hagas otra vez”.

A mí me ayuda ver esa actitud del Señor: el padre con el hijo que se cree mayor, que se cree crecido, pero que todavía está a medio camino. Y el Señor sabe que todos estamos a mitad de camino y que muchas veces necesitamos oír esa palabra: “Ven, no te asustes, ven. El perdón está”. Y esto nos anima. Ir al Señor con el corazón abierto: es el padre que nos espera.


 Fuente: Almudi.org

Últimas Publicaciones

En el marco del encuentro “Democracia y paz: retos, iniciativas y propuestas desde Perú, Chile y Colombia”, el catedrático italiano reflexiona sobre algunos de los desafíos que existen hoy para la democracia y la paz, abordando el fenómeno de la rehabilitación de la guerra como herramienta de resolución de conflictos, el desmoronamiento de los vínculos colectivos y las nuevas imbricaciones entre populismo y fundamentalismo religioso.
Ni la toma de la ciudad de Mosul el 10 de junio de 2014, ni la posterior proclamación del califato pocos días después, el 29 del mismo mes, hicieron prever lo que todavía restaba por ocurrir el 6 de agosto. El horror de lo vivido marcó la historia de una de las comunidades cristianas más antiguas del mundo, que poco a poco regresa a Qaraqosh.
Hace quince años, el Papa Benedicto XVI publicó una de las encíclicas sociales más importantes de la historia de la Doctrina Social de la Iglesia. Para quienes dirigen empresas, la trascendencia de Caritas in veritate ha sido enorme. Así lo constata el presidente de USEC, Unión Social de Empresarios Cristianos, Chile, quien expone en este ensayo las ideas económicas y empresariales ahí presentes.
Revistas
Cuadernos
Reseñas
Suscripción
Palabra del Papa
Diario Financiero