"Un aspecto que hoy toca el alma nacional es el proceso constituyente y que nos compromete responsablemente a todos", señala el Arzobispo Celestino Aós.

Queridos hermanos y hermanas:

Los desafíos actuales de Chile tienen ámbitos diversos. Un aspecto que hoy toca particularmente el alma nacional es el proceso constituyente en el que estamos insertos y que nos compromete responsablemente a todos.

Situados en este escenario histórico no podemos olvidar que la misión primera de la Iglesia es evangelizar, anunciando con palabras y obras la Buena Nueva de Jesucristo, que llena de sentido la vida y le da un nuevo horizonte a la historia. El aporte que hemos de dar, desde el Evangelio, es un bien insustituible para nuestra cultura y un don para Chile.

Somos conscientes que no es tarea de la Iglesia formular soluciones técnicas, políticas o ideológicas –y menos todavía soluciones únicas– en materias contingentes, que Dios ha dejado al juicio libre y responsable de cada uno. Pero sí tenemos el derecho y deber de enseñar y difundir aquellos principios sociales que, inspirados en el Evangelio, han de vitalizar el corazón de nuestra sociedad y servir al bien común. Ejemplos de éstos son, entre otros, el respeto a la vida, la centralidad de la persona, el bien común, la solidaridad, la subsidiariedad, la opción por los excluidos, la libertad de culto y la responsable participación ciudadana en el devenir nacional. Estos principios han de ser profundizados para que nos ayuden a un adecuado discernimiento en conciencia al momento de cumplir nuestros deberes cívicos.

En el contexto actual, y provocados por la historia, parece un deber ineludible para nosotros los cristianos el formarnos adecuadamente en la Doctrina Social de la Iglesia para que, a la luz de esta enseñanza, podamos discernir los signos de los tiempos y contribuir decididamente al bien común de Chile. Aportar desde lo nuestro es un deber que enriquece al país, es lo que la sociedad espera de nosotros y está al servicio del diálogo entre las diversas visiones.

Buscando ayudar al adecuado discernimiento como arquidiócesis, a través de la Vicaría para la Pastoral, ofreceremos prontamente subsidios que nos ayudarán a formarnos, para aportar mejor a la reflexión y al discernimiento sobre el futuro de Chile. También, este camino de formación y de reflexión puede ser un aporte concreto para el diálogo en nuestras familias, en las comunidades de base, en las parroquias y en todos los espacios en los que, por nuestro bautismo, estamos llamados a iluminar. Además, esta formación nos ayudará a salir al encuentro de quienes no son cristianos para mostrarles, sin pretender imponer o dogmatizar, que la propuesta que brota del corazón de la Iglesia es un tesoro al servicio de todos.

Los animo a participar activamente en el proceso que estamos viviendo como país, desde las legítimas diferencias, discerniendo en conciencia, aportando en paz todo aquello que hemos recibido como un don, poniéndolo al servicio de la cultura del encuentro, siendo respetuosos del que piensa distinto, sabiendo que ninguna opción es absoluta, ni ningún sistema político puede dar la respuesta definitiva a las inquietudes más hondas del corazón humano. La multiforme acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural destinada a promover el bien común encontrará cristianos legítimamente en diferentes veredas, en partidos o grupos diversos, pero esto jamás puede impedirnos trabajar juntos, como hermanos e hijos de una misma tierra, por el bien común de Chile.

Finalmente, como hemos sostenido los obispos: "La vida de todos quienes vivimos en Chile y el respeto a la dignidad y los derechos de cada persona y la inculcación de sus deberes ha de ser una preocupación de todos nosotros (...) Sigamos orando y comprometiéndonos, personal y comunitariamente, por la amistad cívica y la paz social en nuestro país (Comité Permanente CECh, "Levantarnos de la mano de la justicia y el diálogo", 24 de octubre de 2019)".

Que Nuestra Señora del Carmen, estrella de nuestra bandera, conduzca nuestro caminar y nos cobije a todos, sin excepción, bajo su manto de unidad.

+ Celestino Aós Braco
Arzobispo de Santiago


Fuente: Iglesia.cl

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