Gonzalo Larios

Editorial Arcus

Santiago, 2018. 266 págs.


Gonzalo Larios, doctor en Historia por la Universidad de Navarra, nos ofrece su nueva obra Historia, arte y cristianismo, publicada por el sello Arcus el año 2018. El libro, que reúne distintos artículos de investigación y divulgación que hasta entonces se encontraban dispersos, entrega un valioso conjunto de aquellas reflexiones sobre historia y cultura católica que Gonzalo Larios ha madurado a lo largo de toda su trayectoria académica. En este sentido, el texto no presenta una postura neutra, sino todo lo contrario: en los diferentes capítulos se aprecia cómo el autor valora positivamente la fuerza cultural del catolicismo y su aporte a occidente a través de los siglos, expresada principalmente en el arte, las ideas y la política.

El libro Historia, arte y cristianismo cuenta con diecisiete capítulos organizados en dos partes (Arte, Literatura y Cristianismo; Pensamiento, Historia y Cristianismo), en los que el autor dialoga con los grandes faros de la cultura católica de los últimos siglos y vincula la realidad del cristianismo en Europa, Hispanoamérica y Chile. En el caso de Europa, Gonzalo Larios recoge los aspectos centrales del ideario de artistas y pensadores –muchos de ellos conversos al catolicismo– como Aguste Rodin, John Ruskin, J.R.R. Tolkien, William Morris, John Henry Newman, Alexander Solzhenitsyn y Juan Donoso Cortés, mientras que, sobre Chile, el autor examina la vida y obra de fray Pedro Subercaseaux, Abdón Cifuentes, Jaime Eyzaguirre y Osvaldo Lira, así como la visita de Juan Pablo II al país en la década de 1980. Además, revisa temáticas como la Doctrina Social de la Iglesia, el proyecto cultural de los Reyes Católicos, la identidad mestiza de Hispanoamérica y la realidad del pueblo mapuche.

A pesar de la diversidad de temas estudiados, es posible destacar al menos tres ideas centrales que recorren toda la obra. En primer lugar, Gonzalo Larios examina la crítica a la transición desde la sociedad tradicional hacia la sociedad moderna en artistas y pensadores como Rodin y Solzhenitsyn. Para el primero, el rechazo a la modernidad y al industrialismo tiene como contracara la valoración del gótico como expresión artística que permite conectar a las personas con Dios y lo trascendente. Rodin planteaba, como más tarde lo haría Antoni Gaudí, la estrecha vinculación del estilo gótico y la naturaleza como facilitadores de una conexión humana con lo sobrenatural. En contraste, la sociedad moderna tiene como uno de sus rasgos el abandono del campo y la naturaleza para dar paso al industrialismo urbano, junto a una pérdida del sentido sobrenatural. Solzhenitsyn, por su parte, junto con ofrecer una crítica radical al comunismo –que conoció muy de cerca en una de sus más dramáticas expresiones– también condenaba el materialismo de la sociedad moderna occidental.

En el diálogo entre tradición y modernidad o continuidad y cambio, tanto Rodin como Tolkien hacían suya la “Filosofía del Árbol” popularizada por G.K. Chesterton y que se refería a la correcta comprensión de la tradición y el progreso:

Un árbol sigue creciendo, y por tanto sigue cambiando; pero en los bordes hay siempre algo inalterable. Los anillos interiores del árbol son los mismos que cuando era un retoño; ya no son visibles, pero siguen siendo fundamentales. Cuando en la copa brota una rama, no se separa de las raíces de abajo; por el contrario, necesita que las raíces lo sostengan con más fuerza cuanto más se elevan las ramas.

En segundo lugar, destaca en la obra de Gonzalo Larios la valoración del asociativismo católico, expresado en distintas épocas, lugares y con finalidades diversas, como motor de iniciativas cuyo aporte ha sido decisivo. Así, por ejemplo, los clubes intelectuales, muchas veces reunidos en un bar en torno a una cerveza, la amistad y la camaradería, eran el espacio escogido para el intercambio libre de ideas para figuras como Tolkien y C.S. Lewis, discutiéndose obras que tras ser publicadas se transformarían en obras maestras, como El Señor de los Anillos. Por su parte, mientras John Henry Newman fundaba el Oratorio de Birmingham, que revitalizaría la fe católica en Inglaterra, Federico Ozanam creaba la Conferencia de San Vicente de Paul, surgida entre jóvenes universitarios y extendida por toda Europa para promover el catolicismo social como vía para contrarrestar los males derivados la industrialización. Tras recoger esa experiencia, el líder conservador chileno Abdón Cifuentes promovió un catolicismo que penetrara en las bases sociales a través del asociativismo, fundando un sinnúmero de organizaciones entre las que destacan los círculos obreros y la Universidad Católica de Chile. Asimismo, Jaime Eyzaguirre destacaría no solo en el quehacer intelectual, sino que también promovería la fundación de instituciones católicas que aportan desde el mundo de la cultura.

En tercer lugar, Gonzalo Larios aborda en profundad cuestiones relativas a la identidad cultural de los países, destacando el barroco como expresión artística propia de la identidad mestiza hispanoamericana. Naciones como Chile “no serán ya ni indígenas ni españolas, sino aún hoy, en buena medida mestizas y barrocas” en la medida que integran y reconocen adecuadamente el aporte español y mapuche en el núcleo de su identidad, como señalarían Jaime Eyzaguirre y Osvaldo Lira.

Por último, la obra de Gonzalo Larios tiene el mérito de dirigirse tanto al lector especializado como al público en general, está escrita en un lenguaje inteligente y ameno. El libro presenta prólogo de Alejandro San Francisco.


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