Inez Hilger
Huenun Ñamku. Un Mapuche de Los Andes recuerda el pasado
Ediciones UC
169 págs.
Santiago, 2021.
Prólogo a la edición en castellano:
Huenun Ñamku. Un Mapuche De Los Andes Recuerda El Pasado
El Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR) de la Pontificia Universidad Católica de Chile publicó recientemente la primera traducción al español de este libro de valor etnográfico, histórico, patrimonial y cultural escrito por la hermana Inez Hilger tras sus conversaciones con Huenun Ñamku. Compartimos el prólogo de Eduardo Valenzuela.
Huenun Ñamku es un libro escrito por la hermana Inez (Eleanor) Hilger (1891-1977), religiosa norteamericana, del monasterio benedictino de Saint Joseph, Minnesota, y antropóloga graduada de la American Catholic University, donde trabó amistad personal con Margaret Mead –quien prologa este libro en su versión original– y que la habría orientado hacia los estudios etnográficos de la niñez, donde hizo lo principal de sus contribuciones. Antes de llegar a Chile, Hilger había realizado estudios exhaustivos de los métodos de crianza de los indios Chippewa de Minnesota[1] y Arapaho en los años treinta y se propuso hacer lo mismo con los mapuche de Chile y de Argentina, con una primera visita de dos años en 1946 en el lado chileno, y una estadía adicional a comienzos de los cincuenta en el lado argentino principalmente. Hilger realizó la entrevista a Huenun en la misión capuchina de Panguipulli durante su primera estadía. Su libro sobre la infancia mapuche en los dos lados de los Andes fue editado por el Smithsonian Institute en 1957 bajo el título Araucanian Child Life and its Cultural Background (reeditado en castellano para la parte chilena como Infancia. Vida y Cultura mapuche, Pehuén, 2015). El libro sobre Huenun Ñamku, por su parte, fue publicado comoHuenun Ñamku. An Araucanian Indian of the Andes remembers the past por University of Oklahoma Press recién en 1966 y ha permanecido hasta hoy solo en su versión original en inglés. Las etnografías de Hilger fueron apenas conocidas en el ambiente académico de la época, aunque extractos de aquellas investigaciones fueron publicadas en aquel entonces en Chile[2] y Alfred Metraux –el conocido antropólogo de las religiones sudamericanas– cita a Hilger en su estudio de aquellos años sobre el chamanismo araucano[3]. El rastro de Hilger se pierde desde entonces hasta las recientes traducciones de sus obras al castellano.
Huenun Ñanku es una entrevista de tres semanas que Hilger hizo acompañada de su sobrina Margaret Mondloch (1920-2012), que tomaba notas a mano, y con la asistencia de la religiosa capuchina Francisca Fraundorfner, que traducía las palabras y referencias intercaladas en mapudungun que Huenun hacía en el marco de la conversación en castellano. Se hizo probablemente en el verano de 1946, puesto que “varias hermanas –religiosas capuchinas alemanas– aún no sabían nada de sus familias en Europa, a pesar de que la Segunda Guerra Mundial había terminado meses atrás”. Hilger no tuvo un propósito misional, sino solamente etnográfico. Había hecho estudios sobre infancia mapuche en la costa, “donde solo se podía entrar a caballo”, y se dirigía hacia Coñaripe, siempre en la búsqueda de comunidades aisladas y de los mejores informantes de costumbres antiguas. Se detuvo en la misión capuchina de Panguipulli, donde le hablaron de Huenun, a la sazón de unos ochenta años, a quien encontró como ella misma dice: “altamente inteligente, de integridad incuestionable, diligente, orgulloso, independiente, cortés, simpático y afectuoso”. Sobre Huenun no tenemos otras indicaciones que las que se ofrecen de él en el libro. Era alguien conocido y apreciado en la misión de Panguipulli, en cuyo colegio había educado a sus hijas después de obtener su educación cristiana de parte del padre Sigifredo (Sigifredo de Frauenhäusl, 1868-1954, cabeza de la misión capuchina de Panguipulli durante toda la primera mitad del siglo), a quien recuerda con especial afecto. Muchos de sus hijos habían muerto prematuramente o habían partido, pero conservaba a su esposa María y a su hija Teresa, a quienes Inez intentó en vano entrevistar de manera independiente (interesada como estaba en los métodos de crianza y en la vida doméstica). Pero en esto Huenun era intransigente y seguía la regla tradicional: estando un hombre presente, a mujer no debía hablar. No detentaba ninguna autoridad en su comunidad. Huenun reconoce que los jóvenes eran reticentes a que hablara de costumbres antiguas que los pondrían en ridículo, pero Huenun quiere contar la verdad sobre los antiguos mapuche y mostrar sobre todo la inteligencia con que se hacían las cosas. El cambio tecnológico de la agricultura (el trigo se corta ahora con segadora, no con hoz y caballos), que en buena medida introducían los propios misioneros alemanes, pero también los terratenientes donde se empleaban crecientemente los jóvenes, colocaba a los mapuche antiguos como Huenun en una posición muy desmedrada. El detalle y la exactitud con que Huenun describe la forma como se construye una casa, o como se caza y se pesca con métodos antiguos, e incluso cómo se cocinan determinados alimentos es testimonio de este esfuerzo por realzar la inteligencia y la habilidad con que se hacían los trabajos antes que se conociera en el campo la tracción mecánica y la electricidad. Con respecto a las creencias, desea contar la verdad, sobre todo desmentir las noticias sobre conductas infamantes que se esparcían en los campos. Huenun, por ejemplo, se indigna frente a los reproches de incesto y explica claramente la regla que permite el matrimonio entre primos cruzados, pero que lo prohíbe entre primos paralelos, como sucede por doquier en las sociedades segmentarias.
Huenun es un libro que apenas va a la zaga del que publicara el padre capuchino Ernesto Wilhelm de Moesbach con el testimonio del lonko Pascual Coña, recogido en la zona del Budi unos veinte años antes, al finalizar la década del treinta[4]. Algunas observaciones de Huenun respecto de costumbres antiguas pueden tener un gran valor antropológico y deben dejarse al mejor saber de los especialistas, aunque se pueden dar algunos ejemplos. La descripción de cómo se construye una ruca de paja ratonera a la usanza antigua incluye una observación sobre la presencia de dos kafu que se encargan cada uno de una mitad de la casa y que luego rivalizan entre sí, lo que muestra algo nuevo sobre la dinámica de la cooperación social entre los mapuche. Huenun todavía es capaz de distinguir entre Ngünechén y Nünémapún (y recuerda que sus tíos y abuelos le recomendaban rezarle a este más que al otro), y agrega la posibilidad de pensar a Chau como mujer, como wenümapu ñuke, que Huenun traduce como “nuestra madre” (aunque literalmente debe decir “señora del cosmos”), a pesar de que sabe que se trata de la esposa de Chau. Esta representación contiene restos del principio cuatripartito de la deidad mapuche que comprende a la mujer vieja (ñuke papai) junto con el hombre viejo, la mujer joven y el hombre joven, en el marco de una religión cosmológica que ha sido antropologizada por los misioneros. La versión de Huenun sobre el nguillatun conserva, sin embargo, la reminiscencia del rito cosmológico que la versión moderna de rogativa agraria ha ocultado. En el nguillatun de Huenun reaparece la forma cuatripartita del panteón mapuche, puesto que las personas que ofician son dos ngenpins, jóvenes ayudantes del lonko, dos mujeres mayores, muy respetadas, a quienes llaman pillañ kuche, y dos niñas jóvenes. En el nguillatun se narran o cantan los mitos de origen, y se enseña a los niños sobre los orígenes del pueblo; también se sacrifican gallinas amarillas e incluso animales mayores, aunque Huenun reconoce algo avergonzado que solo al otro lado de la cordillera se imitan animales en el baile. También admite que el konchotun (descrito ampliamente por Coña también) o el ritual de las paces entre familias que se verifica al final de la fiesta grande tiende a desaparecer, para convertir el nguillatun en un rito meramente agrícola que se realiza en la víspera de la cosecha para tener abundancia, cuando seguramente fue el rito cosmológico fundamental destinado a expulsar la violencia interior del grupo y realzar su unidad originaria. La cosmología religiosa y el rito sacrificial han sido enteramente desestabilizados por la referencia a un Dios creador único (chau ngenechén) que ofrece tiempos propicios, pero Huenun alcanza a recordar más todavía que lo que aparece en Coña y en relatos semejantes.
Huenun habla sobre el arte de curar con hierbas y describe la técnica del machitun como han hecho otros antes. Distingue claramente al machi que sana y al kalku que enferma y rechaza completamente la brujería, otro de los malentendidos que pretende disipar, pero manifiesta creer en los anchimalléns que hacen daño e indica claramente que el origen de la enfermedad deben ser tales espíritus o seres parecidos. En el machitun ha desaparecido por completo la referencia al mito originario por medio del cual se explica la perturbación del enfermo y la machi pronuncia oraciones y sentencias ininteligibles para los oyentes y, como en Coña, sana por invocación al padre Chau. Huenun admite que la machi no extrae nada que provenga del cuerpo y que aquello que muestra como origen de la enfermedad (una pluma, una piedrecilla, quizás un sapo o una pequeña lagartija) puede que no sea más que algo que trae consigo, pero no le da ninguna importancia al engaño, tal como indica Levi-Strauss en su célebre artículo sobre la cura chamánica. Alguna vez dice que fue invitado a un machitun para gritar, para ahuyentar a los espíritus que en su relato sale arrancando bajo la forma de un gallo negro, e indica que él mismo fue curado de joven por una machi en cuyo poder cree firmemente. Huenun conserva intacta su creencia en el arte chamánico que en otras partes los misioneros reemplazaron por las devociones de santuarios prácticamente inexistentes en territorio mapuche.
Huenun es un testimonio fascinante de un mundo que ha permanecido en pie contra todo pronóstico. En este testimonio aparece intacto el koyagtun, la fina cortesía del saludo mapuche, el orgullo implacable de un anciano que conduce permanentemente el relato y se niega a contestar lo que le parece poco importante y la confianza en los recursos de su propia cultura. El relato muestra un mundo que está cambiando aceleradamente y que en cierto sentido se desmorona. Huenun es capaz de identificar las semillas antiguas que han desaparecido, cómo se conseguía miel de avispas antes que llegaran las abejas y cómo se hacían tazas y cucharas del cuerno del buey. En el ocaso de su vida tiene premoniciones acerca de insectos que arruinan los sembrados y tiempos de climas adversos y de escasez. Debemos hacer un nguillatún, dice, porque “a pesar de que ahora soy cristiano, aún tengo mucha fe en nuestra propia religión”.