Joseph Ramos

Paidós

Buenos Aires, 2023

196 págs.

Este texto corresponde a una adaptación de la presentación del libro realizada el 16 de noviembre del 2023 en la Facultad de Economía de la Universidad de Chile.

Lo primero que me pregunté cuando Joseph Ramos me mandó el libro varios meses atrás fue… ¿De a dónde viene este libro?

Pienso que el origen de este texto radica en Jesús mismo. En el impacto que las palabras y acciones de Jesús de Nazaret causaron entre sus seguidores y simpatizantes en el siglo I en esa tierra que hoy, por desgracia, se desangra.

¿Por qué las palabras de un judío marginal causaron tanto impacto? ¿Por qué esas palabras siguen vivas 2000 años después? ¿Por qué tantos alrededor del mundo y a través de los siglos han dado la vida –de diversos modos– por este campesino judío y marginal? ¿Por qué un economista exitoso escribe en 2023 sobre Jesús de Nazaret, en circunstancias en las que según explica en el prólogo la religión está en retirada en Occidente? Como él mismo plantea, en Chile estamos transitando “desde una cultura cristiana por defecto, a una cultura secular por defecto”. ¿Por qué, entonces, este economista dedica tiempo a esta tarea? ¿Por qué Jesús, dos mil años después, sigue interpelando a personas como Joseph Ramos?

Pienso que tal vez, porque Jesús estaba presente en la vida de las personas, en su vida cotidiana: frecuentaba la sinagoga, comía en las casas, se reunía en los espacios abiertos de los pueblos. Tenía, además, una intensa y escandalosa –diría yo– actividad con la gente, cercana y personal: sanaba enfermos ¡incluso tocándolos! sin temor a ningún mal que pudiera transmitirse; discutía con maestros de la ley, corrigiéndolos y enseñándoles nuevas perspectivas; tenía “malas juntas”, comía y compartía con la gente “incorrecta”, con prostitutas, publicanos, leprosos. Sus acciones no podían dejar indiferente a nadie: comidas con pecadores, expulsión de los mercaderes del Templo, sanaciones, exorcismos, el perdón de los pecados, y más.

Jesús impactó, también, qué duda cabe, por su forma de hablar: sencilla, cercana, sin grandilocuencia. Por sus sentencias breves y rítmicas que la gente podía memorizar sin dificultad, por sus parábolas, en fin, por su lenguaje fácil, asequible para todos y muy recordable.

Y en ese contexto histórico aparecieron diversos grupos como los describe Santiago Guijarro, biblista español: “la gente”, aquellos que escucharon o fueron testigos de sus acciones de forma esporádica u ocasional. Los simpatizantes, que adherían a su mensaje, pero tenían una relación menos asidua con Él. Y los seguidores de Jesús: esos discípulos y discípulas que fueron llamados y enviados a anunciar la buena noticia. Jesús los llamó, como nos dice el Evangelio de Marcos, “para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar” (Mc 1, 14).

En este último grupo –diría yo– está el origen de este libro. Ese contexto de envío misionero que originó la tradición de Jesús no estaba circunscrito a esos pocos hombres y mujeres que lo conocieron personalmente. Ese envío misionero se hizo extensivo, a través de los Evangelios, a todos los hombres y mujeres que en diversos contextos y épocas hacemos el intento por seguirlo. Joe es uno de esos discípulos que se han tomado en serio esa tarea misionera. Y no es nada fácil en este momento histórico en donde él mismo reconoce la desafección, la privatización de la fe y el cambio de paradigma… Dice el autor:

“Una Iglesia acostumbrada a evangelizar ‘desde arriba hacia abajo’ a la cual la gente le llegaba por medio de la cultura ahora necesitará hacerlo saliendo a la plaza pública, atrayendo y convenciendo de a uno”.

Pienso que por aquí hay una clave. La nueva evangelización no será masiva, sino personal, uno a uno, apelando al corazón, en palabras del autor. Y, yo agregaría, espejeando la propia vida a la luz del Evangelio, porque “este libro está dirigido a todas esas personas en búsqueda, insatisfechas con los proyectos de vida hoy en boga, por considerarlos parciales o superficiales, sin llenar su ansia de plenitud”.

En este ensayo se busca “provocar un encuentro personal con la figura de Jesús” y nos invita a todos los lectores “a verlo como si fuera por primera vez, acercándonos a él por medio de nueve miradas y posturas que se han dado sobre él a lo largo de la historia”.

El libro nos familiariza con Gabriela Mistral y su poesía religiosa que “aboga por un cristianismo con sentido social, pues el Evangelio no consiste en bellas palabras para elevar el alma, sino para cambiar el mundo”. ¿Quién es Jesús? ¿El hombre de los poetas como Anguita, Mistral, De Rokha o Parra? ¿Un maestro que predicó una moral elevada? ¿Un ejemplo de cómo hemos de vivir?, según Tolstoi o Jefferson, a quienes cita. ¿Es Jesús un maestro de la vida ejemplar como lo ve Shusaku Endo, el novelista japonés a quien, al menos a mí, Joe me presenta, que nos propone una moral de amor con esa brújula escandalosa –a los ojos actuales– del sermón de la montaña (bienaventurados los pobres, los perseguidos…) o de Mateo 25 (dar de comer al hambriento, de beber al sediento, consolar al triste…)?

Lo que nos atrae en las historias que Endo llama de consolación, dice el autor, “es cómo Jesús se mete en la vida de las personas dolientes a quien nadie toma en consideración, y compadece sus dolencias y sufrimientos” revelando la cara de un Dios maternal.

“Si Jesús fue un hombre –agrega– modelo de vida por su amor y compasión, pero nada más que eso, es difícil entender por qué fue ejecutado. Algo hizo o dijo, más allá de ser compasivo para que las autoridades religiosas y políticas lo condenaran a la muerte en la cruz. Esta mirada es valiosa, pero incompleta”, afirma Ramos. ¿Era Jesús un milagrero y profeta? Sí, pero tampoco lo mataron por eso.

¿Era Jesús liberador? También, y la teología de la liberación se ha encargado de rescatar su mensaje liberador. Como dice Ramos recordando a Gustavo Gutiérrez: “La salvación no se hace a espaldas del mundo, sino que pasa por construir ese tan anhelado reino de justicia y paz”. Y agrega el autor, a propósito de América Latina: “Si es técnicamente posible erradicar la pobreza, es moralmente obligatorio hacerlo”. ¿Y no ha sido ese el esfuerzo del profesor Joseph Ramos en su trayectoria profesional animado por el seguimiento de Jesús? “Nosotros somos los medios –dice el economista en el texto–, los instrumentos, las manos que tiene Dios… para que se instaure su reino de justicia y paz. Así nos hacemos copartícipes de la liberación e instauración de su reino”.

El autor nos recuerda que Jesús fue acusado de hereje y de blasfemo. Nos recuerda que fue reconocido como milagrero y profeta y, muy pronto, después de la resurrección, elemento de fe central para quienes creemos, Jesús empieza a ser reconocido y proclamado como hijo de Dios.

El 1 de noviembre de 2023, el Papa Francisco firmó la Carta Apostólica, en forma de motu proprio, Ad theologiam promovendam, en la que actualiza los estatutos de la Pontificia Academia de Teología. En ella nos hace un llamado urgente a quienes nos dedicamos a la teología para renovar, cambiar los lenguajes, las miradas.

Dice el Papa: no basta la mera “repetición de fórmulas abstractas del pasado. El poliedro de la historia se enriquece continuamente con el pensamiento complejo del hombre y la mujer de fe que dialoga con el mundo y está a su servicio”. Este libro dialoga con la cultura actual de una manera muy particular.

El Papa pide una teología encarnada, al servicio de la Iglesia y del mundo, que amplíe sus fines. Pide una teología “que huela a pueblo y a camino, y que con sus reflexiones vierta aceite y vino sobre las heridas del hombre”. Pide una teología para “interpretar el Evangelio en las condiciones en que viven diariamente los hombres y mujeres, en diferentes ambientes geográficos, sociales y culturales…”.

El Papa pide un cambio de paradigma en la teología. Esto significa que los motivos que la animaban hasta ahora tienen que ser revisados para ponerla al servicio de otra cosa. La teología, así como está, no sirve para mucho y es usada como sostén de ortodoxias y ortopraxis muchas veces incorrectas.

El Papa no habla simplemente de un “mejoramiento” o de “algunas correcciones” para que todo siga igual. Habla de una actitud profética, de una “revolución cultural valiente”. ¿No es este libro del profesor Ramos parte de esa revolución valiente?

El Papa nos llama a un método inductivo y dialogal porque este es el método que dialoga “entre diferentes tradiciones y diferentes saberes, diferentes confesiones cristianas y diferentes religiones, comprometiéndose abiertamente con todos, creyentes y no creyentes”.

La teología que el pueblo de Dios necesita muchas veces no es la que actualmente se hace. Esta es –mayoritariamente– una teología clerical producida para justificar el poder de la estructura eclesiástica en nombre de Dios. De lo contrario no habría tantos abusos de todo tipo, empezando por la pederastia, los abusos de poder, espirituales y de conciencia que aún no se asumen en la profundidad y dimensiones necesarias, ni en sus consecuencias ni en sus causas.

La teología a la que llama Francisco “no se encierra en una referencialidad que conduce al aislamiento y a la insignificancia”, sino que la llama a percibirse “inserta en una red de relaciones, en primer lugar, con otras disciplinas y otros saberes”.

El Espíritu Santo –agrega la carta– no está encerrado en los templos clericales, sino que sopla en el santuario del mundo llevando el aire fresco de la misericordia divina. Este libro trae aire fresco, otro modo de hablar, al santuario del mundo.

La teología, añade el Papa, debe “hacer uso de nuevas categorías desarrolladas por otros saberes, para penetrar y comunicar las verdades de la fe y transmitir la enseñanza de Jesús en los lenguajes actuales, con originalidad y conciencia crítica”.

Menciono esta carta dirigida a los teólogos y teólogas, porque pienso que es exactamente lo que Joseph Ramos ha hecho con este libro. Salir a la plaza pública y dialogar con nuevos lenguajes y formas. Él es un teólogo de a pie, que busca dar razón de su esperanza y nos conduce por un trayecto novedoso. Distinto.

Al terminar el libro la pregunta se hace personal, nos la dirige a cada uno de sus lectores…

Y yo ¿quién digo que es Jesús de Nazaret?

El autor nos invita a escribir nuestro propio credo. En nuestras manos queda la respuesta.

Carolina del Río M.

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