Dicasterio para los laicos, la familia y la vida
Librería Editrice Vaticana
Ciudad del Vaticano, 2022
205 págs.
Con motivo del Año de la familia Amoris laetitia, e invitando también a una relectura de esta exhortación apostólica en conjunto con Gaudete et exsultate, el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la vida publicó un libro a modo de subsidio donde recoge notas biográficas, desarrolladas a modo de reflexión sobre ocho matrimonios que actualmente han sido destacados en el camino a los altares: los santos Louis y Zélie Martin –los padres de Teresa de Lisieux–, beatos Luigi y Maria Beltrame Quattrocchi, venerables Sergio Bernardini y Domenica Bedonni, y cinco matrimonios de cuatro continentes, ya reconocidos como Siervos de Dios. Es un libro dirigido principalmente a matrimonios y familias que deseen profundizar más en el cómo vivir plenamente el evangelio, y a comunidades que desean conocer el gran misterio del matrimonio como camino de santidad. Su estructura permite usarlo como un itinerario de formación tanto para trabajo individual como comunitario, puesto que, tal como dice Gabriella Gambino en su introducción, “los cónyuges estamos llamados a recorrer juntos el camino de la santidad: no solo como personas distintas, sino también como pareja” (p. 3).
Inspirado por la premisa que plantea el Papa Francisco de que “ser santos no es privilegio de unos pocos, sino una vocación para todos” (@Pontifex_es 21.11.2013), estos ejemplos muestran que, a lo largo de los años, los matrimonios y familias se han visto enfrentados a similares experiencias: problemas de amor, incomprensiones, dificultades relacionadas con el trabajo, la educación de los hijos y los desafíos impuestos por la sociedad de su tiempo.
Cada capítulo del libro se centra en un matrimonio distinto, y a su vez se divide en tres partes: notas biográficas; vida cotidiana, con sugerencias para la reflexión; y herramientas para la santidad, con más preguntas y posibilidades de profundización.
Resulta muy interesante reconocer los distintos caminos que cada uno transitó para descubrir su vocación matrimonial y familiar, las crisis espirituales que varios sufrieron, pérdida de hijos y desamparo, las decisiones duras que algunos tuvieron que tomar en tiempos de guerra y dificultades. Y a la vez, constatar que el articular la vida en torno a lograr la felicidad del otro y la propia entrega acaban por configurar una relación generosa y, en muchos casos, magnánima.
Considero especialmente impactantes las historias de dos matrimonios que comparten la característica de implicar la conversión del marido en el contexto de países con minoría católica e Iglesia perseguida. Son los relatos sobre Takashi Nagai (1908-1951) y Midori Marina Moriyama (1908-1945), y de Cyprien Rugamba (1932-1994) y Daphrose Mukasanga (1944-1994).
La primera se desarrolla en los años previos a la II Segunda Guerra : Takashi es un joven médico que se acerca al misterio de la fe mientras participa en la guerra de Japón contra China gracias al catecismo que le regala Midori, quien había sido su paciente. En 1934 Takashi recibe el bautismo. Los riesgos relacionados con su trabajo como radiólogo no impiden que la devota Midori acepte su propuesta de matrimonio y se casan en agosto de ese año. Nacen cuatro hijos, dos de los cuales mueren muy pequeños. Entre 1937 y 1940 Takashi fue llamado nuevamente a luchar contra China; y en 1945 es diagnosticado con leucemia. Mismo año en que la bomba atómica sobre Nagasaki le arrebata a su esposa y todas sus pertenencias:
[Mientras] mi mirada vagaba por el horizonte sin límites, descubrí con asombro en mi interior que no sentía ni pesar ni tristeza por haberlo perdido todo. Cuando comprendí que lo que tenía que buscar era algo que no muere, cuando comprendí que tenía que buscar el reino de los cielos y su justicia, una nueva y gran esperanza se instaló en mi corazón. En busca de lo que nunca se perderá, comencé una nueva vida (p. 170).
Se puede profundizar en su vida gracias al libro Réquiem por Nagasaki, de Paul Glynn, reseñado por Elena Vial en Humanitas n°91.
Por su parte, la historia del matrimonio ruandés de Cyprien y Daphrose está llena de las dificultades que impone un funcionamiento social marcado por tradiciones, creencias tribales, machismo y también aguda crisis. Es una relación que tarda años en convertirse en un verdadero matrimonio, a pesar de los siete hijos, y de la fidelidad de Daphrose en paralelo a las humillaciones por las que la hace pasar Cyrprien. Sin embargo, el actuar profundamente cristiano de su esposa, su profundo amor, acaba por transformarlo y experimenta una conversión radical: “cambiar no es volver sobre los propios pasos, sino perder completamente el rumbo” (p. 191). El cristiano Cyprien sabe que no hay hutus ni tutsis, solo hijos de Dios, y canaliza su convicción en una lucha por encontrar los medios para difundir este mensaje a todos los ruandeses. El 6 de abril de 1994, los presidentes de Burundi y Ruanda mueren en un atentado y estalla la guerra. Al día siguiente, un grupo de soldados entra en casa de los Rugamba y abre fuego, matando a los esposos y a seis de sus siete hijos.
En diciembre de 2015 se abrió la causa de beatificación de la familia Rugamba, y en octubre de 2021 se depositó la investigación diocesana en la Congregación para las Causas de los Santos. Ese mismo mes se solicitó la apertura de la causa de beatificación del matrimonio japonés.
Junto con extender la invitación a conocer en mayor profundidad la vida de cada uno de los ejemplos relatados en este libro, y aprovechar el material pedagógico y pastoral desarrollado, quiero cerrar este comentario citando nuevamente a Gabriella Gambino: “Hay una diferencia fundamental entre un buen matrimonio y un matrimonio santo: en un buen matrimonio, los cónyuges se esfuerzan por amarse; en un matrimonio santo, los cónyuges ponen sus esfuerzos en manos de Dios y por eso sus acciones van más allá de lo que son capaces de hacer, mostrando lo que Dios puede hacer” (p. 5).
Valentina Jensen E