Gastón Soublette
Ediciones UC
Santiago, 2020
84 págs.
Luego de los acontecimientos que ocurrieron en Chile a partir del 18 de octubre, el autor publica este manifiesto en el que “se trata de entender el sentido de lo ocurrido y discernir sus causas más profundas”. La crisis no es particular de Chile, sino manifestación de una “megacrisis” que afecta a todo el mundo y que se ha desatado por “las formas de vida y organización de la sociedad que han sido generadas por esta civilización industrial en todos los territorios habitados por el hombre”. La causa de esta crisis no es el hombre en sí, sino el “tipo de hombre” creado por la cultura industrial del rendimiento. El manifiesto toma posición respecto de esta cultura y el tipo de hombre que genera.
La cultura como forma interior de una sociedad no nace de un consenso circunstancial o de un pacto social de los individuos, sino de un acontecimiento espiritual, encarnado en una persona, que da sentido a las preguntas fundamentales de la existencia. La respuesta a estas preguntas son la base de la comprensión de sí mismo y de los demás en cada hombre, por lo que tienen consecuencias concretas tanto en su propia vida como a nivel social. Sin embargo, la vivencia propia de estas respuestas por parte de cada generación puede provocar (y ha provocado) que la cultura de un pueblo pueda desgastarse.
Según el autor, la cultura de la civilización industrial contemporánea está basada en una renuncia a la capacidad de la razón de conocer la verdad, por lo que las capacidades intelectuales deben ser utilizadas en el desarrollo de las disciplinas útiles. Se refuerza lo anterior tanto por la idea de que la riqueza es una bendición de Dios y por la concepción individualista de la sociedad. Estos fundamentos son causa de una sociedad en la que se exige el máximo rendimiento útil provocando que el hombre esté volcado constantemente hacia fuera de sí mismo, olvidando su interior y el sentido que daba origen a su comunidad. El rendimiento es exigido en este orden construido por el esfuerzo del hombre en el que el orden dado de la naturaleza y del propio origen pasa a ser “una reserva de recursos”.
Para el profesor Soublette, la crisis llega a su momento álgido en octubre, impulsado por la crisis de las instituciones que destiló la gota que derramó el vaso de la paciencia de la sociedad viviendo en esta cultura inhumana. “Despertaron” quienes escucharon ese anhelo de sentido que se escabulló entre las estructuras de la sociedad del rendimiento.
Finalmente, en estas circunstancias, para el autor del manifiesto, adquirió protagonismo el llamado a un nuevo pacto social, el que no se entiende como un camino intermedio entre marxismo y capitalismo, porque ambos son materialistas, sino como una actualización de la vivencia del sentido que acoge la realidad como don, en el que el hombre es parte importante, pero no el explotador. Este nuevo pacto puede aprender de la sabiduría tradicional de los pueblos y su comprensión del crecimiento orgánico en contraposición al crecimiento indiferenciado.
Luego de casi de 9 meses del “estallido de octubre”, los estudios y análisis nos han permitido conocer las diversas fuerzas que están implicadas en la situación actual de nuestro país. Las dimensiones culturales que menciona el profesor Soublette son parte de otras causas tanto históricas como políticas. Creo que a nivel cultural habría que considerar también el olvido de Dios, la consecuente pérdida de la dimensión trascendente de la existencia y por lo tanto la falta de un orden común de la realidad y la vida en común.