Autor: Martin Steffens
Editorial Encuentro
Madrid, 2017. 81 págs.
Este es el tercer título de la colección Mártires del siglo XX. Una colección de la Editorial Encuentro, compuesta por pequeños y asequibles libros para divulgar una realidad que es poco conocida, pero absolutamente decisiva para la evangelización del tercer milenio: los mártires de todas las confesiones cristianas que han florecido en nuestros tiempos como nunca antes. El primer título de la colección, Víctimas y mártires. Aproximación histórica y teológica al siglo XX, editado por Juan Antonio Martínez Camino, fue reseñado en Humanitas 86.
El libro que aquí presentamos, Nada Más que el Amor. Indicadores para el martirio que viene, de Martin Steffens, fue Premio al Libro Religioso de Francia el 2016. Consiste en un pequeño libro, de aproximadamente 80 páginas, que “denuncia un cristianismo demasiado plano y acomodado a una modernidad en crisis y, sobre todo, descubre con un agudo y sugerente análisis filosófico-teológico la fuerza liberadora de la fe en el Dios crucificado”.
Más que de mártires, el libro habla de los cristianos, cuya vocación es una vocación martirial. Y lo habla en un momento histórico particular, donde los mártires de hoy nos interpelan desde las pantallas de nuestros computadores y celulares.
El autor les habla a aquellos que tienen miedo. Miedo a la colonización, al desenraizamiento y a la destrucción de sí mismos. Miedo al Estado Islámico y a aquella espiritualidad sin encarnación, sin rostro y al margen del Dios hecho hombre. Miedo, finalmente, a que aquel miedo les haga perderse y privarse del gusto por la vida.
En un lenguaje conmovedor, el autor intenta dar algunas indicaciones sobre las actitudes que se deben tomar frente a aquel miedo. ¿Qué hacer frente al enemigo? ¿Desear el martirio? ¿Luchar? ¿Responder con sumisión? Martirio. Desear el martirio por sí mismo sería “un acto de temeridad, más de orgullo que de abandono confiado a la Providencia divina”. ¿Luchar entonces? El cristiano no es aquel que renuncia a no luchar, la gracia no es no luchar ni rechazar el combate. Lo que se debe procurar es no perderse en combates equivocados. ¿Cómo luchar? Luchar no para mañana, no debe buscarse la victoria que siempre se espera para el día siguiente. No. Todo combate es una derrota. El cristiano debe luchar para pasado mañana, debe luchar con la esperanza de hallar nuevamente la paz. Responder con fuerza a la violencia no es una posibilidad si queremos que la esperanza no desaparezca. Y ese esperar para pasado mañana ¿significa adquirir una actitud de sumisión?
La actitud de sometimiento es una actitud que no se compromete, sino que se resigna y renuncia, que no confía en Dios.
¿Qué queda entonces? Nuevamente el martirio.
El martirio es nuestra vocación. No es la espera pasiva de la catástrofe, es pasarse al otro lado de la pasión; no es la no-violencia, sino que es, en el fondo, lo mismo, pero no como estrategia política sino como estrategia que ama, y que espera la victoria y que olvida el mal a tal punto que ya no lo puede entender.
El autor nos hace regresar al significado de la cruz y al sacrificio de Cristo. Habla sobre el sentido del cristiano, quien vive como extraterrestre, comprometido con esta tierra pero apuntando hacia el cielo, siendo un símbolo, no una marca referida a sí mismo ni una huella del pasado, sino un símbolo que está referido a Alguien que no es él.
El momento histórico es un desafío para el cristiano a ser aquello que es, a aceptar su vocación de vivir y morir de amor. Es un grito que busca afirmar que el cristiano aún sabe amar.
A aquellos que temen, Steffens les recuerda que no deben tener miedo, lo único que puede pasarle al cristiano es el Amor. Como el cristiano pertenece a Cristo, no le puede pasar nada más que Jesús. El cristiano está hecho para la vida y no para la muerte, no debe esperar resignado mirando a través de las ventanas de la red, no, solo debe acoger la vida y tener la certeza de que va “hacia alegrías muy grandes”.