Sumilla
Las críticas más fuertes a la Ostpolitik vaticana provenían de ciertos católicos que vivían bajo regímenes totalitarios, y a veces también de sus pastores, quienes acusaban a la Santa Sede de ceder ante los regímenes comunistas, de concordar con los mismos y así renunciar a protestar en el ámbito internacional contra la violencia y los abusos perpetrados en relación con la Iglesia Católica y otras confesiones cristianas. Estas denuncias constituyeron un duro golpe contra el trabajo desarrollado hasta ese momento por monseñor Agostino Casaroli, encargado por dos Papas de estas delicadas misiones en los países comunistas. Él buscaba el camino diplomático para garantizar un espacio de vida, un modus vivendi o un modus non moriendi, a las Iglesias de esos países al otro lado de la Cortina de Hierro. Hoy es posible reconstruir históricamente estos hechos, utilizando las fuentes diplomáticas del archivo Casaroli, recientemente publicadas.
Humanitas 2015, LXXX, págs. 122-139.