Sin conocer el Magisterio sobre la doctrina social de la Iglesia, hoy todos lo reconocen como un santo comprometido con los problemas sociales

El bicentenario del natalicio de Don Bosco es un año jubilar, un año de gracia, que queremos vivir no solo en la Familia Salesiana, sino en la Iglesia y en la sociedad civil, con un profundo sentimiento de gratitud y alegría al Señor, porque Él mismo nos ha dado nuestro Padre Don Bosco con toda la riqueza de su carisma, espiritualidad y santidad.

En su última encíclica, Laudato Si’, el Papa Francisco expresa:

Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco (n. 229).

Don Bosco no conoció el Magisterio pontificio sobre la doctrina social de la Iglesia. La Rerum novarum (1ª encíclica social) será promulgada tres años después de la muerte de Don Bosco. Pero hoy, todos los estudiosos reconocen que Don Bosco es un santo comprometido con lo social, entre los más elocuentes del siglo XIX en Italia.

Me parece oportuno destacar, por ejemplo algunos puntos de la Caritas in veritate que en la obra de don Bosco logran explicitarse de manera más evidente:

1. “El amor —‘caritas’— es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz” (CIV 1).

2. “Se ama al prójimo tanto más eficazmente cuanto más se trabaja por un bien común que responda también a sus necesidades reales” (CIV 7).

3. “El primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad” (CIV 25).

4. “Ante los problemas dramáticos..., razón y fe se ayudan mutuamente. Solo juntas salvarán al hombre. Atraída por el puro quehacer técnico, la razón se ve abocada a perderse en la ilusión de su propia omnipotencia. La fe sin la razón corre el peligro de alejarse de la vida concreta de las personas” (CIV 74).

Don Bosco y su tiempo

Don Bosco inicia su misión en la ciudad de Turín. Una ciudad que tenía un tejido muy abierto, desmenuzado en actividades productivas, no ciertamente industriales, sino de tipo artesanal, aunque a veces las técnicas usadas eran las de las innovaciones que se conocían en el resto de Europa.

Esta ciudad de servicios exigía una masa de hombres, mujeres y campesinos, que venían con un espíritu que recordaba todavía la costumbre de la edad moderna, cuando los pobres del campo, en los momentos de dificultad, acudían a las grandes ciudades, porque allí era más probable encontrar recursos para la propia vida. Por tanto, venían a Turín muchos pobres, hoy diríamos marginados, porque Turín era el centro, donde era posible aprovechar la oportunidad de sobrevivir.

La sociedad turinesa de mitad del siglo XIX presenta características muy evidentes: pobreza, trabajo infantil, abandono de los niños, miserias materiales y morales, disgregación de la familia, falta de respeto a la dignidad humana, laicismo, etc. La diferencia entre el “obrerismo proletario” y “el egoísmo de la clase patronal” lleva a la acumulación de riquezas en manos de los últimos y la miseria de los demás; paso seguido, el desamparo de la clase obrera, la ruptura de las familias, el abandono moral unido al material, la laicización de la gente y el consiguiente materialismo. El último resultado de esta cadena es la pérdida de dignidad del hombre.

Lo social en Don Bosco es entendido como el conjunto de problemas a resolver de una sociedad. Lo peculiar de esta concepción es que apunta directamente a la mejoría de una situación de pérdida de dignidad del hombre, a causa de la indiferencia de los poderosos o de discusiones teóricas vanas. Don Bosco no se detuvo a analizar las causas de la situación, a hacer un balance teórico y a elucubrar propuestas de solución; al contrario, se vio impulsado a actuar concretamente para salvar muchas situaciones graves.

El trabajo

El trabajo es uno de los pilares del “sistema social” de Don Bosco: muchas de sus referencias en la sociedad son al mundo del trabajo, la relación estrecha entre trabajo y sociedad, el trabajo como factor de armonía social y la educación para el mismo. Es básicamente el elemento en torno al cual se mueven las teorías económicas emergentes en la época de Don Bosco —liberalismo y marxismo— y el mismo santo lo vivió también como factor de dinamismo y cambio social.

Don Bosco claramente ha querido:

1. Dar al trabajo el sitio que se merece en el campo de la educación y de la estima social. No un yugo humillante, ni una diversión, ni un pasatiempo, sino un sagrado deber, un noble ideal, un potente factor de bienestar material y moral, individual, familiar, social.

2. Formar obreros conscientes e integrales: moral, técnica, intelectualmente dotados para su misión.

3. Eliminar el contraste entre el estudio y el trabajo manual, entre la clase estudiantil y la clase artesana u obrera.

Las iniciativas en el mundo del trabajo fueron tal vez las primeras de la obra educativa de Don Bosco, aparte de la catequesis.

Don Bosco buscó asesorar a los jóvenes en sus experiencias y contratos laborales, mediando como contratista con los patrones, asegurando un mínimo de condiciones de salario, extensión laboral y moralidad del ambiente. Esta mediación entre aprendices y patrones fue un primer paso en el mundo del trabajo, de una magnitud mucho más importante de lo imaginado.

Don Bosco hacía un verdadero contrato entre ambas partes, asegurando más ventajas para todos: a los patrones les exigía la enseñanza de un oficio a los jóvenes, la corrección amable, pagarles convenientemente y aumentar su salario, darles los días festivos de descanso, en fin, no explotarlos; por su parte, los aprendices quedaban obligados a ser cumplidores, puntuales, respetuosos y obedientes. Don Bosco acompañaba personalmente a ambas partes para lograr el cumplimiento esperado. Fue una iniciativa con ciertos rasgos de “sindicalismo”, hasta el punto de que algunos autores hablan de Don Bosco como el “primer sindicalista italiano”, defensor de los trabajadores y el trabajo.

La segunda etapa de las iniciativas en el mundo laboral es la creación de talleres de artesanos, primer paso hacia las escuelas profesionales. Don Bosco observó el ‘mal ambiente’ que había en los talleres de Turín y los peligros a los que los jóvenes quedaban expuestos y decidió llevarlos a trabajar consigo. Lo interesante de esta iniciativa es que en principio no fue con la intención exclusiva de enseñarles un oficio, sino para que trabajaran en un ambiente ‘saludable’. Estos talleres lograban su misión: educar a los jóvenes en el trabajo, enseñarles un oficio y, sobre todo, “sustraer del peligro a sus queridos jóvenes”.

La máxima “buenos cristianos y honrados ciudadanos” sigue siendo el faro que dirige la acción salesiana. Indudablemente este es el aporte mayor de Don Bosco en cuanto al compromiso socio-político: desde una esmerada educación cristiana e instrucción técnico-profesional, formar ciudadanos solidarios y responsables en el cumplimiento de sus deberes.

El Sistema Preventivo: educar evangelizando

El sistema educativo que Don Bosco nos dejó está estrechamente unido a su persona, a su forma de actuar y de responder a los retos que le plantearon sus tiempos. El Sistema Preventivo es una relectura de lo que el mismo Don Bosco pudo conocer en las experiencias de San Felipe Neri y de los Oratorios de Milán, enriqueciéndolas con su aporte personal y original. En efecto, Don Bosco no nos ha dejado una teoría educativa plasmada en unos escritos o instituciones ya hechas, sino un estilo de actuar, una historia personal. Su originalidad, por tanto, hay que buscarla en la praxis y en el quehacer diario.

Por otro lado, el Sistema Preventivo en Don Bosco no se limita a una realidad pedagógica, sino que está íntimamente unida a otras preocupaciones que la inspiran y a veces la superan: la preocupación caritativa, por la que quería liberar de la pobreza y miseria a los jóvenes y se sometía por ellos a la penosa tarea de pedir limosna; la tensión pastoral que le llevaba a buscar la salvación cristiana del pueblo y a intervenir en un campo mucho más amplio: prensa, misiones, devoción popular, etc.; su misión de fundador de una nueva forma de vida religiosa adecuada a los tiempos y a una sociedad cada vez más autónoma y secular. Todas esas realidades se fundieron en una vigorosa síntesis que Don Bosco mismo llamaba “su Sistema”.

El centro de interés de la práctica tanto educativa como pastoral de Don Bosco es la persona del joven considerada en toda su integralidad, como persona en este mundo en relación con Dios: hacer del joven “un honrado ciudadano y un buen cristiano”.

Este sistema descansa por entero en la razón, en la religión y en el amor”. Así definía Don Bosco su sistema educativo. Este trinomio, que sintetiza la misión educativa y pastoral de Don Bosco, cubre todos los aspectos de la educación y los funde y relaciona mutuamente.

El estudio y preparación profesional, el deber y responsabilidad, la buena educación, el trabajo y la profesionalidad, la moderación y la sociabilidad son expresiones de la razón, o dimensión cultural del proyecto, inspirada por la fe que aporta las motivaciones profundas y los valores fundamentales.

La moralidad y la conciencia, la fe y la apertura a la trascendencia, la catequesis y formación religiosa, la práctica y el compromiso en la comunidad eclesial constituyen la dimensión religiosa, encarnada en las esperanzas humanas, dándoles profundidad y sentido definitivo.

La cercanía grata y compartida, el afecto demostrado sensiblemente a través de gestos comprensibles, la confianza y la relación educativa positiva concretan el principio metodológico de la amabilidad, que es la traducción pedagógica de la caridad cristiana que acompaña, anima y sostiene la realización de los otros dos principios.

La Congregación Salesiana en el mundo hoy

Son muy variados los ámbitos en los cuales se desarrolla la tarea educativa y evangelizadora de los hijos de Don Bosco. Actualmente los salesianos en el mundo son 16.000, presentes en los cinco continentes y en 133 países. Podríamos decir una “multinacional” de la educación. Millones de estudiantes frecuentan nuestros colegios, universidades e institutos superiores de educación. Ofrecemos nuestro servicio pastoral en las iglesias locales con las parroquias y santuarios, en los oratorios y centros juveniles, en las misiones “ad gentes”, en la promoción humana y social de los indígenas. Aseguramos una presencia testimonial en países islámicos y en conflictos bélicos y sociales.

Numerosos son los centros de recuperación y acogida de niños, adolescentes y jóvenes adictos, en situación de calle, refugiados, abusados por el turismo sexual, niños soldados y cárceles de menores.

El elenco podría ser mucho más amplio, me limito a presentar algunos para hacer presente cómo el paradigma educativo de Don Bosco encuentra terreno fértil en todas estas situaciones difíciles y con una extraordinaria eficacia con jóvenes de distintas razas, culturas y religiones.

La Congregación Salesiana en Chile hoy

En Chile, la Congregación Salesiana lleva una presencia de 128 años. Fue uno de los lugares del mundo adonde llegaron los primeros misioneros Salesianos enviados directamente por Don Bosco. En la Patagonia Chilena y Argentina se instalan con los primeros centros educativos para niños y jóvenes de la zona. La Misión asume en aquellos años grandes tareas que son parte de la realidad de este inmenso e inexplorado territorio. Vale la pena recordar la valiosa acción evangelizadora con las minorías étnicas locales que llevan adelante junto a Mons. Fagnano. Una evangelización que apunta, entre otras cosas, a salvar la dignidad de un grupo étnico en extinción.

Debemos recordar la exploración en este inmenso territorio del joven salesiano Alberto De Agostini, que llega a Chile poniendo al servicio de la zona todas sus habilidades de cartógrafo, botánico y fotógrafo que aportará a la valorización del territorio, hoy destino de un calificado turismo proveniente de todas partes.

En la actualidad y en un momento de grandes cambios en la educación de nuestro país, donde existe un cierto temor a ir a las periferias existenciales, siguiendo el ejemplo de nuestro Padre Don Bosco, los salesianos en Chile optamos una vez más por estas periferias territoriales, por lo que somos conocidos y valorados, como es la educación. Hoy escogemos por seguir educando y evangelizando en sectores populares, potenciando nuestra presencia en Alto Hospicio Iquique, Copiapó, San Ramón en Santiago y dentro de poco en Calama. Al mismo tiempo vamos incrementando la red de colegios técnicos profesionales. En nuestros mismos colegios caminamos hacia la inclusión, calidad y gratuidad para “dar más a los que han recibido menos”.

Subrayo nuestra opción por aquellos que viven situaciones de vulnerabilidad. La “Fundación Don Bosco” en Santiago, con diversos proyectos y programas: hogares para niños de calle, centro diurno para adolescentes en dificultad, hogares para diferentes tipos de adicciones; la “Fundación CENLAVI” en Puerto Montt, con una escuela para niños con capacidades diferentes, un hogar para adolescentes con dificultades sociales y la atención a los adultos de calle en Valparaíso.

Nuestras obras tradicionales: los colegios y parroquias, nos han puesto en evidencia que es necesario abordar situaciones muy complejas de muchos niños y jóvenes que viven en situación de marginalidad. Ha sido necesario poner en marcha programas y estructuras de acogida y acompañamiento para restablecer en estos jóvenes las confianzas en sí mismos. El sistema preventivo en estas situaciones viene integrado con acciones directas de terapias y programas de formación escolar y laboral.

El cardenal Raúl Silva Henríquez: Un chileno conquistado por Don Bosco

A uno de los colegios salesianos de Santiago en los años 20, toca la puerta un joven estudiante de derecho de la Universidad Católica de Chile, pidiendo conocer la vida de Don Bosco y el camino para ser salesiano. Este joven conquistado por Don Bosco es Raúl Silva Henríquez.

Es conocida por todos su trayectoria en la Congregación Salesiana por su espíritu de laboriosidad, capacidad emprendedora, la formación de los jóvenes y la promoción de obras sociales para mejorar las condiciones de los más humildes y su anhelo de llevar a todos al encuentro con la persona de Jesucristo.

Así, también, es conocida por todos su entrega como pastor de la Iglesia Chilena, que lo llevará a poner al centro de su quehacer, la pasión y el amor a los hombres de su tierra. A todos nos ha dejado esculpida la profunda animación evangélica y la raíz de su fuerza realizadora en su sueño para Chile.

Así se expresa:

“quiero para mi patria, lo más sagrado que yo pueda decir: que vuelva su mirada hacia el Señor. Un país fraterno sólo es posible cuando se reconoce la paternidad bondadosa de nuestro Dios. He dedicado mi vida a esa tarea. Que los hombres y mujeres de mi tierra conozcan al Dios vivo y verdadero, que se dejen amar por Él y que lo amen con todo corazón. Quiero que mi patria escuche la Buena Noticia del Evangelio de Jesucristo, que tanto consuelo y esperanza trae para todos. Este es mi sueño para Chile y creo que con la ayuda de María, ese sueño es posible convertirlo en realidad”.


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