Este artículo presenta una aproximación al abuso espiritual, realidad descuidada y subestimada durante mucho tiempo y que no es fácil de observar o reconocer, porque se manifiesta en diferentes matices y utiliza diversas tácticas y estrategias. Se entrelaza a menudo con otros tipos de abuso, como el abuso sexual, pero su especificidad es que ocurre “en nombre de Dios”.

Imagen de portada: “Ciudades” por Ana Cortés, 1978 (Óleo sobre tela. Museo de Bellas Artes de Valparaíso).

Humanitas 2024, CVIII, págs. 432 - 447

Luego de los grandes escándalos de abuso sexual que en los últimos años han sacudido tanto a Chile como a otros países –semejantes a terremotos, dejando destrozadas no solo a varias comunidades de Iglesia, sino también el alma y la fe de muchos creyentes–, se presta cada vez más atención a otro tipo de abuso, a menudo interconectado con el abuso sexual en el ámbito eclesial: hablamos del abuso espiritual. No se trata de un concepto nuevo, inventado con el objetivo de provocar nuevos escándalos o para volver a “ensuciar” la imagen de nuestra Iglesia. Tampoco para generar una mayor decepción a quienes ya han estado enfrentados a la realidad de los abusos sexuales, o para sobrecargar a quienes trabajan con gran dedicación, competencia y perseverancia en el ámbito de la prevención, intervención o reparación. Este tipo de abuso no afecta solo a la Iglesia católica, sino también a muchas otras religiones, denominaciones e iglesias, aunque muchas de ellas aún dudan respecto de qué hacer frente a esta realidad.[1]

A diferencia de otras formas de abuso, como el sexual o el físico, el abuso espiritual ha sido pasado por alto, negado o subestimado durante demasiado tiempo; por ello todavía hay mucha resistencia a verlo y aceptarlo como un abuso “real”. Solo en los últimos seis años la compleja y triste realidad del abuso espiritual ha ido suscitando gradualmente una mayor atención. Ahora bien, existen algunas confusiones a la hora de abordar el tema, tanto culturales –con respecto a la naturaleza de este tipo de abuso– como lingüísticas –con respecto al uso apropiado del término en un contexto intercultural, internacional y multilingüe como el de la Iglesia–. En algunos contextos se le llama abuso religioso o abuso de poder espiritual[2] , en otras ocasiones también se lo ha visto como una forma de violencia psicológica en un contexto religioso o espiritual, o como un sinónimo de abuso de conciencia. Así, estamos tratando con una realidad difícil de comprender y de afrontar.

En algunos contextos se le llama abuso religioso o abuso de poder espiritual, en otras ocasiones también se lo ha visto como una forma de violencia psicológica en un contexto religioso o espiritual, o como un sinónimo de abuso de conciencia. Así, estamos tratando con una realidad difícil de comprender y de afrontar.

Elementos clave detrás del abuso espiritual

Como en casi todas las formas de abuso, también en el caso del abuso espiritual encontramos como elemento básico, además de la transgresión de los límites, el abuso de poder. A ello se le suma la traición a la confianza, un elemento clave que a menudo se pasa por alto y que esconde el peligro de que el abuso se reduzca a puro abuso de poder. El abuso en general, y sobre todo el abuso espiritual, va más allá del abuso de poder porque suele ocurrir en contextos en los que una persona confía en otra persona o en un grupo de personas y está dispuesta a abrir a ellas su intimidad. Esto sucede a menudo en el contexto de la formación para el sacerdocio o la vida religiosa, en la confesión, el acompañamiento espiritual, los retiros y las relaciones pastorales, donde se deposita la confianza y la esperanza en elementos como la competencia profesional del otro, la confidencialidad y la discreción, el juicio o las capacidades humanas del otro y, sobre todo, en la convicción de que en aquellos lugares se busca lo mejor para quienes se están formando o dejando acompañar. Así, subyace el convencimiento de que las personas responsables son capaces de ayudar a crecer en la fe, a verificar la propia vocación, a construir una relación estable con Dios o a profundizar en la existente, a descubrir la propia misión en el mundo, a superar un momento difícil o una crisis y a crecer en la libertad espiritual. Y con estas premisas, se confía en los formadores, superiores o acompañantes espirituales o pastorales.

Es importante enfatizar que no se trata aquí de una confianza ingenua, sino de un nivel de confianza “sano” y “humano”, lo que se llama en alemán Vertrauensvorschuss (traducible como “salto de fe”), hacia una persona que desempeña un determinado rol, que tiene ciertas habilidades profesionales o humanas y que está calificada para ayudar, formar o acompañar.

Sin titulo por Ernesto Barreda 1927

 Sin título por Ernesto Barreda, 1927 (Óleo sobre tela. Colección particular).

El papel de la confianza es crucial a la hora de tratar de comprender la realidad del abuso espiritual y sus consecuencias, porque precisamente se abusa de ella. Normalmente, la confianza en el otro es un requisito previo para que un camino formativo, de acompañamiento espiritual o de vida comunitaria dé frutos, ya que solo en un contexto tal es posible acceder a la intimidad del otro y generar transformaciones reales. En estos casos, las dinámicas de abuso son una ruptura o distorsión de la relación de confianza, dentro de la cual la persona que confía es manipulada y utilizada para satisfacer las necesidades del otro. Esto complica la cuestión de la confianza en los casos de abuso en el contexto eclesial, porque la dinámica del abuso a menudo surge del hecho de que una persona se abre y confía; y es precisamente en estas relaciones donde se violan o se transgreden los límites.[3] Como resultado, la confianza en otros y a menudo también en Dios, quien no intervino ni protegió del abuso, se ve sacudida o destruida cuando la traición queda al descubierto.[4] Luego, a menudo se da un segundo momento de abuso de confianza cuando la persona revela el abuso y no se le cree, como ha sucedido con muchas personas abusadas tanto sexual como espiritualmente, porque ante la falta de conciencia de esta realidad, las posibles estrategias y sus consecuencias no siempre son fáciles de entender. Las personas maltratadas espiritualmente a menudo son etiquetadas como “locas”, “raras” o “mentirosas”, que quieren destruir la reputación de otros o de toda la Iglesia.

El papel de la confianza es crucial a la hora de tratar de comprender la realidad del abuso espiritual y sus consecuencias, porque precisamente se abusa de ella.

Otro elemento central de los abusos en general y del abuso espiritual en concreto, es la cuestión del poder y de su ejercicio; un elemento que concierne a todo tipo de instituciones, ya sean eclesiásticas, estatales o privadas, educativas o formativas, sanitarias o políticas. El abuso de poder puede darse en todo tipo de relaciones interpersonales que tienen lugar dentro de instituciones donde existe un desequilibrio de poder y una relación asimétrica entre quienes proporcionan un servicio y quienes lo necesitan o requieren.[5] Así, una relación asimétrica no se limita a las relaciones que se dan entre adultos y menores o entre adultos y adultos vulnerables, sino que también incluye las relaciones entre dos o más adultos, ninguno de los cuales es vulnerable por definición. Esto se puede dar, por ejemplo, en las relaciones educativas o formativas que tienen lugar en seminarios o centros de formación, entre formadores y aprendices, maestros y alumnos, superiores y feligreses; en las relaciones espirituales, como sucede con el acompañamiento espiritual o en los retiros, y en las relaciones pastorales, como es el caso del cuidado pastoral dentro de una parroquia.

Un desequilibrio de poder puede tener varias causas; puede deberse a la posición de una persona en términos de jerarquía, a las posibles dependencias estructurales o personales, a la edad, a la experiencia vital o profesional, o al estatus social.[6] Asimismo, este desequilibrio puede manifestarse en muchos ámbitos diferentes, a menudo de una manera muy sutil y sin ser percibido conscientemente: por ejemplo, se puede dar por la forma en que alguien se comporta y habla o la forma en que se viste o su uso de ciertos accesorios que lo hacen ser reconocido como miembro de un determinado grupo o como una persona con una determinada posición.[7] La forma en que se maneja el poder y el desequilibrio que este genera, bien sea para el beneficio de las personas que confían o para el beneficio propio, depende de las personas involucradas. Por lo tanto, es importante sensibilizar y hacer reflexionar, en la medida de lo posible, sobre la responsabilidad que se deriva de una determinada posición y del poder asociado a ella, ya que un abuso de poder no siempre es deliberado y consciente, sino que también puede ser el resultado de una insuficiencia o incompetencia profesional o humana.[8]

Por lo tanto, es importante sensibilizar y hacer reflexionar, en la medida de lo posible, sobre la responsabilidad que se deriva de una determinada posición y del poder asociado a ella, ya que un abuso de poder no siempre es deliberado y consciente, sino que también puede ser el resultado de una insuficiencia o incompetencia profesional o humana.

En el contexto eclesial, hay principalmente dos tipos de poder y autoridad: el poder de gobierno y la autoridad moral. Dependiendo del contexto y de las personas involucradas, el poder de gobierno está definido por el derecho canónico, las normas y los estatutos, y se refiere a un oficio eclesiástico, por ejemplo, el poder del obispo o de los superiores de una comunidad. La autoridad moral, en cambio, está referida a una persona o institución que denota una cualidad o características que la hacen ser respetada, como el buen carácter o el buen comportamiento.[9]

La breve descripción de estos dos elementos, la confianza y el poder, no solo nos permite entender el vínculo entre ellos, sino que también nos ayuda a comprender que la vulnerabilidad no siempre es absoluta o permanente, sino que también tiene un lado temporal o situacional que puede ser causado por un contexto o experiencia particular, como un evento especial en la vida de una persona, como, por ejemplo, una enfermedad, un duelo, una crisis o simplemente el deseo de crecer y madurar en la relación con el Señor. Esto significa que, en teoría, cualquier persona puede, de una forma u otra, ser o sentirse más frágil o vulnerable y, por lo tanto, estar temporal u ocasionalmente más en riesgo de convertirse en víctima de abuso. Es por ello esencial darse cuenta de que quienes piden ayuda o apoyo a menudo se encuentran en una posición de inferioridad, vulnerabilidad y dependencia. No es raro que quienes son acompañados o capacitados, especialmente en estas situaciones de vulnerabilidad, se vean tentados a pedir consejos o soluciones rápidas y directas a quienes los acompañan o capacitan.[10]

¿Qué es el abuso espiritual? Para entender el abuso espiritual en todos sus matices, es esencial comprender sus elementos centrales. Para ello sugiero la siguiente definición:

El abuso espiritual ocurre en contextos religiosos o espirituales, donde se utiliza el poder y la confianza para manipular, instrumentalizar, controlar y oprimir a otras personas a través de medios espirituales y/o “en el nombre de Dios”. Por parte de los afectados, esto conduce a una restricción de su libertad y crecimiento espiritual hasta el punto de dañar su fe (y/o su relación con Dios); por parte de quienes cometen el abuso, a un fortalecimiento de su persona y posición, que a su vez les sirve para satisfacer sus necesidades y lograr sus objetivos.[11]

La primera parte de esta definición da cuenta de que el abuso espiritual es un fenómeno complejo, que involucra la confianza y el poder como elementos centrales y que puede implicar el uso de diversas estrategias y tácticas, a menudo “en nombre de Dios”. La segunda parte se enfoca en los posibles efectos espirituales negativos para aquellos que sufren este tipo de abuso, y menciona los beneficios para aquellos que abusan.

Poner el nombre de Dios en el medio es una estrategia utilizada por superiores, fundadores de comunidades o movimientos religiosos, acompañantes espirituales o formadores –incluidas las mujeres que desempeñan estos roles–, para hacer creer a los miembros de la comunidad, a los acompañados o a los formandos, que se sabe exactamente cuál es la voluntad de Dios y qué se espera de ellos. No es raro que algunos superiores[12] se consideren a sí mismos como “la voz de Dios” y sean vistos como “portavoces”. Esto significa que parten de la idea de que son “llamados” a esta posición por Dios y, por lo tanto, no pueden ser cuestionados.[13] Así, estamos ante una forma de abuso que combina el abuso del poder espiritual con el poder divino.[14]

No es raro que algunos superiores se consideren a sí mismos como ‘la voz de Dios’ y sean vistos como ‘portavoces’. Esto significa que parten de la idea de que son ‘llamados’ a esta posición por Dios y, por lo tanto, no pueden ser cuestionados. Así, estamos ante una forma de abuso que combina el abuso del poder espiritual con el poder divino.

No pocas veces quienes están en una posición de autoridad o poder se convierten progresivamente en ídolos que se interponen entre Dios y el hombre. Por un lado, prometen seguridad, ya que los otros no tienen que establecer su propia relación con Dios y gestionarla y, por otro lado, limitan el espacio de libertad personal en el que el individuo se coloca ante Dios bajo su propia responsabilidad.[15] De este modo, pueden convertirse en alguien que es omnipotente y que conoce las respuestas a todas las preguntas sobre la vida, la fe y la relación con Dios; y consecuentemente, uno debe someterse a ellos para ganar la salvación eterna. De esta forma el abuso espiritual puede ser visto como un abuso bidimensional: es un abuso de poder y confianza en la dimensión horizontal, que afecta a la relación entre el hombre y el hombre, y en la dimensión vertical, porque también afecta a la relación entre el hombre y Dios.[16]

En el abuso espiritual se dan algunos patrones típicos y sistemáticos de comportamiento controlador, intimidatorio y manipulador, como son el uso inapropiado o manipulador de las Sagradas Escrituras u otros textos religiosos o espirituales, amenazas de consecuencias espirituales negativas en caso de no obediencia o falta de perseverancia y diligencia, así como una violación a la autodeterminación espiritual y la libertad espiritual de la persona, pues se modelan y se gestionan aspectos como la relación con Dios, la forma de rezar, etc.[17]

Las estrategias y técnicas del abuso psicológico son las mismas o similares cuando hablamos de abuso espiritual. La gran diferencia, sin embargo, es que en este último se involucra la participación del nombre de Dios y el hecho de que la relación con Él es manipulada o incluso destruida a favor del abusador.

Es cierto que palabras como control, intimidación y manipulación pueden hacer pensar que se está frente a un caso de violencia psicológica, ya que también esta tiene muchas caras diferentes que van desde la humillación, la crítica, la negación, el control, el acusar y culpar hasta el aislar al otro. La lista de tácticas utilizadas para hacer que otra persona se sienta avergonzada, para desestabilizar y minimizar su autoestima, para descuidar sus necesidades emocionales, para crear dependencia del abusador o para maximizar su poder (real o percibido) es larga.[18] Las estrategias y técnicas del abuso psicológico son las mismas o similares cuando hablamos de abuso espiritual. La gran diferencia, sin embargo, es que en este último se involucra la participación del nombre de Dios y el hecho de que la relación con Él es manipulada o incluso destruida a favor del abusador. Por esta razón, podemos decir que el abuso espiritual va mucho más allá de la violencia psicológica en un contexto religioso o espiritual, porque esta última no involucra a Dios, su nombre y su relación con Él.[19] Asimismo, la libertad espiritual y la autodeterminación espiritual no se ven necesariamente afectadas en el caso del abuso psicológico.

Al oír el término “en nombre de Dios”, algunos podrían pensar que se está frente a un abuso de conciencia, definida esta en Gaudium et spes como “el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla”[20]. No podemos negar que existe una cierta superposición entre el abuso de conciencia y el abuso espiritual en el contexto eclesial; sin embargo, hay que recordar que hay muchas definiciones y perspectivas de la conciencia que no la asocian a Dios, que el abuso de conciencia afecta sobre todo a los aspectos y decisiones morales (lo que es bueno o correcto y lo que es malo e incorrecto) y no, necesariamente, la fe o la relación con Dios.[21] Así, la conciencia puede ser manipulada o abusada incluso fuera del contexto eclesial, por ejemplo, por parte de formadores, médicos, psicoterapeutas, padres, profesores o incluso personas influyentes en las redes sociales.

En este punto es necesario entrar más en las dinámicas específicas del abuso espiritual y aclarar qué significa manipular y abusar por medios espirituales, y qué se entiende por “uso manipulador de las Sagradas Escrituras”. Una forma típica de manipulación por medios espirituales son las llamadas “enseñanzas abusivas”, donde se interpretan literalmente frases o términos específicos de las Sagradas Escrituras o se sacan de contexto.[22] Ejemplos típicos de ello son los textos bíblicos y otros textos tradicionales en los que se presenta a la mujer como subordinada al hombre, o también ocurre con la teología de la expiación, que puede ser mal utilizada para presentar el sufrimiento evitable como voluntad de Dios y desafiarlo a perdurar como algo divino. Ejemplos de versículos de la Biblia a menudo utilizados o interpretados de una manera deliberadamente manipuladora o abusiva se encuentran en la carta de San Pablo a los Efesios: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor”[23]. Esta frase puede dar a los hombres poder sobre las mujeres y fomentar estructuras patriarcales, e incluso puede ir más allá: en las relaciones y situaciones de abuso espiritual, esta frase se usa para explicar y justificar el “poder divino” de los hombres, haciéndose iguales al Señor y ordenando a las mujeres a obedecer de la misma manera que ellas le obedecerían a Dios. También podemos encontrar una interpretación misógina de 1 Timoteo 2, 14: “y Adán no fue engañado, sino la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión”. Con esta frase, a menudo se suele considerar a las mujeres como la fuente del pecado y tratarlas como tales, donde la competencia para definir qué es un pecado pasa a ser del abusador, lo que le otorga un poder inmenso y, a menudo, específico de género, sobre aquellas afectadas por él. Otro ejemplo de enseñanza abusiva es obligar a una persona a vivir de acuerdo con la vida de una figura bíblica, a llegar a ser como ella, incluyendo el sufrimiento que esa figura padeció. Por ejemplo, suele ocurrir para la fiesta de los Siete Dolores de María que se obliga a una mujer a sufrir cosas dolorosas.[24] A menudo, las enseñanzas abusivas fomentan o justifican otros tipos de abuso o violencia, como son el abuso sexual o el físico

Chacabuco 30 anos despues por Patricio de la O 1946

“Chacabuco 30 años después” por Patricio de la O, 1946 (Acrílico sobre tela y madera. Colección particular).

¿Quién está en mayor riesgo de ser abusado espiritualmente?

Después de explicar en qué consiste el abuso espiritual y cuáles son sus elementos centrales, esta última parte del artículo trata de ayudar a comprender mejor quién está en mayor riesgo de ser abusado espiritualmente y por qué. El abuso espiritual puede afectar a individuos, a una pareja, a una familia o a un grupo de personas, así como a comunidades o movimientos enteros.[25] Además de los contextos ya mencionados, como son el acompañamiento espiritual, la formación para el sacerdocio o la vida religiosa o los retiros espirituales, las víctimas también pueden verse afectadas en otros contextos o situaciones: en la vida cotidiana de una comunidad o de un movimiento, en grupos de oración, en la preparación al matrimonio o en las catequesis, incluso una homilía puede ser manipuladora o abusiva. Además, el abuso espiritual también puede ocurrir en el sacramento de la confesión, cuando se solicitan determinadas prácticas confesionales o cuando la persona que va a la confesión experimenta presión o aflicción durante la confesión, y en lugar de sentir una sensación de alivio y libertad después de la absolución, siente un sentimiento de culpa. Por todo esto, el abuso espiritual puede afectar tanto a niños y adolescentes como a adultos.

El abuso espiritual puede afectar a individuos, a una pareja, a una familia o a un grupo de personas, así como a comunidades o movimientos enteros.

En cualquier caso, hay personas o grupos de personas que tienen un riesgo más alto de convertirse en víctimas de abuso espiritual. A menudo se trata de personas “nuevas” en la fe o conversos, que carecen de raíces y de la práctica diaria en la fe y, como resultado, pueden ser manipuladas y explotadas más fácilmente.[26] Lo mismo ocurre con parejas o familias enteras, donde las prácticas manipuladoras o controladoras se refieren, por ejemplo, al número de hijos que deben tener o a la forma en que deben educarlos. Asimismo, tienen un mayor riesgo las personas que trabajan o viven en relaciones de codependencia, emocional o espiritual, pues pueden ser más influenciables por los demás y pueden sentirse ansiosas, avergonzadas o culpables con mayor facilidad.[27] Incluso las personas que han tenido experiencias abusivas en el pasado, ya sean sexuales, emocionales o físicas, y que han sido profundamente heridas, tienen un mayor riesgo de revictimización.[28] Esto es aún más cierto si nunca han tenido la oportunidad de procesar el abuso o recibir ayuda profesional y, por lo tanto, permanecen vulnerables o dispuestos a confiar en las personas equivocadas una vez más.

Las comunidades o movimientos “jóvenes”, sin una larga tradición, sin reglas claras y transparentes y sin una espiritualidad propia, corren más riesgo de sufrir prácticas manipuladoras y abusivas de parte de miembros individuales o de toda la comunidad.[29] Muchos de los movimientos jóvenes han sido fundados o son dirigidos por personas carismáticas y atractivas, y con frecuencia, toda la espiritualidad y la atención giran en torno a ellas.[30] No es raro que los miembros estén dispuestos a hacer cualquier cosa para ser bienvenidos, aceptados y apreciados por estas personas (quienes, por su parte, comprenden quién puede estar necesitado y, por tanto, ser fácilmente manipulable) y por su círculo, incluso si el precio que tienen que pagar es muy alto y no pocas veces requiere sacrificar sus creencias y valores, su relación con Dios, el modo de vivir la fe, la salud y la identidad, porque la identidad de la comunidad pasa a primer plano. Todo esto es posible gracias a la manipulación de individuos o grupos que están convencidos de que son especiales y que han sido elegidos por los fundadores o superiores “en nombre de Dios”. Elementos como el pensamiento elitista (“Somos aquellos a quienes el Señor ha elegido”. “Somos mejores que otros grupos o comunidades, así que no queremos tratar con ellos”) se encuentran a menudo dentro de las comunidades afectadas. Es un sistema cerrado, con poca o ninguna apertura y transparencia hacia el exterior: de esta manera nadie desde el exterior podría entender lo que está sucediendo dentro. Además, a menudo existe la exigencia de una obediencia excesiva y “ciega”, que no permite a los miembros hacer propuestas, dudar o hacer preguntas.

El arbol por Bororo 1953

“El árbol” por Bororo, 1953 (Técnica mixta. Colección particular).

Las metas apostólicas ambiciosas, junto con las altas exigencias para el crecimiento espiritual personal de los miembros individuales también son típicas; hay que rezar aún más, hay que esforzarse aún más para alcanzar el nivel que se espera de parte de los superiores o de los fundadores, quienes proclaman valores e ideales excesivos, generalmente inalcanzables y poco realistas.[31] En el ámbito de la formación al sacerdocio o a la vida religiosa, ocurre a menudo que no hay diferenciación entre el fuero interno –ámbito de la conciencia y del discernimiento vocacional; responsabilidad del padre/madre espiritual o del confesor– y el fuero externo –ámbito de la disciplina; competencia del rector o del superior–.[32]

Todos estos ejemplos nos hacen comprender que el abuso espiritual tiene diferentes dimensiones y matices, a veces fáciles de identificar; otras, muy difíciles, porque pueden suceder de una manera muy sutil, y porque hay una amplia gama de estrategias y técnicas para manipular o abusar de una persona, un grupo de personas o una comunidad. Por esta razón, muchas personas que son manipuladas y abusadas espiritualmente no se dan cuenta de lo que está sucediendo, porque ocurre de manera progresiva, y frecuentemente, al igual que otros tipos de abuso, a través de un proceso de grooming que tiene como objetivo crear una relación de confianza y de características especiales entre las víctimas potenciales y los abusadores potenciales.[33]

(…) muchas personas que son manipuladas y abusadas espiritualmente no se dan cuenta de lo que está sucediendo, porque sucede de manera progresiva, y frecuentemente, al igual que otros tipos de abuso, a través de un proceso de ‘grooming’ que tiene como objetivo crear una relación de confianza y de características especiales entre las víctimas potenciales y los abusadores potenciales.

En resumen, el abuso espiritual es un tema muy delicado y difícil porque es una realidad que no es fácil de entender –ni conceptual ni culturalmente–, de contar –lingüísticamente– y de aceptar –porque puede afectarnos profundamente a nosotros, a nuestra fe y a la imagen que tenemos de nuestra Iglesia–. Por lo tanto, son esenciales los intercambios entre expertos, la investigación sobre el tema, la escucha de los afectados y la realización de eventos educativos y de formación para los creyentes a nivel interdisciplinario, internacional, intercultural y multilingüe. Al igual que otras formas de abuso, el abuso espiritual también se asocia con el poder o la autoridad y su mal uso o abuso, así como con la confianza traicionada. Además, puede darse en muchos contextos diferentes y manifestarse en muchas facetas distintas, por lo que no siempre es fácil reconocerlo como tal. Por esta razón, la conciencia y el conocimiento del problema, su dinámica y su relación con otras formas de abuso o violencia, son esenciales para su prevención activa y para aumentar la disposición a abordar el problema de manera abierta y honesta.


Notas

* Katharina Anna Fuchs es psicóloga, profesora extraordinaria del Instituto de Psicología de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde se ocupa de la docencia, la investigación y el desarrollo académico. Además, enseña en el Centro S. Pietro Favre de la misma universidad, centro especializado en la formación de quienes a su vez formarán para el sacerdocio y la vida religiosa. Es doctorada en psicología por la Universidad Católica de Eichstätt-Ingolstadt en Alemania. Tiene más de doce años de experiencia trabajando en el campo de la prevención del abuso sexual, tema que la ha acompañado desde su proyecto doctoral.
* Las imágenes que ilustran este artículo se encuentran en el libro “Pintura chilena 200 años: despertar, maestros, vanguardias”, de Ricardo Bindis Fuller, Origo Ediciones, Santiago de Chile, 2006, que cuenta con el patrocinio de Duoc UC.
[1] Este hecho se refleja en que las primeras publicaciones referidas al tema en las iglesias protestantes fueron realizadas a partir de los años 90, inicialmente en Estados Unidos y en los últimos 20 años en otros países.
[2] Fuchs, Katharina A.; “Wenn Körper und Seele leiden. Eine psychologische Perspektive des geistlichen Missbrauchs“ [Cuando el cuerpo y el alma sufren. Una perspectiva psicológica sobre el abuso espiritual], en Grauzonen in Kirche und Gesellschaft: Geistiger Missbrauch, ed. Gerhard Hörting. LIT Verlag, Zürich-Wien, 2021, pp. 13-28.
[3] Fuchs, Katharina A. y De Vito, Stefania; “Comprendere la realtà degli abusi spirituali”, Sito Web del Movimento dei Focolari in Svizzera: Che cosa è l’abuso spirituale, marzo 2022. https://movimento-focolari.ch/seite/cosa-e-labuso-spirituale 
[4] Fuchs, Katharina A.; “Abuso spirituale e abuso di coscienza: Una realtà sfidante con conseguenze spesso gravi”, en: Per una cultura della prevenzione degli abusi e della tutela dei minori e degli adulti vulnerabili nel cammino formativo alla vita consacrata e al sacerdozio, ed. Unione Superiore Maggiori d’Italia (USMI) and Conferenza Italiana dei Superiori Maggiori (CISM) (en prensa)
[5] Samonigg, Hellmutk; “Sobald ein Machtgefälle entsteht, besteht das Risiko, dass Macht missbraucht wird” [Tan pronto como surge un desequilibrio de poder, existe el riesgo de que se abuse del poder], en Grauzonen in Kirche und Gesellschaft. Geistiger Missbrauch [Zonas grises en la iglesia y la sociedad. Abuso mental], ed. Gerhard Hörting. LIT Verlag, Wien-Zürich, 2021, pp. 15-16.
[6] Fuchs, Katharina A.; “Abusi di potere, di coscienza e spirituali – di che cosa parliamo?”. Presentación con motivo de la conferencia La fiducia tradita. Gli abusi di potere, di coscienza e spirituali all’interno della Chiesa, organizado por el Servicio de Protección de la Infancia de la Diócesis de Trento (Italia), 10 de noviembre de 2023, publicado el 7 de diciembre de 2023, por la Diócesis de Trento - Servicio de Comunicación. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=BmpuLpqKd9o 
[7] Samonigg; op. cit., pp. 15-16.
[8] Fuchs; op.cit., “Abusi di potere, di coscienza e spirituali – di che cosa parliamo?”; Fuchs y de Vito; op. cit.
[9] Häuselmann, Johannes e Insa, Francisco; “Abuso di potere, abuso spirituale e abuso di coscienza. Somiglianze e dif ferenze”, Tredimensioni. Psicologia, Spiritualità, Formazione, XX, 2023, pp. 46-47
[10] Fuchs, Katharina A. y Deodato, Anna; “Vulnerabilità: aspetti personali e sistemici”, en Tredimensioni. Psicologia, Spiritualità, Formazione XXI, núm. 3, 2024, pp. 255-269..
[11] Fuchs; op. cit., “Abusi di potere, di coscienza e spirituali – di che cosa parliamo?”.
[12] Para simplificar, solo se usa el masculino, pero también se aplica a las mujeres que cubren estos roles.
[13] Mertes, Klaus; “Geistlicher Machtmissbrauch” [Abuso espiritual de poder], en Geist und Leben. Zeitschrif t für christliche Spiritualität [Espíritu y vida. Revista de espiritualidad cristiana], 90, n. 3, 2017, pp. 249-259.; Fuchs, Katharina A.; “Abuso spirituale e abuso di coscienza” (en prensa). Tal comportamiento se podía observar en la triste y desgarradora realidad de Colonia Dignidad, donde Paul Schäfer hacía creer a la gente que él era Dios y se comportaba como tal, planteando que esos horribles abusos estaban previstos por la Biblia.
[14] Mertes; op.cit., “Geistlicher Machtmissbrauch“, pp. 249-259.
[15] Schulz, Hannah A.; “Geistlicher Missbrauch als Idolatrie“ [El abuso espiritual como idolatría], en op. cit., Grauzonen in Kirche und Gesellschaf t. Geistiger Missbrauch, pp. 63-68.
[16] Fuchs; op. cit., “Abusi di potere, di coscienza e spirituali – di che cosa parliamo?”.
[17] Por ejemplo, Oakley, Lisa y Humphreys, Justin; Escaping the Maze of Spiritual Abuse: Creating Healthy Christian Cultures. SPCK Publishing, Londres, 2019, p. 31 [disponible en español bajo el título Escapando del laberinto del abuso espiritual. Cómo crear culturas cristianas sanas. Ediciones UC, Santiago, 2021]; Wagner, Doris; Spiritueller Missbrauch in der katholischen Kirche [Abuso espiritual en la Iglesia católica]. Herder Verlag, Friburgo, 2019, p. 79.
[18] “Violenza psicologica da partner intimo: cos’è e come si manifesta”, Save the Children, consultado el 15 de septiembre de 2024, https://www.savethechildren.it/blog-notizie/violenza-psicologica-dapartner-intimo-cos-e-come-si-manifesta. 
[19] Fuchs; op. cit., “Abusi di potere, di coscienza e spirituali – di che cosa parliamo?”.
[20] Pablo VI; Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la iglesia en el mundo actual. 1965, n. 16.
[21] Fuchs; op.cit., “Abuso spirituale e abuso di coscienza”.
[22] Oakley y Humphreys; op.cit., Escaping the Maze of Spiritual Abuse, pp. 52 y ss.
[23] Ef 5, 22.
[24] Barbara Haslbeck, Regina Heyder, Ute Leimgruber y Sandherr-Klemp, Dorothee; Erzählen als Widerstand: Berichte über spirituellen und sexuellen Missbrauch an erwachsenen Frauen in der katholischen Kirche [La narración como resistencia: relatos de abuso espiritual y sexual de mujeres adultas en la Iglesia católica]. Versión Kindle, 2020, pos. 2889.
[25] Fuchs y De Vito; op.cit., “Comprendere la realtà degli abusi spirituali”.
[26] Fuchs, Katharina A.; “Charakteristika und Dimensionen geistlichen Missbrauchs—Eine unterschätzte Gefahr mit gravierenden Folgen“ [Características y dimensiones del abuso espiritual: un peligro subestimado con graves consecuencias], en Herder Thema. Sonderpublikation. Gefährliche Seelenführer—Geistiger und geistlicher Missbrauch [Tema Herder. Publicación especial: Líderes espirituales peligrosos: abuso espiritual y espiritista], ed. Heinrich Timmereveres y Thomas Arnold. Herder-Verlag, Friburgo, 2020, p. 24.
[27] Klug, Günter; “Geistige Übergrif fe. Systemische Verlockung und individuelle Schwäche“ [Agresiones mentales. Tentación sistémica y debilidad individual], en op. cit., Grauzonen in Kirche und Gesellschaf t. Geistiger Missbrauch, p. 39.
[28] Haslbeck, Barbara; “Warum haben die Frauen nicht nein gesagt? Psychotraumatologische und systemische Einsichten“ [¿Por qué las mujeres no dijeron que no? Perspectivas psicotraumatológicas y sistémicas], en op. cit., Erzählen als Widerstand: Berichte über spirituellen und sexuellen Missbrauch an erwachsenen Frauen in der katholischen Kirche. pos. 3285.
[29] Kluitmann, Katharina; “¿Was ist geistlicher Missbrauch? Grenzen, Formen, Alarmsignale, Hilfen. Manuskript zum Statement bei der DOK-Mitgliederversammlung in Vallendar“ [¿Qué es el abuso espiritual? Límites, formas, señales de alarma, ayuda. Manuscrito de la declaración en la asamblea general del DOK en Vallendar]. 2019, consultado el 15 de septiembre de 2024. Disponible en: https://www.orden.de/dokumente/4._Aktuelles/Themen/Missbrauch/ok_innenseiten_ok_2_2019_kluitmann.pdf, pp. 190-192.
[30] Cf. Schaupp, Walter; “Spiritueller Missbrauch Eine theologisch-ethische Analyse” [Abuso Espiritual Un Análisis Teológico-Ético], en op. cit., Grauzonen in Kirche und Gesellschaf t. Geistiger Missbrauch, pp. 92-93; Ronzoni, Giorgio; “L’abuso spirituale. Riconoscerlo per prevenirlo”. EMP Sophia-Praxis, Padua, 2023.
[31] Oakley y Humphreys; op. cit., Escaping the Maze of Spiritual Abuse, pp. 52 y ss.
[32] Cf. Fuchs; op. cit., “Abuso spirituale e abuso di coscienza”, en prensa; Ronzoni; op. cit., “L’abuso spirituale”.
[33] Fuchs; op. cit., “Abuso spirituale e abuso di coscienza”.

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El Papa Francisco abrió este 24 de diciembre la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, con motivo del Jubileo del año 2025 que tiene como tema la esperanza. Las diferentes diócesis del mundo se unen a esta fiesta que celebra la encarnación y busca renovar la fe en Jesucristo.
En el marco del encuentro “Democracia y paz: retos, iniciativas y propuestas desde Perú, Chile y Colombia”, el catedrático italiano reflexiona sobre algunos de los desafíos que existen hoy para la democracia y la paz, abordando el fenómeno de la rehabilitación de la guerra como herramienta de resolución de conflictos, el desmoronamiento de los vínculos colectivos y las nuevas imbricaciones entre populismo y fundamentalismo religioso.
Ni la toma de la ciudad de Mosul el 10 de junio de 2014, ni la posterior proclamación del califato pocos días después, el 29 del mismo mes, hicieron prever lo que todavía restaba por ocurrir el 6 de agosto. El horror de lo vivido marcó la historia de una de las comunidades cristianas más antiguas del mundo, que poco a poco regresa a Qaraqosh.
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