¿Qué nos dice Laudate Deum? Para aportar a la reflexión sobre la crisis climática.
Imagen de portada: “Fisiognomía, transformaciones de América del Sur” por Guadalupe Valdés, 2021. “La naturaleza no sabe de individualidad, su superficie terrestre da cuenta de la unidad con que opera”. (Óleo sobre tela, 202 x 132 cm).
Humanitas 2023, CV, págs. 451 - 455
Escribo este pequeño comentario desde mi área académica de las ciencias sociales, con investigación preferentemente en áreas de economía y de políticas públicas y con un interés creciente en temas de sustentabilidad, dada mi experiencia reciente dirigiendo el Instituto para el Desarrollo Sustentable de la UC.
Laudate Deum reafirma el liderazgo global de Francisco en temas de sustentabilidad continuando con su profética encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común y la posterior Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social. Creo que dentro del mundo católico aún no se ha tomado el peso a la influencia de Laudato si’ no solo en la discusión mundial del tema, sino que en la potencia misionera, dada su llegada a diferentes grupos de la población tradicionalmente alejados de la Iglesia. Destacaré algunos de los muchos elementos positivos de Laudato si’ y plantearé algunas críticas a aspectos que me parece se pueden mejorar.
Desde un punto de vista conceptual, el Papa en ambas encíclicas tiene varios aciertos importantes. Uno de los más notables es hablar de que “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”[1]. Esta aproximación es consistente con la investigación en temas de sustentabilidad, donde se identifica el origen antrópico de muchos problemas ambientales y la vinculación sistémica de aspectos sociales, económicos y ambientales, identificando sus vasos comunicantes y canales de retroalimentación.
Esta aproximación es consistente con la investigación en temas de sustentabilidad, donde se identifica el origen antrópico de muchos problemas ambientales y la vinculación sistémica de aspectos sociales, económicos y ambientales, identificando sus vasos comunicantes y canales de retroalimentación.
Temas como la migración climática, los efectos del cambio climático en pobreza y capacidad de generación de empleos dignos, efectos de eventos ambientales extremos en políticas públicas y resultados políticos, son elementos que aparecen tanto en Laudate Deum y Laudato si’, como en investigación reciente de sustentabilidad. Así, esta complejidad del problema no conversa bien con las visiones extremas que identifica Laudato si’:
En un extremo, algunos sostienen a toda costa el mito del progreso y afirman que los problemas ecológicos se resolverán simplemente con nuevas aplicaciones técnicas, sin consideraciones éticas ni cambios de fondo. En el otro extremo, otros entienden que el ser humano, con cualquiera de sus intervenciones, sólo puede ser una amenaza y perjudicar al ecosistema mundial, por lo cual conviene reducir su presencia en el planeta e impedirle todo tipo de intervención.[2]
Es bastante evidente desde mi área de investigación que los desafíos que enfrentamos requieren trabajar en múltiples dimensiones, lo que hace que sea un problema muy desafiante.
Laudate Deum señala correctamente además el énfasis en el sentido de urgencia que requieren los temas de sustentabilidad. Se confirman preocupaciones ya identificadas en Laudato si’ hace ocho años. El consenso científico, por ejemplo, en cambio climático enfatiza cada vez más que requerimos transformaciones urgentes para evitar procesos irreversibles. También Laudate Deum pone énfasis correctamente en la necesidad y urgencia de construir instituciones internacionales que puedan ayudar al logro de este objetivo. El mismo Papa Francisco está marcando la importancia de esto con su anunciada presencia en la próxima COP en Emiratos Árabes Unidos. Esto es muy correcto desde el punto de vista conceptual, ya que los problemas de cambio climático surgen fundamentalmente de la dificultad de emprender una acción colectiva en la presencia de bienes comunes con externalidades a nivel global (no local). Esto significa que la solución del cambio climático requiere esfuerzos a nivel mundial que hoy no se están logrando.
Laudate Deum también correctamente en esta línea plantea el ejemplo de cómo a partir del Protocolo de Montreal de 1987 fuimos capaces básicamente de superar con éxito el desafío que nos planteaba el debilitamiento de la capa de ozono. Este es uno de los grandes logros que hemos tenido y que dan esperanza sobre el futuro. Hoy el debilitamiento de la capa de ozono es básicamente el límite planetario que se está más lejos de superar según la actualización reciente del Stockholm Resilience Center.
De hecho, este mismo ejemplo me lleva a plantear un par de comentarios críticos respecto del tono y de algunas afirmaciones de Laudate Deum –y de Laudato si’ y Fratelli tutti–. Laudate Deum se queda corta en el análisis de por qué el Protocolo de Montreal fue exitoso. Según la investigación disponible se requirió no solo la contribución de organizaciones internacionales y del sector público, sino que también de la respuesta del sector empresarial a fuerza de innovaciones y cambios tecnológicos sustantivos y de cambios importantes en la conciencia de las personas sobre la gravedad del problema. Entonces, llama la atención el tono crítico y algo anacrónico de afirmaciones en Laudate Deum sobre el sector empresarial, sus esfuerzos para enfrentar temas de sustentabilidad, las mejoras tecnológicas y sobre la posibilidad de resolver los desafíos de sustentabilidad en contextos de mercados.
En este sentido creo humildemente que le haría bien a esta enseñanza social de la Iglesia acercarse a un diálogo más profundo con conocimientos más amplios. El Papa ha planteado desde Evangelii gaudium correctamente que es imperativo que la Iglesia se acerque “a las fronteras”, pero es importante acercarse a todas las fronteras. Laudate Deum ya lo hace al citar a Donna Haraway, destacada ecofeminista, con quien sospecho hay tanto acuerdos como divergencias conceptuales y doctrinales. Eso es justamente la belleza y el desafío de acercarse a las fronteras. Pero hay otras fronteras. Por ejemplo, desde mi área, la economía, hay investigación muy potente sobre las causas de la transición energética que está viviendo un creciente número de países –y que si bien aún insuficiente, es una gran noticia para el futuro del mundo– y que ha sido consecuencia nuevamente de una combinación de políticas públicas acertadas, de mayor conciencia de la población y de una reacción potente del sector privado vía mejoras tecnológicas. Esta transición energética casi no es mencionada en Laudate Deum, pero da esperanza y muestra cómo la tecnología es clave para superar los desafíos de sustentabilidad.
De hecho, si bien Laudate Deum tiene razón en cuestionar la creencia de que toda mejora tecnológica necesariamente mejora la calidad de vida –lo que es consistente con investigación existente en economía y que se puede revisar en el reciente libro de Acemoglu y Johnson Power and Progress[3]–, parece olvidar que a pesar de todas las luces y sombras del proceso de desarrollo económico de la humanidad en los últimos siglos, parte importante de los grandes éxitos en superación de la pobreza y mejora en la calidad de vida se relacionan justamente con procesos de crecimiento económico que se han producido a partir de avances tecnológicos. Este proceso de mejoras en la calidad de vida aún está incompleto y retroceder o dejar de avanzar hará que muchas mejoras necesarias en sustentabilidad sean políticamente inviables. Mejoras tecnológicas adecuadas jugarán un rol clave en lograr innovaciones que permitan avances sociales y ambientales simultáneamente. Ciertamente la inteligencia artificial bien usada será parte de la solución a nuestros problemas. Laudate Deum tiene que conversar con estas fronteras también.
Mejoras tecnológicas adecuadas jugarán un rol clave en lograr innovaciones que permitan avances sociales y ambientales simultáneamente. Ciertamente la inteligencia artificial bien usada será parte de la solución a nuestros problemas. ‘Laudate Deum’ tiene que conversar con estas fronteras también.
Así, en mi opinión, el mensaje de Laudate Deum podría haber sido aún más potente si se pudiese ensanchar las perspectivas entrando en diálogo con estas fronteras. Lo anterior porque se potencian y porque además ayuda a usar lenguajes que suman aristas y visiones para un desafío tan central. No podemos olvidar que los desafíos de sustentabilidad requieren sumar voluntades y también enfrentan importantes grados de incertidumbre respecto de las soluciones. Como pocos momentos en la historia, necesitamos avanzar en todos los flancos que podamos.