Hoy es el aniversario del comienzo de la invasión rusa a gran escala en Ucrania, nos enfrentamos a la realidad de la guerra en curso y su impacto devastador en la vida de personas inocentes. No es el primer país que sufre la guerra en el último tiempo, pero quizás por ser en territorio europeo, el impacto ha sido mayor y los ojos del mundo llevan un año observando y compartiendo su dolor.
Imagen de portada: Religiosos basilianos de Kherson reparten ayuda humanitaria.
Un milagro, es la expresión que repiten las autoridades. Un milagro estar vivos después de lo que ha sido este año de terror. La madrugada del 24 de febrero de 2022 despertó a Ucrania y la enfrentó a la invasión de Rusia. Pero no solo los despertó del sueño, sino también movilizó voluntarios a lo largo del país que estaban dispuestos a dejarlo todo por defender su historia, su cultura, sus tierras, su dignidad.
Con temperaturas que caen hasta -20° C durante los meses de invierno, los continuos ataques rusos a la infraestructura crítica de Ucrania han dejado a millones con acceso intermitente a los servicios básicos. Ha sido duro prescindir de la electricidad, agua y gas, pero más duro es no saber de los seres queridos. Los hombres en el frente y otros familiares buscando refugio en los países vecinos. Algunos no quisieron o no pudieron dejar el país y han sido acogidos por la Iglesia que se ha esmerado en ser un hogar para todos los que están solos. Y aunque no hay visos de que la guerra vaya a terminar, las autoridades religiosas se esmeran para dar ayuda material y especialmente sicológica a todas las víctimas de esta guerra.
“Durante una guerra como esta, todo lo que hacen ACN, los benefactores y los periodistas es muy importante tanto desde un punto de vista material como también espiritual, pues significa cercanía, empatía y amor. Es oración a través de hechos”, arzobispo Visvaldas Kulbokas.
Además, los ataques contra viviendas siguen provocando pérdida de vidas civiles. Uno de los últimos fue el devastador ataque con misiles contra un edificio de apartamentos en Dnipro el 14 de enero, que mató a 40 personas. Un año después de la invasión, muchas personas todavía buscan evacuar y encontrar refugio en un lugar seguro.
Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) ha acompañado a los ucranianos desde el primer momento. Todos los esfuerzos estuvieron en un comienzo en distribuir ayuda a los miles que intentaban cruzar la frontera y encontrar refugio en la vecina Polonia o bien seguir desde ahí a otros lugares de Europa.
Además de los siete millones de personas que han huido del país, hay unos ocho millones de desplazados internos. El invierno está siendo especialmente duro, ha explicado el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, cabeza de la Iglesia greco-católica ucraniana. “Al principio, la gente se trasladaba al oeste del país, pero los más pobres, que no pueden hacerlo, buscan la ciudad segura más cercana donde refugiarse”.
Durante el año las ayudas continuaron. Desde que comenzó la guerra, desde ACN hemos estado con Ucrania todos los días, despertando en todo el mundo las ganas de ayudar y acompañar a su gente.
Gracias a la generosidad de nuestros donantes, este año de guerra hemos apoyado 292 proyectos, acompañando la labor de 7.447 sacerdotes y religiosas que se quedaron en el país para ayudar al prójimo; también acogimos a 2.247 refugiados; facilitamos 205 generadores para enfrentar la falta de energía; adaptamos 231 cocinas para alimentar a los desplazados; donamos 80 autos para repartir ayuda y trasladar a la gente. Podemos decir que con la ayuda de ACN se han beneficiado directamente más de 15.000 personas.
Hace unos días, próximos a cumplir un año de guerra, ACN tuvo la oportunidad de conversar –a través de video conferencia– con dos destacados líderes de la Iglesia católica del país que nos hablaron de cómo la guerra ha afectado a Ucrania y a la Iglesia, y también nos confiaron sus esperanzas para una Ucrania de posguerra. Ellos, el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, y el arzobispo Visvaldas Kulbokas, nuncio apostólico en Ucrania, agradecieron la preocupación de todos sus auditores. A ambos los conocíamos, pues tuvimos la oportunidad de escuchar sus impresiones y necesidades en 2022 a poco de iniciarse el conflicto. En esa oportunidad, y ahora nuevamente, nos llamó la atención su fortaleza y la energía con que han organizado este período que los ha transformado a ellos y a otros muchos sacerdotes, religiosos y religiosas, en asistentes, médicos, choferes, cocineros y un largo etc.
Gracias a la generosidad de donantes, ACN ha podido apoyar 292 proyectos, la labor de 7.447 sacerdotes y religiosas que se quedaron en el país para ayudar al prójimo: acoger 2.247 refugiados, dar 205 generadores para enfrentar la falta de energía, adaptar 231 cocinas para alimentar a los desplazados, donar 80 autos para repartir ayuda y trasladar a la gente, beneficiando directamente a más de 15.000 personas.
Sacerdotes católicos detenidos o expulsados
Este trabajo incansable de la Iglesia la ha llevado a estar en primera línea del conflicto. Se han hecho especiales esfuerzos para asistir a las personas en estas dramáticas circunstancias. La Iglesia entrega esperanza a la gente para resistir, les da fuerzas para sobrevivir.
Esto lo realiza con todos, pues también se acerca a dar consuelo y fortaleza a los soldados y voluntarios, llevando la palabra de Dios a los refugios antiaéreos y hospitales y dando los últimos sacramentos a quienes han perdido la vida en medio de los bombardeos y explosiones.
Pero eso también los ha convertido en víctimas.
El arzobispo Visvaldas Kulbokas, nuncio apostólico en Ucrania y también presente en la conferencia, mencionó algunas de sus principales preocupaciones en estos momentos, sobre todo, en las regiones ocupadas por Rusia o cercanas a los enfrentamientos. “Lo que más me preocupa es la gente que vive cerca de la línea del frente, que es bombardeada constantemente. Me han contado que, cuando visitan esas regiones, se encuentran allí a nuestros sacerdotes católicos más deprimidos y más cansados”.
Durante la conferencia, se ha señalado con pesar que hay regiones sin sacerdotes católicos: Donetsk ocupada, Lugansk ocupada y partes de la región de Zaporizhzhia que también está bajo ocupación. Esta es un área más grande que Croacia, sin un solo sacerdote católico trabajando, porque fueron arrestados, expulsados o no pueden continuar en sus labores.
Dos sacerdotes, Iván Levytsky y Bohdan Heleta, fueron capturados por las fuerzas rusas el 16 de noviembre y están acusados de liderar la resistencia en la ciudad ocupada de Berdiansk. A pesar de constantes esfuerzos, la Iglesia no ha logrado su liberación, y se teme que estén siendo torturados, ha afirmado el arzobispo mayor Shevchuk:
No hemos recibido ninguna información oficial sobre nuestros sacerdotes ni sobre otras personas en las cárceles rusas. Solo obtenemos información de personas que compartieron celda con ellos y que recuperaron la libertad: son ellas las que nos informan de cómo y dónde están. Así es como al menos podemos estar seguros de que siguen con vida, y seguir esforzándonos por rescatarlos.
La comunicación directa con las autoridades rusas no es posible, pero el líder de la Iglesia greco-católica ucraniana –la mayor iglesia católica del país, y la tercera confesión cristiana después de las dos Iglesias ortodoxas– explicó durante la conferencia que la diplomacia es la apuesta más segura y que el Papa Francisco ha sido aquí un actor clave: “Estamos muy agradecidos a todos los diplomáticos de Ucrania, pero sobre todo al Papa Francisco por su mediación para rescatar a los prisioneros y rehenes de guerra. No es una tarea fácil”.
Cada vez que visita una parroquia, explica el arzobispo mayor, reúne información entre los residentes acerca de sus familiares retenidos como prisioneros de guerra. La Iglesia envía una lista de nombres al Vaticano, y el Papa Francisco se asegura de hacerla llegar a la embajada rusa. Muchos ya han sido liberados de esta manera.
“Los ucranianos suelen criticar a cualquiera que tenga relación con Rusia, pero estamos muy agradecidos al Papa Francisco y a la Santa Sede por mantener el contacto con la parte rusa, porque sin eso no podríamos rescatar a nadie”, asegura Sviatoslav Shevchuk.
“Casi el 80% de la población necesita ayuda para superar sus traumas”
“La semana pasada –confidenció monseñor– nos reunimos los obispos y aprobamos estrategias especial para asegurar los cuidados de la población. Entre ellas destaca el mantener las construcciones de Iglesia para que sean útiles para la comunidad. Es importante estar preparados para las necesidades de las personas y así las parroquias puedan dar asistencia”.
Además, la Iglesia católica de Ucrania quiere ayudar a la población a superar los traumas causados por casi nueve años de guerra en la parte oriental y un año de invasión a gran escala y ataques a todo el país.
En la conferencia en línea organizada por ACN, el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, ha comunicado su intención de formar sacerdotes que sepan reconocer y tratar problemas psicológicos y físicos.
“De la Iglesia la gente espera comida y ropa, pero también una palabra de esperanza. La atención pastoral al pueblo es nuestra misión número uno: sobre todo, curar las heridas de las personas. Casi el 80% de los ucranianos necesitan ayuda para superar sus traumas psicológicos, físicos y demás. Nuestra tarea como Iglesia es ayudar a curar las heridas de nuestra nación”, ha dicho el arzobispo mayor.
Por supuesto, en una situación normal, estas cuestiones podrían dejarse en manos de otros profesionales, pero hay una razón histórica por la que esto no es fácil en Ucrania:
Los ucranianos tienen miedo a buscar ayuda psicológica, porque en la Unión Soviética la psicología se utilizaba como herramienta de represión estatal. Cuando la gente tiene un problema, primero acude a un sacerdote. Por ello, debemos preparar a los sacerdotes para este tipo de asesoramiento espiritual. Es el primer paso hacia cualquier otro tipo de ayuda clínica o psicológica.
Durante el año pasado, la Iglesia estuvo enviando a las víctimas al extranjero para que recibieran un tratamiento especializado y rehabilitación, pero las necesidades ahora son tan grandes que es necesario obtener los medios necesarios para hacerlo en Ucrania, preferiblemente, con un centro especializado en cada diócesis. Durante la conferencia, el presidente ejecutivo de ACN, Thomas Heine-Geldern, ha asegurado el apoyo de la fundación para abordar este asunto y, en la medida de lo posible, asumirlo como proyecto.
Millones de desplazados y residentes sin electricidad
Los que han podido regresar a sus hogares afrontan muchas dificultades. “Se ha liberado casi la mitad del territorio ocupado, pero allí los que regresan se encuentran ciudades destruidas e infraestructuras inexistentes. Muchas personas están regresando, pero no tienen electricidad ni medios para sobrevivir. Rusia está bombardeando sistemáticamente infraestructuras críticas: el 50% de la red eléctrica está destruida”.
Por ejemplo, monseñor explicó que estar sin energía es normal en estos momentos y en lo concreto, Odesa cada cuatro días tiene electricidad.
En este contexto, el arzobispo Visvaldas Kulbokas ha explicado lo apreciada que es la ayuda prestada a los necesitados, como, por ejemplo, la de ACN: “Durante una guerra como esta, todo lo que hacen ACN, los benefactores y los periodistas es muy importante tanto desde un punto de vista material como también espiritual, pues significa cercanía, empatía y amor. Es oración a través de hechos”.
“Sentimos vuestra presencia, vuestra cercanía. Vuestras oraciones están obrando milagros: cada semana escucho historias sobre milagros en zonas de conflicto. Las oraciones y las obras de caridad son muy valiosas”, aseguró el nuncio.
Y un milagro es justo lo que espera el arzobispo mayor Shevchuk. Así, al final de la conferencia expresó su esperanza de que este sea el año en que termine la guerra. “¿Es realista? Quizá no, pero los milagros ocurren”.
“¡Hemos sobrevivido un año es un milagro! Aumenta la esperanza en Ucrania. Muchas gracias por estar con nosotros, gracias por rezar por nosotros, gracias por contar la verdad de lo que ocurre en nuestro país, gracias por ser nuestros amigos”, expresa su beatitud.
Comparte estos sentimientos Mons. Visvaldas Kulbokas, nuncio apostólico, “Todo lo que ha hecho ACN y sus benefactores ha sido muy importante para Ucrania, han estado cerca y han sido empáticos, nos han visitado y esto es importante para las personas. Ven la caridad, pero la sienten y la comparten”.
Han sido 365 días de dolor, angustia e incertidumbre; pero también de encuentro, caridad y oración. Y todo gracias a la generosidad de los benefactores que desde todo el mundo han reaccionado frente a esta emergencia. Desgraciadamente la guerra continúa y las necesidades aumentan. Para conocer más de la Iglesia y su labor en Ucrania y cooperar con sus labores visita www.acn-chile.org.