En “Crónicas. Desde un Chile en cambio” Nello Gargiulo, colaborador de nuestra revista, ofrece un compilado de reflexiones a partir del estallido social, en su mayoría publicadas originalmente en el Diario Financiero. “La sociedad chilena –sostiene Gargiulo– ha vivido cambios muy profundos en este periodo. El estallido social, es un momento que provoca grandes hechos de violencia, destrucción y vandalismo, y al mismo tiempo invita a la gran mayoría del pueblo chileno a reflexionar sobre su propia historia y los grandes motivos de desencuentros entre sectores de la ciudadanía”.

Imagen de portada: La primera presentación del libro “Crónicas. Desde un Chile en cambio” de Nello Gargiulo contó con la presencia de la embajadora de Italia en Chile, Valeria Biagiotti, el rector de la Universidad Católica de Temuco, Aliro Bórquez, y otras personalidades de la Iglesia y la cultura.

Entrevista a Nello Gargiulo

Nello Gargiulo llegó a Chile a comienzos de los años 80. Promovió la creación de la Fundación Cardenal Raúl Silva Henríquez y por treinta años se ha desempeñado como su director ejecutivo. Actualmente es el representante de los italianos en Chile –una colonia que cuenta con más de ochenta mil italianos inscritos en los registros consulares– ante organismos del Gobierno de su país y es un protector activo de su cultura. Ha forjado una carrera como cronista, aprovechando su vínculo activo con el país, tomando el pulso del acontecer político, económico y social de Chile. Reflejo de esto es el libro Crónicas. Desde un Chile en cambio que cuenta con cuatro grandes apartados: cultura, política, economía y cardenal Silva Henríquez. Su primera presentación en Santiago contó con la presencia de la embajadora de Italia en Chile, Valeria Biagiotti; el rector de la Universidad Católica de Temuco, Aliro Bórquez; así como otras personalidades de la Iglesia y la cultura.

Usted dedica cuatro capítulos de su libro exclusivamente a la figura del cardenal Raúl Silva Henríquez. ¿Cuál es la razón que lo motiva a dar espacio a este personaje de nuestra Iglesia e historia de Chile?

Por treinta años me ha tocado estudiar y difundir mucho su pensamiento que es muy salesiano y al mismo tiempo destaca su propia originalidad. Silva Henríquez estaba convencido de que el quehacer de la sociedad debía construirse sobre principios determinados. Es un hecho que toda su vida y obra están impregnadas de una dimensión evangélica y un profundo conocimiento de los principios de solidaridad y subsidiariedad, que son los fundamentos de la Doctrina Social de la Iglesia.

“Chile debe seguir su política de puertas abiertas, tanto en el comercio como en la captación de capitales. El país tiene la suficiente madurez sociopolítica para discernir cuando los capitales cumplen también con una dimensión de “ética internacional” que va desde los orígenes hasta la sustentabilidad en el tiempo”

Usted parte el libro con un relato de los hechos del 18 de octubre de 2019. ¿A partir de esta fecha que considera relevante para Chile?

Diría dos hechos. La pandemia, durante la cual buena parte del programa de los impulsores del estallido social no pudo llevarse a cabo debido a las largas cuarentenas que obligaron a retirarse en las casas. Sin embargo, este doloroso periodo deja un significativo aprendizaje sobre la necesidad de confiar en la ciencia y lo imprescindible de integrar recursos sanitarios públicos y privados para mantener un sistema sanitario sólido y confiable. Con esto, en la emergencia se evitaron consecuencias peores en número de muertes.

El otro momento fueron los dos intentos de dar al país una nueva carta constitucional. En ambos casos, las posturas radicales se caracterizaron por ser demasiado unilaterales. Fue muy baja la disposición a buscar soluciones comunes más allá de las posiciones y sensibilidades de los grupos que integraban la asamblea.

¿Cómo ve el rol de la sociedad chilena ante estos dos intentos que usted menciona?

La clave de lectura está en las mismas dos respuestas del pueblo en el primero y segundo plebiscito. Todo indica que el “cuerpo social” demostró ser alérgico a todo lo que no daba suficientes seguridades para garantizar su unidad y libertad presente y futura. En esta perspectiva no tuvo cabida ninguno de los textos propuestos y también fueron juzgados dudosos para asegurar un crecimiento y progreso sustentable en el tiempo.

Frente a esta reflexión, ¿cómo debemos enfrentar esta necesidad de cambio durante la década que vivimos? ¿Qué considera necesario para lograr esos acuerdos sociales transversales?

Cada mañana leo las noticias de Chile y de Italia, como si ambas realidades fueran una sola en mi interior. Pensar en Chile me lleva a reflexionar a menudo sobre la experiencia de mi tierra cuando al término de la Segunda Guerra Mundial se pasó de la Monarquía a La República y por eso el país debió darse una Nueva Constitución. Los propósitos de libertad, democracia, justicia social y sana convivencia nacional se forjaron más allá de las posturas de cada sector generando un texto que fue la base de la reconstrucción material, moral y cultural después de veinte años de fascismo y una guerra muy larga.

Chile debe hacer un constante ejercicio de memoria sobre su propia historia dolorosa y gloriosa y aprender a dialogar en la diversidad. Escuchar ideas y posturas distintas pasa por un proceso de educación a la tolerancia y al bien común. Los jóvenes no pueden crecer sin estos valores bien arraigados en su manera de pensar y vivir. Los acuerdos no son una sumatoria de posiciones diferentes.

Usted en el libro menciona a menudo y en forma transversal los principios de la solidaridad y subsidiariedad. ¿Qué relación deben tener con la aceptación de la diversidad?

Son dos los principios que, si bien para los católicos son fundamentales en el discurso social de la Iglesia, deben estar en sintonía y equilibrio en una carta constitucional justamente porque regulan las relaciones humanas, sociales, institucionales e internacionales. La vitalidad de un país se construye sobre los equilibrios entre el poder y la dimensión del Estado; el dinamismo de los mercados y los organismos que actúan más bien en la esfera de lo social y de la cultura. La solidaridad como principio no debe limitarse a promover solo una justicia distributiva en lo estrictamente material, debe complementarse con una cultura de subsidiariedad de la cual se desprende la trama de las organizaciones tanto sociales como la estructura productiva del libre mercado. La subsidiariedad tiene dos dimensiones: una “vertical” que el mercado puede regular bien y una “horizontal” que pertenece a la esfera de lo público y de lo social. Creo que en los debates políticos aún no se dimensiona en forma equilibrada, ponderada.

¿Cree posible construir este camino en Chile?

Creo que pasarán años hasta que exista una sociedad con capacidad de integración, educada y consciente. Solo así se podrá construir un modelo constitucional inclusivo que sea lo que el país necesita. También en lo político y en lo social, como en lo económico, vale el fundamento de la química: cuando los elementos se combinan para originar una tercera cosa que no es ni la primera ni la segunda, sino una tercera con rasgos propios y, sin embargo, están presentes los elementos que la originaron. Vale el ejemplo del agua.

Política, cultura y sociedad entrecruzan la trama de sus Crónicas. A la luz de los cambios políticos en Estados Unidos, por ejemplo, ¿prevé efectos en las relaciones internacionales?

Estados Unidos ha construido su identidad a partir de diferencias culturales y étnicas con un concepto de democracia que ha sido de ejemplo y ha permitido el desarrollo y crecimiento de este gran país. En los últimos años un aforismo que circula dice así: “América hace; China copia y Europa Regula”. Simplista es esta expresión, pero al mismo tiempo no tan lejana de la realidad si pensamos que el Parlamento Europeo ha sido el primero en regular el uso de la IA. Además, ninguna legislación en el mundo defiende los derechos de los consumidores como la de la UE.

En Estados Unidos observamos cómo la IA va más allá de la democracia y los acontecimientos últimos claramente están alineados con que el uso del poder del actual presidente Trump, parecen estar alejados de los métodos tradicionales de democracia. Una manera nueva de ejercer el poder que sorprende y preocupa en la medida que se presta a imitaciones en otros países. América Latina sufrirá repercusiones especialmente por los temas arancelarios. Cada país del continente debería prepararse partiendo del rescate de su propia cultura indígena y latina para que los espacios de identidad no sean anulados por los nuevos lenguajes de la IA, cuya aplicación debería implementarse siempre bajo el orden que emana de la razón humana.

Usted dice sentirse parte de Italia y Chile al mismo tiempo. ¿Cómo juzga las relaciones entre los dos países?

Por largos años, Chile e Italia han colaborado sobre todo en el plano político, facilitados por tener partidos políticos y coaliciones de gobierno con grados de afinidad. En los últimos veinte años, con las transformaciones sufridas por los mismos partidos, este ámbito no ha sido muy efectivo. Sin embargo, las esferas de colaboración se han ampliado a los ámbitos de la cultura. Hoy son más de diez las universidades chilenas que imparten cursos de lengua y cultura italiana en colaboración con la dirección de diplomacia pública y cultural, del Ministerio de relaciones exteriores de Italia. Además, hay tres instituciones educativas italianas de Chile que tienen un reconocimiento paritario con el sistema escolástico italiano como la Scuola Italiana Vittorio Montiglio de Santiago. Estas instituciones tienen un foco también en la integración cultural con los currículums de estudio aprobados por las respectivas autoridades educacionales.

Las escuelas italianas han dejado de ser escuelas de “colonia”, hoy son realidades interculturales. En este sentido toda la colonia italiana integrada al tejido económico-social del país es un actor muy valioso de este diálogo.

¿En cuáles áreas productivas específicas usted identifica espacios de cooperación e inversiones entre Italia, hoy potencia industrial y manufacturera, y Chile que está en camino al desarrollo?

En el campo de la agroindustria vale la pena recordar que parte importante del desarrollo del mundo del vino en Chile, se debe en parte a la tecnología italiana de punta empleada para mejorar su calidad y desarrollar con eficiencia viñas más pequeñas en extensión y alcanzar niveles de productividad de la uva y una calidad del vino que son muy apreciados también en Francia y en Italia. La cosecha de la fruta también tiene una mano amiga en la tecnología italiana que rinde mucho más de lo previsto cuando actúa en las generosas y productivas tierras de la zona central con característica geofísicas y climáticas bastantes parecidas a la península itálica. Grandes inversiones en casi cuatro décadas de la Agrícola Ferrero (Agrichile) han hecho que Chile sea el tercer país del mundo en producción de avellana europea. Supera las cincuenta mil hectáreas cultivadas.

En el campo de la cooperación energética, Italia se hace presente con los primeros grandes proyectos de energía solares y geotérmicas en el norte. Chile, por la autosuficiencia energética, sigue contando con la experiencia y los capitales aportados por la compañía italiana Enel. Próximamente llegará a Chile una delegación de la región de Lombardía del norte de Italia, la región más poblada y entre las más industrializadas de Europa, con sectores del mundo universitario, tecnológico, manufacturero y de la madera. Será una nueva oportunidad para favorecer la llegada e instalación en Chile de pequeñas y medianas empresas italianas que podrán potenciar su alcance en alianza con empresas chilenas de similar tamaño.

Chile debe seguir su política de puertas abiertas, tanto en el comercio como en la captación de capitales. El país tiene la suficiente madurez sociopolítica para discernir cuando los capitales cumplen también con una dimensión de “ética internacional” que va desde los orígenes hasta la sustentabilidad en el tiempo –entendida esta como continuidad de la inversión; la producción de empleos, y los efectivos caminos de crecimientos y progreso–.

La nueva etapa de la globalización de las finanzas también está sometida a los modelos de aplicación de la IA. En esto, tanto EE. UU. como China tienen en sus manos un gran poder y ya se hace evidente cómo condicionan el rediseño arquitectónico de nuevas relaciones políticas y geográficas. Una pregunta que vale la pena plantearse: ¿será un mundo con nuevos estilos y reglas o solo un adiós al liberalismo ético?

 

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