Navidad es el regalo de Dios al mundo, el regalo definitivo que le da pleno sentido a nuestra vida, que nos dice quiénes somos y el camino a seguir para ser felices, bienaventurados, dichosos.
Todos nuestros actos son, en definitiva, una búsqueda de algo que nos hace falta. ¿Por qué llamamos por teléfono, mandamos mensajes, nos visitamos, nos hablamos, emprendemos proyectos, queremos aprender? La razón es que sentimos en nuestras vidas una ausencia, un vacío muy profundo, cuyo origen desconocemos que nos hace estar siempre en movimiento.
Esa búsqueda es de plenitud, de felicidad, de alegría, es decir de un "estar bien", de serenidad y tranquilidad con nosotros mismos, con los demás y con la naturaleza. Esa búsqueda es de nunca acabar. El finito busca al infinito. Ese infinito es Dios porque es la suma verdad, el sumo bien, el sumo amor. Recuerdo que fui a visitar a una mujer con un cáncer muy agresivo por lo que le quedaban pocas horas de vida. Me pidió, por favor, que le cerrara la ventana de su pieza porque entraba viento y se podía resfriar.
Al final nos pasamos la vida buscando y no siempre encontramos el sosiego que quisiéramos en nuestras vidas. Muchas veces estamos llenos de contradicciones y llegamos, incluso a pensar ilusionados, que encontraremos aquello que intuimos que nos hace falta en los excesos de todo tipo y que tanto mal nos hacen. La frustración es terrible y dolorosa. Así se explican los compradores compulsivos, los ludópatas, los avaros y las adicciones de todo tipo. ¿Cuántas veces hemos estado ilusionados esperando que nos llegue un bien de cualquier tipo y cuando llega al par de días ya no nos interesa? ¿Cuántas cosas que se supone "iban a hacernos tan felices" o nos "iban a cambiar la vida", están arrumbados en una bodega y no hallamos cómo deshacernos de ellas?
Muchas veces creemos que es cosa de seguir buscando hasta encontrar. Así llegamos a viejos y vemos que poco o nada ha pasado. ¡El ser humano no se puede dar plenitud a sí mismo! De ahí la relevancia de Navidad.
Navidad es el regalo de Dios al mundo, el regalo definitivo que le da pleno sentido a nuestra vida, que nos dicequienes somos y el camino a seguir para ser felices, bienaventurados, dichosos.
Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre y se constituye en la respuesta definitiva a todas nuestras inquietudesy preguntas; Él es una luz que nos ilumina el camino sinencandilarnos. Él, Jesús en el pesebre es la gran novedad queDios le trae al mundo, pues Su persona, Su vida y Su enseñanza nos abre a un nuevo modo de vivir y de pensar. Suhorizonte es trascendente y paradójico a la vez. En efecto,nos dice que es mejor dar que recibir, el hombre se realizacomo tal cuando se descentra y da la vida por los demás yvive siempre con la conciencia de hacerle a los demás lo quequisiera que le hicieran y sobre todo, nos dice que la muerteha sido vencida, pues Jesucristo al dar la vida por cada unode nosotros venció la muerte y nos ofrece vida eterna. En Élencontramos la plenitud del amor que tanto buscamos porque Dios es amor.
Es lamentable que este hermoso y potente mensaje de Navidad esté tan contaminado por un consumo exacerbadocuando el gran regalo que necesitamos hoy en Chile es másamor, más fraternidad, más capacidad de entender al otro sinprejuicios, más sentido de la vida y sentido de comunidad. No caigamos en la trampa y quedémonos con lo mejor deNavidad, el nacimiento de Jesús y compartiendo esta buena noticia con la familia con sencillez y mucho amor.
Les deseo a todos una feliz Navidad. Pidámosle a Jesús nosregale más humildad y más profundidad para comprender alos demás, no juzgar y siempre ser un constructor de justiciay de paz. Que nos regale también vivir en paz, ser más felices y solidarios. En definitiva ser auténticamente humanosporque para eso hemos sido creados.
Por Monseñor Fernando Chomali G. Arzobispo de Santiago de Chile