El ataque sorpresa de grupos rebeldes y yihadistas contra Alepo, que comenzó la semana pasada, revivió el fantasma de un recrudecimiento de la guerra civil en este país. La incursión provocó una contraofensiva del ejército sirio –leal al régimen del presidente Bashar al Assad– con devastadores ataques aéreos contra la ciudad, sembrando el pánico no sólo en esa región, sino en toda Siria, que vive en un estado de inseguridad permanente producto de la guerra civil que lleva más de 13 años.

Foto de portada: “Después de la acción de estos grupos armados, los cristianos de Alepo estarán convencidos de que no se pueden quedar allí. Que para ellos ha terminado. Que ya no tienen ninguna razón para quedarse. Lo que se está haciendo en Alepo es hacer desaparecer la historia rica, grande y única de los cristianos de Alepo”.
La imagen de archivo de ACN corresponde a una viuda con dos de sus tres hijos en el barrio Al-Jedaydeh de Alepo. La foto fue tomada luego de que la ciudad fuera liberada en 2015.

Estaban amasando pan para distribuirlo entre la población cuando dos misiles impactaron, el domingo 1 de diciembre, en el terreno de la escuela franciscana de Alepo. Los dos frailes que se encontraban en casa sobrevivieron “milagrosamente”, pero quedaron “en estado de shock”. Este incidente, que el padre Firas Lutfi, superior de los franciscanos para Siria, Jordania y Líbano, calificó de “inaceptable”, es un signo de la gravísima situación que vive Alepo. Se estima que ya han muerto varios cientos de personas, más de 350, según Vatican News, y hay miles de personas desplazadas, que buscan huir de la región.

Alrededor de 25.000 cristianos siguen varados en la segunda ciudad más grande del país. Una vez más están luchando por sobrevivir, perseguidos por los fantasmas de más de una década de guerra. La situación es alarmante, porque algunos de los rebeldes tienen claras orientaciones yihadistas. Aunque estos grupos han prometido respeto, la situación sigue siendo incierta y extremadamente insegura en las zonas en disputa.

Marielle Boutros, responsable de los proyectos que la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) realiza en Siria, relata:

Los servicios básicos están paralizados, con sólo dos hospitales funcionando para casos críticos y enfermedades graves. El suministro de alimentos es insuficiente, los precios se han disparado y la población se enfrenta a la doble amenaza de los bombardeos y de la inseguridad. Las congregaciones religiosas y los obispos decidieron quedarse en Alepo. La Iglesia local trabaja incansablemente para acoger y ayudar a los más vulnerables.

El clima de miedo es constante. La gente está atrapada, nadie puede entrar ni salir de la ciudad. Un francotirador mató a un médico armenio y también fue atacado un autobús que intentaba partir hacia Hassake.

“Los servicios básicos están paralizados, con sólo dos hospitales funcionando para casos críticos y enfermedades graves. El suministro de alimentos es insuficiente, los precios se han disparado y la población se enfrenta a la doble amenaza de los bombardeos y de la inseguridad (…) La Iglesia local trabaja incansablemente”.

Un ataque sorpresa que revivió las peores pesadillas

Todo comenzó la semana pasada, específicamente el miércoles 27 de noviembre, cuando grupos rebeldes llevaron a cabo un ataque sorpresa en el norte de Siria, tomando varias aldeas y carreteras. En un mensaje de voz compartido con ACN al día siguiente del inicio de los ataques, el misionero argentino Hugo Alaniz, decía desde Alepo: “La situación es muy tensa; están a menos de 10 kilómetros de distancia. Los enfrentamientos son intensos y dejan muchos muertos y heridos. Los hospitales están abrumados y el miedo es generalizado”.

Con temblor en su voz transmitía el enorme miedo de la población de Alepo, a medida que la violencia se les acercaba y se escuchaban explosiones de fondo. “Hay mucho miedo, mucho miedo”, subrayó, reflejando la profunda ansiedad que sienten muchas personas en la región.

Dos días después de este contacto, Alepo fue tomada por los rebeldes. La ofensiva de los grupos armados se produjo “por sorpresa. No hubo advertencias. La vida aquí se estaba reanudando. La situación era tranquila, pero ahora todo está cerrado: tiendas, panaderías… La gente no sabe cómo arreglárselas porque no han podido comprar provisiones. Nadie nos había avisado”, señaló a la agencia Fides el arzobispo maronita de Alepo, Joseph Tobji. “Por ahora estamos tranquilos, pero no sabemos qué va a pasar. Es como si toda la ciudad estuviese en pausa”, añadió. Marielle Boutros ha estado en contacto permanente con miembros de la Iglesia local, quienes le han transmitido su angustia:

Los cristianos están preocupados, porque no saben qué harán los grupos armados. El precio de los alimentos ha subido muchísimo y es difícil comprar comida. Además, como todo sucedió a fines de mes, las personas no recibieron sus salarios. Los bancos, las escuelas, los servicios no están funcionando. Las carreteras son inseguras. Todos viven con una gran inquietud.

Inquietud que revive los recuerdos de los años 2012 a 2015, cuando parte de la ciudad fue tomada por grupos yihadistas. Poco después de la liberación de Alepo, Mons. Antoine Chahda, arzobispo de la Iglesia Sirio Católica de esa ciudad, vino a Chile invitado por ACN, para dar a conocer los difíciles momentos vividos por los cristianos. Con vehemencia nos dijo:

Los cristianos de Alepo son mártires vivos… Cuando los yihadistas llegaron a la ciudad de Alepo en 2012 empezaron a lanzar misiles a toda la ciudad, especialmente a las zonas donde viven los cristianos. Nos derrumbaron nuestras iglesias, nuestros colegios, hospitales, calles y edificios. Hubo muchos muertos, muchos heridos y muchas víctimas… Fue una guerra feroz, una guerra terrible que dejó a la gente sin casas, derrumbaron todo, dejaron a las familias cristianas sin hogar, sin comida, sin medicamentos por mucho tiempo.

Ese terrible recuerdo permanece aún en la memoria de quienes hoy están enfrentando nuevamente el miedo a los yihadistas.

“Estamos acabados”

“Estamos muy cansados. Estamos realmente agotados, y también estamos acabados, en todos los sentidos”, señaló a la agencia Fides Mons. Jacques Mourad, arzobispo de Homs, ciudad que sigue recibiendo refugiados que huyen de Alepo.

Mons. Mourad, quien nació en esa ciudad, fue secuestrado por ISIS en 2015 cuando aún era sacerdote. Consiguió escapar tras cinco meses de cautiverio, durante los cuales sufrió violencia física y psicológica. Por eso, quizá más que nadie, comprende el dolor y miedo de los cristianos que hoy huyen de la zona bajo ataque.

“No podemos soportar todo este sufrimiento de la gente que llega aquí destrozada, después de 25 horas de camino. Sedientos, hambrientos, con frío, sin nada”, comparte con la Agencia Fides:

La situación en Homs es peligrosa. Muchos refugiados de Alepo, también cristianos, llegaron los primeros días después del asalto de los grupos armados, pasando por la carretera vieja. No estábamos preparados para todo esto, realizamos de inmediato una reunión entre los obispos y organizamos dos puntos de acogida… Después de la acción de estos grupos armados, los cristianos de Alepo estarán convencidos de que no se pueden quedar allí. Que para ellos ha terminado. Que ya no tienen ninguna razón para quedarse. Lo que se está haciendo en Alepo es hacer desaparecer la historia rica, grande y única de los cristianos de Alepo.

El temor de los cristianos en Siria no es infundado. De los 1,5 millones que vivían en el país antes de la guerra, se estima que sólo un tercio sigue ahí. Las cifras de Alepo son aún más dramáticas: antes de la guerra vivían allí unos 180.000 cristianos. Hoy no quedan más de 25.000. Aunque no hay cifras oficiales, se estima que Damasco, la capital, es ahora la ciudad donde vive más de la mitad de los cristianos de Siria, ya que es más segura como centro del gobierno, y la mayoría de las empresas importantes se desplazaron desde Alepo a esa zona.

A pesar del ambiente de miedo e incertidumbre, la Iglesia permanece cerca de la población trabajando incansablemente para consolar y ayudar a los más vulnerables. Siria es uno de los países prioritarios para ACN. Ejemplo de ello es que en los últimos años siempre hemos desarrollado en Chile una campaña, durante la temporada navideña, en apoyo a la comunidad cristiana que sufre. Este año, debido a lo que está sucediendo en Alepo, es más que una simple campaña navideña: es una campaña de emergencia humanitaria que busca llevar un poco de esperanza a quienes nuevamente, por decimocuarto año consecutivo, no podrán celebrar una “Noche de Paz”.


Cifras de una tragedia

Más de 13 años de guerra en Siria, han dejado más de 500.000 muertos, millones de desplazados y refugiados, ciudades destruidas, y una crisis económica y social más profunda que nunca.

La mitad de la población siria, que ascendía a 23 millones al comienzo del conflicto, huyó de sus hogares. Alrededor de 6 millones de ellos viven como refugiados en los países vecinos, mientras que 6,7 millones son desplazados internos. El 90% de la población vive por debajo del umbral de pobreza. Junto a la consecución de la paz, el factor económico es un desafío gigantesco para el país: todos los analistas coinciden en que la pobreza es peor que en cualquier otro momento de la guerra. Unos 13,4 millones de personas (de aproximadamente 18 millones) necesitan asistencia humanitaria.

La gente está desesperada y exasperada. Los medicamentos, la alimentación y las tasas de matrícula siguen siendo una carga enorme para las familias. Y ahora se abre un nuevo frente: la toma de Alepo por parte de grupos rebeldes y el temor a que su avance por el territorio se intensifique.


ACN envía ayuda de emergencia a Alepo

“Los testimonios de los ciudadanos de Alepo que estamos recibiendo nos conmueven. Están profundamente asustados. Su sobrevivencia es una lucha diaria. Este es un momento para la unidad y la acción. Debemos actuar hoy. No podemos abandonarlos. El futuro de la comunidad cristiana en Siria es muy incierto. La Iglesia local nos ha pedido ayuda y en ACN nos comprometimos a prestar toda la colaboración que podamos en estos momentos difíciles”, señala Magdalena Lira, directora nacional de ACN en Chile.

Por eso, la fundación ha dispuesto el envío de una ayuda inmediata para:

  • Apoyar a los hospitales todavía abiertos en Alepo.
  • Distribuir alimentos, colchones y mantas a las familias desplazadas en Alepo y sus alrededores.
  • Instalar generadores para proporcionar un mínimo de electricidad y calefacción, sobre todo ahora que se avecina el invierno.

Toda donación, no importa el monto, es una gran ayuda. Se puede donar online en www.acn-chile.org o hacer una transferencia en: cta cte 11175-9 del Banco Santander, a nombre de Ayuda a la Iglesia que Sufre, RUT 73.537.400-1, email: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., asunto del email: Siria.

Desde el inicio de la guerra en Siria, ACN ha apoyado proyectos por más de 60 millones de euros, para ayudar a financiar la distribución de alimentos y medicinas, gastos escolares y el arriendo de viviendas para las familias, entre otros proyectos.

 

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