El sábado 28 de octubre se publicó el Informe de Síntesis al término de la XVI Asamblea General del Sínodo sobre la Sinodalidad. Con vistas a la segunda sesión de 2024, se ofrecen reflexiones y propuestas sobre temas como el papel de la mujer y los laicos, el ministerio de los obispos, el sacerdocio y el diaconado, la importancia de los pobres y los migrantes, la misión digital, el ecumenismo, los abusos.
Foto de portada: Miembros de la asamblea del Sínodo de los Obispos comienzan una sesión de trabajo en el Aula de Audiencias Pablo VI del Vaticano
Mujeres y laicos, diaconado, ministerio y magisterio, paz y clima, pobres y emigrantes, ecumenismo e identidad, nuevos lenguajes y estructuras renovadas, misiones antiguas y nuevas (también digitales), escuchar a todos y profundizar –no superficialmente– en todo, incluso en los temas más “controvertidos”. Hay una mirada renovada sobre el mundo y la Iglesia y sus exigencias, en el Informe de Síntesis aprobado y publicado hoy por la XVI Asamblea General del Sínodo sobre la Sinodalidad. Tras cuatro semanas de trabajo, que comenzaron el 4 de octubre en el Aula Pablo VI, el evento eclesial concluye hoy su primera sesión en el Vaticano.
Un documento de cuarenta páginas es el resultado del trabajo de la asamblea que “tuvo lugar mientras viejas y nuevas guerras asolan el mundo, con el drama absurdo de innumerables víctimas”. “El grito de los pobres, de los que se ven obligados a emigrar, de los que sufren la violencia o padecen las consecuencias devastadoras del cambio climático ha resonado entre nosotros, no sólo a través de los medios de comunicación, sino también desde las voces de muchos, implicados personalmente con sus familias y pueblos en estos trágicos acontecimientos”, se lee en el documento (Prólogo).
A este desafío y a muchos otros, la Iglesia universal ha intentado ofrecer una respuesta en los Pequeños Círculos y en los discursos. Todo confluyó en el Informe de Síntesis, dividido en tres partes, que traza el camino de los trabajos a realizar en la segunda sesión de 2024.
Los temas más relevantes en cada parte del texto son: en la parte I, abusos, misión, pobres, compromiso con la política, migrantes, racismo, xenofobia, integración de iglesias y unidad de los cristianos; en la parte II, familias, laicos, mujeres, clericalismo, machismo, diaconado femenino, discriminación, vida consagrada, diáconos, celibato, obispos; y en la parte III, formación, escucha, poligamia, cultura digital, entre otras. Presentamos un resumen de lo dicho sobre algunas de estas temáticas.
Los temas más relevantes en cada parte del texto son: en la parte I, abusos, misión, pobres, compromiso con la política, migrantes, racismo, xenofobia, integración de iglesias y unidad de los cristianos; en la parte II, familias, laicos, mujeres, clericalismo, machismo, diaconado femenino, discriminación, vida consagrada, diáconos, celibato, obispos; y en la parte III, formación, escucha, poligamia, cultura digital, entre otras. Presentamos un resumen de lo dicho sobre algunas de estas temáticas.
A la escucha de todos, empezando por las víctimas de abusos
Como en la Carta al Pueblo de Dios, la asamblea sinodal reafirma “la apertura a la escucha y al acompañamiento de todos, incluidos los que han sufrido abusos y heridas en la Iglesia” (1 e). En el camino que hay que recorrer “hacia la reconciliación y la justicia”, “es necesario abordar las condiciones estructurales que permitieron tales abusos y realizar gestos concretos de penitencia”.
El rostro de una Iglesia sinodal
La sinodalidad es un primer paso. Un término que los propios participantes en el Sínodo admiten que es “des- conocido para muchos miembros del Pueblo de Dios” y “que suscita confusión y preocupación en algunos” (1 f), entre quienes temen un alejamiento de la tradición, un envilecimiento de la naturaleza jerárquica de la Iglesia (1 g), una pérdida de poder o, por el contrario, inmovilismo y falta de coraje para el cambio. “Sinodal” y “sinodalidad” son, en cambio, términos que “indican un modo de ser Iglesia que articula comunión, misión y participación”. Por tanto, una forma de vivir la Iglesia, valorando las di- ferencias y desarrollando la participación activa de todos. Empezando por los presbíteros y obispos: “Una Iglesia sinodal no puede prescindir de sus voces” (1 n), leemos. “Es necesario comprender las razones de la resistencia a la sinodalidad por parte de algunos de ellos”.
Los pobres en el centro
El Informe dedica un amplio espacio a los pobres, que piden a la Iglesia “amor” entendido como “respeto, acogida y reconocimiento” (4 a). “Para la Iglesia, la opción por los pobres y descartados es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica” (4 b), reitera el documento, que identifica como pobres también a los migrantes, los indígenas, las víctimas de la violencia, los abusos (especialmente las mujeres), el racismo y la trata, las personas con adicciones, las minorías, los ancianos abandonados, los trabajadores explotados (4 c). “Los más vulnerables entre los vulnerables, por los que es necesaria una defensa constante, son los niños en el vientre materno y sus madres”, se lee en el texto de la Asamblea, que dice ser “consciente del clamor de los ‘nuevos pobres’ produ- cido por las guerras y el terrorismo causado también por ‘sistemas políticos y económicos corruptos’“.
Compromiso de los creyentes en la política y por el bien común
En este sentido, se insta a la Iglesia a comprometerse tanto en la “denuncia pública de las injusticias” perpe- tradas por individuos, gobiernos, empresas, como en el compromiso activo en la política, asociaciones, sindica- tos, movimientos populares (4g). Sin descuidar la acción consolidada de la Iglesia en los campos de la educación, la sanidad y la asistencia social, “sin discriminación ni exclusión de nadie” (4 k).
Migrantes
La atención se centra en los emigrantes y refugiados, “muchos de los cuales cargan con las heridas del desarraigo, la guerra y la violencia”. Ellos “se convierten en una fuente de renovación y enriquecimiento para las comunidades que los acogen y en una oportunidad para establecer un vínculo directo con Iglesias geográficamente distantes” (5d). Frente a actitudes cada vez más hostiles hacia ellos, el Sínodo invita “a practicar una acogida abierta, a acompañarles en la construcción de un nuevo proyecto de vida y a edificar una verdadera comunión intercultural entre los pueblos”. En este sentido, es fundamental “el respeto de las tradiciones litúrgicas y de las prácticas religiosas”, así como del lenguaje. Por ejemplo, una palabra como “misión”, en aquellos contextos en los que “el anuncio del Evangelio ha estado asociado a la colonización e incluso al genocidio”, está cargada de “un doloroso legado histórico” y dificulta la comunión (5 e). “Evangelizar en estos contextos exige reconocer los errores cometidos, aprender una nueva sensibilidad ante estas cuestiones”, afirma el documento.
“El grito de los pobres, de los que se ven obligados a emigrar, de los que sufren la violencia o padecen las consecuencias devastadoras del cambio climático ha resonado entre nosotros, no sólo a través de los medios de comunicación, sino también desde las voces de muchos, implicados en estos trágicos acontecimientos”.
Lucha contra el racismo y la xenofobia
Se requiere dela Iglesia el mismo compromiso y cuidado “en la educación para una cultura del diálogo y del encuentro, combatiendo el racismo y la xenofobia, especialmente en los programas de formación pastoral” (5 p). También es urgente “identificar los sistemas que crean o mantienen la injusticia racial dentro de la Iglesia y combatirlos” (5 q).
Laicos y familias
“Los laicos y las laicas, los consagrados y las consagradas y los ministros ordenados tienen la misma dignidad” (8b): este supuesto se reitera con fuerza en el Informe de síntesis, que recuerda cómo los fieles laicos “están cada vez más presentes y activos también en el servicio dentro de las comunidades cristianas” (8e). Educadores en la fe, teólogos, formadores, animadores espirituales y catequistas, activos en la salvaguardia y en la administración: su contribución es “indispensable para la misión de la Iglesia” (8 e). Por tanto, los diferentes carismas deben ser “puestos de relieve, reconocidos y plenamente valorizados” (8 f), no menospreciados limitándose a suplir la escasez de sacerdotes, o peor aún, ignorados, infrautilizados y “clericalizados” (8 f).
Mujeres
Se pide a la Iglesia un fuerte compromiso para acompañar y comprender a las mujeres en todos los aspectos de su vida, incluidos los pastorales y sacramentales. Las mujeres, se lee, “exigen justicia en una sociedad marcada por la violencia sexual y las desigualdades económicas, y por la tendencia a tratarlas como objetos” (9c). “Acompañamiento y promoción decidida de la mujer van de la mano”.
Clericalismo y machismo
Muchas mujeres presentes en el Sínodo “agradecieron profundamente la labor de sacerdotes y obispos, pero también hablaron de una Iglesia que hiere” (9 f). “El clerica- lismo, el machismo y el uso inadecuado de la autoridad siguen marcando el rostro de la Iglesia y dañando la comunión”. Se requiere una “profunda conversión espiritual y cam- bios estructurales”, así como “un diálogo entre hombres y mujeres sin subordinación, exclusión ni competencia” (9 h).
Diaconado femenino
Las opiniones sobre el acceso de las mujeres al diaconado son diversas (9 j): para algunos es un paso “inaceptable”, “en discontinuidad con la Tradición”; para otros restauraría una práctica de la Iglesia primitiva; otros lo ven como “una respuesta adecuada y necesaria a los signos de los tiempos” para “renovar la vitalidad y la energía en la Iglesia”. También están los que expresan “el temor de que esta petición sea expresión de una peligrosa confusión antropológica, aceptando que la Iglesia se alinee con el espíritu de los tiempos”. Padres y madres del Sínodo piden continuar “la in- vestigación teológica y pastoral sobre el acceso de las mujeres al diaconado”, utilizando los resultados de las comisiones especialmente creadas por el Papa y las investigaciones teoló- gicas, históricas y exegéticas ya realizadas: “Si es posible, los resultados deberían presentarse en la próxima Sesión de la Asamblea” (9 n).
Discriminación y abusos
Mientras tanto, se reitera la urgencia de “garantizar que las mujeres participen en los procesos de toma de decisiones y asuman funciones de responsabilidad en la atención pastoral y el ministerio”, y el derecho canónico debe adaptarse en consecuencia (9m). También deben abordarse los casos de discriminación laboral y de remuneración injusta, incluidos los que se dan en la Iglesia, donde “las mujeres consagradas son a menudo consideradas mano de obra barata” (9 o). En cambio, debe ampliarse el acceso de las mujeres a la educa- ción teológica y a los programas de formación (9 p), incluyendo la promoción del uso de un lenguaje inclusivo en los textos litúrgicos y en los documentos de la Iglesia (9 q).
Vida consagrada
Observando la riqueza y variedad de las distintas formas de vida consagrada, advierte contra la “persistencia de un estilo autoritario, que no deja espacio para el diálogo fraterno”. Es aquí donde se generan casos de abusos de diversa índole contra personas consagradas y miembros de agregaciones laicales, espe- cialmente mujeres. El problema “requiere intervenciones decisivas y adecuadas” (10 d).
Celibato
Se mencionó el tema del celibato, que suscitó distintas valoraciones durante la asamblea. “Todos –se lee en el Informe final– aprecian su valor profético y el testimonio de conformación a Cristo; algunos se preguntan si su adecuación teológica con el ministerio presbiteral debe traducirse necesariamente en la Iglesia latina en una obligación disciplinar, sobre todo allí donde los contextos eclesiales y culturales lo hacen más difícil. No se trata de un tema nuevo, que requiere ser retomado”.
Fuente: Vatican News