P. Carlos Padilla
Nueva Patris
Santiago, 2024
217 págs.
Recuerda tu canto es un libro del sacerdote español Carlos Padilla, perteneciente a la comunidad de padres de Schoenstatt. Autor de títulos como ¿Me amas?, Del miedo a la confianza, Cien años de camino, una mirada sobre Schoenstatt, en esta, su última publicación, aborda los seis pilares de la pedagogía de Schoenstatt: alianza, vínculos, ideales, confianza, libertad y movimiento. Realidades que, a fin de cuentas, resuenan en todo católico. La riqueza del texto está en cómo queda plasmada la experiencia del autor con el pensamiento y vida de José Kentenich, sacerdote fundador del movimiento de Schoenstatt. La obra es un aporte a quienes desean autoformarse en una pedagogía que es fértil y actual.
Vivimos en un mundo sin raíces, sin tierra, sin hogar físico o espiritual. En un mundo marcado por la desesperanza, conflictos y miedos, el libro muestra que la promesa de Dios sigue siendo válida en nuestras vidas. La originalidad de la pedagogía kentenijiana intenta dar respuesta en un contexto de incertidumbres, tal como hizo la Santísima Virgen María al sellar su alianza con la familia de Schoenstatt en circunstancias tan difíciles como la Primera Guerra Mundial.
En realidades que parecen absurdas, la pedagogía kentenijiana se presenta como una propuesta desde la “alianza que forja una cultura nueva, un mundo nuevo, un hombre nuevo” (p. 44). En ella Dios interviene como educador y guía, siendo María modelo para todos quienes educamos. El libro nos recuerda que el fin de la educación no es otro que el encuentro con Dios. La pedagogía de la alianza me recuerda –tal como se encuentra presente en la Biblia en los relatos de alianza entre el pueblo escogido y Dios– que Dios me necesita y yo necesito a Dios más que a nada en este mundo. Se trata de educar al hombre, para que pueda generar un organismo sano de vinculaciones, lo cual conlleva compromiso y responsabilidad, sobre todo en estos tiempos en que existe una profunda crisis de paternidad, sin vínculos estables ni profundos, que acaban fomentando el individualismo desarraigado. Para ello, “la pedagogía del amor quiere educar un hombre nuevo en una comunidad nueva que supere el peor cáncer del hombre actual: la soledad” (p. 70), de tal modo que el fin es educar hombres y mujeres libres que amen desde la verdad y la libertad, como respuesta al sentido social del ser humano: reflejo de Dios uno y trino, por el cual estamos llamados a formar y cuidar los vínculos, creando condiciones favorables para ellos. Hombres vinculados y arraigados con el mundo natural y sobrenatural.
El libro propone educar desde la originalidad, educar desde el interior, desde la conciencia de que cada uno tiene una misión –un “ideal personal” según la nomenclatura kentenijiana–, encontrar la imagen de Dios grabada en mi alma. Nos invita a conocerse y aceptarse a uno mismo. El conocimiento de uno mismo es el comienzo de todo camino pedagógico, reconociendo que el ideal de toda mi vida humana consiste en amar y ser amado, en una pedagogía que no es de deberes ni de mínimos. El amor es la mayor fuerza educativa, donde no debe faltar la confianza ni la esperanza. Educar es engendrar vida que crece lentamente de acuerdo con los ritmos y la originalidad de cada uno.
En cuanto a la forma, el libro se divide en seis capítulos que van profundizando H 562 en cada una de las pedagogías. Utiliza un lenguaje sencillo, ameno, de fácil lectura, simplificando el lenguaje kentenijiano, utilizando ejemplos cotidianos, incluso de películas conocidas por todos como “La guerra de las galaxias” o la obra El principito. Contiene al final de cada capítulo preguntas que permiten reflexionar y abordar los temas tratados, que ayudan a realizar un recorrido personal y concreto.
La propuesta del autor no es solo para los miembros del Movimiento de Schoenstatt, sino para todos aquellos que tienen la labor y la misión de educar y autoeducarse, como padres de familia, laicos, profesores y formadores. Recuerda tu canto apela a recordar la originalidad de cada uno, es un canto de esperanza a quienes educamos a pesar de las incertidumbres que vivimos.
Ricardo Ramírez Basualdo