La 38ª Jornada Mundial de la Juventud se celebró del 1 al 6 de agosto en Lisboa, Portugal, evento convocado por el Papa Francisco en el que participaron cerca de un millón y medio de peregrinos de 200 nacionalidades diferentes.

Imagen de portada: La delegación de la Pontificia Universidad Católica de Chile que participó en Lisboa de la JMJ –en la foto– estuvo compuesta por dos sacerdotes y 115 jóvenes, estudiantes y miembros del equipo pastoral.

Jóvenes caminando, danzando y cantando por las calles de Lisboa, invadiendo los buses, los ferris, gritando consignas, en diferentes idiomas, vistiendo la camiseta oficial de la JMJ o la de sus propios grupos pastorales, intercambiando recuerdos, saludándose entre ellos como si se conocieran de tiempo atrás.

Chicos y chicas acompañados, muchos de ellos por sacerdotes, religiosos o laicos, viviendo una gran alegría. Ese fue el ambiente que se respiró en la capital portuguesa en la trigésimo séptima Jornada Mundial de la Juventud, que tuvo como lema “María se levantó y partió sin demora” (Lc 1, 39). Bajo 37 grados, largas caminatas y horas de espera al aire libre se congregaron para ver y escuchar al Santo Padre.

Los parques Eduardo VII y Tejo se convirtieron en gigantes escenarios donde se vivieron momentos de fe, oración, reflexión y celebración. Allí el Papa Francisco les habló —en español— con un mensaje cálido, en muchos momentos dejó sus discursos elaborados e improvisó con lo que le brotaba del corazón. Su rostro de alegría mostraba cómo se dejó contagiar por la vitalidad y el mensaje renovado de las nuevas generaciones.

El mensaje de Francisco

“Ustedes no están aquí por casualidad. El Señor los llamó, no sólo en estos días, sino desde el comienzo de sus vidas. (…) Él los llamó por sus nombres. Intenten imaginar estas palabras escritas en letras grandes; y después piensen que están escritas dentro de cada uno de ustedes, en sus corazones, como formando el título de tu vida, el sentido de lo que sos: has sido ‘llamado por tu nombre’: vos, vos, vos, vos, acá, todos nosotros, yo, todos fuimos llamados por nuestro nombre”, les dijo el jueves 3 de agosto en la ceremonia de acogida.

Al día siguiente, el viernes 4, durante el rezo del Vía Crucis, habló del consuelo que trae Cristo en momentos de dificultad., dijo.

Mientras que durante la vigilia del sábado 5 de agosto, el Pontífice habló sobre dónde buscar la auténtica alegría, la cual “no está en la biblioteca, encerrada, aunque hay que estudiar, pero está en otro lado. No está guardada bajo llave; la alegría hay que buscarla, hay que descubrirla. Hay que descubrirla en nuestro diálogo con los demás, donde tenemos que dar esas raíces de alegría que nosotros hemos recibido”.

El campo Tejo de Lisboa se convirtió en un gran albergue al aire libre, en el que se calcula que un millón 500 mil jóvenes pasaron la noche, tras haber vivido emocionantes horas de espera en la Vigilia y haber celebrado la fe hasta que se dejaron vencer por el sueño. Muchos de ellos se quedaron dormidos (otros intentaron dormir y no pudieron) y esperaron al día siguiente cuando, después del amanecer, el padre Guilherme Guimaraes Peixoto, capellán del Ejército portugués, los despertara a las 07:00 hrs. con una sesión de música techno, en la que se versionó, incluso, el himno de la JMJ Lisboa 2023.

Los peregrinos vencieron el cansancio y se dispusieron para el último acto público de este gran evento: la Misa de clausura. “Nos volvemos luminosos, brillamos, cuando, acogiendo a Jesús, aprendemos a amar como Él. Amar como Jesús, eso nos hace luminosos, eso nos lleva a hacer obras de amor. No te engañes, amiga, amigo, vas a ser luz el día que hagas obras de amor. Pero cuando en vez de hacer obras de amor hacia afuera, mirás a vos mismo, como un egoísta, ahí la luz se apaga”, dijo el Papa en su homilía. 

“Jesús camina, pero espera algo, espera nuestra compañía, espera que miremos… No sé, espera abrir ventanas de mi alma, de tu alma, del alma de cada uno de nosotros. […] Jesús camina y espera con su amor, espera con su ternura, darnos consuelo, enjugar nuestras lágrimas”, Papa Francisco.

Delegación chilena 

Unos dos mil peregrinos viajaron desde Chile a Portugal, desde diferentes parroquias, movimientos e instituciones educativas para participar en esta fiesta juvenil. El 31 de julio tuvieron, como delegación, una Santa Misa presidida por monseñor Galo Fernández, obispo de Talca, en la parroquia Nossa Senhora dos navegantes, quien destacó que “nos hace bien encontrarnos. Somos peregrinos, ahora y en toda la vida. La experiencia que estamos viviendo nos recuerda algo esencial de nuestro ser. El corazón humano está hecho para encontrar más, lleva un ansia, un deseo para descubrir nuevos espacios, culturas, identidades, somos peregrinos”.  

Además, cientos de chilenos se encontraron en el parque Cristonautas el viernes 4 de agosto, oportunidad en la que el sacerdote jesuita Cristóbal Fones ofreció un concierto con sus mejores éxitos y el Coro Misión País, de la Pastoral UC, entonó parte de su repertorio. Juntos cantaron “Gracias a la vida” de Violeta Parra. Se veían las banderas de diferentes países latinoamericanos, con miles de peregrinos cantando en español y unidos por una misma fe. 

De la Pontificia Universidad Católica de Chile viajó una delegación de 115 jóvenes, entre estudiantes, dos sacerdotes y miembros del equipo pastoral. “Echar raíces de alegría y no tener miedo fue lo que nos transmitió el Papa Francisco, quien nos exhortó a llegar a nuestras comunidades y comunicar todo lo vivido”, indicó Ángela Parra, directora de Pastoral UC, quien agregó: “queremos volver y transmitir esa enorme felicidad de poder hablar cara a cara con Jesús, mostrarle lo pequeños que somos y lo mucho que tenemos por su amor”. 

El Capellán Mayor UC, padre Jorge Merino, quien acompañó la delegación, compartió que para él fue muy especial el proceso que tuvieron los estudiantes de preparación para la JMJ durante los meses previos. “Las distintas jornadas y retiros, y haberlas vivido todos juntos fue una experiencia muy fuerte”.  

Asimismo, agregó que lo que más le llamó la atención de este evento fue ver “cómo por una semana la humanidad puede vivir en paz, armónicamente. Cómo Jesucristo es el punto de unión: distintos lenguajes, formas de vivir la fe, pero en Jesucristo nos unimos todos, en la Iglesia Católica encontramos nuestros puntos de encuentro. Esto no nos hace anular nuestra diversidad, sino que, al contrario, necesita nuestra diversidad porque esta es la que suma nuestra unidad”.  

El sacerdote indicó también que ahora los peregrinos tienen el reto de llevar lo que escucharon del Santo Padre a sus hogares. “El desafío es cómo podemos compartirlo con los demás, cómo lo llevamos a Santiago, cómo lo transmitimos, que no solamente sea una semana preciosa, sino que podamos plasmar todo lo que el Papa nos enseñó”. 

“Es una fiesta a donde sea que vayamos, nos encontramos con delegaciones de todas partes, chilenos, españoles, italianos, mexicanos... con todos hemos podido intercambiar experiencias. Ha sido un tremendo regalo poder estar acá y vivir esta fiesta de la juventud, donde se ven familias, matrimonios jóvenes y niños, compartiendo una experiencia de fe. Espero que esto nos sirva de impulso para renovar nuestra misión evangelizadora y construir juntos una sociedad basada en lo que Dios nos enseña”, destacó Leyla Darras, coordinadora de solidaridad de la Pastoral UC.

Para Martina Vera, estudiante de III Medio del colegio Rosario Choncha, esta es su primera vez en una JMJ, lo cual “ha sido una experiencia maravillosa, me ha hecho creer más en lo que ya creía, me ha hecho sentir mucha más fe, mucha más alegría y energía. Ver tanto joven y ver a tantos compartiendo la misma fe. (…) A muchos nos pasó con la pandemia que nuestra fe bajó un poco. Ahora sé que llego a Chile con muchas ganas de ayudar a los demás y de mostrar a todos lo que es vivir la JMJ, lo que es estar aquí y que muchos más puedan participar”. 

El padre Jonattan Muñoz, vicario para la Esperanza Joven, viajó a Lisboa acompañando a la delegación de la Iglesia de Santiago, a la que se le unió también Duoc UC. “Me quedo con corazones deseosos de encontrarse con Dios, (...) en el encuentro con las personas y con el Señor. Los jóvenes nos abren horizontes porque nos muestran finalmente lo que la Iglesia es, nos descubren en Jesucristo una barca en la que uno puede caminar mucho más allá. Estoy contento por esta experiencia, contento por esta JMJ y esperando que el Señor pueda seguir tocando los corazones”, puntualizó el sacerdote. 

Por su parte, José Andrade, estudiante de cuarto año de Ingeniería en Construcción de Duoc UC aseguró que esta experiencia ha sido “increíble y especial. El intercambio cultural lo he disfrutado mucho y en cuanto a la fe me he dado cuenta de que hay muchos jóvenes que creen lo mismo que yo. En ocasiones vi que todos tenemos distintas formas de profesar nuestra fe con el mismo propósito, entonces me he sentido muy acompañado. Me ha gustado mucho esta experiencia, espero vivirla de nuevo en mi vida. Lo importante es no guardarme mi fe sino llegar a Chile y compartirla con mis seres queridos y con las personas que lo necesiten”. 

Constanza Puga, estudiante de Obstetricia de la Universidad de los Andes, fue a la JMJ con el Centro Cultural Aconcagua, del Opus Dei, destacó que una de las cosas que más le ha gustado ha sido ver la cantidad de carismas y movimientos de la Iglesia juntos para reunirse con el Papa y escuchar su mensaje. 

“Esta experiencia me ha llevado a abrazar mi fe aún más. Al ver cómo otros católicos viven su fe desde una vista panorámica, te das cuenta de que Dios no deja fuera a ninguno: Él acomoda la vida de cada uno a la perfección desde la esencia de cada persona para hacerla feliz realmente, desde lo que es en el ahora y no desde lo que se espera que sea en un futuro. Dios no apunta con el dedo, sino que abre los brazos a cada uno de nosotros porque nos ama profundamente, más de lo que cualquier amor humano puede llegar a amar”, puntualizó Puga. 

Hacia el continente asiático 

Al finalizar la Misa de clausura y tras el rezo del Ángelus, el Papa Francisco anunció la sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud: Seúl, Corea, en el año 2027. Será la segunda vez que se realice una JMJ en el continente asiático (la primera fue en Manila, Filipinas, en 1995), dando un mensaje de “un hermoso signo de la universalidad de la Iglesia y del sueño de unidad del que (los jóvenes) son todos testigos”.  

En Corea del Sur sólo el 10% de la población es católica. Allí la Iglesia ha mostrado un rápido crecimiento en los últimos años. En 2020, un informe del Instituto de Pastoral Católica de este país mostraba que el número de católicos ha aumentado en un 48,6%. 

Así concluyó una versión más de este evento internacional que llenó de vitalidad y juventud al pontífice de 86 años. “¡Y obrigado (gracias) a todos ustedes, queridos jóvenes! Dios ve todo lo bueno que ustedes son, y sólo Él conoce lo que ha sembrado en sus corazones. Ustedes se van de aquí con lo que Dios sembró en el corazón, háganlo crecer, cuídenlo con esmero”, les invitó el Papa. “Mantengan presentes en su mente y en su corazón los momentos más hermosos. Para que así, cuando lleguen los momentos de cansancio y de desánimo —que son inevitables—, y tal vez la tentación de dejar de caminar o encerrarse en ustedes mismos, con el recuerdo reaviven las experiencias y la gracia de estos días”. 

* Agradecemos la colaboración de Ana del Carmen Martínez desde Lisboa.


 La JMJ en números 

  • Participaron 688 obispos
  • 25.000 jóvenes voluntarios atendieron la JMJ
  • En Lisboa se habilitaron 1.626 espacios públicos para acoger a 354.000 peregrinos inscritos de los cinco continentes (se calcula que por cada inscrito participan 3 o 4 jóvenes más).
  • 8.831 familias alojaron a 28.618 peregrinos.
  • 5.000 periodistas estuvieron acreditados para cubrir este evento.
  • 77 periodistas viajaron en avión con el Santo Padre.
  • 18.000 árboles plantados como regalo de esta JMJ, en sintonía con Laudato Si’.

Fuente: Aleteia y Vatican News. 

 

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