Las creencias religiosas, la oración y la piedad siguen siendo ámbitos muy significativos para muchos chilenos. A la luz de la última Encuesta Bicentenario UC, el director de Humanitas, Eduardo Valenzuela, se refiere a la persistente creencia en Dios, la baja sostenida entre quienes se declaran católicos y el incremento del “creer sin pertenecer”. También habla del avance de la creencia en el karma, el culto a la naturaleza y el rezo a los antepasados. A continuación compartimos la entrevista completa.

Versión ampliada de la entrevista a Eduardo Valenzuela publicada en El Mercurio el domingo 21 de mayo de 2023.

 Cambios religiosos

Tomando en cuenta los 17 años desde que realiza la encuesta, ¿percibe en materia de religiosidad una tendencia sostenida a través de los años o hay en los últimos años algunos cambios o punto de inflexión que merezca subrayarse? 

Sí, existe una tendencia sostenida y clara en nuestro país: disminuye la proporción de la población que se identifica como católica y aumenta la de los que marcan ninguna religión. Esta tendencia se agudizó en la última oleada de la crisis de los abusos sexuales, con las dificultades que tuvo la venida del Papa antes de la pandemia, la renuncia del episcopado nacional y los casos de abuso que se develaron por doquier en esos años, pero viene de mucho antes, incluso antes de que aparecieran los primeros escándalos de abuso sexual.

¿Desde cuándo se muestra en forma clara la tendencia de que disminuye la proporción de la población que se identifica como católica?

Desde la década de los noventa comienza a caer la identificación católica, antes de que apareciera el primer escándalo de abuso sexual, aunque los noventas fue también la década en que la confianza en la iglesia católica alcanzó su máximo histórico (tras el reconocimiento social que recibió la iglesia de Silva Henríquez por su papel en la defensa de los derechos humanos cuando efectivamente todo el país terminó de reconocer que hubo tales violaciones).

De acuerdo a su interpretación "los jóvenes conservan creencias religiosas significativas pese a decir que no pertenecen a ninguna religión”. ¿Cuáles son las principales creencias de estos jóvenes?

Los jóvenes no son seekers, buscadores espirituales que intentan encontrar seriamente una espiritualidad diferente y menos institucional como sucedió antaño, en los sesentas. No están sustituyendo creencias cristianas por otras. La mayor parte sostiene creencias enteramente convencionales, entre las cuales debe anotarse la creencia en Jesucristo como verdadero Hijo de Dios, lo que configura un fenómeno que otros han caracterizado como “cristianos sin Iglesia”. Es cierto que afloran creencias heterodoxas (como las ha habido siempre por lo demás), pero no existe un rechazo frontal al núcleo de las creencias católicas, incluyendo los milagros que proceden de la Virgen.

Si se incluye al total de los encuestados, los católicos aún son mayoría, con el 48%, mientras quienes señalan no profesar ninguna religión alcanzan el 30%. ¿Dónde está y cómo es ese 30%?  

Se comportan de la misma manera que los jóvenes, los mayores abandonan mucho menos a la iglesia, pero cuando lo hacen mantienen más firmemente las creencias cristianas y comportamientos inequívocamente católicos. Existe muy poco efecto de sustitución, casi nadie emigra hacia otra religión que ha sido una conducta características en otros lugares del mundo.

Desafección institucional

Los jóvenes entre 18 y 34 años que se declaran sin religión superaron esta vez a los que se declaran católicos (41% versus 36%). ¿Parece ser que para muchos jóvenes el término religión tiene una connotación ‘institucional’ a la que no quieren adherir?

Efectivamente entre los jóvenes se aprecia más claramente esta tendencia que se ha definido como “creer sin pertenecer”. Es más una crisis de pertenencia que de creencia. Lo que se rechaza es la Iglesia, no necesariamente a Dios. Es cierto que la creencia en Dios ha descendido algo, pero se mantiene alta y robusta, incluso entre quienes no declaran ninguna religión. Algunos hemos visto en esto una crisis de la mediación institucional de la experiencia religiosa y la proliferación de quienes quieren creer a su manera, al margen de una comunidad organizada de creyentes. Esto no pasa solamente en la religión, también en la política se quiere participar al margen de los partidos políticos o también se quiere vivir en pareja, pero sin casarse. El rechazo a las iglesias (porque esto afecta también a las iglesias evangélicas que no han aprovechado la crisis católica), el repudio de los partidos, la aversión al matrimonio pueden considerarse parte de una misma crisis institucional.

Según explica, a pesar de la crisis de la Iglesia católica, existe en Chile poco trasvasije hacia la fe evangélica u otras religiones. ¿Por qué piensa que ocurre esto en nuestro país? 

Esto sucede porque la desafección se ha producido sobre todo en los niveles socioeconómicos medios y altos donde el pentecostalismo no es una alternativa religiosa plausible, y las otras iglesias son denominaciones muy pequeñas y poco conocidas, es poco probable hacerse anglicano o luterano por ejemplo después de abandonar el catolicismo.

Ha señalado que "la desafección respecto del catolicismo se da entre los jóvenes, quienes están agravando la tendencia general hacia la no religión".  ¿Se puede conectar ese fenómeno con otras tendencias actuales, como la idea de una “democracia de derechos”, más que de deberes? 

Efectivamente lo que se busca por doquier son instituciones menos compulsivas, que obliguen poco, que comprometan menos la totalidad de la persona, donde sea más fácil entrar y salir. Vivir en el marco de relaciones menos institucionalizadas donde haya más espacio para la autoexpresión personal y el cultivo del yo interior. Hay autores que creen que la anonimia, la soledad  y la inmensidad de una gran catedral católica es más apropiada incluso que la pequeña comunidad que —aunque afectiva y calurosa— se anda metiendo en todo lo que uno hace. He escuchado a personas que dicen que no se hacen evangélicas porque las obligan demasiado (incluso la forma de vestir); en cambio, los católicos son más relajados.

La fe de los padres

¿Sigue siendo la familia el principal medio transmisor de la religión cristiana? ¿O la familia ya no es, en gran medida,  transmisora de las creencias religiosas?

Sigue siéndolo sin duda alguna. De hecho el proceso de secularización (o de desafección) avanza a través de cortacircuitos en la trasmisión familiar de la fe. Los padres no logran trasmitir la fe a sus hijos, casi siempre porque ellos mismos creen de una manera poco robusta y comprometida. Las iglesias pueden hacer muy poco por sí mismas, sobre todo las iglesias demasiado establecidas que no salen a buscar ni cuidan a sus fieles. Nuestro catolicismo tiene todavía actitudes de religión mayoritaria (a diferencia de los evangélicos), cuenta de antemano con sus fieles porque no tienen alternativa religiosa, ¿adónde habrían de ir para obtener consuelo religioso? Pero llegó la hora de asumir que ya no se puede contar sólo con la familia, la cultura y la tradición para renovar la fe.

“Llegó la hora de asumir que ya no se puede contar sólo con la familia, la cultura y la tradición para renovar la fe”. ¿Cómo debiera interpretar esta afirmación alguien preocupado de la renovación y transmisión del catolicismo?

Sobre todo no se debe dar por descontada la trasmisión religiosa, ni creer que esa transmisión la asegura una familia o una escuela católica, aunque desde luego sean importantes. Es necesario mejorar la inteligencia de la fe, estimular la lectura, desarrollar la piedad doméstica, preparar a la nueva generación para una participación activa en la comunidad religiosa, mostrar que se vive mejor con religión que sin ella.

Según la encuesta, algunas instituciones del país parecen recuperar de a poco la confianza de las personas, no así la Iglesia Católica, que registra un 14%. ¿Qué piensa de ese fenómeno?

La confianza se perdió claramente al ritmo de la crisis de los abusos sexuales.  Se pueden ver los puntos de inflexión claramente marcados en los momentos más aciagos, el cura Tato en 2003, Karadima en 2011 y Poblete en 2019. La crisis de confianza no es lo mismo que esta tendencia más profunda y sostenida hacia la desafección católica, aunque los abusos pueden haberla acelerado, sin duda. Me temo que el muro de desconfianza hacia la iglesia católica va a perdurar mucho tiempo, porque ya hay muchos fuera de ella. Lo importante es recuperar la confianza de los católicos en su propia Iglesia que también está muy resentida. Pero para esto es necesario hacer más que lo que se hace todos los días, se necesitan gestos, actitudes y personas extraordinarias.

Creencias heterodoxas

"Es importante considerar que no tener ninguna religión no significa no tener ninguna creencia”, ha señalado. ¿Qué se entiende por creencia?

Las creencias religiosas no son un invento de cada cual, las creencia reposan en una comunidad de creyentes; en gran medida uno cree porque otros creen antes que yo. De lo contrario esas creencias se diluyen rápidamente y pierden credibilidad. Eso sucede con muchas creencias no convencionales que tienen adhesión, pero no están ancladas en ninguna comunidad religiosa, aunque es cierto también que muchas de estas creencias conviven y están adheridas a las creencias institucionalizadas. Los que creen en el karma también creen en la gracia que dispensa la Virgen, y muchos de los que creen en la reencarnación también creen en la resurrección de los muertos y utilizan indistintamente ambas creencias.

¿Qué se entiende por la "creencia en el karma"?  ¿A través de qué medios se ha difundido esa creencia?

Es difícil decirlo, aparentemente es una creencia que se ha difundido a través de la cultura pop. El karma es una manera de reducir la contingencia de la vida, permite insertar todo en una cadena de causalidad, todo tiene una causa y también un efecto. Nada queda librado al azar. El karma establece un mecanismo de compensación ética que es enteramente responsabilidad individual, el mal que uno hace se paga  con mal y el bien con bien, el karma no reconoce la gracia ni el perdón, cada cual tiene lo que se merece. El karma permite prescindir de Dios, pero no sabemos hasta dónde es una creencia que se despliega en todas sus consecuencias. De hecho, la mayor parte de los que cree en el karma cree al mismo tiempo en un Dios misericordioso que contradice el principio de la causalidad ética.

La encuesta indica que la creencia en el karma  ha aumentado vertiginosamente en los últimos años, de un 27% en 2010 al 59% en 2022.  En cambio, quienes creen en la idea cristiana de resurrección de los muertos, ha pasado del 52% en 2014 a un 45% en 2022. ¿Hay un trasvasije desde creencias cristianas hacia visiones o filosofías orientales que tiene más que ver con creencias aisladas que con una religión? 

Siempre ha habido una cierta confusión entre reencarnación y resurrección. A mucha gente la consuela la posibilidad de tener una vida completamente mejor y distinta de la que ha tenido en este mundo, aunque el apego a la familia y la posibilidad de reencontrarse con ella favorece la resurrección. Es posible también que la reencarnación se haya vuelto más popular con la crisis del purgatorio, y para qué decir del infierno. Que la vida plena se postergue demasiado o tenga que pasar todavía por un período de pruebas y necesidades es poco aceptable. La dimensión intramundana de la reencarnación también puede tener adhesión. A pesar de que resurrección incluye también el cuerpo, la teología católica ha desencarnado demasiado la vida ultramundana. La visión del paraíso es demasiado angelical y beatífica. En la sensibilidad actual la felicidad y la plenitud de la vida está inevitablemente asociada al bienestar.

Otras creencias heterodoxas que muestra la encuesta es creer en “energías espirituales localizadas en especies físicas como montañas y árboles”; “en el yoga como práctica espiritual” y en la astrología. Este tipo de creencias, ¿se dan más en hombres o en mujeres? 

Antiguamente se cultivaba el espiritismo, también en las clases altas católicas. La creencias en los espíritus ha desbordado siempre el molde institucional de la Iglesia que ha buscado cultivar el espíritu santo (como hacen hoy mucho más abiertamente y con mucho éxito más los evangélicos que los católicos), pero el espíritu de los muertos ha sido una competencia durísima. Vea usted la proliferación de las animitas en nuestras carreteras. Los espíritus de las religiones ancestrales siempre han habitado las montañas donde están los huesos de sus antepasados. No hay ninguna novedad en esto. Las energías espirituales que se esconden en las piedras o en las estrellas también tienen una larga data, aunque están más conectadas con formas más esotéricas de creencia y de vida. Otra cosa es el yoga o el mindfulness que son técnicas de concentración interior y que a veces conducen a una espiritualidad del yo muy apropiada para las clases educadas, aunque casi siempre se las utiliza como técnicas de relajación asociadas con un estilo de vida saludable.

El estudio concluye que "se han resentido varias creencias propias del mundo cristiano, pero la creencia en los milagros y los indicadores de piedad popular se mantienen intactos". ¿Cuáles son estos indicadores de piedad?

Hasta dónde sabemos la piedad de santuario se ha mantenido incólume. Siempre tuvo muy poca mediación sacramental y sacerdotal de manera que la crisis institucional de la iglesia apenas la ha tocado. El devoto va al santuario, se presenta ante la Virgen (o ante un santo) para cumplirle, adquiere una imagen y se la lleva a su casa donde instala un pequeño altar doméstico que protege a la familia durante el año. No es una religión de templo. Aunque tiene conexión con el templo:  la imagen milagrosa está siempre dentro de un templo (no anda por cualquier parte), a veces los devotos van a misa en el santuario y  contribuyen con la mantención del templo, la imagen doméstica siempre tiene que estar bendecida por un sacerdote. No es una religiosidad de templo, pero es deferente con el templo. Sigue siendo una manifestación multitudinaria, según el papa Francisco, la reserva religiosa del catolicismo latinoamericano.

Fe y política

¿Se habla poco en Chile de religión en la esfera pública o privada?  ¿Por eso llama tanto la atención cuando alguna figura pública manifiesta sus creencias o inspiración religiosa?

La religión no ha sido nunca importante en la política. Esto es también herencia de una religión mayoritaria, todos éramos católicos, la religión no hacía ninguna diferencia. Hubo anticlericalismo, pero no clivaje religioso. El auge evangélico ha cambiado en algo este panorama, y también la consolidación de un bolsón de increencia religiosa que ha ido creando un panorama religioso más plural y susceptible de interés político. Pero hasta donde sabemos no existe un voto evangélico (como en Brasil, por ejemplo), es decir evangélicos que votan evangélico, como tampoco ha habido nunca un voto católico, los católicos han elegido varias veces presidentes no creyentes en nuestro país, algo impensable por ejemplo en Estados Unidos.

En la situación de la religión y las creencias que muestra la última encuesta Bicentenario, ¿cómo piensa que se recibe la afirmación de un político de que “su modelo es Jesucristo”? ¿Puede restarle adhesión? ¿O, al contrario, al mencionar la figura de Cristo y no la institución de la Iglesia, es coherente con lo que muestra la encuesta? 

Como dije es difícil en nuestro medio captar votos apelando a la religión, salvo quizás por la excepción evangélica. Por eso el político que Ud. cita dice que es cristiano, seguidor de Jesucristo, no católico. El único tema que tiene mucho clivaje religioso es el aborto, las personas más religiosas están en contra y las increyentes a favor, pero la mayor parte adopta una posición moderada (aborto sólo en causales justificadas) y es difícil que incluso el aborto se convierta en una batalla religiosa. En todos los demás temas políticamente relevantes (derechos sociales, impuestos, seguridad) no hay nada religioso en juego.

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