Este sábado 31 de diciembre de 2022, Benedicto XVI partió a la Casa del Padre, dejando un ejemplo de vida de profunda entrega a Jesucristo y su Iglesia.
La infancia en su contexto
El año 1918 finaliza la Primera Guerra Mundial y el 8 de noviembre de ese mismo año se proclama la República Socialista de Baviera. Es en esa República donde nace, la madrugada del Sábado Santo el 16 de abril de 1927, Joseph Ratzinger, el menor de los tres hijos de Joseph y María. Es bautizado a las pocas horas. Nace en el año en que san Francisco Javier es nombrado Patrono de las Misiones, junto con santa Teresa del Niño Jesús, y en que el aviador estadounidense Charles Lindbergh realiza la primera travesía en solitario del Atlántico.
El 11 de febrero de 1929 se firma el Pacto de Letrán entre la Santa Sede y el Gobierno italiano, los que establecieron la soberanía del Vaticano y la Santa Sede, perdidas bajo el reino de Italia. La familia Ratzinger, en tanto, afectada por la crisis económica, se traslada a Tittmoning, ciudad fronteriza con Austria. Viven en un antiguo priorato. Para Joseph, Tittmoning permanecerá como “el país de los sueños de mi infancia”. Sin embargo, el contexto mundial en el que crece el pequeño Joseph parece tambalearse nuevamente: en 1930 tras una gran victoria del Partido Nacionalsocialista en las elecciones legislativas alemanas, Hitler se convierte en la segunda fuerza política del país y dos años más tarde es elegido presidente y el partido nazi se convierte en el único partido legal del país. Por su parte, la familia de Joseph Ratzinger junto a su esposa María y sus tres hijos se trasladaron de Tittmoning a Aschau. El padre “se había arriesgado demasiado contra los nazis”.
La Iglesia en aquel entonces era guiada por el Papa Pío XI, quien publica, el 15 de mayo de 1931, una de las encíclicas más relevantes de su pontificado: Quadragesimo anno (en el 40 aniversario de la Rerum novarum, de León XIII). Seis años más tarde, en 1937, publicaría las encíclicas Mit brennender Sorge, en la que condena la ideología nazi, y Divini Redemptoris, donde condena el comunismo.
El mismo año en que Hitler inicia la persecución a los judíos, con la entrada en vigor el 14 de noviembre de 1935 de la Leyes de Nuremberg, por las que los judíos pierden sus derechos como ciudadanos alemanes; Joseph Ratzinger recibe la Primera Comunión a sus ocho años y empieza a ayudar en misa como monaguillo. Dos años más tarde su padre, cansado de su trabajo como gendarme, consigue a los 60 años permiso para jubilarse y la familia se traslada a Hufschlag, una casa en medio del campo a media hora a pie del pueblo de Traunstein. “Después de mucho peregrinar, habíamos encontrado aquí, al fin, un lugar que sentíamos como nuestro hogar”. Fue en Traunstein donde Joseph hijo cursó Bachillerato humanístico. El pueblo estaba cerca de la frontera con Austria, a treinta kilómetros de Salzburgo. En ese marco, que él mismo ha definido “mozartiano”, recibió su formación cristiana, humana y cultural.
Los acontecidos años de seminarista
Con la invasión de Austria en 1938, las fronteras con Alemania quedaron abiertas. Los Ratzinger visitaban con frecuencia Salzburgo, donde pudieron asistir a muchos conciertos. Los dos hermanos se convirtieron en apasionados de la música. Ese mismo año 38 Joseph entra en el Seminario, donde ya estaba su hermano, gracias, en parte, a que su hermana se puso a trabajar en una tienda y así su padre se veía menos ajustado de dinero. Años más tarde, sin embargo, debieron abandonar el Seminario, porque el edificio de Sparz donde daban clases es requisado como hospital para atender a los cada vez más numerosos heridos del frente soviético. Encuentran otro alojamiento, más incómodo: “Tuve que aprender a adaptarme a la vida en común, a salir de mí mismo y a formar una comunidad con los demás, hecha de dar y recibir: estoy muy agradecido de esta experiencia que ha sido importante en mi vida”. En la Iglesia, en tanto, muere el Sumo Pontífice Pío XI a los 81 años, en 1939, y le sucede el Papa Pío XII.
Transcurridos algunos años de guerra los seminaristas fueron alistados. El joven Ratzinger debió prestar servicios antiaéreos en Múnich, al tiempo que asistía a un reducido número de clases. Algunos reclutas católicos se unían para compartir sus inquietudes. En aquellos años vivió de cerca los ataques aéreos contra la ciudad. Al año siguiente, el 6 de junio de 1944, el general Eisenhower ordena el desembarco aliado en las playas de Normandía y se pone fin a cuatro años de ocupación alemana en París. Joseph Ratzinger es trasladado al final de aquel año a un destacamento cerca de su hogar paterno. Aprovechó la oportunidad para desertar y consiguió llegar a su casa al año siguiente, 1945, con ello se jugó la vida, porque ahí pasaron incluso dos miembros de la SS, “pero parecía que un ángel especial velaba por nosotros”. Cuando entraron los americanos al final de la guerra, lo tomaron preso por haber sido soldado. En junio quedaría libre. El 7 de mayo de aquel año Alemania se había rendido ante los aliados, al tener ocupadas las dos terceras partes de su territorio. El mundo entonces conoce las atrocidades de los campos de concentración: se calcula que seis millones de judíos habían sido exterminados. Hitler, en tanto, se suicida en su búnker. Roosevelt, Churchill y Stalin acuerdan dividir Alemania en cuatro zonas de ocupación.
Ratzinger teólogo
Con el fin de la guerra Joseph Ratzinger ingresa al Seminario de Frisinga; allí lee mucho y entre los compañeros se produce un diálogo fructífero, se respira un clima familiar a pesar de que son muy heterogéneos. Dos años más tarde empieza a estudiar teología en Múnich, su objetivo era dedicarse a la teología científica. No pueden utilizar el edificio de la Universidad de Múnich, muy dañado por la guerra, por lo que se trasladan a Fürstenried, donde hace buenos amigos. Dos años después, podrá estudiar en Múnich, donde se consagra su vocación teológica.
A pesar del fin de la guerra, el mundo continúa enfrentado. En 1948 el cardenal Jözsef Mindszenty, Primeado de Hungría, es arrestado y condenado a muerte por su oposición al régimen comunista. Al final, su pena es conmutada por la cadena perpetua. En 1949 Alemania se divide en la República Federal Alemana (Occidente) y en la República Democrática Alemania (tras el Telón de Acero). En la Federal, gobierna su primer canciller, Adenauer, hasta 1963. En 1953 los católicos polacos se echan a la calle para pedir la vuelta de su prelado, el cardenal Wyszinski, destituido por las autoridades tras ser acusado de subversión.
Joseph Ratzinger avanza en su formación académica. En 1950 se presenta a un concurso que le abre las puertas para el Doctorado. Sus hermanos le ayudan a sacar adelante este trabajo, porque apenas tenía tiempo con la preparación al sacerdocio. Su hermana mecanografía todos sus manuscritos. Un año más tarde, en la festividad de San Pedro y San Pablo, 29 de junio, su hermano y él reciben la ordenación sacerdotal: “Permanece inolvidable como el momento más importante de mi vida”. Es enviado como coadjutor a la parroquia de la Preciosa Sangre, en Múnich, donde se ocupa de un buen número de clases de religión y una gran actividad pastoral.
Ya sacerdote recibe en 1952 una oferta para dar clases en el Seminario. En 1953 dedica su tesis doctoral a la doctrina de San Agustín sobre la Iglesia como pueblo de Dios. Un año más tarde se traslada a impartir clases en Frisinga y presenta en 1957 su tesis de habilitación, la que versó sobre la teología de la historia en San Buenaventura. Joseph Ratzinger llega a Bonn en 1959 donde tiene contacto con los grandes profesores de la región. Su padre muere cuando estaban todos juntos en Traunstein, en casa de Georg.
En 1958 Juan XXIII inicia su pontificado, tras la muerte de Pío XII. Al año siguiente anuncia un nuevo concilio ecuménico para 1962, un año después de que comenzara la construcción del muro de Berlín. Luego se suspende en 1963 por la muerte de Juan XXIII, y continúa con Pablo VI. Con él se promulga la constitución dogmática Dei Verbum sobre la revelación, y la constitución pastoral Gaudium et spes sobre la misión de la Iglesia en el mundo. A su vez, en 1965 con el Decreto Integrae servandae, Pablo VI cambia el nombre al Santo Oficio por el de Congregación para la Doctrina de la Fe y anuncia la creación de la Comisión Teológica Internacional. De 1962 a 1965 el sacerdote Joseph Ratzinger da una notable contribución al Concilio Vaticano II como “experto”, acude primero como consultor teológico del cardenal Joseph Frings, arzobispo de Colonia, y luego fue nombrado perito oficial del Concilio. A Frings lo había conocido en 1959 mientras era profesor en la Universidad de Bonn. “Fuimos al Concilio no solo con alegría, sino con entusiasmo. Había una expectativa increíble. Esperábamos que todo se renovase, que llegara verdaderamente un nuevo Pentecostés, una nueva era de la Iglesia.”[1]
A la vez que aporta al Concilio, Ratzinger continúa su labor como sacerdote y teólogo. En 1963, mismo año en que muere su madre, se traslada a Münster donde enseña Teología Fundamental. Años más tarde Hans Küng le llama para que ocupe la segunda cátedra de dogmática en Tubinga. A pesar del temor a chocar con él en puntos fundamentales, acepta el encargo. Dicta su célebre curso “Introducción al Cristianismo”, para oyentes de todas las Facultades, que llegó a reunir más de mil alumnos. El libro que recoge aquellas lecciones ha sido traducido a diecisiete idiomas y ha sido continuamente reeditado. Permanece allí hasta 1969, año en que acepta la cátedra de Ratisbona, cansado de las polémicas de Tubinga. Son años de fecundo trabajo teológico. En esa época entra a formar parte de la Comisión Teológica Internacional y participa en la fundación de la revista católica internacional Communio, con Urs von Balthasar, Henri Lubac y otros.
Ratzinger arzobispo y cardenal
El 24 de marzo de 1977, el Papa Pablo VI nombra a Joseph Ratzinger arzobispo de Múnich y Frisinga. El 28 de mayo sucesivo recibió la consagración episcopal. Fue el primer sacerdote diocesano, después de 80 años, que asumió el gobierno pastoral de la gran archidiócesis bávara. Escogió como lema episcopal: “Colaborador de la verdad” (Cooperatores veritatis). Él mismo explicó: “Por un lado, me parecía que esa era la relación entre mi tarea previa como profesor y mi nueva misión (…) Y, por otro, escogí ese lema porque en el mundo de hoy el tema de la verdad se omite casi totalmente, pues parece algo demasiado grande para el hombre y, sin embargo, todo se desmorona si falta la verdad”. Ese mismo año en el consistorio del 27 de junio, Pablo VI lo creó cardenal, del título presbiteral de Santa María de la Consolación en Tiburtino. Entre tanto el nuevo obispo y cardenal publica su libro Escatología.
Muere Pablo VI a sus 81 años, un año después de la consagración episcopal de Ratzinger, y el cardenal Albino Luciani, Patriarca de Venecia, es elegido Sumo Pontífice, con el nombre de Juan Pablo I. Un ataque al corazón, a los 33 días de haber comenzado su papado, pone fin a su vida. Juan Pablo II es elegido entonces Papa. Es el primer Pontífice no italiano en 456 años de historia de la Iglesia. En los dos pre-cónclaves y cónclaves de 1978 se conocieron personalmente los cardenales Wojtyla y Ratzinger, quienes desde entonces entablaron amistad. Años más tarde el primero escribiría en su libro ¡Levantaos! ¡Vamos!: “Doy gracias a Dios por la presencia y la ayuda del cardenal Ratzinger. Es un amigo seguro”.
Pocos meses después de que el Papa Juan Pablo II recibiera una bala de parte del terrorista turco Alí Agca ante 20 mil fieles en la plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981, el Santo Padre llama a Ratzinger a Roma para ocuparse de la Prefectura de la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde permaneció por 20 años, hasta la muerte de Juan Pablo II. Años más tarde, en 1986, es llamado a presidir la Comisión para la preparación del Catecismo de la Iglesia católica.
En 1988 el cardenal Ratzinger visita Chile, entre los días 7 y 14 de julio. En tal ocasión sostuvo un diálogo con los obispos chilenos, en la Casa de Retiros de Caritas. Entre los temas que se abordaron en el encuentro episcopal figuraron: cisma provocado por Lefevre, Concilio Vaticano II y las conferencias episcopales. El problema de la Iglesia, dijo el Cardenal Ratzinger, es el problema de la verdad, “y la verdad no se dirime por mayorías”.
En 1992 ingresa a la Academia Francesa de Ciencias Morales y Políticas y en 2022 asume como Decano del colegio cardenalicio.
“Tenemos necesidad de hombres que tengan la mirada clavada en Dios, aprendiendo de allí la verdadera humanidad. (…) Solo a través de hombres que han sido tocados por Dios, Dios puede retornar a los hombres”. Con estas palabras el cardenal Ratzinger agradecía en la tarde del 1 de abril de 2005, víspera de la muerte de Juan Pablo II, el Premio San Benito “por su labor excepcional a favor de la promoción de la vida y de la familia Europea”. Nadie imaginó que pocos días después el galardonado sería elegido Papa y que adoptaría el nombre de Benedicto XVI, inspirado en el patrono de Europa y de la cristiandad de Occidente.
Juan Pablo II fallece el 2 de abril de 2005, el día antes se había dado el último encuentro entre el Santo Padre y el entonces cardenal Ratzinger:
Estaba todavía muy lúcido y me dio su bendición. Ya no podía hablar mucho. Para mí, su paciencia en el sufrimiento ha sido una gran enseñanza, sobre todo el llegar a ver y sentir cómo estaba en las manos de Dios y cómo se abandonaba a su voluntad. A pesar de los dolores visibles, estaba sereno, porque estaba en las manos del Amor Divino.[2]
Fue Joseph Ratzinger quién ofició la multitudinaria misa del funeral del 8 de abril de 2005. Entre los asistentes se leían pancartas que decían “¡Santo subito!”.
Juan Pablo II dejó catorce encíclicas además de muchas cartas pastorales y otros documentos. Sobre ellos señaló Benedicto XVI:
Considero que tengo la misión esencial y personal de no producir tantos documentos nuevos, sino más bien la de conseguir que aquellos documentos sean asimilados, porque son un tesoro riquísimo, son la auténtica interpretación del Vaticano II. Sabemos que el Papa era el hombre del Concilio, que había asimilado interiormente el espíritu y la letra del Concilio y con estos textos nos hace comprender qué es lo que realmente quería y no quería el Concilio. Nos ayuda a ser verdaderamente Iglesia de nuestro tiempo y del tiempo venidero.[3]
Benedicto XVI
El 19 de abril Joseph Ratzinger, a sus 78 años, es elegido Papa en menos de 24 horas en el cónclave más numeroso de la historia, los cardenales presentes fueron 115. Así, el 24 de abril, V Domingo de Pascua, Benedicto XVI inicia su ministerio como obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal. En su primera alocución como Pontífice, pronunciada en la Plaza de San Pedro, con estas palabras le habló al mundo y al pueblo cristiano:
Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino es ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea Él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia.
El 28 de abril firma una dispensa de los términos prescritos para el inicio de la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II (se requerían cinco años desde la muerte para iniciar una causa), al que después beatifica personalmente el 1 de mayo de 2011.
Entre los hitos más destacados de su primer año de pontificado, el año 2005, podrían mencionarse sus dos viajes pontificios, a Bari, al concluir el vigésimo cuarto congreso eucarístico nacional, y a Colonia, para la XX Jornada mundial de la Juventud. Ese mismo año publica el Motu proprio para la aprobación y la publicación del Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, en el que él mismo trabajó desde 1986 cuando fue llamado a presidir la Comisión para su preparación.
En octubre de 2005 preside la XI Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos sobre “La Eucaristía: fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia”, donde por primera vez se introduce el debate libre y sobre cuya base se publica la exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis (22 de febrero de 2007).
Finalmente, el 25 de diciembre, día de la Natividad del Señor, publica Deus caritas est, su primera encíclica la cual dedica al amor cristiano. La encíclica contiene una reflexión teológica-filosófica sobre el amor en sus diversas dimensiones, y otra parte dedicada al ejercicio del mandamiento del amor hacia el prójimo. “En mi primera Encíclica deseo hablar del amor, del cual Dios nos colma, y que nosotros debemos comunicar a los demás” (n.1).
En su segundo año de pontificado se realiza el primer consistorio para la creación de 15 cardenales. Ese es un año de muchos viajes, cuatro de ellos al extranjero. Viaja a Polonia en mayo, ocasión en la que visitó el campo de concentración de Auschwitz y dedicó palabras a quienes allí murieron: “ahora nosotros los reconocemos con gratitud como testigos de la verdad y del bien, que en nuestro pueblo tampoco habían desaparecido. Damos gracias a estas personas porque no se sometieron al poder del mal y ahora están ante nosotros como luces en una noche oscura” (38 de mayo de 2006). Luego, en julio visita España para el V Encuentro mundial de las familias. En septiembre viaja a Baviera, ocasión en la que visita Munich, Altötting y Ratisbona, donde el 12 tiene una lectio magistralis en la universidad, la que titula “Fe, razón y universidad”, conocida como el “discurso de Ratisbona”. En su discurso condenó la “irracionalidad” de “la difusión de la fe mediante la violencia” y también propuso
ampliar nuestro concepto de razón y su aplicación (...) Solo lo lograremos si la razón y la fe avanzan juntas de un modo nuevo, si superamos la limitación impuesta por la razón misma a lo que es empíricamente verificable, y si una vez más generamos nuevos horizontes (...) Solo así podemos lograr ese diálogo genuino de culturas y religiones que necesitamos con urgencia hoy.
En diciembre de ese mismo año viaja a Turquía en un esfuerzo por aumentar el diálogo interreligioso. En aquel viaje visitó la Mezquita Azul de Estambul donde acompañó a musulmanes en rezo silencioso. La visita fue la segunda en la historia de un Papa a un sitio sagrado islámico, y generó protestas de algunos grupos. Dentro de Italia visitó Manoppello en septiembre, y Verona en octubre, para la cuarta asamblea nacional de la Iglesia italiana.
En abril de 2007 el Papa Benedicto XVI publica el primer volumen de Jesús de Nazaret. El segundo volumen se publica el 10 de marzo de 2011 y el tercero, y último, el 21 de noviembre de 2012. Dos visitas fuera de Italia se destacan especialmente en aquel año, la primera a Brasil, donde el 13 de mayo abre en Aparecida la V Conferencia general del episcopado latinoamericano y el Caribe, y la segunda a Austria en septiembre, donde hizo un homenaje a las víctimas del Holocausto nazi en un memorial en Viena. De ese año se destaca también su “Carta a los católicos chinos”, un llamado a la unidad y a la reconciliación entre todos los fieles de aquel país donde viven dos iglesias, la oficial y la clandestina, y expresa su disposición al diálogo con las autoridades.
En julio el Papa liberalizó el uso de la liturgia vigente con anterioridad al Concilio Vaticano II, convertida en “forma extraordinaria” del rito romano, mediante el Motu proprio Summorum Pontificum del 7 de julio, con el fin de ofrecer a todos los fieles el uso más antiguo de la liturgia romana, considerada un tesoro precioso que se debe conservar, garantizar y asegurar a quienes lo solicitan y favorecer la reconciliación en el seno de la Iglesia. Este acto fue leído como una forma de reconciliación con la Fraternidad San Pío X de monseñor Lefebvre. Años más tarde este gesto fue revertido por Francisco con el Motu proprio Traditionis custodes, luego de una revisión de los resultados pastorales de Summorum Pontificum.
Ese año en noviembre el Papa publica su segunda encíclica, Spe salvi, sobre la esperanza cristiana. En ella indica cuatro lugares para aprender y ejercitar la esperanza: la oración, la acción, el sufrimiento y el Juicio de Dios.
En 2008 se destaca el Viaje Apostólico de Benedicto XVI a Estados Unidos donde el 18 de abril habla ante la Asamblea general de la Organización de las Naciones Unidas con ocasión del LX Aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos. En su discurso hace hincapié en la libertad religiosa y recuerda a países de África y otras regiones, quienes “permanecen al margen de un auténtico desarrollo integral, y corren por tanto el riesgo de experimentar solo los efectos negativos de la globalización”[4].
Luego, en julio, viaja a Sydney para la XXIII Jornada mundial de la juventud. En aquel viaje el Papa pidió perdón por los abusos sexuales de niños por parte de miembros de la Iglesia, en una reunión de obispos, habló de “la vergüenza que hemos sentido” y llamó a los abusadores a que respondieran ante la justicia. Ese mismo año, en septiembre, viaja a Francia, donde en Paris da un discurso en el “Collège des Bernardins”, y en Lourdes participa del 150º aniversario de las apariciones marianas. Durante octubre preside la XII Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos sobre “La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia”, sobre cuya base se publica la exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini (30 de septiembre de 2010).
En el año 2009 se pueden destacar tres viajes al extranjero: a Camerún y Angola (marzo), a Tierra Santa (mayo) y a República Checa (noviembre). En Camerún, el Papa entregó a los representantes de las Conferencias Episcopales de África el Instrumentum Laboris de preparación para la II Asamblea Especial del Sínodo para África que se celebró luego, del 4 al 25 de octubre de 2009 en el Vaticano y sobre cuya base se publica la exhortación apostólica postsinodal Africae munus (19 de noviembre de 2011), entregada a los episcopados africanos durante el viaje a Benín. En Angola se unió a la celebración del 500 aniversario del comienzo de la evangelización del país y bendijo el proceso de consolidación de la paz empezado en 2002. En mayo viajó en peregrinación a tierra santa, “a los manantiales de la fe”, donde pudo visitar también a la Iglesia que vive en aquellos lugares. “Tierra Santa ha sido llamada un ‘quinto Evangelio’, porque aquí podemos ver, es más, tocar la realidad de la historia que Dios ha realizado con los hombres”[5]. Finalmente, el viaje a República Checa en noviembre coincidió con la celebración de veinte años del fin del comunismo con la ‘Revolución de terciopelo’. Hacia el final de su visita dijo que la caída del comunismo, que intentó eliminar la religión, es la prueba de que Dios no puede ser excluido de la vida pública.
Ese mismo 2009, en junio, el Papa publica su tercera y última encíclica, Caritas in veritate, sobre el desarrollo humano integral. Allí retoma temas de la Populorum progressio de Pablo VI, como el hecho de que el verdadero desarrollo es, al mismo tiempo, el desarrollo de los pueblos y el desarrollo de cada persona en su totalidad.
Otros signos destacables de aquel año fueron, en enero, la revocación de la excomunión a los cuatro obispos consagrados en 1988 por el arzobispo Marcel Lefebvre sin mandato de la Santa Sede, a la que siguió el 10 de marzo una carta a los obispos de la Iglesia católica, y en noviembre, la publicación de la constitución apostólica Anglicanorum coetibus sobre la institución de ordinariatos personales para anglicanos que entran en la plena comunión con la Iglesia católica.
En febrero del año 2010 Benedicto XVI sostiene un encuentro con los obispos irlandeses sobre la cuestión de los abusos sexuales, en medio de continuas denuncias y revelaciones. A ello le siguió en marzo una carta a los católicos de Irlanda en la que reconoció los abusos y pidió perdón, a la vez que propuso “un camino de curación, renovación y reparación”.
Ese año el Papa viaja a Malta en abril, a Chipre en junio, al Reino Unido en septiembre y a España en octubre. En Reino Unido destaca su discurso en Westminster Hall y la proclamación de beato al cardenal John Henry Newman. En España, por su parte, preside la dedicación del templo de la Sagrada Familia en Barcelona.
Algunos gestos de diálogo interreligioso se dieron aquel año, como la visita a la comunidad judía de Roma en enero y la visita a la parroquia luterana de Roma en marzo. En octubre preside la asamblea especial del Sínodo de los obispos para Oriente Medio, sobre la cual se publica la exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Medio Oriente (14 de septiembre de 2012), entregada a los episcopados de la región durante el viaje a Líbano.
A su vez se destaca la publicación de un comunicado sobre la visita apostólica a los Legionarios de Cristo, proceso realizado desde julio de 2009 hasta mediados de marzo de 2010. En él se presentan las primeras medidas decididas por el Papa, como el envío de un Delegado pontificio, la creación de una comisión para revisar las constituciones de la Congregación y el envío de un visitador apostólico a los miembros consagrados del Regnum Christi, movimiento laical de los legionarios. “La Visita Apostólica pudo comprobar que la conducta del P. Marcial Maciel Degollado ha causado serias consecuencias en la vida y la estructura de la Legión, al punto de exigir un camino de profunda revisión”. En otro campo destaca la publicación en diciembre de un Motu proprio para la prevención y persecución de las actividades ilegales en campo financiero y monetario. Este año 2010 fue un año dificil y revelador, en que Benedicto debió dar pasos importantes para la lucha contra importantes males que estaban causando dolor, dañando a la Iglesia y la fe de muchos.
En el año 2011 el Santo Padre viajó a Croacia en junio y en agosto a España para la la XXVI Jornada mundial de la Juventud. Luego, en septiembre viaja a Alemania, su tierra natal donde habla al Parlamento federal en el Reichstag de Berlín. Finalmente en noviembre viaja a Benín, país de África occidental. Dentro de Italia destaca su visita a Venecia y en octubre a Asís para una jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo con representantes de diversas confesiones cristianas, de otras religiones y del mundo laico en el vigésimo quinto aniversario del encuentro convocado por Juan Pablo II (27 de octubre de 1986). En octubre publica el Motu proprio Porta fidei donde se convoca —en el quincuagésimo aniversario del inicio del Concilio Vaticano II (11 de octubre de 1962)— un “Año de la fe” del 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013.
En marzo de 2012 el Papa viaja a México y Cuba, donde el 8 de marzo se reunió con Fidel Castro. Se trató de un viaje de “reevangelización” y señaló buscar impulsar la “reconciliación” de los cubanos. En México Benedicto XVI rezó por las víctimas de la violencia del narcotráfico y encomendó a todos los pueblos de América Latina a la Virgen de Guadalupe para que “continúe llamando al respeto y promoción de la vida humana evitando la inútil venganza y desterrando el odio que divide”.
Luego, en abril, el Papa constituye una Comisión cardenalicia encargada de indagar sobre la divulgación de documentos reservados y a la que luego recibió en audiencia el 16 de junio, el 26 de julio, el 17 de diciembre y el 25 de febrero de 2013, al concluir su misión. Ello luego de que a inicios del año un programa televisivo dedicado a los temas de corrupción del canal italiano La 7, revelara una carta para el Papa del entonces secretario de la Gobernación vaticana, Mons. Viganò, en la cual se habría lamentado de algunas situaciones en el Vaticano y problemas por parte del ambiente vaticano para resolverlos.
Entre sus viajes y visitas apostólicas destaca su visita a Milán para la conclusión del VII Encuentro mundial de las familias, en junio, y su viaje a Líbano en septiembre, con ocasión de la firma y publicación de la Exhortación Apostólica Postsinodal de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos. En octubre el Santo Padre abre en la plaza de San Pedro el “Año de la fe” en el 50º aniversario del inicio del Concilio Vaticano II. En su homilía durante la Santa Misa para la apertura del Año de la Fe, el Santo Padre señaló:
Si ya en tiempos del Concilio se podía saber, por algunas trágicas páginas de la historia, lo que podía significar una vida, un mundo sin Dios, ahora lamentablemente lo vemos cada día a nuestro alrededor. Se ha difundido el vacío. Pero precisamente a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres.
Dos motu proprios publica aquel año 2012, uno titulado Lingua latina para la institución de la Pontificia Academia de latinidad, y otro titulado Intima Ecclesiae natura sobre el servicio de la caridad. Destaca también el lanzamiento de su primer tuit, en ocho lenguas, en diciembre y la visita en la cárcel a su ex mayordomo —arrestado el 23 de mayo de ese año, luego procesado y condenado el 6 de octubre a tres años de reclusión (reducidos a un año y seis meses) por la sustracción de documentos reservados— a quien comunica la concesión de la gracia.
En enero de 2013 ordena obispos a cuatro prelados, entre ellos a su secretario particular Georg Gänswein, nombrado prefecto de la Casa pontificia el 7 de diciembre. Y luego, el 11 de febrero, al final del consistorio ordinario público, sorprende al mundo al anunciar que renunciaría al cabo de dos semanas, lo que constituía la primera dimisión papal en casi 600 años. En su comunicado, el Papa, de 85 años, dijo que examinó repetidamente su consciencia… “Y llegué a la certeza de que mis fuerzas, por la edad avanzada, no son ya las adecuadas para ejercer del modo adecuado el ministerio petrino”.
Una semana antes de concluir su pontificado publica el Motu proprio Normas nonnullas que sustituye algunas normas relativas a la elección papal y que entra en vigor el 25 de febrero.
Cerca de 150.000 personas acudieron el 27 de febrero a la Plaza de San Pedro para despedirse del Papa Benedicto XVI y escuchar su última catequesis en la que fue su Audiencia General final. Lo acompañaron en torno a setenta cardenales. Al día siguiente, 28 de febrero, le dirigió sus últimas palabras como Sumo Pontífice al Colegio Cardenalicio, a quienes les prometió su cercanía con la oración y le prometió su “incondicional reverencia y obediencia” a quien sería elegido futuro Papa. Durante la tarde se dirigió a los peregrinos reunidos desde el balcón de Castelgandolfo: “Sabéis que este día mío es distinto de los anteriores: seré Sumo Pontífice de la Iglesia católica hasta las ocho de la tarde; después, ya no más”. Y luego afirmó,
Soy simplemente un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinación en esta tierra. Pero quisiera aún, con mi corazón, con mi amor, con mi oración, con mi reflexión, con todas mis fuerzas interiores, trabajar por el bien común y por el bien de la Iglesia y de la Humanidad. Y me siento muy apoyado por vuestra simpatía. Sigamos adelante con el Señor, por el bien de la Iglesia y del mundo.
A las 20:00 hrs de ese día concluyó su pontificado.
Papa Emérito
Tras su renuncia, Benedicto XVI se retiró a vivir al convento Mater Ecclesiae, en el interior de la Ciudad del Vaticano. Ahí se dedicó, hasta su muerte, a la lectura, estudio, escritura y oración, llevando un discreto pasar, aquejado por diversas enfermedades crónicas que poco a poco fueron deteriorando más su salud y movilidad, mas no su intelecto.
El Papa Emérito solía llevar una rutina tranquila pero activa. Empezaba el día celebrando la Misa y rezando las oraciones del Breviario. Después, desayunaba y hacía una pausa. Más tarde leía, respondía cartas y, si tenía tiempo, escuchaba música. En el pasado, Benedicto XVI ya había mostrado especial afecto por el compositor austriaco Wolfgang Amadeus Mozart, la música sacra y las artes en general. Tras un corto descanso, de vez en cuando el Papa Emérito recibía por la tarde a algunas personas que lo visitaban, si su salud lo permitía. Luego, daba un breve paseo por los Jardines Vaticanos y rezaba el Rosario, pero a medida que fue envejeciendo y se sumó la dificultad para caminar, empezaron a trasladarlo en un carrito de golf para que pudiera ir sentado. Después de la cena miraba el noticiero italiano y concluía el día con la oración de la noche.
Durante su tiempo de retiro, Benedicto XVI realizó algunas apariciones públicas ocasionales junto al Papa Francisco, y dio pocas entrevistas, principalmente a medios alemanes.
Su biógrafo, Peter Seewald, ha declarado en múltiples ocasiones que el testamento de Joseph Ratzinger se hará público al fallecer.
Benedicto XVI cumplió 95 años en abril del 2022. Y hoy, sábado 31 de diciembre de 2022, partió a la Casa del Padre, dejando un ejemplo de vida de profunda entrega a Jesucristo y su Iglesia.