Toda la ciudad y el campo son medios para que el hombre ascienda a Dios. A pesar de sus debilidades, el espacio humanizado puede ser un lugar santo que acoja la vida de los hombres, templos vivos de Dios. Al amparar la vida de tantas personas el espacio más vulgar se ennoblece y en esencia es bueno, digno de ser amado.
Humanitas 1996 III, págs. 440 - 447
La fe y la cultura se desarrollan dentro de un espacio donde ellas son acogidas y pueden fructificar. Es el espacio cristiano, el cual tiene a Cristo en su centro. En el espacio cristiano se reúnen el espacio natural, obra de Dios, y el espacio humanizado, obra del hombre.
Siguiendo el orden de la Creación Divina, el espacio natural parte con el Universo infinito, de una armonía perfecta. Luego vienen las galaxias que describen órbitas elípticas. La Vía Láctea es una pequeña galaxia y el sistema planetario es una ínfima parte de la Vía Láctea, siendo el sol una estrella menor en torno a la cual los planetas también describen órbitas elípticas. Todo esto nos da una visión de la inmensidad de Dios y del Universo. La catolicidad o universalidad permite admirar esta obra magna en toda su dimensión.
La Tierra es una perfecta nave espacial tan bien diseñada por su Autor que recibe la justa energía del Sol, navega a una justa distancia de él, con un justo peso y fuerza de gravedad. La Tierra es una esfera de una belleza sin par, brillando con sus nubes blancas y sus intensos colores en medio del espacio sideral negro.
Durante millones de años la Tierra se ha preparado para que en ella habiten los hombres en un medio armónico. Las delgadas capas que son los continentes se han ido acomodando en medio de los océanos, quedando América del Sur frente a la gran cuenca que es el Océano Pacífico.
Chile es una nación armónica que equilibra el Chile americano con el Chile antártico y el Chile oceánico.
Dentro del Chile americano está la región de Chile Central y la cuenca de Santiago, de una admirable armonía con su valle interior abierto al Océano, pero protegido de los vientos por las dos cordilleras, con un clima templado y seco, una flora y fauna muy variadas. Está también la geografía del Norte y del Sur, de la Isla de Pascua y la Antártida.
Finalmente está la obra más perfecta de Dios, que es la persona humana.
El principio presente en toda la Creación Divina es la armonía, que es la justa relación de las partes entre sí y de éstas con el todo. La armonía se expresa de una manera especial en la proporción divina o áurea, que es un número inconmensurable 1,618… y está en la elipse de las constelaciones de las estrellas, y de los planetas, en las formas pentagonales del reino orgánico, en la espiral del caracol, el eje mayor y menor del huevo de un ave, en la vegetación a través de las distancias decrecientes de la distribución de las ramas, de las hojas alternadas y los nervios de la hoja.
Pero principalmente la proporción divina está en el cuerpo humano con la relación entre el cuerpo total y las distancias entre la cabeza, la cintura y los pies; el brazo, el antebrazo y la mano; las partes del índice del dedo.
Toda esta obra de tan grande armonía se altera con la caída del hombre. Por el misterio de la Redención, Cristo viene a la Tierra para salvar al hombre y devolverle la armonía.
La persona humana, que se ha convertido interiormente a Cristo recibiendo el don de la Fe y que tiene inquietud por la cultura, irradia estos valores hacia la familia, la cual tiene un espacio propio que es el hogar. Luego a las comunidades de base que residen en la cuadra o en la unidad vecinal. Enseguida al barrio, representado por la parroquia. Luego a la comuna, representada por la iglesia matriz. Y finalmente a la ciudad o metrópoli, representada por la iglesia catedral.
Si la persona vive en el campo, primero irradia hacia el hogar familiar, luego hacia el campo cultivado, en seguida al pueblo, a la agroindustria o a la ciudad rural. Las personas de campo tienen una fe y cultura muy notables, debido a su mayor relación con el espacio natural. Desde el punto de vista pastoral cada una de estas gradaciones necesita condiciones justas para que cumplan su papel en el destino trascendente del ser humano:
El hogar tiene vida interior para acoger a la familia. Es la sede de la iglesia doméstica y un pequeño altar u oratorio inspira el milagro de amor que es la familia.
Las casas o departamentos se unen formando la cuadra, que es una casa mayor que le da mayor dignidad al hogar y sirve como medida urbana. En una plazuela que sirve para el juego de los niños puede haber una imagen ante la cual se reúne la comunidad de base menor.
La unidad vecinal es una agrupación de cuadras con una plazuela en su centro, donde hay una capilla, una sede social, un parvulario y un pequeño comercio para las necesidades cotidianas. En la unidad vecinal los habitantes se conocen y se ayudan mutuamente, y corresponde a una comunidad de base mayor.
Luego viene el barrio, formado por varias unidades vecinales. Tiene una plaza con una parroquia, la sede de las agrupaciones de juntas vecinales, escuela básica y media, supermercado, comercio.
Enseguida está la comuna, formada por varios barrios. Tiene una plaza mayor, una iglesia matriz, una sede comunal, una biblioteca, una escuela superior, un centro comercial, oficinas de profesionales, industrias no contaminantes, estadio, parque para expansión de los habitantes, cementerio.
En la comuna conviven hogares familiares de distintos niveles económicos para que todos se ayuden mutuamente. La comuna puede corresponder a una pequeña ciudad o a un sector agrícola. También puede ser parte de una ciudad mayor o metrópoli.
La metrópoli, en este caso Santiago, tiene un centro metropolitano que es una sucesión de plazas con una catedral, sede de gobierno, ministerios públicos, edificios de oficinas y de servicios, diferentes tipos de comercio, centro cultural y de recreación.
La gradación de centros sociales con sus respectivas plazas es algo fundamental en la vida de una comunidad, pues en ellos se produce el equilibrio entre la vida particular de cada persona dentro de su familia por un lado y la vida social por el otro.
La plaza es el espacio festivo por excelencia, al ser despejada y estar limitada por edificios y pórticos. Ella es apropiada para participar y contemplar la fiesta, como una imagen del mundo. La plaza se viste de gala para las fiestas cívicas, y también para las fiestas religiosas, al servir como atrio de la iglesia[1].
En la plaza los ciudadanos se encuentran, se reúnen, hacen sus celebraciones. En su contorno están el templo, el municipio, las instituciones públicas. Por ello en la plaza reside principalmente el gran bien cultural de la ciudad, que es el perfeccionamiento entre sus habitantes.
Cada plazuela o plaza sirve como antesala al aire libre de la capilla o iglesia y como lugar de preparación antes de entrar al espacio sagrado. El espacio sagrado es el alma de toda ciudad o pueblo, pues en él se realiza la ceremonia litúrgica donde los hombres se reúnen entre sí y con el Padre.
La iglesia es el escenario de las fiestas religiosas. En ella se desenvuelve el arte cristiano, el cual por su belleza y alegría es preludio de la gloria celestial.
Pueden haber muchas formas de iglesia, pero lo importante es que la celebración litúrgica se realice de la mejor manera, siendo óptima la planta central donde hay una mayor cercanía entre el presbiterio y los fieles.
La iglesia necesita un patio de llegada o atrio, que sirve como lugar de reunión al aire libre y como expansión cuando hay fiestas principales. Hacia un lado puede haber otro patio donde se ubican las prolongaciones de la iglesia: secretaría, pastoral, auditorio, casa del sacerdote. Primero se construye la iglesia misma y luego gradualmente se van completando sus prolongaciones.
La gran necesidad pastoral de Santiago son pequeñas capillas ubicadas en las nuevas poblaciones, las cuales están a distancia caminable de todas las casas de la unidad vecinal. Los materiales de estas capillas son los mismos de las casas vecinas, pero sus proporciones y su luz son muy cuidadosas.
Finalmente está la capilla rural, que en lo posible se encuentra frente a un cruce de caminos o a una explanada. Teniendo un sitio mayor, está rodeada de árboles y tiene un patio abierto con las dependencias.
Las iglesias y capillas son normalizadas para economizar en la construcción, pero al mismo tiempo pueden ser todas diferentes, para adaptarse a cada lugar.
El carácter sagrado de la iglesia se obtiene principalmente por las buenas proporciones y por la luz justa. Esta última en general es media e indirecta, para conseguir una tranquilidad visual en el interior. Sobre el presbiterio cae una luz intensa y directa, imagen del Espíritu Santo.
El hogar familiar es un santuario al acoger la vida de una familia cuyos miembros son templos de Dios. La vida interior del hogar en torno a un patio, un jardín, un balcón, una terraza o una sala mayor es fundamental para que éste sea un remanso de serenidad. Así el hogar puede guardar la santidad de la familia, siguiendo el modelo de la Sagrada Familia de Nazareth.
Para ello es digno y funcional, luminoso y alegre. Aun el hogar más económico puede ser un palacio por su luz justa y por sus buenas proporciones.
El hogar óptimo es la casa, pues tiene más posibilidades de crecer. La gran necesidad de Santiago es ofrecer buenas casas en sitios reducidos, por el alto costo del suelo y para tener una buena densidad. La casa puede tener un patio de acceso, un patio jardín interior al cual se abren el estar y el comedor, formando un solo espacio. El hogar familiar es independiente con respecto a los vecinos, y tiene posibilidad de crecimiento en el segundo o tercer piso, respetando siempre el jardín.
Para los matrimonios jóvenes o los de más edad con hijos casados, puede ser más conveniente vivir en un edificio de departamentos. Este puede tener una portería y un jardín en común, un vestíbulo generoso, un balcón o terraza con una jardinera, para tener un pequeño jardín en la altura. Las casas y departamentos son normalizados para disponer de mejores terminaciones a un precio más bajo.
Como veíamos anteriormente, las casas o los departamentos se unen conformando la cuadra, que es una casa mayor o un conjunto de edificios donde se comparte la plazuela o el jardín interior.
El espacio humanizado y en especial el espacio sagrado, puede entrar en la armonía general del Universo a través de la geometría y la proporción divina. Hay una belleza extraordinaria en los polígonos regulares con sus ángulos y lados iguales: triángulo, cuadrado, pentágono, hexágono.
Del excelente cuadrado se construyen la raíz cuadrada y la sección divina. Del óptimo pentágono también proviene la sección divina. Todos se inscriben en el círculo, el cual representa a Dios al no tener ni principio ni fin.
Los poliedros regulares son muy perfectos: tetraedro, cubo, octaedro, dodecaedro, icosaedro, especialmente el magnífico dodecaedro que está formado por pentágonos. Y la esfera es un cuerpo de suma perfección, al ser simétrica en todos sus sentidos y estar toda su superficie situada a una misma distancia del centro.
Las medidas de nuestras construcciones y de la ciudad también pueden ordenarse en torno a la proporción divina, teniendo como base la altura promedio del cuerpo humano en Chile, que es 1,7 m, y construyendo una espiral creciente y una espiral decreciente, siempre con el factor 1,62. Adaptando el modular de Le Corbusier se puede proporcionar nuestro quehacer cotidiano.
Santiago y su región, como todas las obras humanas, es escena de la lucha entre el bien y el mal. Ha crecido demasiado, tiene un aire contaminado, hay mucho desorden en la edificación. Pero el hombre caído puede levantarse gracias a Cristo. Santiago y su región pueden ordenarse con una red de centros sociales que tenga buenas plazas y buenas iglesias, con una red de vías que forman una armónica trama radiocéntrica, con una gradación que va desde la metrópoli a la comuna, al barrio, a la unidad vecinal, a la cuadra para llegar finalmente al hogar familiar.
Si cada habitante pone su parte en la búsqueda de la armonía y las autoridades cumplen con la tarea de velar por el bien común de Santiago, ésta puede ser una ciudad buena, hermosa y funcional.
Por sus excelentes condiciones naturales, Santiago y su región pueden ser cuna de una cultura cristiana equilibrada que irradia su espíritu hacia América y hacia la cuenca del Pacífico, expresándose en una arquitectura que puede cristalizar en depurada geometría. La geometría es una verdad objetiva, válida para todos los hombres. Ella nos ayuda a nosotros, criaturas mortales, a vislumbrar la armonía del reino de Dios: novedad total, santidad completa, belleza absoluta, alegría y gozo sin fin, luz deslumbrante, espacio infinito.
Teresa de Los Andes, el Padre Hurtado, Laura Vicuña y otros muchos santos no beatificados, caminaron por las calles de nuestra ciudad.
Con la gracia de Dios, y la santidad de sus habitantes, Santiago puede irradiar el espacio cristiano luminoso y armónico, anticipo de la eternidad.
El espacio humanizado puede consagrarse y entrar en la historia de la salud eterna con todos sus elementos: plazas, calles, iglesias, edificios, industrias, hogares familiares, caminos, autopistas, paseos, aeropuertos, campos cultivados. En estos espacios los hombres se unen entre sí y con Dios en el misterio del Cuerpo Místico. Toda la ciudad y el campo son medios para que el hombre ascienda a Dios. A pesar de sus debilidades, el espacio humanizado puede ser un lugar santo que acoja la vida de los hombres, templos vivos de Dios. Al amparar la vida de tantas personas, el espacio más vulgar se ennoblece y en esencia es bueno, digno de ser amado.
Gracias al espacio cristiano se avanzará por el camino estrecho, salvando los obstáculos y la oscuridad para llegar finalmente a la armonía perfecta del espacio indecible, a la belleza inefable de la santidad, a la luz de Luz, a Dios mismo.