El autor de este artículo, estudioso de la religiosidad popular, colaboró con HUMANITAS y en ese contexto publicó en los números de la revista 26, 27,28 y 29, correspondientes al año 2002, una serie sobre Santuarios chilenos. Reeditamos aquí su trabajo concerniente a Andacollo. Gustavo Villavicencio falleció el año 2013.
A cumplirte agradecidos por tu milagro divino, venimos a tu presencia este baile andacollino — Canto a la Virgen de Andacollo
Y cuando los mineros tuvieron que salir del pueblo por ausencia de mineral, llevaron con ellos su fe y todas sus tradiciones religiosas. Es lo que sucedió con el baile chino que por primera vez se bailó a la Virgen de la Tirana, al interior de Iquique: fueron los mineros andacollinos quienes formaron el primer Baile Chino de la Tirana.
Los actuales Santuarios de la fe católica en Chile (La Tirana, Nuestra Señora de Lo Vásquez, San Sebastián de Yumbel, Santa Rosa de Pelequén, Nuestra Señora del Rosario de Andacollo, entre otros) se rigen por los condicionamientos que el Derecho Canónico de la Iglesia exige para su reconocimiento como tales. Pero el Código llega después de la Teología y esta, a su vez, es reflexión y análisis del fenómeno religioso que ya existe. En este sentido, los “santuarios” no son creación de un pastor a cargo de esa porción de Iglesia, sino ratificación por parte de la autoridad eclesiástica de que la fe que ahí se expresa corresponde a una auténtica búsqueda del Dios de Jesucristo, aun cuando tenga aspectos que deben ser discernidos a la luz del Magisterio. La devoción mariana del Santuario Nuestra Señora del Rosario de Andacollo es una prueba de esto.
Historia del Santuario
En el año 1570, un lugareño encontró una imagen de la Virgen que pudo haber sido escondida o abandonada por algún cristiano que pasó por la montaña huyendo cuando los indígenas comarcanos saquearon la tierra y destruyeron La Serena.
Los cronistas de la época atestiguan que Andacollo era entonces un surtidor de oro. Los indígenas que laboraban las minas vieron en esa pequeña imagen una protección celestial contra las turbulencias de los encomenderos. Muy naturalmente empezaron a rendir a la Virgen los cultos y ritos que antes de la llegada de los intrusos buscadores de oro tributaban a las divinidades locales y al sol.
En el año 1580, el padre Gaytán de Mendoza se había hecho cargo de la imagen levantando una capilla de coirones, barro y amarras de cuero seco. Datan de esta época, según la memoria local anotaba en el libro que posee el Cacique General sobre los “bailes” religiosos.
Ochenta y ocho años después, en 1668, el lugar fue declarado parroquia, aunque el primer cura párroco encontró al llegar la capilla de Gaytán en ruinas y la imagen de la Virgen desaparecida. El padre Álvarez del Tobar levantó entonces una nueva capilla y encargó a Lima la actual imagen de María. En 1789, el padre Vicente Valdivia inaugura un nuevo templo (el actual templo chico), que cien años mas tarde sería insuficiente. Por ese tiempo, en 1873, el obispo de La Serena, monseñor José Manuel Orrego, bendice y coloca la primera piedra de un nuevo y colosal templo que se inaugura en 1893.
Actualmente el Santuario se encuentra administrado por la Congregación religiosa “Corazón de María”, más conocidos como los Misioneros Claretianos.
Las fiestas
El 26 de diciembre de cada año se celebra la “fiesta grande” de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo. También, desde comienzos del siglo XX, se empezó a celebrar el primer domingo de octubre la llamada “fiesta chica”, que tuvo dos motivaciones en su inicio: la primera fue dar realce a la festividad de la Virgen del Rosario, que la liturgia de la Iglesia fijó para esa fecha; y la segunda fue dar oportunidad a los propios habitantes de Andacollo de celebrar en forma más familiar y participada la fiesta de la Virgen. Ya a comienzos de diciembre, el pueblo entero vive en función de atender a los peregrinos que llegan desde fuera.
En ambas ocasiones el número de personas que sube a Andacollo pasa largamente de cien mil.
Para poder atender tal gentío se han venido levantando estructuras (espacios de alojamiento, postas de primeros auxilios, locales de comida, etc.) que han ido mejorando año tras año la atención a los peregrinos.
También se ha logrado que el comercio ambulante que participa en todas las festividades populares, se limite a un determinado espacio dentro del pueblo, ya que antiguamente invadía todo, hasta las puertas mismas de los templos.
Las fiestas de la Virgen, si bien están preparadas con esmero por los capellanes del santuario, “pertenecen” también a los bailes religiosos. El Cacique General, junto al Obispo Diocesano y párroco, preside en cierto modo las principales actividades no sacramentales, y es quien da inicio y término a la gran procesión, debiendo ordenar con rigurosidad la presentación de los más de ochenta bailes que se reúnen en esas ocasiones.
Los bailes religiosos
Estos nacen en Andacollo. Y cuando los mineros tuvieron que salir del pueblo por ausencia de mineral, llevaron con ellos su fe y todas sus tradiciones religiosas. Es lo que sucedió con el baile chino que por primera vez se bailó a la Virgen de la Tirana, al interior de Iquique: fueron los mineros andacollinos quienes formaron el primer Baile Chino de la Tirana.
Los primeros bailes religiosos nacen a los pies de la Virgen de Andacollo a comienzos del año 1585. La fecha no es segura, pero algunos escritores coinciden en que se remontan a los mismos años del encuentro de la imagen de la Virgen.
El tipo de baile religioso proviene de las danzas cultuales de los incas que se apropiaron del norte del actual Chile hacia el siglo XV. La costumbre continuó con los cristianos y en Andacollo fue tomando su propia identidad. El baile chino más antiguo, y por mucho tiempo el único que rendía honores a la Virgen, fue el que por 1585 acudía a la primitiva capilla del cura Gaytán. Con el paso del tiempo otros grupos de bailes organizados sobre la base de las familias se fueron creando entre devotos y peregrinos. En 1752 aparece un nuevo tipo de baile, con sus propios trajes, instrumentos y ritmos diversos al de los chinos; eran los bailes Turbantes, originarios de La Serena. A finales de 1798 aparece un tercer tipo de baile diferente de los anteriores: los Danzantes, provenientes de la estancia de Cutún, propiedad de la Marquesa de Piedra Blanca de Huaba.
Este conjunto de expresiones ha recibido recientemente el reconocimiento de la Unesco como “Patrimonio intangible de la humanidad” (Junto con la ciudad de Valparaíso, son las dos realidades patrimoniales que en nuestro país ostentan este reconocimiento de parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura, UNESCO).
Más de cien años de la coronación de Nuestra Señora del Rosario (1901-2001)
La imagen de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo fue coronada solemnemente el 26 de diciembre de 1901. El Decreto Pontificio estaba firmado por el Papa León XIII en la ciudad del Vaticano.
El obispo Florencio Fontecilla había iniciado las gestiones un año antes, pensando en coronar la imagen al comenzar el nuevo siglo. Encargó a la Casa Biais, de París, una corona de oro puro, elegante y proporcionada, similar a la famosa corona usada por la emperatriz María Teresa de Austria. El trabajo de joyería se atrasó y la solemne coronación recién tuvo lugar en diciembre de 1901. En ese año el pequeño pueblo de Andacollo, entonces con unos 1500 habitantes, vio llegar ese día unos cuarenta mil peregrinos, autoridades civiles y numeroso clero.
La espiritualidad mariana
La fuerza mariana da frescura y vida a todas las manifestaciones de fe en Andacollo. Nutre por dentro los corazones y brota en cantos, bailes, discursos, plegarias, sermones y oraciones. Pero no se trata de una piedad desligada del centro de la fe cristiana: Cristo, el Señor, su mensaje y los valores del Reino de Dios.
A partir del Concilio Vaticano II, la preocupación de los capellanes del Santuario ha sido unir la devoción mariana a la fe de Cristo. Anunciar y proclamar el mensaje del Magnificat, por ejemplo, se ha convertido en un tema recurrente que pretende devolver a las gentes la fe y la esperanza en el poder de Dios “que levanta a los humildes y derriba a soberbios”, en sus propias posibilidades de desarrollo, en la búsqueda de caminos de superación y valoración de autoestima, de organización social para enfrentar los problemas que afectan a todos. Conscientes de esto, los rectores de Santuarios, desde 1980 en Caracupé —Paraguay—, se han organizado en una Confederación para ayudar a acompañar la fe de los peregrinos.
No se trata de una piedad mariana descarnada y nebulosa. María como madre del pueblo pobre, enseña a mantenerse de pie “junto a la cruz” de la vida, fortalecida con una esperanza que se hace compromiso, solidaridad y búsqueda de oportunidades, y la obtención de un tiempo mejor.
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