La docencia como una vocación, los desafíos de la educación en tiempos de pandemia y la fe como un elemento esencial y transversal fueron los temas que se abordaron en el Congreso de Educación Católica que se realizó los días 12 y 13 de octubre, y que estuvo organizado por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Su lema fue: “Educar es un acto de esperanza”.

En el evento participaron alrededor de 2 mil personas de distintos países para escuchar a más de 60 expositores de Kenia, España y Latinoamérica. Como invitó el Papa Francisco en el lanzamiento del nuevo Pacto Educativo Global, este diálogo “nace desde la certeza de que la educación es un acto de esperanza que puede incidir en el corazón de una sociedad y dar nacimiento a una nueva cultura”.

En la ceremonia inaugural estuvo presente el cardenal Celestino Aós, arzobispo de Santiago y Gran Canciller de la UC, quien animó a los participantes a vivir esta dinámica de la fe y desde la mirada cristiana. “La educación no es patrimonio, no es monopolio, ni mucho menos es de unas fuerzas políticas de un Estado que quiera no educar, sino adoctrinar”, dijo el cardenal, quien señaló además la importancia de distinguir el rol que tienen el Estado, la escuela y la familia en la tarea de educar, donde cada uno aporta valores diferentes que integran la personalidad de niños y jóvenes. 

Monseñor Cristián Roncaglolio, obispo auxiliar de Santiago, reflexionó sobre la educación desde la identidad católica como una tarea permanente que “construye futuro y es un camino por medio del cual la Iglesia contribuye al desarrollo humano integral de jóvenes de distintas realidades sociales y culturales. Tenemos una tarea ineludible que en esta coyuntura histórica nos compromete a recordar qué es la universidad como un laboratorio de formación”, y dijo que esta debe ser “un espacio donde desde nuestra identidad y desde nuestra diferencia, en una cultura plural y diversa, podamos contribuir al futuro del país”. Indicó también que la Universidad Católica “contribuye incidentalmente en el desarrollo futuro de Chile”.

“Si no tenemos buenos maestros no podremos tener buenos alumnos, no tendremos una buena sociedad, será una sociedad sin valores. (…) si quieres hacer un cambio necesitas tener paz, no puedes dar paz a otras personas si no la tienes en tu corazón”. Peter Tabichi, ganador del Global Teacher Prize 2019

La pandemia y sus desafíos en educación

Según un estudio realizado por Acción Educar, los alumnos en edad escolar se han visto afectados de manera significativa desde que empezó la crisis sanitaria en Chile. “Una encuesta de Educación 2020 e IPSOS (Educación 2020) mostró que, a finales del año pasado, el 20% de los estudiantes declaraba percibir que había aprendido nada o casi nada durante el año”. Por otra parte, el estudio aclaró también que

en los resultados del Diagnóstico Integral de Aprendizajes (DIA) aplicado por la Agencia de Calidad de la Educación (2021), que evaluó a casi dos millones de estudiantes en Lectura, Matemática y desarrollo socioemocional se observa que sobre un 55% de los niños se siente “aburrido”, un 54% de los estudiantes se declaró “con menos ganas de hacer cosas”, y un 40% ha estado “mal genio o enojado”. Al mismo tiempo, los alumnos de 6° Básico a 4° Medio no alcanzan un 60% de logro en contenidos necesarios en Lenguaje, y un 47% en Matemática, llegando a resultados tan bajos como un 27% de respuestas correctas en la prueba de Matemática de II Medio. 

El Dr. Ignacio Sánchez, Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, se refirió durante la ceremonia inaugural a los desafíos de la educación que ha generado la pandemia y a la brecha que esta ha causado entre los estudiantes dada la marcada disparidad de oportunidades tecnológicas y educativas:

Queremos ser un espacio para la coparticipación y la transformación de esta lógica estéril y paralizante de la indiferencia, de otra lógica distinta, capaz de acoger nuestra pertenencia común (...) Buscamos entonces mostrar nuevos horizontes de hospitalidad y solidaridad entre las distintas generaciones con un foco muy especial en el valor de la trascendencia, donde podamos construir una nueva cultura que incida en el mismo corazón de la sociedad.

Por su parte el director del Instituto Internacional de la UNESCO para la educación superior de América Latina y el Caribe, Francesc Pedró, expuso durante su conferencia “Aportes de la educación superior a las brechas educativas”, cuáles están siendo los efectos de la pandemia en la educación superior en cuestiones de calidad y la equidad y sobre la responsabilidad que estas tienen para atenuar los prejuicios causados. Aseguró que uno de los primeros problemas y factores de la brecha educativa es la desconexión tecnológica. A nivel regional, solo el 52% de los hogares alcanza a tener las condiciones apropiadas de conectividad y equipamiento para poder llevar a cabo una clase de forma remota. Habló también de una desconexión personal al existir una baja capacidad de autorregulación cuando se tiene mayor libertad que puede derivar, entre otras cosas, en problemas socioemocionales al no haber una relación entre iguales y un acompañamiento más institucional.

Pedró añadió también que en este tiempo de pandemia, los estudiantes manifiestan tener mayores dificultades para mantener la atención, a lo que le llamó una desconexión pedagógica. “Difícilmente un estudiante puede estar más de 20 minutos en una pantalla. Hemos trasladado lo que hacíamos en la presencialidad a la virtualidad” y por ello, reforzó, que es necesaria una “reingeniería pedagógica”.

Agregó también que “a medida que nos vamos acercando a una nueva presencialidad debemos generar condiciones para que nuestras instituciones y los miembros de nuestra comunidad educativa ganen en resiliencia. Y esto significa ser conscientes que las desigualdades se han ido acrecentando durante este tiempo. (…) Por tanto, la transformación digital es el camino para la educación superior del siglo XXI”. 

Maestros y la fe

Por su parte José María Del Corral, director de la red de escuelas católicas Scholas Occurrentes, habló de la catástrofe educativa que ha presentado la pandemia y se refirió también a la necesidad de tener buenos docentes:

Un maestro no dura ni una hora ni una jornada. Un maestro es una vocación. Ser maestro hasta cuando se duerme. No es ni autoritario ni demagógico. Un maestro crea comunidad, capaz de celebrar la vida. Lo que educa es el encuentro y el encuentro es lo que hace que un maestro sea capaz de convertirse en artesano. Necesitamos maestros que sean artesanos de humanidad. Los jóvenes tienen toda esa fuerza, esas ganas de encontrar un sentido.

Entretanto, el hermano franciscano oriundo de Kenia, Peter Tabichi, ganador del Global Teacher Prize 2019, destacó que el gran desafío que tenemos como sociedad tiene que ver con la vocación docente. “Si no tenemos buenos maestros no podremos tener buenos alumnos, no tendremos una buena sociedad, será una sociedad sin valores”, indicó Tabichi, quien explicó también, “si quieres hacer un cambio necesitas tener paz, no puedes dar paz a otras personas si no la tienes en tu corazón. Y para eso, debes tener un encuentro personal con Jesús y eso te dará la conversión”.

Misa Presencial

Algunos de los panelistas y participantes del Congreso de Educación Católica tras asistir a la misa presencial celebrada en la capilla de la Casa Central UC: Benjamín Cruz, Juan Antonio Álvarez, Pbro. Fernando Valdivieso, Pbro. Tomás Scherz, Fernando Purcell, Cristóbal Madero, s.j., Ana María Celis, Sol Serrano y Mons. Cristián Roncagliolo.

Paneles de expertos

El encuentro contó también con cuatro paneles. Las temáticas fueron: libertad desde la identidad, sentido de la educación, vocación docente y misión educativa. Adicionalmente expertos de todo Latinoamérica presentaron más de 45 ponencias sobre temáticas como la inclusión, la sustentabilidad, el rol de la familia y el protagonismo de los jóvenes. Estos encuentros se realizaron por Zoom en grupos reducidos, lo que facilitó una mayor interacción entre los participantes.

Susana Claro, profesora de la Escuela de Gobierno UC, quien participó del panel “Una educación con sentido” centró su ponencia en el tema de la motivación a los estudiantes a pensar que la experiencia académica tendrá un impacto en sus vidas a largo plazo: “Empujar a los estudiantes a concretizar, a visualizar su propósito junto con aumentar la creencia de que sus habilidades pueden cambiar y que incluso cada paso está acercándose a este propósito, desarrollando las habilidades que necesitan y además valorar cada pequeño paso, cada grano de arena que damos es una contribución al mundo”.

En este mismo panel, Juan Antonio Álvarez, cofundador y director ejecutivo de la Fundación Trabün, se refirió al “sello cristocéntrico” que se debe impulsar desde los institutos educativos. Afirmó que educar desde la fe no significa hacer que los alumnos reciten los diez mandamientos sino que los vivan desde las enseñanzas de Jesús: “La fe es el encuentro con una persona, es un sello universal”. Y destacó además la riqueza de que en las aulas se viva la pluralidad, también dentro de un contexto católico, en las que se facilite “el diálogo interreligioso, la integración”. Para esto, mencionó como ejemplo el de los alumnos evangélicos, quienes muchas veces tienen un conocimiento más amplio sobre el Antiguo Testamento y lo transmiten a sus compañeros y profesores.

Asimismo, Montserrat Alom, directora del Center for international research, respondió durante el panel “Misión educativa, hacia un nuevo mundo” a la pregunta sobre cómo puede aportar la investigación a la construcción del bien común desde la identidad católica. La expositora dijo que esto “tiene que ver con nuestro posicionamiento como investigadores” y que las investigaciones deben plantearse en cuatro dimensiones: la antropológica, la epistemológica (preguntarse por el objeto y método de la disciplina), la cuestión ética (qué tipo de bien hace a las personas y a la sociedad y qué riesgos trae consigo) y la teleológica (el sentido de lo que uno estudia y para qué). Montserrat exhortó a los investigadores a que sus temáticas “den voz a los que no tienen voz, a los estudios que tienen que ver con las minorías, los desplazados, con los temas que otros están dejando de lado”.

El evento finalizó con la presentación del libro Educación católica en Latinoamérica: un proyecto en marcha, cuya versión en inglés fue coeditada por Ediciones UC y la editorial Springer. En este evento, el rector de la UC, Dr. Ignacio Sánchez, afirmó: “La situación religiosa del continente ha experimentado cambios que son muy relevantes, en muchos casos producidos por crisis internas. Nos encontramos ante una nueva realidad. Un cristianismo que sale del territorio, que sale de las instituciones y que se seculariza. Es este el marco en el que surge esta publicación”.

El Congreso UC de Educación Católica contó con el patrocinio de la ODUCAL (Organización de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe) y la FIUC (Federación Internacional de Universidades Católicas) y tuvo el apoyo de más de 80 instituciones educacionales. Estuvo organizado por la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana de la Pontificia Universidad Católica de Chile, con la colaboración de la Vicerrectoría Académica, la Vicerrectoría de Comunicaciones y Extensión Cultural, la Facultad de Educación, y el Programa de Pedagogía en Religión Católica.

 

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