El domingo, en la ciudad de Owo, en el suroeste de Nigeria, un número desconocido de hombres armados ingresó a la iglesia de San Francisco durante la misa de Pentecostés. Dispararon contra los asistentes, matando a entre 25 y 50 de ellos, incluyendo niños. El lugar hasta ahora no se había visto afectado por la inseguridad y la violencia que afecta en general al norte y al centro del país.
El pasado domingo, en la ciudad de Owo, en el suroeste de Nigeria, un número desconocido de hombres armados ingresaron a la iglesia de San Francisco durante la misa de Pentecostés. Dispararon contra los asistentes, matando a entre 25 y 50 de ellos, incluyendo niños. La zona hasta ahora no se había visto afectado por la inseguridad y la violencia que afecta en general al norte y al centro del país.
Matteo Bruni, portavoz del Vaticano, señaló que “el Papa Francisco reza por las víctimas y por el país, dolorosamente afectado en un momento de celebración, y encomienda a ambos al Señor, para que envíe su Espíritu a consolarlos”.
Rotimi Akeredolu, el gobernador del estado de Ondo donde tuvo lugar el evento, lo calificó como un “ataque vil y satánico” contra personas inocentes, y señaló que comprometerá todos los recursos necesarios para atrapar a los agresores.
El ataque se produce cuando aumenta la violencia en Nigeria, destacando cuatro focos de preocupación: la organización terrorista musulmana Boko Haram, que sigue aterrorizando a la región norte; el bandidaje, que crece en la región noroeste; mafias que secuestran a cambio de rescate, en la parte central del país, y enfrentamientos entre pastores y agricultores nómadas, en la zona central de Nigeria y en toda la región del Sahel. En cuanto a la masacre en Owo, hasta el momento ningún grupo terrorista ha reivindicado la responsabilidad del ataque.
Las comunidades cristianas de Nigeria han estado en la mira durante años. Hace una semana, el líder de una iglesia metodista fue secuestrado junto con otros dos clérigos en el sureste del país, por cuya liberación se exigió un rescate de unos 300.000 dólares. Por su parte, hace dos semanas dos sacerdotes católicos y dos jóvenes fueron secuestrados en Katsina, en el norte de Nigeria, y todavía están retenidos como rehenes.
"Es muy triste decir que, durante la Santa Misa, hombres de origen desconocido, armados con armas de fuego, atacaron la Iglesia Católica de San Francisco Javier", dijo el padre Augustine Ikwu, director de comunicaciones de la diócesis de Ondo, en un comunicado enviado a ACN. "Se desconoce la identidad de los perpetradores y la situación ha dejado a la comunidad devastada ”, agregó el sacerdote. “El obispo hace un llamado a que mantengamos la calma, seamos respetuosos de la ley y oremos para que la paz y la normalidad vuelvan a nuestra comunidad, estado y país”, finaliza el comunicado.
Fuentes: Vatican News, Crux, ACN.