Sería un error considerar como concepción específicamente cristiana la teoría según la cual el culto religioso es la base del tiempo libre y la cultura. Tal vez lo que llamamos «secularismo» no es tanto un rechazo del cristianismo como la pérdida de ciertas creencias fundamentales que forman parte de la sabiduría natural del hombre. Me parece que la teoría de la relación entre el tiempo libre y el culto forma parte de este legado.

El antídoto para las ideas depresivas de nuestra época es la fe en Aquel que nos dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». El Evangelio comparte con nosotros el secreto de la alegría que nos trajo Cristo y nos permite vivir los días de semana con el corazón endomingado.

La Iglesia es custodia no sólo del depósito de la fe, sino también de la moral natural, y por este motivo no sólo puede, sino debe hacer sentir su voz y testimonio enérgico e inequívoco en los momentos críticos de la historia.

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El lunes de madrugada, tras haber dado el Domingo de Resurrección la bendición Urbi et Orbe y saludado desde el balcón y el papamóvil a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Su Santidad Francisco partió a la casa del Padre. La noticia se extendió rápidamente y, a pesar de que sabíamos que su salud estaba muy frágil, causó mucha consternación. Se hace difícil asimilar que alguien con un mensaje tan vivo y una presencia tan poderosa en su sencillez, ya no está, y es inevitable recurrir a aquellas imágenes, frases y recuerdos que cada uno tiene especialmente grabados en su interior.
Poder reflexionar sobre las inquietudes que ocupan a la Iglesia y a sus pontífices es una vocación fundacional de la revista Humanitas , la que ha acompañado a lo largo de su historia a tres Papas. Acompañar a Francisco fue una tarea especial debido a la relevancia que fue adquiriendo la fuerza e identidad católica del continente latinoamericano. Compartimos a continuación algunos escritos que profundizaron, a lo largo de estos doce años, en diferentes aspectos de su pontificado.
Durante doce años Francisco fue el pastor de la Iglesia, un Papa argentino que llevó hasta el Vaticano lo mejor de la Iglesia de Latinoamérica: su sencillez, su espiritualidad, su actitud en permanente salida y su opción por estar junto a los últimos. Un Papa con voz firme y fuerte, pero que supo comunicar con ternura y sin enfrentamientos, humilde y franco, lleno de gestos y de sorpresas, que se fue haciendo anciano, pero que condujo la barca de Pedro con la fuerza de quien se deja mover por el Espíritu Santo.
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