Sólo cabe una superación del positivismo jurídico en la medida en que los juristas –y los no juristas: todos– cobremos cada vez más conciencia de que hay que replantearse la cuestión sobre qué es el hombre, cuál es su naturaleza permanente. Lograr una situación jurídica y una cultura donde el hombre se afirme, porque ancla en las exigencias más profundas de su propia naturaleza, es uno de los objetivos para que Europa y el mundo se rehumanicen y se recristianicen.

El derecho y la ciencia jurídica nada tienen que temer de este influjo de la doctrina y de la vida de quienes se esfuerzan por ser discípulos de Cristo, sino al contrario mucho que esperar, como lo muestra la historia de los efectos civilizadores del cristianismo sobre las instituciones del derecho.

El momento actual oscila así entre paganismo y gnosis, entre idolatría y rechazo de la teodicea. El ídolo no conduce a Dios, cierra la vida, pero la vida se hace insoportable. El ídolo puede cerrar el corazón, pero no está en condiciones de vencer al poder de la nada. Es éste el lugar donde debe deslizarse la nueva evangelización de la cultura: indicar recorridos de liberación que venzan a la sugestión idólatra provocada por el horror de la nada. 

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El lunes de madrugada, tras haber dado el Domingo de Resurrección la bendición Urbi et Orbe y saludado desde el balcón y el papamóvil a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Su Santidad Francisco partió a la casa del Padre. La noticia se extendió rápidamente y, a pesar de que sabíamos que su salud estaba muy frágil, causó mucha consternación. Se hace difícil asimilar que alguien con un mensaje tan vivo y una presencia tan poderosa en su sencillez, ya no está, y es inevitable recurrir a aquellas imágenes, frases y recuerdos que cada uno tiene especialmente grabados en su interior.
Poder reflexionar sobre las inquietudes que ocupan a la Iglesia y a sus pontífices es una vocación fundacional de la revista Humanitas , la que ha acompañado a lo largo de su historia a tres Papas. Acompañar a Francisco fue una tarea especial debido a la relevancia que fue adquiriendo la fuerza e identidad católica del continente latinoamericano. Compartimos a continuación algunos escritos que profundizaron, a lo largo de estos doce años, en diferentes aspectos de su pontificado.
Durante doce años Francisco fue el pastor de la Iglesia, un Papa argentino que llevó hasta el Vaticano lo mejor de la Iglesia de Latinoamérica: su sencillez, su espiritualidad, su actitud en permanente salida y su opción por estar junto a los últimos. Un Papa con voz firme y fuerte, pero que supo comunicar con ternura y sin enfrentamientos, humilde y franco, lleno de gestos y de sorpresas, que se fue haciendo anciano, pero que condujo la barca de Pedro con la fuerza de quien se deja mover por el Espíritu Santo.
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