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- Jean Louis Bruguès O.P.
La insistencia en la unidad de la santidad renovó en parte el rostro de nuestra Iglesia: jamás, durante su larga historia de dos milenios, el laicado se había valorizado en esa medida. El Vaticano II ya les había recordado sus responsabilidades en la construcción de la Ciudad; a partir de ese momento, la Iglesia abogó incansablemente por que los cristianos se comprometieran en las grandes causas y en los debates decisivos de nuestra época.
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- Mauro Matthei O.S.B.
“¡Un sacerdote que no esté enamorado de la Iglesia no debe pertenecerle! Un sacerdote que posponga los santos intereses de la Iglesia amada por los del mundo no ha comprendido su vocación!”
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- Dermot Quinn
Anglicanorum coetibus, en otras palabras, no es una nueva “agresión papal” (como han denunciado algunos), sino un ejercicio de compasión pastoral, constituyendo un ejemplo de lo que John Henry Newman llamaba, en su famoso sermón titulado “La segunda primavera”, “una garantía otorgada a nosotros por Roma de su amor que no se marchita”. Quienes ven esto de otro modo no han comprendido su verdadero sentido.